viernes, 4 de agosto de 2017

Carraca de leproso






Carraca de leproso

Madera 
Fotografía de archivo




Esta era una típica carraca de leproso. Este instrumento de madera producía un sonido sordo al batir sus láminas de madera, y se entregaba a los leprosos como instrumento para avisar de su presencia y como símbolo de su marginación. En algunas ocasiones, los leprosos también podían tocar una campanilla. 


Leproso con el sombrero y hábito identificativo,
que hace sionar su carraca para advertir de su presencia
Las carracas no producen un sonido diastemático, sino rítmico y monótono. En la liturgia católica son símbolos de penitencia y de duelo. En Semana Santa, en las liturgias del Jueves y Viernes Santo, el alegre son de la campanilla se sustituye por el de las tétricas carracas). Incluso antiguamente era costumbre que tras el oficio de Jueves Santo, la chiquillería, armada con estos instrumentos de madera recorriera las calles para "matar judíos" en un ceremonial lúgubre y xenófobo. 

En el Medioevo, la lepra era temida como una enfermedad terrible (lo era) y se temía mucho su contagio. Para esto último ya no había tantos motivos, ya que es una enfermedad muy difícil de contagiar: tal vez la menos contagiosa de las enfermedades transmisibles. Pero la equívoca traducción latina de la Biblia por San Jerónimo (La Vulgata) ponía de manifiesto la conveniencia de apartar los enfermos de la piel (mal interpretadas como "lepra") del resto de la comunidad. Otra enfermedad muy extendida en la Baja Edad Media fue la peste, esta sí muy mortífera y contagiosa, lo que tal vez contribuyó a aumentar el miedo cerval de la población al contagio. 


La carraca en la mano permite identificar frecuentemente a los leprosos, ya que las lesiones cutáneas suelen ser esquemáticas y simbólicas, poco acordes con la realidad.

La lepra fue una enfermedad muy extendida en la Edad Media. Se calcula que en Europa llegaron a haber 19.000 lazaretos o pequeños hospitales de leprosos.  El miedo a contagiarse se alimentaba cada día con leyendas y supersticiones de todo tipo. A los leprosos se les atribuía todo tipo de barbaridades. Que si tenían la enfermedad por su incontrolable lujuria, que si envenenaban los pozos de agua para propagar enfermedades... lo que no ayudaba a terminar con su absoluta marginación. 

En algunos países incluso se llegaba a practicar un ritual paralitúrgico para separar de la comunidad a los enfermos de lepra. Los leprosos, revestidos con un sudario, asistían a la misa de difuntos, a su propio funeral. Tras el oficio, el sacerdote les entregaba el hábito distintivo de que padecían la enfermedad, la escudilla para su comida (para evitar contacto de su comida con los no afectos del mal) y la carraca para advertir de su presencia. El sacerdote les dispensaba de asistir a misa en lo sucesivo, les prohibía acceder a sitios concurridos y les decía la terrible frase "Sic mortuus mundo. Vivus iterum Deo" (Así, estás muerto para el mundo. Volverás a vivir con Dios).


Relieve de Moissac. en el ángulo inferior izquierdo, la carraca de leproso. 
El objetivo de la carraca era doble. Por una parte avisar de la proximidad del enfermo, para que la gente se apartara de él y evitara supuestos contagios. Por otra, recabar su atención para obtener limosnas, ya que era su único medio de vida y de sustento. 

Las carracas aparecen en diversas iconografías de los leprosos, muchas veces para identificar a un personaje como enfermo de lepra. En efecto, el temor y la repugnancia por las lesiones cutáneas de la lepra era tal, que incluso se evitaba la representación realista de sus síntomas. Muchas veces los leprosos son representado por unas tímidas manchitas o pintas sobre su piel, muy poco específicas, que se asemejan más a un exantema que a verdaderos lepromas. Por eso es importante la representación de la carraca, un atributo que permite la identificación de su propietario como leproso. 


Miniatura representando a Santa Isabel curando a un enfermo.
La carraca que sostiene el paciente nos informa que es un leproso
Así lo vemos por ejemplo en la magnífica portada románica de Saint Pierre de Moissac. El pobre Lázaro, afecto de lepra, presenta unas lesiones cutáneas de difícil interpretación que le cubren todo el cuerpo. Pero presenta la cabeza recostada en una piedra, sobre la que se destaca un objeto parecido a una campana. Se trata de la carraca identificativa que nos permite saber que el pobre Lázaro era un leproso. 

Lo mismo podemos ver en otras representaciones. En una miniatura, Santa Isabel de Turingia cura la pierna llena de ulceraciones de un enfermo, que sostiene con una mano una carraca. Otro leproso. 




jueves, 3 de agosto de 2017

Madre e hija con nevus








Javier Garcés  

Mare i filla 
(Madre e hija)
(2012)  

Madera policromada 41 x 90 x 40 cm

Premio de Escultura Contemporanea Palafrugell 2012 
Museo de escultura Can Mario. 
Fundació Vila Casas. Palafrugell




El museo de escultura de Can Mario forma parte de la Fundació Vila Casas, que también tiene otras sedes (Can Framis en Barcelona, dedicado a la pintura catalana contemporánea o Palau Solterra a Torroella de Montgrí, donde reúne trabajos fotográficos). El museo alberga una completa representación de escultura actual y su visita es muy recomendable. 

Detalle de algunos nevus presentes en
el cuello de la figura de la madre.
Obsérvese su realismo. 
En una de las salas se exhibe esta obra del artista Javier Garcés (Zaragoza, 1959). Se trata de una escultura de madera policromada que representa el busto de dos personajes enfrontados, que parecen dialogar. Una mujer adulta y su hija se miran fijamente. 


Al parecer, el artista se inspiró en su ex-mujer y en su hija efectuando un cuidadoso estudio psicológico de los personajes y de sus dos maneras de estar en el mundo. La madre, de mirada serena y experimentada asume su papel de mentora. Con gesto serio, intenta transmitir sus conocimientos a su joven hija. La niña, por su parte, mira a su madre con admiración. Sus ojos absortos reflejan su interés por aprender y escucha a su madre atentamente.  

En la cara de la niña también
se pueden ver efélides y nevus incipientes. 
El artista recurre a un estilo de gran realismo, intentando plasmar en la obra hasta los más mínimos detalles del mundo real. No sólo la expresión está plasmada en las figuras sino los detalles del recogido del cabellos de ambos personajes, el vívido color de su piel o los más mínimos relieves cutáneos se recogen con precisión, como vivos testimonios del mundo real. Fruto de este realismo extremo son también diversos nevus que aparecen en la cara de la madre, cara lateral del cuello o en su región cervical, y que son plasmados con gran precisión. También la cara de la hija presenta efélides y algunos nevus incipientes que ya apuntan aquí y allá sobre su tierna piel juvenil. Un detalle que dota de mayor verosimilitud a las figuras y nos recuerda la frecuencia de este tipo de tumores benignos de los que casi nadie se libra y que deben de controlarse adecuadamente. 


Diversos nevus en la región cervical.
Nótese también la representación del vello de la zona. 









Javier Garcés, els cossos i les coses: 




miércoles, 2 de agosto de 2017

Una mancha azul en la sien





Pietro Annigoni

Retrato de una mujer
(1951)

Óleo sobre lienzo
Museo Annigoni. Florencia. 




El milanés Pietro Annigoni (1910-1988) desarrolló casi toda su obra pictórica en Florencia, ciudad a la que se trasladó su familia en 1925. Cultivó la pintura realista, y en 1947 con Gregorio Sciltian y los hermanos Xavier y Antonio Bueno firman el Manifiesto de los pintores modernos de la realidad

Tal preferencia por el realismo lo pone enseguida en el camino del retrato. Sus retratos se adentran en la psicología del personaje. En este arte pronto alcanzará una gran notoriedad, siendo requerido para retratar a personajes de la realeza y de la nobleza europeas (la reina Isabel II de Inglaterra, la princesa Margarita, Felipe duque de Edimburgo, John Fitzgerald Kennedy, el sha Reza Pahlevi. el papa Juan XXIII...) Por este motivo se le llamó "el pintor de las reinas". 


Pietro Annigoni pintando el retrato  (1951)



Entre 1958 y 1980 se le encargaron diversas obras decorativas de tema sacro (entre las que cabe citar las de la iglesia de San Martino en Castagno d’Andrea, las del santuario de la Madonna del Buon Consiglio en Ponte Buggianese,  las de la Iglesia Mayor de la Abadía de Montecassino y para la Basílica de San Antonio en Padua), y también otras de tema profano (La Arcadia para la Sala del Pontormo en Wethersfield House Amenia, New York). 

Tras su muerte fue enterrado en el cementerio de Porte Sante al lado de la basílica de San Miniato al Monte, en Florencia. 

Este "Retrato de una mujer" data de 1951. En él se ve a una mujer de clase acomodada con una mirada melancólica. Al lado de una de sus órbitas, cerca de la sien, aparece una mancha violácea que de entrada puede interpretarse como un hematoma como resultas de un traumatismo. Sin embargo en el caso de que fuera un hematoma accidental el artista se hubiese abstenido de representarlo. Por eso a mí me parece más probable que se pueda tratar de un nevus azul de Ota, un tumor benigno congénito que se manifiesta por una mancha azulada en la zona temporo-orbitaria. Incluso parece atisbarse una discreta sombra azul en la esclerótica del ojo, como suele suceder en los nevus de Ota. Es de suponer que en el caso de que esta hipótesis fuese cierta el artista podría haber incluido esta peculiaridad congénita del personaje para dotar de más verosimilitud al retrato. Aunque siempre cabe la posibilidad de que sea una mera licencia artística. 

martes, 1 de agosto de 2017

Buscando la vacuna en las vacas






Franz Marc  

La vaca amarilla
(1911)  

Óleo sobre lienzo 140 x 189 cm

Solomon R. Guggenheim Museum. New York 




Franz Marc (1880-1916) fue uno de los pintores más representativos del expresionismo alemán del s. XX. Alcanzó gran fama por sus retratos de animales que se caracterizaban por la brillantez de sus colores primarios, con un gran contenido emocional y simbólico. Marc estaba muy interesado en plasmar su veneración mística por  el mundo animal, y despreciaba al ser humano, al que no consideraba digno de retratar. Intentaba representar el mundo simplificado, como sostenía que lo veían los animales, con formas simples y colores primarios. 


Franz Marc: Vacas bajo los árboles (1910-1911)
Su interpretación de esta vaca amarilla nos da pie a la actualidad de la investigación más reciente y al papel que pueden representar las vacas para el progreso científico. 

Etimológicamente, el nombre de vacuna proviene de las vacas. Fue gracias a ellas que Jenner pudo extraer virus de una forma de viruela de los bovinos para obtener la primera vacuna, la de la viruela, que con el tiempo, permitiría erradicar la enfermedad en 1979. Ahora, tal vez de nuevo las vacas puedan contribuir a obtener una vacuna, esta vez contra el VIH. 

Hay quien cree que la obtención de una vacuna sería la clave para luchar contra el sida. Los anticuerpos neutralizantes de amplio espectro (bNAbs) son capaces de bloquear la replicaciónn del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) al impedir que las partículas virales se fijen a las células sanas. Sin esta "aproximación" el virus no puede duplicarse y el organismo puede así controlar la infección. Estos anticuerpos neutralizadores, producidos naturalmente en ciertos pacientes infectados, tienen un gran interés, ya además son eficaces sobre una gran cantidad de cepas, y se mantienen activos muchos años después de la primoinfección.  Su potencial en la lucha contra el sida es esperanzadora aunque los científicos se enfrentaban hasta ahora a un obstáculo importante: era muy difícil obtener estos anticuerpos tanto en humanos como en los animales de laboratorio que eran usados habitualmente para la investigación del VIH (ratones y simios). 


Vincent Van Gogh: Vaca echada (1883)
Por esta razón, los biólogos decidieron experimentar con otras especies, como conejos, u otros modelos animales. Recientemente, un equipo internacional dirigido por Devin Sok del Scripps Research Institute ha experimentado con bovinos, obteniendo resultados prometedores, según han publicado en la revista Nature. Los científicos han conseguido que cuatro terneras de seis meses produjeran bNAbs después de haberles inyectado una proteína llamada BG505 SOSIP, concebida para imitar las partes estables del virus VIH. Uno de los animales comenzó a producir anticuerpos capaces de neutralizar el 20 % de los 117 subtipos de virus testados 42 días después de la inyección de la proteína y al cabo de 381 días, los anticuerpos eran eficaces en el 96 % de las cepas. 

   Andy Warhol. Vaca (circa 1966)     
Aunque muy prometedores, estos resultados no tendrán aplicación inmediata en el hombre. El sistema inmunitario bovino es muy diferente del humano y precisamente esto explica su respuesta rápida y eficaz frente a la proteína inyectada. De todos modos, el análisis de la estructura de esos bNAbs bovinos y su comparación con los de los humanos nos permitirá sacar grandes enseñanzas. El estudio prueba en todo caso que las vacas pueden ser un modelo animal válido para estudiar las enfermedades viricas y para obtener sueros, o más adelante, vacunas. 



lunes, 31 de julio de 2017

El experimento de sífilis en Guatemala (1945-1948)









Médicos de la misión norteamericana en Guatemala, revisando a un enfermo de sífilis


Fotografía de archivo  




Durante la I Guerra Mundial las enfermedades de transmisión sexual y especialmente la sífilis habían constituído un grave problema. Su coste en bajas y tratamiento había sido muy alto. Cuando estalló la II Guerra Mundial las autoridades militares decidieron realizar campañas de prevención entre la tropa.

Hasta entonces el tratamiento se limitaba a inyecciones de Salvarsan y lavajes post-coitales con soluciones argénticas. Pero en 1945, Arnold, Mahoney y Harris, tres médicos militares norteamericanos, introdujeron con gran éxito el tratamiento de la sífilis con penicilina en las tropas del Pacífico.

Previamente, la penicilina se había probado en la prisión de Terre Haute (Indiana) en 1943. El Dr. John Cutler infectaba previamente a los presos bien inoculando el treponema causal de la sífilis en el pene o facilitando contactos con prostitutas infectadas. Una vez causada la enfermedad, se procedía a tratarla con penicilina que era muy eficaz. Pero los estudios efectuados en la cárcel de Terre Haute se abandonaron pronto.

Cutler diseñó entonces un proyecto mucho más ambicioso: salir de la cárcel e infectar de sífilis a la población civil con prostitutas, para poder realizar un estudio estadístico amplio, con extracciones de sangre para efectuar un estudio serológico. Pero eso no era posible en los Estados Unidos. Si hubiera llegado a la opinión pública el escándalo sería mayúsculo.   

En 1945, el Dr. Funes, director del Departamento de Enfermedades Venéreas en Guatemala, había estado ampliando estudios en el VDRL (Venereal Disease Research Laboratory) y propuso realizar el estudio en su país. En Guatemala la prostitución era legal y las prostitutas estaban obligadas a pasar una revisión médica dos veces por semana.

El experimento se puso en marcha con una dotación de 100.000 dólares, a cargo de Cutler y bajo la supervisión de Arnold y Mahoney del VDRL (los mismos que habían introducido la penicilina para el tratamiento de la sífilis).  Los norteamericanos establecerían modernos centros de control en territorio guatemalteco, que a la fin del experimento pasarían a ser propiedad del Gobierno guatemalteco con todo su instrumental.

Inoculaciones en un hospital
Al principio los estudios se iniciaron en cárceles, pero no se obtuvieron resultados satisfactorios. Los presos no se dejaban extraer sangre y se incumplía el protocolo. Se decidió ampliar el estudio a enfermos mentales del Hospital Nacional de Salud Mental, que albergaba casi un millar de internos. Por su patología mental, estos pacientes no mostrarían resistencia a las extracciones. Pero en el Hospital no podían entrar prostitutas y el equipo médico procedió a inocular la sífilis mediante escarificaciones en el pene. A cambio, los médicos norteamericanos mejoraron notablemente las míseras instalaciones del Hospital. También estimulaban la cooperación de los enfermos suministrándoles tabaco: 1 cigarrillo por observación clínica y un paquete por extracción de sangre o inoculación.

Experimentos con soldados guatemaltecos
Los experimentos de Guatemala consistieron en inocular la sífilis de forma deliberada en amplios grupos de población para a continuación efectuar un seguimiento serológico. Se infectaron así a soldados, presos, enfermos mentales y prostitutas. Parte de los estudios se hicieron en 438 niños huérfanos del Hospicio Nacional y en escolares del Puerto San José (entre 6 y 16 años).

Las publicaciones con los resultados del estudio fueron presentados al II Congreso Centroamericano de Venereología (Guatemala abril de 1948). Mas tarde, en otra publicación el Dr. Cutler hacía balance de los casos en los que realizaron pruebas serológicas en Guatemala:


    515 niños de un orfanato
    151 niños de un colegio
    277 niños indígenas (Totonicapán)
    441 niños latinos
19084 adultos latinos
  1550 adultos indígenas
      51 leprosos de una leprosería


El experimento concluyó en 1948 y no se conoció hasta 2010, cuando se publicó en la prensa el hallazgo de la Dra. Reverby acerca de estas actuaciones. Los datos demostraban que durante más de dos años se habían llevado a cabo experimentos semi-secretos en los que se inoculó la sífilis a 1308 adultos. Los archivos de Cutler se hallan actualmente en la universidad de Pittsburgh y han sido desclasificados para su estudio. 


El presidente Álvaro Colom recibió las conclusiones de la Comisión Presidencial a cargo de la investigación sobre los experimentos que médicos de Estados Unidos realizaron en personas guatemaltecas en la década de 1940. En la foto recibe el informe de manos del vicepresidente Rafael Espada (Foto Presidencia/Luis Echeverría)

Han tenido que pasar más de 60 años para que se conociera públicamente que una misión del gobierno de los Estados Unidos realizó experimentos que incluyeron el contagio intencionado de sífilis y gonorrea a 696 guatemaltecos, sin el consentimiento de éstos. La revelación, que fue reconocida por la secretaria de Estado Hillary Clinton y por la secretaria de los Servicios de Salud, Kathleen Sebelius fue calificada por el presidente de Guatemala Álvaro Colom como "espeluznante". 


Bibliografía:

Cuerda Galindo E, Sierra Valentí X, López-Muñoz F, González López E. La sífilis como ejemplo histórico de experimentación en humanos al margen de los códigos éticos. En: Cuerda Galindo E, López-Muñoz F (eds). Cuando la Medicina no cura. Ed. Delta. Madrid, 2016. 

Sierra X. Ética y experimentación médica en humanos: perspectiva histórica. Actas Dermatosifiliogr 2011; 102: 395-401

CDC 2011. Reporte médico CDC. Hallazgos del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Estudios de inoculación de Enfermedades Sexualmente Transmitidas en 1946-1948 basado en los papeles del archivo de John Cutler, médico en la Universidad de Pittsburg, 29 de septiembre de 2010 


El experimento de sífilis en Guatemala:



domingo, 30 de julio de 2017

La frente de la Virgen





Bartholomeus Bruyn "El Viejo"

La adoración del Niño
(1520 circa)

Oleo sobre tabla
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. 




Bartholomeus Bruyn "El Viejo" (1493-1555) fue un artista alemán, activo en Colonia, que se especializó en la pintura de retablos religiosos y en algunos retratos. 


B. Bruyn: Adoración de los Magos.
Retablo de la catedral de Essen. 
No se tienen referencias concretas de su formación artística, aunque su pintura revela un buen conocimiento de la pintura holandesa, y se aprecian también influencias de los romanistas del norte, como Maerten van Heemskerk y Jan van Scorel. 

En esta tabla, que puede fecharse alrededor de 1520,  se aprecia la influencia de Joos van Cleve y de la pintura del s. XV. Bruyn realizó otras dos tablas similares: una escena del retablo del altar mayor en la catedral de Essen y la escena principal de un tríptico, que actualmente forma parte de la colección Klisters. 


El tema de la obra, una Natividad del Señor, aparece enmarcado con una composición arquitectónica renacentista. El Niño Jesús ocupa el lugar central, rodeado por un grupo de ángeles-niño que lo adoran. Otro grupo de ángeles, a la derecha, cantan y tocan instrumentos musicales. San José, en una posición secundaria, se lleva la mano a la cabeza para descubrirse en señal de respeto. 

Imagen de la totalidad de la tabla de 
La adoración del Niño, de Bartholomeus Bruyn. 
En la parte izquierda del cuadro se ve a la Virgen, arrodillada ante su Hijo. Al observar con atención su cara, enseguida llama la atención la sombra que atraviesa su frente, un detalle poco habitual. La particular disposición de esta sombra en la frente de la Madre de Dios nos hace pensar en algunos casos de esclerodermia en "coup de sabre" (en sablazo). En esta afección dermatológica aparece en la frente una banda de piel endurecida, frecuentemente deprimida y con un cambio de color en relación con la piel circundante. Se trata de una forma de esclerodermia localizada y en ocasiones incluso puede acompañarse de alteraciones del hueso subyacente. Su distribución recuerda la herida que se causaba en las batallas al golpear la frente de los enemigos, y de ahí su nombre. El endurecimiento de la piel de esta lesión puede causar dificultades en la irrigación lo que se refleja como una alopecia de la zona afecta. 

No pretendo inferir que la Virgen de la tabla de Bruyn presente esta patología, ni mucho menos. Sinceramente, no creo que sea más que una sombra, colocada con mayor o menor fortuna. Simplemente no he podido evitar esta asociación de ideas fruto de muchos años de observaciones clínicas. Y es que a veces, creo que en el fondo tengo un poco de deformación profesional. 


Bibliografía

Pita Andrade, José Manuel, y Borobia Guerrero, María del Mar, Maestros antiguos del Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, Lunwerg Editores, 1992, ISBN 84-88474-02-4