viernes, 19 de junio de 2015

Quevedo, la sífilis y el hospital de Antón Martín (II) : La alopecia sifilítica






 Agustí Querol 

Francisco de Quevedo
(1902)

Escultura de piedra
Glorieta de Quevedo, Madrid



Alopecia sifilítica

Los poemas de Francisco de Quevedo y Villegas constituyen una referencia obligada en la literatura castellana del s.XVII. Su destreza en la rima y en la composición de sonetos y letrillas así como su ácida sátira reflejan su mirada socarrona hacia muchos de los aspectos de la vida cotidiana de su entorno.

En muchos de estos poemas encontramos referencias a algunas dolencias frecuentes o sobre los tratamientos que solían realizarse en su época

Ya nos hemos referido anteriormente al tratamiento de la sífilis  y que solía realizarse administrando diaforéticos para hacer sudar a los pacientes. Especial lugar de referencia para este tipo de terapias era el hospital de Antón Martín de Madrid donde eran tratados habitualmente los sifilíticos y otros enfermos con sintomatología cutánea.  

Hoy nos referiremos a las alusiones que hemos encontrado sobre la sífilis secundaria y la alopecia sifilítica. En este poema se alude a las peladas de la alopecia areolar (tercio pelado, rapa, tonsura) y a la causa que lo ocasiona: el mal francés (monsiurísima navaja): 

"Su casco es tercio pelado,  
pues tercera vez la rapa 
tonsura de Antón Martín
Monsiuríssima navaja" 
("A Marica la Chupona" Segunda parte de "Marica en el Hospital")

Lo mismo en este otro poema, donde se habla de una cierta repoblación de placas de alopecia sifilítica: 

"Sacó luego unos cabellos, 
entre robles y castaños,  
que a intercesión de unas bubas 
se te cayeron antaño" 
("Cubriendo con cuatro cuernos") 

En otra ocasión se describe una visita al barbero. El cliente ironiza al decir lo que quiere que haga el barbero con su pelo (que lo pele, como hace la sífilis en quien la tiene): 
"haga en mí lo que las bubas 
en otros cabellos hacen" 
("Con mondadientes en ristre")

Otros poemas alusivos a la alopecia sifilítica: 
"pegarme la enfermedad que me pelase" 
("Si el tiempo que contigo gasté lloro")


La madarosis y la alopecia de la cola de la ceja tampoco pasan desapercibidos al poeta: 

"de ceja y pestañas calvos"
("Cubriendo con cuatro cuernos") 

En próximas entradas seguiremos comentando otras alusiones a diferentes aspectos de la sífilis que hemos podido encontrar en las obras de Quevedo.  

jueves, 18 de junio de 2015

Los colores del vino






Gerrit van Honthorst

El violinista feliz con un vaso de vino  

Óleo sobre lienzo 83 x 68 cm
Museo Thyssen Bornesmisza, Madrid   



Eloïse Saint-Étienne se define como una amante del arte, la música y las cosas bellas. Aficionada a aprender idiomas, es además una habitual y fiel seguidora de este blog. 

Hace poco Eloïse tuvo la amabilidad de enviarme esta pintura, del pintor caravaggista flamenco Gerrit van Honthorst (1590 - 1656), uno de los más destacados pintores de la Escuela de Utrecht. El cuadro muestra a un hombre con un violín sosteniendo una copa de vino en la mano. Hay quien cree que este cuadro formaría parte de una serie de representaciones de los sentidos (en este caso el sentido del gusto). El personaje mira alegre su vaso de vino al contraluz, y parece apreciar su color, que encuentra su mejor réplica en su enrojecido rostro. Por el aspecto del violinista nos atreveríamos a afirmar que es probable que no se trate de la primera copa. El brillo de sus ojos, su inequívoca y desinhibida alegría y sobre todo el color rojizo de sus mejillas nos permiten suponer que ya hubo algunas copas más que precedieron a ésta. 

La rubicundez de la cara es uno de los signos que podemos ver en la piel tras la ingesta de alcohol. En algunos individuos este signo es más acusado que en otros. En algunos países de Asia, como por ejemplo en Japón, este fenómeno es muy frecuente. El enrojecimiento importante de la cara tras tomar bebidas alcohólicas puede revelar un defecto en un enzima (aldehidodeshidrogenasa 2) que ayuda a metabolizar el acetilaldehido, uno de los metabolitos del alcohol etílico, convirtiéndolo en una sustancia menos nociva, el acetato.  En los casos en los que se carece de este enzima, el acetilaldehido no se destruye, y puede ocasionar vasodilatación y daños en el ADN celular. 

