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En entradas anteriores iniciamos algunas apreciaciones médicas sobre las torturas sufridas por Cristo antes de su muerte en la cruz (sudar sangre, flagelación...) Hoy comentaremos lo que llegaría a ser uno de los principales atributos de su Pasión y Muerte: la corona de espinas.
Lucas Cranach el Viejo: Cristo coronado de espinas |
Un estudio publicado en abril de 1991 en el Journal of the Royal College of Physicians of London, destaca que después de la flagelación, Jesús de Nazaret fue llevado al Pretorio y entregado como «juguete a las tropas», una costumbre que solía permitirse una vez al año.
Jesús era visto con desprecio y mofa por las fuerzas de ocupación romanas, que lo veían como un líder provinciano que intentaba llamar a la rebelión a los judíos proclamándose rey, enfrentándose al poder del César Tiberio y capitaneando la independencia de Palestina. Jesús, recién flagelado y medio desmayado por la importante pérdida de sangre fue llevado a una estancia apartada y dejado en manos de la soldadesca.
Jesús era visto con desprecio y mofa por las fuerzas de ocupación romanas, que lo veían como un líder provinciano que intentaba llamar a la rebelión a los judíos proclamándose rey, enfrentándose al poder del César Tiberio y capitaneando la independencia de Palestina. Jesús, recién flagelado y medio desmayado por la importante pérdida de sangre fue llevado a una estancia apartada y dejado en manos de la soldadesca.
Albrecht Bouts: Ecce Homo. Óleo sobre tabla |
Como suele suceder en estos casos, poco se sabe a ciencia cierta de lo que pasó entre aquellas paredes. Según el relato evangélico, los soldados, entre insultos e injurias, quisieron burlarse de él como presunto culpable de rebelión y sedición, al proclamarse "rey de los judíos". Intentaron un escarnio, disfrazándole como un rey de pacotilla. Para remedar la púrpura imperial, le pusieron una capa de soldado sobre sus hombros aún ensangrentados y le colocaron una caña en la mano, a modo de cetro. Faltaba ponerle una corona para completar su burla. No tenían ningún laurel a mano y decidieron una burda imitación con una mata de espinas. Así lo coronaron, en medio de carcajadas, llamándole "Rey de los Judíos". Un rey imaginario, de un reino inexistente y anexionado por la fuerza al Imperio Romano.
Marteen van Heemskerck: Cristo siendo coronado con espinas (1555) |
El espino que usaron los soldados fue probablemente el que se conoce como "corona de espinas de Cristo" (Euphorbia milii), una planta oriunda de Madagascar pero que ya estaba naturalizada en Palestina en aquel tiempo. Las ramas de este pequeño arbusto son flexibles y están cubiertas con espinas muy largas. Los soldados lo trenzaron someramente en forma de corona, y se lo incrustaron en el cuero cabelludo. Las agudas espinas ocasionaron otra vez un sangrado abundante (hay que recordar que el cuero cabelludo es una de las áreas más vascularizadas del cuerpo).
La corona, probablemente no tenía la forma clásica de aro que estamos acostumbrados a ver representada. Tenía más bien una forma de gorro o casquete. Un fresco existente en las catacumbas de Pretexto, de mediados del siglo II, representa la corona en esta forma.
Van Baburen: Coronación de espinas |
Después de las burlas, golpes e insultos, los soldados lo llevaron al Pretorio, ante el gobernador Poncio Pilatos, que al verlo así quiso mostrarlo a la multitud congregada en la calle. Fue entonces cuando pronunció aquella famosa frase: Ecce Homo (= Aquí tenéis al Hombre). Ni viéndolo en tan lamentable estado se conmovió la multitud, que siguió reclamando la pena de muerte. Pilatos, disgustado ante lo que consideraba una condena a muerte sin fundamento jurídico optó por lavarse las manos en público, como símbolo de que no quería hacerse responsable de tal sentencia, ya que no consideraba probadas las acusaciones que se le hacían.
En general, los condenados a ser crucificados eran obligados a cargar con su propia cruz hasta el lugar de la ejecución, fuera del recinto amurallado de la ciudad. En el caso de Jerusalén, las ejecuciones tenían lugar en el Gólgota, una colina situada a unos 600-700 m de la muralla de Jerusalén. De hecho, los romanos conocían al lugar como Calvario o monte de las calaveras, un apelativo que deja clara su función de patíbulo. Así fue como Jesús tomó su cruz para encaminarse al lugar donde iba a morir. Pero antes, le arrancaron la capa, que se había ya adherido a los coágulos de sangre y al suero de las heridas. Desprenderle la capa le causó grandes dolores, casi como si lo hubieran flagelado otra vez. Las heridas sangraron copiosamente de nuevo.
Interior de la Sainte Chapelle, París. |
En la iconografía artística, la corona de espinas aparece alguna vez ya durante el s. IX, aunque toma auténtico impulso a partir del s. XIII, momento en el que sustituye a la corona real con la que se representaban los llamados "Cristos en Majestad" románicos. Tal vez en esta popularización de la corona de espinas influyó la adquisición de la supuesta reliquia de la corona de espinas de Cristo por el rey Luis IX de Francia (San Luis). El rey, orgulloso de su compra, mandó construir una iglesia-relicario, la Sainte-Chapelle de París, un precioso ejemplo de arquitectura gótica. Curiosamente, el monarca pagó mucho más dinero por la pretendida reliquia que por el magnífico templo dedicado a albergarla. Algo que choca bastante con la mentalidad del s. XXI.
Durante la Revolución Francesa la preciada reliquia pasó a la Bibliothèque Nationale. Tras el concordato de 1801 se dictaminó que la corona de espinas era propiedad de la Iglesia, pasando a ser custodiada en la catedral de Notre-Dame, donde tradicionalmente se expone a los fieles durante la Semana Santa. El reciente incendio que destruyó una gran parte de Notre-Dame el 15 de abril de 2019 hizo temer por la pérdida de la reliquia, que sin embargo se salvó.
Sea como fuere, la corona de espinas pasó a ser un icono obligado en las representaciones de Cristo crucificado y a partir de entonces es casi imposible encontrar un crucifijo desprovisto de este atributo.
Bibliografía
Bucklin R: The legal and medical aspects of the trial and death of Christ. Sci Law 1970; 10:14-26
Edwards WD, Gabel WJ, Hosmer FE. On the Physical Death of Jesus Christ JAMA 1986; 255:1455-1463 http://www.godandscience.org/apologetics/deathjesus.pdf
La corona de espinas, dentro de su rico relicario, sobrevivió al incendio de Nôtre-Dame del 15 de abril de 2019 |
Durante la Revolución Francesa la preciada reliquia pasó a la Bibliothèque Nationale. Tras el concordato de 1801 se dictaminó que la corona de espinas era propiedad de la Iglesia, pasando a ser custodiada en la catedral de Notre-Dame, donde tradicionalmente se expone a los fieles durante la Semana Santa. El reciente incendio que destruyó una gran parte de Notre-Dame el 15 de abril de 2019 hizo temer por la pérdida de la reliquia, que sin embargo se salvó.
Sea como fuere, la corona de espinas pasó a ser un icono obligado en las representaciones de Cristo crucificado y a partir de entonces es casi imposible encontrar un crucifijo desprovisto de este atributo.
Bibliografía
Bucklin R: The legal and medical aspects of the trial and death of Christ. Sci Law 1970; 10:14-26
Edwards WD, Gabel WJ, Hosmer FE. On the Physical Death of Jesus Christ JAMA 1986; 255:1455-1463 http://www.godandscience.org/apologetics/deathjesus.pdf
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Aspectes mèdics de la mort de Crist (II):
La corona d'espines.
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En entrades anteriors, vàrem iniciar algunes apreciacions mèdiques sobre les tortures que va patir Crist abans de la seva mort a la creu (suar sang, flagel·lació...) Avui comentarem el que acabaria essent un dels principals atributs de la seva Passió i Mort: la corona d’espines.
Un estudi publicat l'abril de 1991 al Journal of the Royal College of Physicians of London, destaca que després de la flagel·lació, Jesús de Natzaret va ser portat al Pretori i lliurat com a «joguina a les tropes», un costum que solia permetre's una vegada cada any.
Jesús era vist amb menyspreu i mofa per les forces d'ocupació romanes, que el veien com un líder provincià que intentava cridar a la rebel·lió els jueus proclamant-se rei, enfrontant-se al poder del César Tiberio i capitanejant la independència de Palestina. Jesús, acabat de flagel·lar i mig desmaiat per la important pèrdua de sang va ser portat a una estança apartada i deixat en mans de la soldadesca.
Com sol passar en aquests casos, no sabem a ciència certa el que va passar entre aquelles parets. Segons el relat evangèlic, els soldats, entre insults i injúries, van voler burlar-se'n com a presumpte culpable de rebel·lió i sedició, en proclamar-se "rei dels jueus". Van intentar un escarni, disfressant-lo com un rei de pacotilla. Per remoure la porpra imperial, li van posar una capa de soldat sobre les seves espatlles encara ensangonades i li van col·locar una canya a la mà, a manera de ceptre. Mancava posar-li una corona per completar la seva burla. No tenien cap llorer a mà i van decidir fer una grollera imitació amb una mata d'espines. Així el van coronar, enmig de rialles, cridant-li "Rei dels Jueus". Un rei imaginari, un regne inexistent i annexionat per la força a l'Imperi Romà.
L'arç que van usar els soldats va ser probablement el que es coneix com a "corona d'espines de Crist" (Euphorbia milii), una planta originària de Madagascar però que ja estava naturalitzada a Palestina en aquell temps. Les branques d’aquest petit arbust són flexibles i estan cobertes amb espines molt llargues. Els soldats el van trenar succintament en forma de corona, i li van incrustar al cuir cabellut. Les agudes espines van ocasionar-li una altra vegada un sagnat abundant (cal recordar que el cuir cabellut és una de les àrees més vascularitzades del cos).
La corona probablement no tenia la forma clàssica de cèrcol que estem acostumats a veure representada. Tenia més aviat una forma de gorra o casquet. Un fresc existent a les catacumbes de Pretext, de mitjans del segle II, representa la corona amb aquesta forma.
Després de les burles, cops i insults, els soldats el van portar al Pretori, davant del governador Poncio Pilatos, que en veure'l així va voler mostrar-lo a la multitud congregada al carrer. Va ser llavors quan va pronunciar aquella famosa frase: Ecce Homo (= Aquí teniu l'Home). Ni veient-lo en un estat tan lamentable la multitud no es va commoure, sinó que va continuar reclamant la seva pena de mort. Pilat, disgustat davant del que considerava una condemna a mort sense fonament jurídic, va optar per rentar-se les mans en públic, com a símbol que no volia fer-se responsable de tal sentència, ja que no considerava provades les acusacions que se li feien.
En general, els condemnats a ser crucificats eren obligats a carregar amb la seva pròpia creu fins al lloc de l'execució, fora del recinte emmurallat de la ciutat. En el cas de Jerusalem, les execucions tenien lloc al Gòlgota, un turó situat a uns 600-700 m de la muralla de Jerusalem. De fet, els romans coneixien el lloc com a Calvari o muntanya de les calaveres, un apel·latiu que deixa clara la seva funció de patíbul. Així va ser com Jesús va prendre la seva creu per encaminar-se al lloc on moriria. Abans, però, li van arrencar la capa, que ja s'havia adherit als coàguls de sang i al sèrum de les ferides. Desprendre-li la capa va causar-li grans dolors, gairebé com si l'haguèssin flagel·lat un altre vegada. Les ferides li van tornar a sagnar copiosament.
A la iconografia artística, la corona d'espines ja apareix alguna vegada durant el s. IX, encara que pren autèntic impuls a partir del s. XIII, moment en què substitueix la corona reial amb què es representaven els anomenats "Crists en Majestat" romànics. Potser l'adquisició de la suposada relíquia de la corona d'espines de Crist pel rei Lluís IX de França (Sant Lluís) va influir en la popularització de la corona d’espines. El rei, orgullós de la seva compra, va fer construir una església-reliquiari, la Sainte-Chapelle de París, un exemple preciós d'arquitectura gòtica. Curiosament, el monarca va pagar molts més diners per aquesta relíquia que pel magnífic temple dedicat a albergar-la, la qual cosa xoca força amb la mentalitat del s. XXI.
Durant la Revolució Francesa la preuada relíquia va passar a la Bibliothèque Nationale. Després del concordat de 1801 es va dictaminar que la corona d'espines era propietat de l'Església, passant a ser custodiada a la catedral de Nôtre-Dame, on tradicionalment s'exposa als fidels durant la Setmana Santa. El recent incendi que va destruir una gran part de Nôtre-Dame el 15 d'abril de 2019 va fer témer per la pèrdua de la relíquia, que no obstant es va salvar.
Sigui com sigui, la corona d'espines va passar a ser una icona obligada a les representacions de Crist crucificat i des de llavors és gairebé impossible trobar un crucifix desproveït d'aquest atribut.
Bibliografia
Bucklin R: The legal and medical aspects of the trial and death of Christ. Sci Law 1970; 10:14-26
Edwards WD, Gabel WJ, Hosmer FE. On the Physical Death of Jesus Christ JAMA 1986; 255:1455-1463
http://www.godandscience.org/apologetics/deathjesus.pdf