Gus Wagner tatuando
a su mujer Maud (circa 1900)
Fotografía B&N.
The Alan Govenar and Kaleta Doolin Tattoo Collection, SouthStreet Seaport Museum |
En entradas anteriores comentamos cómo los tatuajes llegaron a ser un espectáculo circense, como se incorporaron más tarde algunas mujeres tatuadas y como finalmente este tipo de shows decayeron a medida que los tatuajes se fueron generalizando a otros ambientes y ya no sorprendian como al principio. Destacábamos en estos artículos la manifiesta relación que unió los tatuajes y el circo durante el s. XIX y primeras décadas del XX.
Si el tatuaje había sido un adorno predominantemente masculino durante los primeros dos tercios del s. XIX, todavía más lo era el oficio de tatuador. No había ninguna mujer que lo practicara. Hasta que llegó Maud Wagner.
Maud Stevens (que este era su nombre de soltera) había nacido en 1877 en el estado de Kansas. Trabajó como contorsionista y trapecista en diversos circos hasta que en 1904 con uno de ellos a la Exposición Universal de San Luis. Allí conoció a Gus Wagner, exmarino, que presentaba más de 300 tatuajes en su cuerpo. Gus se exhibía como tatuado en circos y ferias, pero también ejercía de tatuador, con una depurada técnica manual que había aprendido en Java y Borneo. Gus se fijó en seguida en la bella Maud y la invitó a una cita. Ella aceptó con una condición: que la iniciara en el arte del tatuaje. Así lo hizo e iniciaron una relación que terminó en boda algunos años más tarde.
Los esposos Wagner se tatuaban mutuamente. Lamentablemente no existen registros de los diseños de Maud, pero sí sobrevivieron dibujos de su esposo: animales míticos y salvajes, plantas exóticas, mujeres indígenas e incluso el nombre de Maud Stevens en un brazo.
Si el tatuaje había sido un adorno predominantemente masculino durante los primeros dos tercios del s. XIX, todavía más lo era el oficio de tatuador. No había ninguna mujer que lo practicara. Hasta que llegó Maud Wagner.
Gus Wagner tatuando a su mujer |
Tatuajes de Gus Wagner. Seaport Museum. |
Maud aprendió de Gus la técnica de tatuaje tradicional conocida como hand poked o stick and poke, y se convirtió en la primera mujer tatuadora profesional de la que tenemos noiticia. Maud era una artista de talento y junto con Gus, de los pocos tatuadores que trabajaban a mano, es decir, sin ayuda de la máquina para tatuar moderna, que ya existía en ese momento. Con esa técnica podían lograr diseños muy detallados, aunque era una técnica muy laboriosa, ya que los tatuajes se realizaban de manera manual con un palillo que se mojaba en tinta.
Maud Wagner. Puede verse su nombre en el brazo derecho. |
Los esposos Wagner se tatuaban mutuamente. Lamentablemente no existen registros de los diseños de Maud, pero sí sobrevivieron dibujos de su esposo: animales míticos y salvajes, plantas exóticas, mujeres indígenas e incluso el nombre de Maud Stevens en un brazo.
Después de abandonar el circo, Maud y Gus siguieron viajando de manera independiente por los Estados Unidos. Se presentaban en ferias, salas de juego o teatros de vodevil como tatuadores profesionales y aprovechaban para realizar exhibiciones de sus propios tatuajes.
Los Wagner tuvieron una hija llamada Lotteva, quien con el tiempo también se convertiría en tatuadora. Había comenzado a practicar bajo supervisión de sus padres a los nueve años. Maud Wagner murió en 1961.