Bartolomé Esteban Murillo
Arcángel Rafael y el obispo Francisco Domonte (1680) Óleo sobre lienzo Museo Pushkin de Bellas Artes. Moscú. |
Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) fue un destacado pintor de la escuela barroca sevillana, que anticipó ya en buena parte el estilo rococó. Aunque cultivó también la pintura de género, destacó sobre todo por pintar Inmaculadas, santos y otros cuadros de temática religiosa.
El presente cuadro representa a San Rafael arcángel. La hizo pintar el obispo Francisco Domonte, que como es habitual en los donantes, aparece en actitud orante en la parte inferior derecha de la obra.
La pintura fue encargada por Francisco de Domonte al cabo de poco tiempo de su nombramiento episcopal, cuando el religioso contaba 62 años de edad. Por eso en el lado izquierdo del cuadro aparecen los atributos episcopales: la mitra y el báculo.
Fray Francisco de Domonte (1618-1681) era fraile mercedario y encargó esta obra a Murillo para decorar la iglesia de esta Orden en Sevilla, donde al parecer se instaló debajo del órgano. Fray Francisco había profesado como mercedario en 1633 y tras ocupar diversos cargos en la Orden (entre ellos fue Vicario General del Perú), fue nombrado obispo titular de Hipona y obispo auxiliar del arzobispo de Sevilla en 1680, cuando contaba 62 años. Quería dejar constancia de su nombramiento episcopal con este cuadro, para enaltecer la Orden de la Merced, de la que formaba parte. Por eso se hizo representar revestido con el hábito de mercedario y en actitud orante a la derecha, y a la izquierda, los atributos episcopales : la mitra y el báculo. Dejaba así claro su doble condición de fraile de la Merced y obispo. Si observamos con detalle la cara del eclesiástico podemos observar un perfil afilado. La boca pequeña, presenta los labios muy finos. La piel de la cara aparece tensa, lisa, sin arrugas, con un cierto aspecto céreo. En todo el rostro, especialmente sobre las mejillas, labios y lados de la nariz se pueden ver telangiectasias. Idénticas lesiones aparecen en el dorso de la mano, que presenta los dedos alargados y afilados.
También llama la atención la total desaparición de arrugas y de pliegues faciales (incluso los de los párpados), cosa que llama la atención en sesentón. La cara toma así un cierto aire inexpresivo, que recuerda un poco la cara de un pájaro. Estas alteraciones cutáneas, junto con la desaparición de las arrugas y pliegues faciales son compatibles con una esclerodermia sistémica progresiva, enfermedad del colágeno en la que aparece un progresivo endurecimiento de la piel y mucosas. Naturalmente, como siempre, es difícil establecer diagnósticos seguros con la sola contemplación de la pintura pero ´´esta es también la opinión de los Dres. Hinojosa y Alcocer y el de la Dra. Renata Calheiros Viana, de Brasil.
Francisco de Domonte murió en 1681, poco tiempo después de terminada la pintura de Murillo, por lo que es fácil suponer que ya estuviera enfermo. La esclerodermia sistémica también produce un endurecimiento de los órganos internos, como el esófago; fibrosis pulmonar e hipertensión renal, alteraciones que acaban causando la muerte.
Bibliografía
Hinojosa-Azaola A, Alcocer-Varela J. Art and Rheumathology. Rheumatology. 2014;53(10):1725-1731.