Algunos estudios recientes han relacionado la facilidad para enrojecer tras beber alcohol con la mayor incidencia de cáncer de esófago o con  el riesgo de hipertensión. Por este motivo, es conveniente que las personas que enrojecen con facilidad al beber alcohol lo consuman con moderación o se abstengan de hacerlo y realicen exploraciones mèdicas con regularidad (endoscopia) para descartar la posible afectación esofágica. El hábito de fumar también es otro importante factor de riesgo. Según los Dres. Philip Brooks y Akira Yokohama, autores de este estudio, con sólo estas medidas de prevención se reduciría la incidencia del cáncer de esófago en Japón en un 53%. 

Al margen de estas consideraciones, la cara enrojecida y alegre del personaje de Gerrit van Honthorst sigue enarbolando su copa, brindando despreocupado desde un cuadro que es en sí mismo una gran obra maestra. 

Muchas gracias, Eloïse, por compartir con nosotros esta reveladora pintura. 


Gerrit van Honthorst. Merry violinist. Museo Thyssen Bornesmisza:




Gerrit van Honthorst.




martes, 16 de junio de 2015

Un baño termal romano en la Gallaecia

Camafeo encontrado en las termas de Ourense 




Camafeo das Burgas 
(s. I-II d.n.e.)

Camafeo de vidrio 
Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense



Uno de los lectores habituales de este blog es Francisco Fariña Bustos (mi primo Paco) que ha sido durante muchos años Director del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense y es un reconocido experto en Historia Antigua de Galicia. Él fue quien me acompañó en diversas ocasiones a visitar este interesante museo y a quien debo agradecer las explicaciones que me dió sobre sus piezas más destacadas. 

Una de ellas es este precioso camafeo de época romana, hallado en As Burgas, las fuentes de agua termal que brotan en el mismo centro de la ciudad. Ourense presenta diversos manantiales de agua termal, por los que brota agua caliente (incluso, en alguno de ellos tan caliente que puede causar quemaduras). As Burgas es el nombre con el que se conocen estos manantiales termales pleno casco urbano. 



La piscina de las termas romanas. As Burgas, Ourense. 


Sin duda, los romanos aprovecharon estas fuentes de agua caliente natural para establecer termas. Entre otras razones por motivos económicos y tecnológicos: no hacía falta calentar el agua con calderas e hipocaustos. Recientemente se ha excavado una piscina romana, muy cercana a la actual piscina donde aún hoy, de forma gratuita los orensanos pueden ir a tomar baños en pleno centro de la ciudad. 

En el camafeo, de vidrio azul y blanco, se puede ver una escena en la que una dama romana se dispone a tomar un baño. Una esclava vierte agua en un recipiente, mientras la dama despojandose de sus vestiduras avanza una pierna hacia él.  Se trata pues de una clara escena de baño, tal como se debía practicar en aquel tiempo. 




  Dos aras votivas, romanas encontradas en Ourense 
Están dedicadas al dios porerromano
de las aguas Reve Abraraeco





Las termas romanas de Aurantium (actual Ourense) se asociaban al culto de un dios prerromano de las aguas, el dios Reve. Se han encontrado aras que así lo atestiguan. Una de ellas presenta la siguiente inscripción: 


OILAM TREBOPALA INDI PORCOM LAEBO COMMAIAM ICCONA LOIM INNA OILAM VSSEAM TREBARVNE INDI TAVROM IFADEM (...) REVE TRE (...)

que puede traducirse como: 


"SE LE SACRIFICA UNA OVEJA A TREBOPALA Y UN CERDO A LAEBO, OFRENDA A ICCONA LUMINOSA, UNA OVEJA DE UN AÑO A TREBARUNA Y UN TORO SEMENTAL A REVE TRE(BARUNA)"

Probablemente los baños termales tenían, aparte de su función lúdica e higiénica una función votiva, ritual y de culto a las divinidades, especialmente a estas divinidades como Reve Trebarune, un dios acuático tomado de los antiguos cultos castrexos, el pueblo prerromano de la órbita de culturas célticas que poblaba estas tierras. 



Centro de Interpretación das Burgas de Ourense:






lunes, 15 de junio de 2015

Ferdinand von Hebra, diagnosticar con microscopio






Koch

Ferdinand von Hebra  


Óleo sobre lienzo. 
Allgemeines Krankenhaus, Viena   




Ferdinand von Hebra (1816-1880) es una figura que constituye una piedra angular de la Historia de la Dermatología, y a quien debemos la correlación entre clínica e histopatología para interpretar y clasificar mejor las afecciones cutáneas, la descripción de un gran número de enfermedades nuevas y la independización de la Dermatología como especialidad médica en Centroeuropa. 

Natural de Brunn (Moravia), Hebra estudió Medicina en Viena con profesores como Rokitansky y Kolletschka, un amigo de Semmelweis. Tras doctorarse en 1841, entró  como interno en el equipo de Škoda. Por aquel tiempo, en la clínica de Škoda, que atendía sobre todo enfermedades del tórax, pocos médicos se interesaban por las afecciones de la piel, marginadas en la sala llamada servicio de la sarna (Kraetzestation). No fue este el caso de Hebra. Cuando Škoda vió el interés que tenía el joven Hebra por las dermatosis, lo puso al frente de este servicio.


Ferdinand von Hebra. Litografía  E.Kaiser (1850)

En él se reunían todos los pacientes afectos de lesiones cutáneas de todo tipo. Cualquier paciente con transtornos en la piel era llevado a la sala de sarnosos. El nombre estaba bastante justificado: el año que Hebra se hizo cargo del servicio hubo 2197 casos de sarna sobre un total de 2723 pacientes. Los médicos de la escuela de Viena consideraban que todos estos procesos se debían a miasmas internos en un intento de conseguir aire y luz. Se debía dejar que la naturaleza siguiera su curso. Cualquier actuación sobre la piel era peligrosa y podía causar graves alteraciones internas, ocasionando la putrefacción de la sangre u otros humores.

Hebra quiso poner en práctica la patología que había aprendido con Rokitansky y la clínica que le enseñó Škoda. Durante años, muchos habían reclamado el uso de la patología para interpretar la dermatología clínica. Hebra puso esta idea en práctica de inmediato, subrayando su importancia. Con su magnífica formación clínica, Hebra puso la histopatología al servicio de una mejor comprensión de los procesos de las enfermedades de la piel. Había nacido el período anatomopatológico en dermatología y la especialidad se fundamentaba así en una mayor base científica.



Ferdinand von Hebra

Los primeros estudios de Hebra fueron sobre la sarna. Ya hemos dicho que en el Allgemeine Krankehaus (Hospital general de Viena), la sarna era frecuentísima. Hebra, imbuído de las nociones de patología humoral, creyó al principio que la sarna era una enfermedad sistémica. Pero muy pronto se dió cuenta, por experimentos realizados sobre sí mismo y en voluntarios que la sarna es debida a un ácaro. El tema seguía siendo controvertido en aquel tiempo. Aunque repetidamente se había descrito la presencia del Sarcoptes scabiei, nadie quería admitir su correlación con la enfermedad.

En 1844, en su obra Über die Krätze (Sobre la sarna) Hebra llegó a la conclusión de que todo aquel en cuya piel asienta el ácaro se contagia de sarna, y que el cuadro desaparece cuando se destruyen el ácaro y los huevos.

Asimismo, llevó a cabo experiencias con sustancias irritantes en sarnosos, especialmente con aceite de crotón, demostrando que muchas alteraciones de la piel pueden estar provocadas simplemente por causas locales. Los agentes químicos, térmicos y mecánicos pueden, al irritar los tejidos, ocasionar diversas lesiones como enrojecimiento, ampollas, exudación, y que la irritación de la piel puede transmitirse a distancia por los reflejos nerviosos. Estas experiencias fueron decisivas para evaluar la importancia de los factores locales en la producción de las enfermedades.

La gran formación clínica de Hebra no le permitió caer en el error de pensar que no existían enfermedades de causa sistémica, pero las experiencias con irritantes le confirmaron la importancia de los factores locales. Por lo tanto, se opuso a la doctrina francesa de las diátesis, que intentaba explicar siempre la enfermedad en virtud de la constitución del paciente.

Herpes zoster. Lámina de Anton Elfinger en el libro
Atlas der Hautkrankheiten de Ferdinand von Hebra

La insistencia de Hebra en la importancia de los factores externos y de las reacciones locales facilitaría al cabo de unos años la comprensión de las infecciones bacterianas en la ya no muy lejana era bacteriológica.

En 1845, el servicio de Hebra se independizó del departamento de Škoda, hito que marca el nacimiento de la dermatología como disciplina independiente en los países germánicos. 

En este mismo año publica una clasificación lógica e innovadora de las enfermedades de la piel, bajo criterios anatomopatológicos. Su claridad y racionalidad hizo que se popularizara rápidamente, y a los pocos años puede decirse que Hebra es considerado como la máxima autoridad mundial en dermatología. Esta clasificación se reflejó más tarde en sus obras. Las más importantes fueron Atlas der Hautkrankheiten (1856-1876) y Lehrbuch der Hautkrankheiten (1860)

También describió diversas enfermedades, como rinoscleroma; impétigo herpetiforme; liquen acuminado; prurigo; lichen scrofulosorum (una forma de tuberculosis cutánea); lupus eritematoso; eritema exudativo multiforme y la tinea cruris (conocida durante mucho tiempo como eritema marginado de Hebra). También clarificó conceptos sobre otras enfermedades como urticarias, xantomas y pénfigos. A él se deben algunos de los nombres usados para designar enfermedades de la piel, como psoriasis, lupus o pitiriasis. La influencia de Hebra en la terapéutica dermatológica no fue desdeñable, aplicando múltiples tratamientos tópicos. A él  se atribuye la invención de la cama de agua para el tratamiento de las quemaduras extensas.

Hebra pronto figuró, al lado del patólogo Rokitansky, el clínico Škoda y el anatomista Hyrtl, como uno de los ejemplos más destacados de la Nueva escuela vienesa (Neue Wiener Schule), que pronto recuperó para esta capital las glorias de la Escuela de Viena del s. XVIII, que estaban ya algo marchitas desde hacía mucho tiempo. La obra de Hebra fue continuada por su discipulo y yerno Kaposi




domingo, 14 de junio de 2015

Los tatuajes del reportero vertiginoso






 Christian Schad 

El reportero Egon Erwin Kirsch (detalle)
(1919)

Óleo sobre lienzo.
Kunsthalle, Hamburg




Christian Schad (1894 - 1982) fue un pintor alemán relacionado con el movimiento Neue Sachlichkeit (Nueva objetividad). En 1915, huyendo de la Primera Guerra Mundial, se instaló en Suiza, donde participó en el movimiento artístico dadaísta. A partir de 1918 elabora técnicas basadas en la fotografía (él las denominaba schadografías). En los años 20 se estableció primero en Viena y luego en Berlín, vinculándose a los pintores de la Nueva objetividad. Aunque contrario al nazismo, sus pinturas no fueron tan censuradas por los nazis como las de Otto Dix, Max Beckmann y George Grosz.  

Egon Erwin Kirsch (1885 - 1948) fue un reportero checo, de origen judío, que escribía en alemán. Comunista, antifascista y judío, fue detenido en la noche del incendio del Reichtag, siendo internado en la cárcel de Berlín-Spandau. Participó más tarde en la Guerra Civil Española, donde llegó a dirigir durante algún tiempo un batallón de las Brigadas Internacionales. Tras la derrota se exilió en 
México, hasta que tras el final de la Segunda Guerra Mundial, regresó a Praga. Conocido como Der Rasenden Reporter (el reportero vertiginoso), Kirsch ha sido considerado el mejor reportero de habla alemana de su tiempo. 

Schad retrata a Kirsch semidesnudo, mostrando con cierto orgullo diversos tatuajes en su cuerpo. Mira al espectador de reojo, en un gesto entre tímido y curioso que concentra todo un manifiesto psicológico del personaje. 


En la actualidad en Alemania se concede un premio periodístico con el nombre de Egon Erwin Kirch en el día que se cumple el aniversario de su nacimiento. En el Premio Kirch se valora tanto la calidad del trabajo periodístico como su nivel de compromiso. 



Christian Schad: