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Tomás de Merlo Retrato del papa dominico Benedicto XIII (primer tercio del s. XVIII) Óleo sobre lienzo Galería Guatemala. Guatemala. |
Según la Organización Mundial de la Salud -recordó Burke- cada año el tabaco es la causa de más de siete millones de muertes en el mundo.
Desde 2018 la venta de tabaco está prohibida en el Vaticano por decisión del papa Francisco, que declaró que "la Santa Sede no podía seguir cooperando con una práctica que daña claramente la salud". Termina con una larga historia de venta de tabaco en el pequeño estado pontificio. Una historia muy variada, jalonada de prohibiciones en algunas épocas y de estímulo al consumo y la venta de tabaco en otras. Revisemos algunos de los momentos más destacados.
A finales del s.XVI el consumo de tabaco estaba ya muy extendida en América, tanto entre indígenas como en los colonizadores. Tanto, que en 1575 las autoridades eclesiásticas mexicanas proscribieron fumar en el interior de las iglesias. Y en 1583 un sínodo en Lima prohibía a los sacerdotes que administraran los sacramentos mientras estaban fumando, mascando o esnifando tabaco (lo que significa que era relativamente habitual hacerlo) y les amenazaba con la "pena de condenación eterna":
“Está prohibido bajo pena de condenación eterna a los sacerdotes que estén a punto de administrar los sacramentos, ya sea para llevar el humo del sayri, o el tabaco, en la boca, o el polvo de tabaco en la nariz, incluso bajo la apariencia de medicina, antes del servicio de la misa ”.
Gian Lorenzo Bernini: Estatua de Urbano VIII. Palazzo dei Conservatori. Roma. |
Algunas décadas más tarde, en 1642, llegó a Sevilla una bula del papa Urbano VIII Cum Ecclesiae, que disponía que:
“quién fumase, esnifase o masticase tabaco en las iglesias de la diócesis sería castigado con pena de excomunión”.
Parece ser que la bula se promulgó a petición del deán de Sevilla, incapaz de controlar el hábito de fumar entre los sacerdotes, quienes no interrumpían el consumo ni aún durante la celebración de la Misa, expeliendo secreciones fétidas que mancillaban el altar, lugares sagrados y los pisos de las iglesias.
Bula de Urbano VIII prohibiendo el tabaco en todas las iglesias de la diócesis de Sevilla (1642) |
Poco después en 1650, Inocencio X (papa entre 1644 y 1655), decreta una pena similar aplicada a las basílicas de San Juan de Letrán y de San Pedro, principalmente por el perjuicio para las pinturas y esculturas por el humo del tabaco.
En 1660, el Papa
Alejandro VII, con gran visión financiera, estableció el primer impuesto en el mundo sobre el uso
del tabaco. Un ejemplo que fue seguido después por muchos estados del mundo.
San Alfonso Maria de Ligorio (1696-1787), que también consumía habitualmente rapé, dejó escrito en su manual para confesores:
"el tabaco tomado a través de la nariz no rompe el ayuno, incluso si una porción desciende hasta el estómago",
Y naturalmente, la misma consideración tuvo enseguida aspirar el humo de un cigarro.
Las prohibiciones sobre el tabaco fueron levantadas por un papa dominico, empedernido fumador y consumidor de rapé, Benedicto XIII (papa entre 1725-1730). Aunque reiteró la necesidad de mantener el tabaco fuera del altar, levantó la pena de excomunión por fumar en San Pedro al comprobar que los fieles entraban y salían constantemente de la iglesia para fumar o inhalar rapé, y esto producía una permanente distracción en los asistentes al culto (1725). Incluso llegó a inaugurar, en 1729, una fábrica pontificia de tabaco, en donde los cigarrillos eran elaborados por unas monjas.
Uno de sus inmediatos sucesores, Benedicto XIV, papa de 1740 a 1758 era también muy aficionado al rapé. Cuentan que un día, al ofrecer su cajita de tabaco molido al superior de una orden religiosa, éste declinó el ofrecimiento con las siguientes palabras: "Santidad, no tengo ese vicio". El Papa, algo contrariado le replicó: "No es un vicio. Si lo fuera, usted ya lo tendría".
En 1863, Pío IX construyó una fábrica de cigarros frente a la plaza Mastai en Roma y en 1871, ofreció su “caja dorada para rapé”, exquisitamente labrada con dos corderos simbólicos en un campo floreado, como premio en una lotería mundial para recaudar fondos para la Iglesia.
Desde entonces hubo bastantes papas aficionados al tabaco y al rapé:
- Pío IX fue tan aficionado al rapé que se tenía que cambiar varias veces al día su sotana blanca debido a las manchas que el polvo de tabaco dejaba sobre sus vestiduras. Y durante su cautiverio en el Vaticano, el pontífice ofreció una de sus cajitas de rapé, bellamente decorada con dos corderos paciendo tranquilamente, como premio para la lotería internacional que se organizó para recaudar fondos para la Iglesia.
- San Pío X tomaba rapé y fumaba puros.
- León XIII fue también aficionado al tabaco y sufrió mucho cuando, al final de su vida, tuvo que abandonarlo por indicación de sus médicos.
- Pío XI fumaba puros de manera ocasional
- Juan XXIII era fumador de cigarrillos.
- Benedicto XVI fumaba cigarrillos de la marca Marlboro.
También algunos santos tuvieron reconocido hábito tabáquico. En los procesos de beatificación de San
José de Cupertino, San Juan Bosco y San Felipe Neri se estudió si el hábito de fumar era incompatible con su santidad. Y también Juan Bautista Vianney (el santo cura de Ars) y el padre Pío de Pietralcina eran habituales consumidores de rapé en público, e incluso solían invitar habitualmente a sus interlocutores.
En conjunto, una historia de luces, sombras y curiosidades sobre la diversa relación de la Santa Sede con el tabaco.
Eduard von Grützner: Sacerdote fumando en pipa mientras lee. |
J. Lull: Monaguillos. |
Joseph Malachy Kavanagh (1856-1919): Sacerdote y novicio fumando. Óleo sobre tela. |
Bibliografía
Langer Marcos. Divina Fumus. Revista Americana de Medicina Respiratoria 2018, 18, 132-139.
http://www.ramr.org/articulos/volumen_18_numero_2/medicina_respiratoria_historia/medicina_respiratoria_historia_divina_fumus_._historias,_anecdotas_y_curiosidades_sobre_la_iglesia_y_el_tabaco.pdf
John B. Buescher, “In the Habit. A History of Catholicism and Tobacco” The Catholic World report, oct. 2017.
https://www.catholicworldreport.com/2017/11/09/in-the-habit-a-history-of-catholicism-and-tobacco/
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Els papes i el tabac
Tomás de Merlo Retrato del papa dominico Benedicto XIII (primer tercio del s. XVIII) Óleo sobre lienzo Galería Guatemala. Guatemala. |
Segons l'Organització Mundial de la Salut -va recordar Burke- cada any el tabac és la causa de més de set milions de morts al món.
Des del 2018 la venda de tabac està prohibida al Vaticà per decisió del papa Francesc, que va declarar que "la Santa Seu no podia continuar cooperant amb una pràctica que perjudica clarament la salut". Acaba així una llarga història de venda de tabac al petit estat pontifici. Una història molt variada, jalonada de prohibicions en algunes èpoques i d'estímul al consum i a la venda de tabac en altres. Revisem alguns dels moments més destacats.
A finals del segle XVI el consum de tabac ja estava molt estès a Amèrica, tant entre indígenes com en colonitzadors. Tant, que el 1575 les autoritats eclesiàstiques mexicanes van proscriure fumar a l'interior de les esglésies. I el 1583 un sínode a Lima prohibia als sacerdots que administressin els sagraments mentre estaven fumant, mastegant o esnifant tabac (cosa que significa que era relativament habitual fer-ho) i els amenaçava amb la "pena de condemnació eterna":
“Està prohibit sota pena de condemnació eterna als sacerdots que estiguin a punt d'administrar els sagraments, ja sigui per portar el fum del sayri, o el tabac, a la boca, o la pols de tabac al nas, fins i tot sota l'aparença de medicina, abans del servei de la missa”.
Algunes dècades més tard, el 1642, va arribar a Sevilla una butlla del papa Urbà VIII Cum Ecclesiae, que disposava que:
"qui fumés, esnifés o mastegués tabac a les esglésies de la diòcesi seria castigat amb la pena d'excomunió".
Sembla que la butlla es va promulgar a petició del degà de Sevilla, incapaç de controlar l'hàbit de fumar entre els sacerdots, que no interrompien el consum ni durant la celebració de la Missa, expel·lint secrecions fètides que tacaven l'altar, llocs sagrats i els pisos de les esglésies.
Gian Lorenzo Bernini: Estàtua d'Urbà VIII. Palazzo dei Conservatori. Roma. |
Algunes dècades més tard, el 1642, va arribar a Sevilla una butlla del papa Urbà VIII Cum Ecclesiae, que disponía que:
“quién fumase, esnifase o masticase tabaco en las iglesias de la diócesis sería castigado con pena de excomunión”.
Segons sembla la butlla es va promulgar a petició del degà de Sevilla, que es veia incapaç de controlar l'hàbit de fumar entre els capellans. Es veu que els clergues no paraven de fumar o mastegar tabac ni quan oficiaven la Missa, tot escopint restes de tabac o escampant la cendra tant per l'altar, com pel terra del presbiteri de l'esglèsia, i omplint així d'immundícia els llocs sagrats.
Butlla d'Urbà VIII prohibint el tabac a totes les esglèsies de la diòcesi de Sevilla (1642) |
Poc després el 1650, Innocenci X (papa entre 1644 i 1655), va decretar una pena similar aplicada a les basíliques de Sant Joan de Letran i de Sant Pere, principalment pel perjudici per a les pintures i escultures a causa del fum del tabac.
El 1660, el Papa Alexandre VII, amb gran visió financera, va establir el primer impost al món sobre l'ús del tabac. Un exemple que després van seguir molts estats del món.
Sant Alfons Maria de Ligorio (1696-1787), que també consumia habitualment rapè, va deixar escrit al seu manual per a confessors:
"el tabac pres a través del nas no trenca el dejuni, fins i tot si una porció baixa fins a l'estómac"
I naturalment, aspirar el fum d'una cigarreta va tenir de seguida la mateixa consideració.
Les prohibicions sobre el tabac van ser aixecades per un papa dominic, empedreït fumador i consumidor de rapè, Benet XIII (papa entre 1725-1730). Tot i que va reiterar la necessitat de mantenir el tabac fora de l'altar, va aixecar la pena d'excomunió per fumar a Sant Pere, al comprovar que els fidels entraven i sortien constantment de l'església per fumar o inhalar rapè, i això produïa una distracció permanent en els assistents al culte (1725). Fins i tot va arribar a inaugurar, el 1729, una fàbrica pontifícia de tabac, on les cigarretes eren elaborades per monges.
Un dels seus successors immediats, Benet XIV, papa entre els anys 1740 – 1758, també era molt aficionat al rapè. Expliquen que un dia, en oferir la seva capseta de tabac mòlt al superior d'una ordre religiosa, aquest va declinar l'oferiment amb les següents paraules:
"Santedat, no tinc aquest vici".
El Papa, un xic contrariat, li va replicar:
"No és un vici. Si ho fos, vostè ja el tindria".
El 1863, Pius IX va construir una fàbrica de cigars davant de la plaça Mastai a Roma i el 1871, va oferir la seva “caixa daurada per a rapè”, exquisidament adornada amb dos bens simbòlics en un camp florejat, com a premi en una loteria mundial per recaptar fons per a l'Església.
Des de llavors hi va haver força papes aficionats al tabac i al rapè:
- Pius IX estava tan aficionat al rapè que s'havia de canviar diverses vegades al dia la seva sotana blanca a causa de les taques que la pols de tabac deixava sobre les vestidures. I durant el seu captiveri al Vaticà, el pontífex va oferir una de les seves capsetes de rapè, bellament decorada amb dos bens pasturant tranquil·lament, com a premi per a la loteria internacional que es va organitzar per recaptar fons per a l'Església.
- Sant Pius X prenia rapè i fumava cigars.
- Lleó XIII també era aficionat al tabac i va patir molt quan, al final de la seva vida, va haver d'abandonar-lo per indicació dels metges.
- Pius XI fumava cigars de manera ocasional.
- Joan XXIII era fumador de cigarretes.
- Benet XVI fumava cigarretes de la marca Marlboro.
Un dels papes que fumava habitualment va ser Joan XXIII. En aquesta fotografia se'l veu abans de ser elegit papa, quan encara era el cardenal Angelo Roncalli, amb una cigarreta a la mà esquerra. |
També alguns sants van tenir un reconegut hàbit tabàquic. En els processos de beatificació de Sant Josep de Cupertino, Sant Joan Bosco i Sant Felip Neri es va estudiar si l'hàbit de fumar era incompatible amb la santedat. I també Jean Baptiste Vianney (el sant capellà d'Ars) i el pare Pius de Pietralcina eren consumidors habituals de rapè en públic, i fins i tot solien convidar habitualment els seus interlocutors.
Tot plegat, una història de llums, ombres i curiositats sobre la diversa relació de la Santa Seu i de certs eclesiàstics amb el tabac.