Pierre Gobert
Retrato de Louise-Marie-Therèse, la morita de Moret (circa 1650) Óleo sobre lienzo. Museo de Remiremont |
La Guerra dels Segadors (1640-1652) supuso la primera secesión de Catalunya del Imperio español. Proclamada la República Catalana primero, bajo la presidencia del canónigo Pau Claris, poco después Catalunya pasó a ser un protectorado francés, nombrando Conde de Barcelona a Luis XIII de Francia.
La guerra finalmente se saldó con el Tratado de los Pirineos, por el que los territorios catalanes del Rosselló, Vallespir, Conflent y Capcir, así como buena parte de la Cerdanya pasaron a depender de la corona francesa. El acuerdo, se firmó en la Isla de los Faisanes (un pequeño condominio cerca de Fuenterrabía), de forma algo clandestina (Felipe IV no se había atrevido a comunicarlo a las Cortes Catalanas). Y para sellar el tratado se acordó una nueva unión matrimonial entre los Borbones y los Austrias a través del enlace del Rey francés con la hija de Rey español. María Teresa de Austria, hija de Felipe IV y de su primera mujer, Isabel de Borbón, fue prometida con el monarca galo, Luis XIV. La preparación del acto contó con la participación de Diego Velázquez, que como era costumbre en la época retrató a Maria Teresa para que fuese conocida (en efigie) por el Rey Sol.
Así, el 9 de junio de 1660, la hija de Felipe IV contrajo matrimonio con Luis XIV de Francia en la iglesia de San Juan de Luz. En su primer encuentro, la princesa se enamoró profundamente de su futuro marido, pero éste respondió con cierta indiferencia hacia ella. Luis XIV era un impenitente mujeriego, y frecuentó un sinfín de amantes a lo largo de su vida. Entre ellas, la Duquesa de La Vallière, tan hermosa como coja; la Duquesa de Orléans, su propia cuñada; y un amor adolescente que casi echa al traste el tratado con España. Luis se había enamorado a principios de su reinado de la ambiciosa María Mancini, sobrina del Cardenal Mazarino. Más tarde tendría a su amante principal, Mme de Maintenon. En definitiva, a Luis no le apetecía mucho casarse con su prima española María Teresa, y solo la razón de estado y la necesidad de dejar un heredero legítimo justificaban la boda. Madame de Motteville cuenta que, al salir de su primer encuentro con la que sería su esposa, el rey declaró que
Pero no debió resultar tan fácil. El rey seguía cortejando a sus amantes, y solamente esperaba de María Teresa, que cumpliera con su papel reproductor y diera a la monarquía francesa hijos varones para garantizar la sucesión. En esto cumplió, salvo que lo hizo al estilo Habsburgo: tuvo seis hijos pero solo uno logró sobrevivir, el futuro delfín.
Sola y descolocada en la intrigante y abrumadora corte de Versalles, con más de 10.000 personas a su alrededor, María Teresa se dedicó a lo largo de su vida a ayudar a los pobres y a asistir en hospitales a las curas más desagradables. También se rodeó de una camarilla de españoles. Hasta tenía un cocinero que le preparaba platos castellanos.
De carácter tímido, bondadoso y humilde, la nueva reina era poco amiga del fasto de la corte de Versalles. No hablaba francés, y moriría sin aprenderlo del todo. La Reina madre, Ana de Austria, viuda de Luis XIII e hija del rey hispánico Felipe III (y por tanto tía de M. Teresa) le hacía de intérprete, más por obligación que por simpatía. Sin embargo, a finales de 1664 Ana de Austria enfermó, falleciendo el 20 de enero de 1666, pronunciando sus últimas palabras en castellano.
El duque de Beaufort, almirante de la marina y primo del rey, le trajo como obsequio de uno de sus viajes un esclavo negro enano (o pigmeo), que entró así al servicio de la reina. El esclavo recibió cristiano bautismo con el nombre de «Nabo», y María Teresa pronto le tomó un sincero cariño y confianza.
A pesar de su corta estatura (68 cm) Nabo era un joven impetuoso, inteligente y agudo, que seducía y divertía al círculo de la reina. Se impuso entonces la moda, entre la alta sociedad, de poseer un esclavo negro y esta moda se plasma casi de inmediato en los talleres de los maestros pintores, que ejecutan retratos en pie de su noble clientela acompañada por negritos disfrazados de paje.
No se sabe a ciencia cierta si Nabo llegó a compartir el lecho de la soberana, a quien no se le conocían otros amantes, pero en la lujuriosa corte francesa los rumores de los amoríos de la reina y el negrito se convirtieron en un secreto oficioso y se daba como cosa hecha.
En 1664 la reina quedó embarazada por tercera vez. Tras un difícil parto, la Reina dio a luz a una pequeña niña con rasgos africanos y diversas malformaciones. La Gran Mademoiselle, Ana María Luisa de Orleáns, duquesa de Montpensier, y prima de Luis XIV, comenta en sus memorias:
Los galenos y cortesanos asistentes quedaron estupefactos. El cuerpo médico intentó, enseguida, encontrar explicaciones atribuyendo el color de la piel de la recién nacida al régimen alimenticio de la reina durante su gestación. También lo atribuyeron a su mala aclimatación a París, ya que un año antes había dado a luz a otra hija que murió a los pocos meses. O a que a la niña le faltó aire durante el parto... tal vez podríamos considerar factible que la coloración oscura de la piel de la recién nacida fuera provocada por una cianosis, por presencia de pigmentos hemoglobínicos anómalos. Otra posibilidad es que los genes de la casa italiana de los Médici, fuertemente arraigados en la familia real francesa y con varios miembros con la piel morena en su sangre (recordemos por ejemplo a Ludovico "el moro"), hicieran aparición en aquella niña.
Pero, aparte de las estrambóticas teorías exculpatorias, nadie se olvidaba del paje negro Nabo. Naturalmente, todo el mundo pensó en la posible paternidad de Nabo, que tanta intimidad tenía con la reina. Muy curiosamente, el enano negro había muerto súbitamente poco antes, en circunstancias poco aclaradas, tal vez eliminado antes del nacimiento de la niña, para evitar problemas.
En cuanto a la niña, de rasgos africanos y de color de piel oscuro, le impusieron el nombre de Ana Isabel de Francia. Era débil y delicada, de salud muy precaria, y según la versión oficial murió mes y medio después de nacer (26 de diciembre). No se conocen testigos de la muerte de la pequeña infanta.
La duquesa de Montpensier, en sus memorias, plantea claramente lo que era un comentario que circulaba de forma oficiosa en la Corte:
La teoría de que la monja negra era de sangre real, aceptada entre otros por Voltaire, se fundamentaba en varios argumentos:
La monja recibía visitas también de la Marquesa de Maintenon, encargada de criar a los hijos bastardos del rey durante algún tiempo, principal amante del rey en estos años, y con quien se casaría en segundas nupcias a la muerte de María Teresa. También eran asiduos visitantes del convento el Gran Delfín Luis (futuro Luis XV), hijo y heredero del Rey Sol, y sus hermanos, los príncipes Luis, duque de Borgoña, y Felipe, duque de Anjou, lo que acrecentaba más las dudas acerca de la identidad de aquella monja negra, a quien la corte le prodigaba tantas atenciones y deferencias.
La propia «Monja Negra» afirmaba proceder de alta cuna, insinuando en ocasiones que era hermana del Delfín de Francia y del resto de hijos de María Teresa (testimonio del duque de Saint-Simon).
Sin embargo, según otras opiniones, Louise-Marie-Thérése no era la hija secreta de los Reyes, aunque ella misma se lo hubiera llegado a creer, sino una huérfana entregada por Madame de Maintenon, amante del Rey y mujer muy influyente, al convento. La niña habría nacido de una pareja de moros que trabajaban en la Ménagerie del Rey.
Otra hipótesis defiende que Louise-Marie-Thérése era hija del propio rey Luis XIV, que se habría encaprichado de una joven esclava negra que en la corte desempeñaba papeles de «sauvagesse» ('salvaje') en las comedias que se representaban. De hecho en 1919 el archivero Jules Mathorez recordó que Luis XIV fue el padre de diecisiete hijos naturales conocidos y de un número indeterminado de bastardos entre los que se podría encontrar «una heredera negra». Para reforzar su hipótesis Cornette se plantea cómo explicar sino que Luis XIV asistiera a su ordenación como monja el 30 de septiembre de 1695 o que en el nombre que escogió figuraran mezclados el del rey y el de la reina.
El misterio de la monja negra, posible nieta del rey hispánico Felipe IV, no está del todo dilucidado. La religiosa murió en 1732.
María Teresa de Austria, la reina triste de Francia
Bibliografía
Bernard, C (1990). «La Mauresse de Moret». Revue des Amis de Moret (116): 69-77.
Cervera C. El misterio de la nieta negra de Felipe IV. ABC
https://www.abc.es/espana/20150320/abci-nieta-negra-felipe-201503181857.html
Montpensier, Mme de Memorias de la Duquesa de Montpensier Vol. 2, VII.
La infanta María Teresa dio a luz a un niño negro
https://www.hola.com/casasreales/2001/09/28/reinahijonegro1/#:~:text=La%20infanta%20Mar%C3%ADa%20Teresa%2C%20hija,Europa%2D%20desde%20el%20a%C3%B1o%201660.
En 1664, la reina María Teresa de Austria dio a luz a una niña negra.
https://historiadeafrica.com/en-1664-la-reina-maria-teresa-de-austria-dio-a-luz-a-una-nina-negra/
La guerra finalmente se saldó con el Tratado de los Pirineos, por el que los territorios catalanes del Rosselló, Vallespir, Conflent y Capcir, así como buena parte de la Cerdanya pasaron a depender de la corona francesa. El acuerdo, se firmó en la Isla de los Faisanes (un pequeño condominio cerca de Fuenterrabía), de forma algo clandestina (Felipe IV no se había atrevido a comunicarlo a las Cortes Catalanas). Y para sellar el tratado se acordó una nueva unión matrimonial entre los Borbones y los Austrias a través del enlace del Rey francés con la hija de Rey español. María Teresa de Austria, hija de Felipe IV y de su primera mujer, Isabel de Borbón, fue prometida con el monarca galo, Luis XIV. La preparación del acto contó con la participación de Diego Velázquez, que como era costumbre en la época retrató a Maria Teresa para que fuese conocida (en efigie) por el Rey Sol.
Jacques Laumosnier: La entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes. (1660) Óleo sobre lienzo 89 x 130 cm. Museo de Tessé. Le Mans. |
Así, el 9 de junio de 1660, la hija de Felipe IV contrajo matrimonio con Luis XIV de Francia en la iglesia de San Juan de Luz. En su primer encuentro, la princesa se enamoró profundamente de su futuro marido, pero éste respondió con cierta indiferencia hacia ella. Luis XIV era un impenitente mujeriego, y frecuentó un sinfín de amantes a lo largo de su vida. Entre ellas, la Duquesa de La Vallière, tan hermosa como coja; la Duquesa de Orléans, su propia cuñada; y un amor adolescente que casi echa al traste el tratado con España. Luis se había enamorado a principios de su reinado de la ambiciosa María Mancini, sobrina del Cardenal Mazarino. Más tarde tendría a su amante principal, Mme de Maintenon. En definitiva, a Luis no le apetecía mucho casarse con su prima española María Teresa, y solo la razón de estado y la necesidad de dejar un heredero legítimo justificaban la boda. Madame de Motteville cuenta que, al salir de su primer encuentro con la que sería su esposa, el rey declaró que
“en un principio, la fealdad del peinado y del vestido de la infanta lo habían sorprendido, pero que al mirarla con más atención había visto que poseía mucha belleza y entendió que le sería fácil amarla”.
Boda de Luis XIV y María Teresa de Austria |
Pero no debió resultar tan fácil. El rey seguía cortejando a sus amantes, y solamente esperaba de María Teresa, que cumpliera con su papel reproductor y diera a la monarquía francesa hijos varones para garantizar la sucesión. En esto cumplió, salvo que lo hizo al estilo Habsburgo: tuvo seis hijos pero solo uno logró sobrevivir, el futuro delfín.
Sola y descolocada en la intrigante y abrumadora corte de Versalles, con más de 10.000 personas a su alrededor, María Teresa se dedicó a lo largo de su vida a ayudar a los pobres y a asistir en hospitales a las curas más desagradables. También se rodeó de una camarilla de españoles. Hasta tenía un cocinero que le preparaba platos castellanos.
Velázquez: La infanta María Teresa. |
De carácter tímido, bondadoso y humilde, la nueva reina era poco amiga del fasto de la corte de Versalles. No hablaba francés, y moriría sin aprenderlo del todo. La Reina madre, Ana de Austria, viuda de Luis XIII e hija del rey hispánico Felipe III (y por tanto tía de M. Teresa) le hacía de intérprete, más por obligación que por simpatía. Sin embargo, a finales de 1664 Ana de Austria enfermó, falleciendo el 20 de enero de 1666, pronunciando sus últimas palabras en castellano.
El duque de Beaufort, almirante de la marina y primo del rey, le trajo como obsequio de uno de sus viajes un esclavo negro enano (o pigmeo), que entró así al servicio de la reina. El esclavo recibió cristiano bautismo con el nombre de «Nabo», y María Teresa pronto le tomó un sincero cariño y confianza.
El duque de Beaufort |
A pesar de su corta estatura (68 cm) Nabo era un joven impetuoso, inteligente y agudo, que seducía y divertía al círculo de la reina. Se impuso entonces la moda, entre la alta sociedad, de poseer un esclavo negro y esta moda se plasma casi de inmediato en los talleres de los maestros pintores, que ejecutan retratos en pie de su noble clientela acompañada por negritos disfrazados de paje.
No se sabe a ciencia cierta si Nabo llegó a compartir el lecho de la soberana, a quien no se le conocían otros amantes, pero en la lujuriosa corte francesa los rumores de los amoríos de la reina y el negrito se convirtieron en un secreto oficioso y se daba como cosa hecha.
A partir del precedente de Nabo, se consideró de buen tono tener un esclavo negro y la moda se extendió en los ambientes cortesanos. |
En 1664 la reina quedó embarazada por tercera vez. Tras un difícil parto, la Reina dio a luz a una pequeña niña con rasgos africanos y diversas malformaciones. La Gran Mademoiselle, Ana María Luisa de Orleáns, duquesa de Montpensier, y prima de Luis XIV, comenta en sus memorias:
«El hermano del Rey me contó lo difícil de la enfermedad (el parto) de la Reina, de cómo su primer capellán se había desmayado de aflicción, y el príncipe y toda la gente junto con él se habían reído de la cara que puso la reina cuando vio que la hija que había dado a luz, se parecía a un pequeño moro que el señor de Beaufort había traído, que era muy bonito y que siempre estaba con la Reina».
La "Gran Mademoiselle", Ana María Luisa de Orleáns, duquesa de Montpensier, y prima de Luis XIV, dejó escritos en sus memorias abundantes detalles sobre la reina Maria Teresa. |
Los galenos y cortesanos asistentes quedaron estupefactos. El cuerpo médico intentó, enseguida, encontrar explicaciones atribuyendo el color de la piel de la recién nacida al régimen alimenticio de la reina durante su gestación. También lo atribuyeron a su mala aclimatación a París, ya que un año antes había dado a luz a otra hija que murió a los pocos meses. O a que a la niña le faltó aire durante el parto... tal vez podríamos considerar factible que la coloración oscura de la piel de la recién nacida fuera provocada por una cianosis, por presencia de pigmentos hemoglobínicos anómalos. Otra posibilidad es que los genes de la casa italiana de los Médici, fuertemente arraigados en la familia real francesa y con varios miembros con la piel morena en su sangre (recordemos por ejemplo a Ludovico "el moro"), hicieran aparición en aquella niña.
Pero, aparte de las estrambóticas teorías exculpatorias, nadie se olvidaba del paje negro Nabo. Naturalmente, todo el mundo pensó en la posible paternidad de Nabo, que tanta intimidad tenía con la reina. Muy curiosamente, el enano negro había muerto súbitamente poco antes, en circunstancias poco aclaradas, tal vez eliminado antes del nacimiento de la niña, para evitar problemas.
En cuanto a la niña, de rasgos africanos y de color de piel oscuro, le impusieron el nombre de Ana Isabel de Francia. Era débil y delicada, de salud muy precaria, y según la versión oficial murió mes y medio después de nacer (26 de diciembre). No se conocen testigos de la muerte de la pequeña infanta.
La reina María Teresa de Francia en una miniatura del s. XVII |
La duquesa de Montpensier, en sus memorias, plantea claramente lo que era un comentario que circulaba de forma oficiosa en la Corte:
«Cuando se dieron cuenta de que la hija de la Reina se podía parecer a su esclavo, se lo llevaron, pero ya era demasiado tarde, y le dijeron que la niñita era horrible, que no viviría y que no se lo dijeran a la Reina porque se moriría».La versión que se dio por válida en aquel momento fue que la niña había sido apartada de la corte para evitar habladurías, y donada en adopción a alguien de confianza. Años más tarde apareció una monja negra, llamada Louise-Marie-Thérése, a la que todos conocían como la "monja negra de Moret", y a la que pronto se identificó con la hija de María Teresa de Austria. Recordemos que en aquel momento, las personas de raza negra eran exóticas y raras en Europa, y que en todo caso se reducía a algún esclavo esporádico. Una monja negra era del todo excepcional.
Luis XIV con la familia real. A la izquierda, de negro, la reina María Teresa. |
La teoría de que la monja negra era de sangre real, aceptada entre otros por Voltaire, se fundamentaba en varios argumentos:
1) su nombre es la suma del de los Reyes (Luis + María Teresa)
2) La reina María Teresa visitó con cierta frecuencia hasta su muerte en 1683 la abadía de Moret-sur-Loing, donde residía la religiosa Louise-Marie-Thérése.
3) Se conserva una carta (13 de junio de 1685) del el Secretario de la Casa Real a Monsieur De Bezons, agente general del clero donde el Rey concede una pensión vitalicia de 300 libras a la joven monja.
4) En 1695 toda la corte francesa asistió a la ceremonia donde la muchacha pronunció sus votos e ingresaba en el convento de las Hermanas Benedictinas de Moret. Poco habitual en una religiosa de color.
La monja recibía visitas también de la Marquesa de Maintenon, encargada de criar a los hijos bastardos del rey durante algún tiempo, principal amante del rey en estos años, y con quien se casaría en segundas nupcias a la muerte de María Teresa. También eran asiduos visitantes del convento el Gran Delfín Luis (futuro Luis XV), hijo y heredero del Rey Sol, y sus hermanos, los príncipes Luis, duque de Borgoña, y Felipe, duque de Anjou, lo que acrecentaba más las dudas acerca de la identidad de aquella monja negra, a quien la corte le prodigaba tantas atenciones y deferencias.
La propia «Monja Negra» afirmaba proceder de alta cuna, insinuando en ocasiones que era hermana del Delfín de Francia y del resto de hijos de María Teresa (testimonio del duque de Saint-Simon).
Sin embargo, según otras opiniones, Louise-Marie-Thérése no era la hija secreta de los Reyes, aunque ella misma se lo hubiera llegado a creer, sino una huérfana entregada por Madame de Maintenon, amante del Rey y mujer muy influyente, al convento. La niña habría nacido de una pareja de moros que trabajaban en la Ménagerie del Rey.
«Varias fuentes informan que Luis XIV tenía un cochero morisco casado con una hermosa mujer. Tuvieron una hija de la que el Rey y la Reina fueron padrinos. Cuando los padres murieron, fue ingresada en un convento. Como ahijada del Rey, esta niña podía referirse al Delfín como su hermano»Por esta última posibilidad se inclina Gary McCollim, historiador especializado en la corte de Luis XIV.
Otra hipótesis defiende que Louise-Marie-Thérése era hija del propio rey Luis XIV, que se habría encaprichado de una joven esclava negra que en la corte desempeñaba papeles de «sauvagesse» ('salvaje') en las comedias que se representaban. De hecho en 1919 el archivero Jules Mathorez recordó que Luis XIV fue el padre de diecisiete hijos naturales conocidos y de un número indeterminado de bastardos entre los que se podría encontrar «una heredera negra». Para reforzar su hipótesis Cornette se plantea cómo explicar sino que Luis XIV asistiera a su ordenación como monja el 30 de septiembre de 1695 o que en el nombre que escogió figuraran mezclados el del rey y el de la reina.
El misterio de la monja negra, posible nieta del rey hispánico Felipe IV, no está del todo dilucidado. La religiosa murió en 1732.
María Teresa de Austria, la reina triste de Francia
Bibliografía
Bernard, C (1990). «La Mauresse de Moret». Revue des Amis de Moret (116): 69-77.
Cervera C. El misterio de la nieta negra de Felipe IV. ABC
https://www.abc.es/espana/20150320/abci-nieta-negra-felipe-201503181857.html
Montpensier, Mme de Memorias de la Duquesa de Montpensier Vol. 2, VII.
La infanta María Teresa dio a luz a un niño negro
https://www.hola.com/casasreales/2001/09/28/reinahijonegro1/#:~:text=La%20infanta%20Mar%C3%ADa%20Teresa%2C%20hija,Europa%2D%20desde%20el%20a%C3%B1o%201660.
En 1664, la reina María Teresa de Austria dio a luz a una niña negra.
https://historiadeafrica.com/en-1664-la-reina-maria-teresa-de-austria-dio-a-luz-a-una-nina-negra/