Tivadar Kosztka Csontváry
El Viejo pescador Óleo sobre lienzo. 59,5 x 45 cm
Otto Herman Museum.
Miskolc (Hungría) |
Mi buen amigo Carlos de la Torre, dermatólogo de Pontevedra y seguidor habitual de "Un dermatólogo en el museo", me sugiere esta obra de Tivadar Kosztka Csontváry para que la comente en el blog, lo que le agradezco sinceramente. Siempre es una alegría recibir colaboraciones y sugerencias y más si es de un amigo y colega.
De entrada, debo decir que la pintura de este artista húngaro me ha recordado un libro de Ernest Hemingway, El viejo y el mar (The Old man and the Sea), que me cautiva especialmente. En él, el gran escritor norteamericano describe la aventura de Santiago, un veterano pescador a quien todos conocen simplemente como el Viejo. Santiago, que lleva 84 días sin conseguir pesca alguna, decide salir solo al mar, donde por fin, un enorme marlín (pez vela similar al pez espada) pica el anzuelo no sin dar una dura batalla antes de ser capturado definitivamente. La lucha con el enorme pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida pasada. Al final, tras lograr la captura, el viejo se dirige nuevamente hacia su pueblo, calculando la ganancia que obtendrá de la venta del gran pez, pero la preciada presa es atacada por los tiburones, que destrozan el botín.
El libro constituye una sabia parábola por lo que representa la vida, la lucha por la supervivencia, el trabajo, la soledad y la compañía, la frustración y el fracaso. Pero nos deja además una detallada descripción de la piel de los pescadores, expuestos durante horas al sol. Una piel surcada por arrugas fruto de la elastoidosis actínica y con numerosas lesiones de precáncer y cáncer cutáneo que aparecen con frecuencia sobre ella:
De entrada, debo decir que la pintura de este artista húngaro me ha recordado un libro de Ernest Hemingway, El viejo y el mar (The Old man and the Sea), que me cautiva especialmente. En él, el gran escritor norteamericano describe la aventura de Santiago, un veterano pescador a quien todos conocen simplemente como el Viejo. Santiago, que lleva 84 días sin conseguir pesca alguna, decide salir solo al mar, donde por fin, un enorme marlín (pez vela similar al pez espada) pica el anzuelo no sin dar una dura batalla antes de ser capturado definitivamente. La lucha con el enorme pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida pasada. Al final, tras lograr la captura, el viejo se dirige nuevamente hacia su pueblo, calculando la ganancia que obtendrá de la venta del gran pez, pero la preciada presa es atacada por los tiburones, que destrozan el botín.
El libro constituye una sabia parábola por lo que representa la vida, la lucha por la supervivencia, el trabajo, la soledad y la compañía, la frustración y el fracaso. Pero nos deja además una detallada descripción de la piel de los pescadores, expuestos durante horas al sol. Una piel surcada por arrugas fruto de la elastoidosis actínica y con numerosas lesiones de precáncer y cáncer cutáneo que aparecen con frecuencia sobre ella:
The old man was thin and gaunt with deep wrinkles in the back of his neck. The brown blotches of the benevolent skin cancer the sun brings from its reflection on the tropic sea were on his cheeks. The blotches ran well down the sides of his face and his hands had the deep-creased scars from handling heavy fish on the cords. But none of these scars were fresh. They were as old as erosions in a fishless desert.
(El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto).
El húngaro Tivadar Kosztka Csontváry (1853-1919), era farmacéutico. Sufría una esquizofrenia y a los 27 años oyó voces que le anunciaban que iba a ser un gran pintor, por lo que se puso a pintar. Adquirió una gran habilidad como pintor adscribiéndose a la corriente expresionista. El pintor loco, como a veces se le ha llamado, nos ha dejado un cuadro en el que aparece un viejo pescador que corresponde bastante bien a la descripción de Hemingway, en el que podemos destacar profundas arrugas y un marcado proceso de fotoenvejecimiento cutáneo. Hasta aquí, nada raro: estas alteraciones aparecen en todos los retratos de pescadores o de campesinos. Pero hay algo más en su aspecto que nos resulta inquietante. Tal vez su penetrante e inquisitiva mirada o la marcada asimetría de su rostro son las que nos dejan una cierta sensación de desazón.
Si se coloca un espejo en medio del cuadro se obtienen dos personajes diferentes. En la imagen de la izquierda aparece el Bien (el pescador), y en la imagen de la derecha el Mal (el Diablo) |
El verdadero misterio del cuadro se descubrió tras la muerte del autor. Si colocamos un espejo en la mitad del lienzo conseguiremos ver dos personajes distintos. Una es la cara del Bien (el lado derecho del viejo) y la otra, la cara del Diablo (el izquierdo). Una dualidad -la del bien y el mal-presente en cualquier ser humano.
Con obras como esta, Tivadar Kosztka Csontváry entronca con la pintura de Arcimboldo u otros autores barrocos, que jugaron con ilusiones ópticas o trampantojos y también con la obra del surrealista Salvador Dalí.
En cuanto a Tivadar, su arte empezó a ser reconocido, aunque su carácter solitario, la esquizofrenia que padecía y sus delirios religiosos hicieron que se aislara, alejándose del trato social, y se convirtió en un misántropo. Los otros artistas se burlaban de él, pero tras su muerte su pintura se revalorizó, y actualmente está considerado como uno de los grandes pintores húngaros del siglo XX.
En cuanto a Tivadar, su arte empezó a ser reconocido, aunque su carácter solitario, la esquizofrenia que padecía y sus delirios religiosos hicieron que se aislara, alejándose del trato social, y se convirtió en un misántropo. Los otros artistas se burlaban de él, pero tras su muerte su pintura se revalorizó, y actualmente está considerado como uno de los grandes pintores húngaros del siglo XX.
Tivadar Kosztka Csontváry: