viernes, 16 de octubre de 2020

Carlos V: (II) Gota






Eduardo Rosales  

Presentación de D. Juan de Austria al emperador Carlos V , en Yuste 
(1869)

Óleo sobre lienzo 76,5 x 123,5 cm
Museo del Prado. Madrid.  




En otra entrada del blog comentamos la pantagruélica dieta que practicaba habitualmente el emperador Carlos V. Dedicaremos la presente entrada a su patología. 

Muchas fueron las enfermedades que aquejaron al emperador Carlos durante su vida. Como puede presumirse entre ellas estaban frecuentes indigestiones, por su inmoderada glotonería. Pero también le aquejaron otros males. Gregorio Marañón destacó entre ellas hemorroides, estreñimiento, amigdalitis, epilepsia… E incluso una dificultad respiratoria causada por la estrechez de sus condiuctos nasales, que junto con su marcado prognatismo hacía que frecuentemente estuviera con la boca abierta. Tal vez esta este problema respiratorio fue el causante de algunos de sus numerosos desmayos en su juventud. 

Pero la enfermedad más destacada de Carlos V fue la gota y una severa artritis que terminó limitando sus movimientos. Ya cuando tenía 28 años los médicos le diagnosticaron este mal y el mismo Carlos refiere sus "dolorosos ataques de gota" en una carta a su hija María de Hungría (1532). Pero la afección fue empeorando, como por otra parte es de suponer por su dieta habitual, tan copiosa y rica en ácido úrico. 


Tiziano: Retrato del emperador Carlos V sentado.
Alte Pinakothek. Munich. 


La gota es una enfermedad producida por la acumulación de cristales de urato monosódico (sal derivada del ácido úrico) en distintas partes del cuerpo, que hasta 1776 no se asociaron como la causa de la enfermedad. Estos depósitos de microcristales son especialmente importantes en las articulaciones, y también en los riñones. Produce ataques súbitos que son más frecuentes por la noche y consisten en una artritis con dolor muy intenso y enrojecimiento de las articulaciones, especialmente la articulación metatarsofalángica del dedo gordo del pie.

La gota está causada por una hiperuricemia (aumento de los niveles de ácido úrico en sangre). Aunque hay una clara predisposición genética, la dieta es uno de los factores más importantes a tener en cuenta.  La ingesta excesiva de alcohol o alimentos ricos en purinas, como las carnes rojas, vísceras, pescado azul o mariscos, actúan como desencadenante de las crisis gotosas. 




Silla de mano de Carlos V. Monasterio de San Lorenzo del Escorial.

Cuando la cantidad de cristales de ácido úrico son muy importantes forman los llamados tofos gotosos, depósitos que se pueden acumular en el tejido cartilaginoso, tendones y tejidos blandos. Por lo general, sólo aparecen después de que una persona haya padecido artritis gotosa durante muchos años. Los tofos pueden ulcerarse y dejar salir al exterior un material cretáceo, parecido al yeso. Esto es lo que seguramente le pasó a Carlos V cuando en 1553 fue incapaz de escribir a su hijo Felipe II personalmente: 

"Esta carta no está escrita por mí... los pequeños agujeros de mi pequeño dedo se han abierto de nuevo"

No hay duda que el monarca se refería a úlceras provocadas por tofos gotosos. 

En los últimos años, en su retiro de Yuste, el emperador era llevado en andas con una silla especial, y disponía de otra silla articulada para tener su pierna en extensión, en reposo, con el fin de mitigar el dolor. También accedía a su habitación por una rampa en vez de escaleras. 



Silla articulada de Carlos V.  Monasterio de Yuste


Un equipo de investigadores del Hospital Clínic de Barcelona pudo confirmar que Carlos V tuvo gota en su forma más severa, y que posiblemente esta fuese la causa de su abdicación de Carlos V y su retiro al monasterio de Yuste, en Cáceres. Publicaron sus resultados en un artículo de New England Journal of Medicine.

La demostración se realizó con modernas técnicas paleopatológicas, analizando un dedo del emperador. A su muerte, Carlos V fue enterrado en el Monasterio de Yuste tal como era su deseo, pero en 1574 sus restos fueron trasladados al panteón de reyes que Felipe II inició en el monasterio del Escorial. En aquel momento, un dedo fue apartado del resto del cuerpo. La falange, momificada de forma natural, se encontraba en una pequeña caja en la Sacristía del Monasterio de El Escorial. Así fue como pudieron realizarse las técnicas más modernas de análisis (microscopía electrónica, rayos X y métodos bioquímicos)



Exvoto de Carlos V, probablemente tras una crisis gotosa. Museu d'Art de Girona. 


Los investigadores pudieron constatar que la articulación de la falange básicamente no existía y los daños se habían extendido a los tejidos blandos cercanos. Seguramente Carlos apenas podría mover el dedo y es más que probable que los depósitos de ácido úrico estuvieran en otras articulaciones. 

Pero el análisis de los investigadores del Clínic fue más allá, lo que comentaremos en una próxima entrada del blog. 


jueves, 15 de octubre de 2020

Carlos V: (I) Un emperador glotón






Tiziano 

Retrato de Carlos V

(1568)

Óleo sobre lienzo 205 x 122 cm
Pinacoteca antigua. Munich. 





El emperador Carlos V (1500-1558) fue un gran monarca europeo. Hijo de Juana la Loca de Castilla y de Felipe el Hermoso, y nieto de Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña, heredó un gran número de reinos bajo su corona: Sacro Imperio Romano, Ducado de Borgoña, reinos hispánicos con las tierras del Nuevo Mundo, Países Bajos, Nápoles..

Tanta diversidad territorial fue un claro impedimento para su idea de crear un Imperio con una sola religión. Católico fanático, combatió constantemente a los luteranos. 


Arbol genealógico de Carlos V


Bajo su reinado tuvo lugar el inicio de un gran florecimiento cultural en Castilla, el llamado Siglo de Oro, con escritores y artistas de renombre universal. 

Carlos V como todos los miembros de la familia Habsburgo tenía un marcado prognatismo, del que nos hemos ocupado en otra entrada del blog. 

Pero sobre todo, la enfermedad que más le hizo sufrir fue la gota. En efecto, la gota y los problemas reumáticos que padecía marcaron buena parte de su vida.

Además de su probable predisposición genética, la dieta que seguía el emperador era absolutamente inadecuada para mitigar la evolución del mal. 

La afición de Carlos por la comida llegaba al punto de que pidió una bula papal para poder comer antes de comulgar, algo totalmente prohibido por la Iglesia. Con esa bula Carlos podía tomar, nada más despertarse, un caldo de ave con leche, azúcar y alcamonías (anises y otras semillas aromáticas). También tomaba una gran jarra de cerveza helada. Una vez que su apetito estuviera satisfecho, dormía un rato más. 



Jasper Geeraerts: Bodegón con langosta 


Luego, al mediodía, comía una gran cantidad de platos (hasta 20, según algunos cronistas) acompañados de buenos vinos. Carlos V era un férreo devorador de carnes, de caza, de pescados frescos, en salazón y en escabeche, disfrutaba enormemente con el marisco y prueba de ello es el centenar de ostras frescas que podía engullir en una sola comida (se las hacía traer directamente de Portugal), empanadas gigantescas de anguila, salchichas de Flandes, capones, perdices, carneros y dulces a la manera morisca provistos de grandes cantidades de frutos secos, azúcar, huevos, harina de trigo de la mejor calidad y miel, melones, granadas, albaricoques y melocotones. Nunca faltaba a su mesa un pollito asado, de los llamados picantones, que consumía entero después del postre, por mucho que hubiera comido. Por la noche, comía una copiosa cantidad de anchoas y otras delicias de sabor fuerte, sin ningún tipo de restricción. 

Roger Ascham, secretario del embajador inglés Richard Morysine, que asistió a un banquete cuando se reunió la dieta de Augsburgo, en 1550, se sorprendió de ver a Carlos comer sucesivamente grandes tajadas de buey cocido, de cordero asado, de liebre guisada al horno, de capones, rociándolo todo como nunca jamás se había visto; cinco veces vació la copa, cosa que nadie más hizo en aquel banquete. Según cálculos del inglés, por lo menos bebió un litro de vino del Rhin cada vez. 

Sabiendo que apreciaba tanto la comida, no era raro que los nobles y personas de importancia le regalasen manjares con frecuencia: los monjes de Guadalupe le enviaban todas las semanas un carnero criado con pan, y cada quince días una ternera. El arzobispado de Toledo le manda a principio de 1557 ocho acémilas cargadas de regalos, especialmente comida.



David Rijckaert: Bodegón con capón, ostras, pan, pastas y copas. 


Para que los pescados y mariscos tan delicados como las ostras llegaran frescos a la mesa de Carlos, los envolvían en nieve, según cuentan los historiadores. Aunque a veces, para conservar las viandas se recurría a otros curiosos sistemas, a juzgar por lo que dice una carta (2 de diciembre de 1556) del mayordomo Luis Quijada al secretario de Estado, Juan Vázquez:  

"Su Majestad me mandó que escribiese a Vuestra Merced dos cosas: la una, que Vuestra Merced sepa adónde tiene el conde de Osorno un lugar que se llama Gama, que allí hay las mejores perdices del mundo, (...) y tan buenas, que en su vida no las comió mejores, y como se hallen, que le envíen luego a diligencia; y a más, me dijo que para hacellas durar y llevar a Flandes, que las echaban orines en las bocas: pero para venir aquí no será menester esta suciedad." 

El mayordomo Quijada no sólo reclamaba perdices a Palencia, también pedía francolines (un ave similar a la perdiz) a Antonio de Fonseca, de Toledo. 



Tomás Hiepes: Bodegón con aves y liebre. 


A Carlos V también le gustaba la bebida, y sabemos que en Jarandilla se abastecía de la bodega de Pedro Azedo. Aunque el emperador tenía predilección por los vinos alemanes y franceses. El Oporto es otro de sus caldos preferidos y conocía los placeres del café y del chocolate mucho antes de que estas bebidas se popularizasen en sus reinos.

Pero además tenía una pasión irrefrenable por la cerveza, una bebida de la que tomaba varios litros al día y a todas horas. En la Navidad de 1556, hallándose en Jarandilla, Carlos padeció un fuerte ataque de gota. Un famoso médico italiano, Giovanni Andrea Mola, tras reconocerlo, le recomendó dejar la cerveza, bebida de la que el emperador tomaba varios litros al día. El monarca, gran bebedor de cerveza (muy popular en Flandes pero poco conocida en España), le replicó que eso era pedir demasiado a un flamenco, y que no pensaba hacerlo de ninguna manera. 

La importancia que la comida tenía en la vida del Emperador es evidente por la nómina de servidores que se quedaron en Yuste. De las 52 personas ocupadas en su servicio, una veintena se dedican, de uno u otro modo, a servir su mesa: ahí se encuentran no sólo los cocineros, sino que hayamos panaderos, pasteleros, salseros, encargados de la cava, fruteros, un cazador, un hortelano, un encargado de las gallinas... 


miércoles, 14 de octubre de 2020

El instrumental médico de Kom Ombo





Instrumental médico y quirúrgico

Relieve en piedra 
Muro del doble templo de Sobek i Haroeris
Kom Ombo (Egipto)




Al remontar el Nilo en dirección a Assuan, el navegante encuentra el templo de Kom Ombo, muy cerca del río. La primera vez que lo vi, hace ya bastantes años, era una plácida noche de luna llena, de esas hermosas lunas que aparecen en el desierto egipcio, como una visión divina. El templo a la luz de la luna era algo mágico, espectral. Luego lo he visitado otras dos veces, aunque el recuerdo de aquel primer día permanece en mi memoria, a pesar del tiempo transcurrido.


Vistas nocturnas del templo de Kom Ombo. 



El templo de Kom Ombo fue erigido por el faraón Ptolomeo VI Filometor, y es un templo doble, que fue ampliado y reformado por otros faraones de la época ptolemaica. 

La mitad norte del templo estaba dedicada a Haroeris «Horus el viejo», que figura junto a Tasenetnofret, la «Buena Hermana» (una advocación de la diosa Hathor) y Panebtauy «Señor de las Dos Tierras». 

La otra parte estaba dedicada al dios cocodrilo Sobek, dios de la fertilidad y creador del mundo. Los sacerdotes veneraban a los cocodilos del Nilo y los alimentaban con sacrificios rituales. En Kom Ombo se encontraron gran cantidad de momias de cocodrilos, muestra del antiguo culto a estos reptiles.  Un par de docenas de estas momias se exhiben en el Museo del Cocodrilo. 

Pero uno de los aspectos más interesantes de Kom Ombo estriba sobre todo en un relieve de grandes dimensiones, donde se representan un grupo de instrumentos quirúrgicos. Podemos identificar perfectamente sus piezas, y darnos cuenta del alto nivel que debieron alcanzar los cirujanos en el Antiguo Egipto.

Este es el inventario: 

1º registro, en orden de izquierda a derecha:

  • Doble gancho romo
  • Forceps para huesos
  • Sierra para huesos o amputaciones
  • Sonda, para explorar cavidades o aplicar fármacos.

  • Sonda en horquilla, igual que anterior, con forma distinta.
  • Catéter usado para drenar líquidos
  • Cauterio, para cauterizar quistes y tumores.
  • Sierra para cortar miembros o huesos
  • Otro cauterio para cicatrizar heridas
  • Dos espéculos trivalvos, para dilatar cavidades 
  • Dos catéteres uretrales para explorar hombres adultos








2º registro, en orden de izquierda a derecha:

  • Pipeta aspiradora de líquidos
  • Frasco para enemas
  • Dos erinas para sujetar tejidos durante la intervención
  • Tres pipetas para aplicar ungüentos
  • Craneoclasto, para aplastar el cráneo del feto muerto (en
 abortos espontáneos)


  • Fórceps para extraer piezas dentarias
  • Paleta
  • Cuchillo
  • Vasos para triturar y mezclar preparados medicamentosos

 


3º registro, en orden de izquierda a derecha:


  • Dos fórceps para extraer piezas dentarias, o pequeños 
fragmentos de huesos.


  • Tres frascos para enemas
  • Dos vasos para triturar y mezclar preparados 
medicamentosos

  • Otro frasco para enemas
  • Balanza para pesar los ingredientes para preparados



4º registro, en orden de izquierda a derecha:


  • Vasos para ventosas en la piel
  • Caja para guardar instrumental quirúrgico
  • Tijeras
  • Cajas de vendas
  • Esponja
  • Dos sondas de doble extremo
  • Dos escalpelos

Como vemos, un completo repertorio instrumental, que da fe 

del alto nivel que tenía la cirugía en el Antiguo Egipto. 

martes, 13 de octubre de 2020

Bocio en la pintura de Caravaggio






Atribuído a Michelangelo Merisi "Caravaggio" 

Judith y Holofernes
(1907)

Óleo sobre tela 137x139 cm
Toulouse



En 2014, en una casa situada en las afueras de Tolouse se produjo una avería, una fuga de agua. Parecía que la fuga venía de la parte alta, por lo que los propietarios de la casa accedieron al desván, un cuartucho del que ni siquiera tenían las llaves.  Se encontraron entonces con esta pintura, de la que no tenían conocimiento y que estaba en un magnífico estado de conservación. 

La pintura llegó a la casa de la mano de un familiar de los propietarios que había sido oficial de Napoleón, probablemente procedente de España. Las similitudes entre esta pintura recién descubierta y la de Judith y Holofernes de Caravaggio conservada en la Galleria Barberini de Roma (pintada en 1599), llamó enseguida la atención de sus dueños, que enseguida contactaron con la casa de subastas Marc Labarde para tasar la pieza. Pero cuando Labarde vio el cuadro, prefirió solicitar un estudio más exhaustivo a Eric Turquin, un especialista en Caravaggio que había organizado algunas exposiciones retrospectivas. Ambos coincidieron en que se trataba de una pintura original de Caravaggio. Aunque hay que decir que no hay total unanimidad entre los expertos. Mina Gregori ha aventurado que podría ser del maestro, pero algunos de sus compañeros italianos –Gianni Papi y Giuseppe Porzio, entre ellos– se muestran más cautos y escépticos con respecto a la paternidad de la obra. En todo caso la obra es una obra maestra. La vivacidad de los colores que confiere una gran fuerza a la escena y la sabia dosificación del claroscuro son, desde luego, típicos de la pintura de Michelangelo Merisi. 

Realizadas las oportunas pesquisas, se constató que el propio Caravaggio comentaba esta obra en una carta a un amigo. Probablemente la obra de Toulouse fue realizada en 1607, y es posterior a la pintura de la Galleria Barberini (1599). Anteriormente, la pintura actual solo se conocía a través de una copia muy fiel atribuida a Louis Finson, un pintor y comerciante de arte franco-flamenco que fue contemporáneo de Caravaggio y que una vez tuvo el original perdido. La copia de Finson (óleo sobre lienzo, 1,40 x 1,60 m) pertenece a la colección de la Banca Intesa Sanpaolo en Nápoles y fue objeto de una publicación detallada en 2013 antes del descubrimiento de la pintura en Toulouse.



La otra versión de Judith y Holofernes de Caravaggio (1599), 
que forma parte de la colección de Galleria Barberini de Roma


La pintura representa una escena bíblica, extraída del Libro de Judith del Antiguo Testamento, que había sido rechazado por los protestantes pero que los papas católicos Sixto V y Clemente VIII habían conservado entre los textos bíblicos. Por tanto es una obra que se encuadra plenamente en la Contrarreforma. A grandes rasgos podemos sintetizar así la leyenda : la heroína, Judith, una joven viuda de Betulia, decide liberar a su pueblo de la invasión asiria, y para ello seduce al general asirio Holofernes, a quien emborracha. Aprovechando el sopor etílico del general, entra en su tienda y ayudada por su fiel sirvienta Abra, procede a decapitarlo. La escena es de una violencia inusitada, semejante a obras de la misma temática, como la pintada por Artemisia Gentilleschi y algunos años antes por el propio Caravaggio.


Detalle de la sirvienta en Judit y Holofernes (Toulouse) de Caravaggio. 
Se aprecia bien el notable bocio multinodular. 

En esta obra, la sirvienta Abra, una mujer de edad avanzada, con unas espectaculares arrugas, presenta unos importantes bultos en la cara anterior del cuello, que llaman poderosamente la atención del espectador. Sin duda se trata de un bocio multinodular. 

El bocio multinodular es una alteración del tiroides en que la glándula crece de forma irregular a causa de un estímulo anormal de una hormona hipofisaria (TSH), formando múltiples nódulos y produciendo habitualmente un aumento visible del diámetro del cuello. Es una enfermedad que predomina más en mujeres y tiene una incidencia variable dentro de un mismo territorio. 

Puede llegar a dar problemas respiratorios, especialmente si la glándula tiroides crece hacia el estrecho torácico superior. Al flexionar el cuello o al levantar el brazo se puede incrementar la dificultad respiratoria. Si se realizan pruebas de función respiratoria se pueden detectar anomalías sugestivas de obstrucción alta del flujo aéreo.

No siempre el bocio multinodular se corresponde con alteraciones funcionales. Muchas veces, los análisis practicados evidencian un perfil tiroideo normal, y solamente en un 10% de los casos cursan con hipertiroidismo. En estos casos puede haber alteraciones del ritmo cardíaco (arritmia), aumento del apetito o insomnio

Al cabo de varios años de evolución de un bocio multinodular  puede aparecer un cáncer de tiroides. Suele observarse entonces un rápido crecimiento de la glándula que puede llegar a comprimir el esófago, produciendo dificultad al tragar (disfagia). 

El bocio multinodular puede estar causado en la mayoría de casos por una deficiencia de yodo. Menos frecuente es la presencia de quistes tiroideos o una tiroiditis.

En otras obras de esta época se encuentran muchos casos de bocio, que debía ser frecuente en Europa, debido a una dieta pobre en yodo. Basta recordar el Descendimiento de la Cruz de Van der Weyden, la Virgen con el Niño dormido de Mantegna, y la Madonna del Parto de Piero della Francesca , todas de ellas de la segunda mitad del s. XV. 

Un nuevo Caravaggio? 
La increíble historia de la Judith y Holofernes de Toulouse. 




Marc Labarbe: A story of Caravaggio and a story from Toulouse




J. Ducher : “Avant les preuves, il y a eu l’émotion” - CARAVAGE - JUDITH ET HOLOPHERNE