En otra entrada anterior me refería a Edward Jenner (1749-1823) y a la historia de como llegó a descubrir la vacuna antivariólica, la primera vacuna. También comentaba la oposición que surgió al principio, tanto a nivel popular como en algunos círculos médicos. Incluso desde los púlpitos de las iglesias se predicaba contra la vacuna que era presentada como anticristiana por ir en contra de los designios de Dios y de la Divina Providencia.
La campaña contra la vacuna encontró también un clima hostil en algunas publicaciones periódicas, proliferando también grabados satíricos y chistes. La mayoría de estos libelos gráficos insistían en la idea de que la vacuna era capaz de hacer mutar la anatomía humana, que adquiría así ciertos caracteres propios del ganado vacuno (cuernos, rabo, cabeza bovina, etc.). esta idea, que atemorizaba a la plebe ignorante era además muy fácil de representar en dibujos y caricaturas.
La caricatura más famosa es la de James Gillray (1757-1815), con la que encabezamos esta entrada, y que se ha reproducido hasta la saciedad como muestra de la resistencia que encontró Jenner al principio de proponer su método de inmunización. Gillray, un dibujante satírico inglés muy popular por sus mordaces sátiras políticas, se
distinguió porque sus dibujos eran de gran nivel artístico, que ha sido reconocido
por muchos historiadores y críticos de arte.
La ilustración de Gillray es una parodia de un centro de vacunación. A la izquierda se observa
una multitud de trabajadores humildes que hacen cola para entrar. En el centro, una
mujer sentada en un sillón, con cara de miedo. A su lado está el doctor. Muchos identifican a este médico como Jenner, aunque según otros lo ponen en duda e interpretan que es el Dr. George Pearson, que trabajaba en St. Pancras la institución benéfica que se representa. El médico está sosteniendo el antebrazo derecho
de la mujer mientras le realiza una excoriación con un
cuchillo. A su lado se encuentra un niño deforme, que sostiene un cubo con la inscripción “vacuna caliente de vaca”, un escudo
en la manga con el nombre de la institución y
en la bolsa del saco un panfleto con el título “Beneficios del método de la vacunación”.
Alrededor de los personajes centrales se encuentran algunas personas ya vacunadas y que presentan algunos terribles efectos secundarios: de diferentes
partes de sus cuerpos y orificios naturales salen
y brincan pequeñas vacas. Incluso podemos ver a una mujer embarazada, con una vaca que le sale de la boca. En la parte posterior derecha hay un hombre con indumentaria
de carnicero, con cara de desesperación al ver los cuernos que le están creciendo en la frente. Junto a la puerta, un asistente arrogante, con gesto despectivo, administra con un gran cucharón el contenido de un recipiente que está sobre una mesa de despacho, sobre la que pueden verse jeringas y botellas. En
la pared hay un cuadro, que con sutil ironía muestra un ternero de oro y
alrededor el pueblo arrodillado, adorándolo, estableciendo así una relación entre el episodio bíblico de la idolatría del becerro de oro y los defensores de la vacuna. Es decir, se acusa a los partidarios de la vacuna de estar adorando a un ídolo, a una falsa verdad, con cierta dosis de fanatismo.
La segunda ilustración satírica que comentaré es la titulada "Cuidado con la vacuna!" un grabado francés de finales del s. XVIII. El advenimiento de la vacuna se representa aquí como la llegada de una carroza triunfal. En ella podemos ver sentada la figura de una quimera, una especie de sirena, híbrido de mujer y pez, de repugnante color verdoso y con muestras evidentes de viruela en todo el cuerpo. El carro está tirado por una vaca (referencia a la vacuna).
Un personaje con un gran capirote, representado como un mago, monta la vaca, aludiendo a los médicos "charlatanes" que proponen remedios supuestamente milagrosos. Otro personaje, ayudante del anterior, va montado en un burro (una alusión a la ignorancia) y blande amenazador una gran jeringa, ante unos niños que huyen aterrorizados.
El siguiente grabado está editado por Depeuille, en París (circa 1800), pero no conocemos a su autor. La sátira aquí estriba sobre el propio nombre de la vacuna, el nuevo método de Jenner, que toma el nombre de la vaca. En el grabado, un investigador toma una muestra patológico de un pavo (dindon, en francés) y le impone el nombre de dindonnade (que podríamos traducir como la "pavuna"), presentándola como "la rival de la vacuna". Se ridiculiza pues la idea de inocular productos patológicos de animales enfermos a los humanos, que fue uno de los argumentos más habitualmente usados por los contrarios de la vacunación.
Grabado anónimo, editado por Depeuille. París (circa 1800). |
Otro grabado francés, La vaccine (La vacuna) representa a un médico vacunando a un niño. Un personaje intenta distraer al niño con una marioneta ante la mirada complacida de sus familiares. En este grabado, más benévolo, no encontramos propiamente una crítica a la vacunación, sino en todo caso a la conveniencia de distraer a los niños para evitar lloriqueos innecesarios al notar el dolor del pinchazo de la aguja.
En otro grabado se alude al origen de la vacuna. No es una crítica, propiamente dicha, sino que se expone con personajes caricaturescos y gestos exagerados a los médicos tomando el material para la vacuna: o de la ubre enferma de una vaca o de las manos contagiadas de viruela vacuna de una ordeñadora.
En el siguiente grabado, editado en 1802 en Inglaterra, el nuevo tratamiento es simbolizado por un monstruo, con cuernos bovinos y con el cuerpo y la parte trasera parecidos a los de una vaca. Sus fauces abiertas se asemejan a las de un cocodrilo con afilados dientes, y tiene garras de león y las orejas dentadas. Una verdadera quimera que advierte de los supuestos peligros de introducir material patológico animal en los humanos y los riesgos de una fantasiosa "hibridación". El cuerpo del monstruo está cubierto de úlceras en las que puede leerse el nombre de diversas enfermedades y males: 'Peste', 'Úlceras fétidas', 'Lepra', 'Caja de Pandora'.
Un grabado inglés de 1802, titulado Vaccination (Vacunación) en el que se acusa a la vacuna de modificar el cuerpo humano, que adquiere rasgos bovinos. British Museum. |
A la izquierda, tres doctores, con cuernos y colas de vaca (las modificaciones anatómicas son, como podemos ver una constante) arrojan el contenido de unas cestas repletas de pequeños bebés desnudos a las ávidas mandíbulas del monstruo, en una velada acusación de que la vacuna arroja a los niños a sufrir la enfermedad que se quiere evitar. Edward Jenner puede identificarse con el médico de cuyo bolsillo sale un documento con la inscripción '£ 10,00 [0]', una alusión a la subvención que le otorgó el Parlamento en junio de 1802. El monstruo defeca un gran número de bebés que ya han adquirido cuernos y cola al estar en contacto con su intestino. A la derecha, otro médico con cuernos, apoya un pie sobre un volumen de 'Lectures on Botany', y va cargando los niños con cuernos en un carro de estiércol.
Al fondo del grabado se ve una colina en la que hay un templete con la inscripción "Templo de la fama" del que desciede un grupo de personajes, sin duda los que introducen las novedades científicas.
"Admirable efecto de la vacuna" Grabado pintado a mano (1801) |
Otro grabado pintado a mano (1801) es el titulado "Admirable effet de la vaccine" (Admirable efecto de la vacuna). En este caso la ilustración va acompañada de unos versos satíricos en los que se relata la historia de un individuo que era vacunado repetidamente por un joven y apuesto médico, a quien la esposa del paciente atendía con mucho entusiasmo. Por efecto de la vacuna le crecieron dos cuernos en la frente al paciente marido. La esposa le pasa disimuladamente el estuche de vacunación con la lanceta al atractivo doctor para que le siga vacunando y así, al tiempo que le explica que los cuernos pueden ser un efecto adverso de la vacuna, la adúltera pareja tiene más ocasiones para vivir sus escarceos amorosos.
El mito de que la vacuna produzca características de bóvidos a los vacunados se relaciona fácilmente con los "cuernos" que suelen atribuirse simbólicamente al adulterio del cónyuge, y dan lugar a chanzas y burlas de todo tipo.
Otro aguafuerte parisino de la época, estampado por Bonneville, se titula Le Docteur Vaccinando. En él aparece un médico que está a punto de producir las escarificaciones de la vacuna en el brazo de una dama. La dama, de edad madura y rostro poco agraciado lo mira con pícara expresión y alguna esperanza. El pie de la lamina especifica: "Preservando con su nuevo método a Mme. Ango de los estragos de la viruela". Una clásica sátira sobre los líos amorosos entre médicos y damas de ciertas clases sociales.
Finalmente el último de los grabados satíricos que aportamos representa a Jenner como vencedor al imponerse la práctica de la vacuna. En un paisaje desolado con una madre y sus hijos infectados de viruela y algunos moribundos con la terrible enfermedad, aparece Jenner a la derecha junto con otros defensores de la vacuna como Thomas Dimsdale y George Rose. Uno de ellos porta una lanceta para realizar la vacunación. Jenner lleva el pliego de sus escritos. Un ángel acude con una corona de laurel, símbolo del triunfo, a coronar a Jenner como el "Preservador de la raza humana".
A la izquierda el grupo de los detractores de la vacuna, charlatanes generalmente partidarios del sistema antiguo, la variolización, que había introducido Lady Montagu. Como que en este método también se realizaban escarificaciones con lancetas, aparecen llevando estos instrumentos, todavía ensangrentados. El grupo se retira vencido por la evidencia de la nueva vacunación salvadora, no sin intentar expandir la enfermedad por el aire, con el fin de aumentar su próspero negocio.