Joan Llimona i Bruguera
Tornant del troç (Volviendo del huerto) (1896)
Óleo sobre lienzo 174 x 247 cm
Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) Barcelona |
En una entrada anterior comentábamos una pintura de Joan Llimona i Bruguera (1860-1926) que había sido expuesta en una exposición organizada por la Sala Parés en 1883, y que agrupaba la obra de los pintores del recién creado Círculo Artístico de Sant Lluc. La obra, de gran formato, se titulaba La mort sobtada (La muerte repentina) y tenía una clara intención moralizante: un comensal muere en el curso de una cena, sin siquiera levantarse de la mesa, ante el desconsuelo de la familia. Participan en la escena un médico, impotente ante el fatal accidente y un sacerdote que ha acudido para intentar administrarle los últimos sacramentos. La escena, cruda y moralizante, planteaba al espectador la necesidad de llevar una vida pía ya que en cualquier momento podía terminar su vida.
Llimona, ante la mala acogida que tuvo el cuadro, decidió destruirlo para que no se pudiera ver nunca más. Dio la vuelta a la obra y la aprovechó para pintar encima otra obra. Tres años más tarde, en 1896, el lienzo, ya repintado y con el título de Tornant del tros, elo presenta a la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, y consigue reconciliarse con la crítica.
Llimona, ante la mala acogida que tuvo el cuadro, decidió destruirlo para que no se pudiera ver nunca más. Dio la vuelta a la obra y la aprovechó para pintar encima otra obra. Tres años más tarde, en 1896, el lienzo, ya repintado y con el título de Tornant del tros, elo presenta a la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, y consigue reconciliarse con la crítica.
La escena de de Tornant del tros tiene lugar en un paisaje lacustre. Por la morfología de las montañas y del lago, no cuesta mucho darnos cuenta que el artista la sitúa en los alrededores del estanque de Banyoles, único lago de estas características y proporción de Catalunya. Una comarca agrícola, situada entre la ciudad de Girona y la zona ganadera de la Garrotxa, húmeda y fértil. Una zona que en la época destacaba por su conservadurismo religioso.
La figura central del cuadro y la que capta toda la atención del espectador es el viejo payés. Tocado con una barretina musca (morada) propia de algunas comarcas catalanas, avanza encorvado, apoyándose en el brazo de un campesino más joven, que se adivina como su hijo, que lleva también algunos aperos de labranza. Su nuera, al otro lado, lleva un azadón sobre el hombro. La muchacha va descalza, pero los varones llevan zuecos. Su austera indumentaria permite adivinar su modesta posición económica.
En la cara del labriego se puede ver una mancha oscura, que sugiere el diagnóstico de lentigo senil. |
El grupo se sitúa en el camino que rodea al estanque y está algo descentrado hacia la derecha, lo que aumenta la sensación de que avanzan lentamente (más camino recorrido que el que tienen delante, que también puede ser interpretado como un símbolo de que la vida del abuelo está próxima a su fin).
En el anciano labrador podemos apreciar signos claros de artrosis: una marcada cifosis, unas manos rugosas, con nódulos articulares. Además de apoyarse en el brazo del hijo se ayuda con un bastón. La mano que le queda libre sostiene un rosario, otro elemento de propaganda ideológica esgrimido por Llimona.
En la cara del decrépito labriego muestra la acción del sol y de los años sobre su piel: numerosas y profundas arrugas en la frente, mejillas y cuello, flaccidez cutánea (cuello), y la presencia de algunas manchas. Llama especialmente la atención una mancha oscura, negruzca, de un cierto tamaño que se sitúa en su mejilla derecha. Es una mancha irregular, de bordes mal delimitados, con zonas negruzcas, que sugiere el diagnóstico de lentigo senil. En la sien del mismo lado, se insinúa otra mancha, más azulada, entre los cabellos canos del viejo, que no permite en mi opinión un diagnóstico claro.
Este tipo de lesión fue descrito por primera vez por Hutchinson (1892) que le denominó lentigo-melanosis. El dermatólogo William Dubreuilh lo llamó melanosis circunscrita precancerosa de los viejos (1894). Actualmente lo conocemos como lentigo maligno (LM), melanosis de Dubreuilh. La incidencia de melanoma sobre estas lesiones representa un 10% del conjunto de melanomas. LM difiere de otros tipos de melanoma por sus características clínicas e histopatológicas, su epidemiología y su evolución.
LM suele iniciarse como una mancha de color pardo o marrón-sepia, en las zonas descubiertas de pacientes de edad. Los bordes de la lesión son irregulares, ya que no crece de forma uniforme. Progresivamente va aumentando de tamaño, aunque no suele llegar nunca al de la palma de una mano y su crecimiento es lento. Algunas zonas pueden adoptar un color más oscuro, así como una mayor consistencia. Incluso pueden verse zonas en las que la superficie es rasposa o incluso verrucosa. Según Miescher, el potencial de malignización de estas lesiones alcanza un 30 % y es considerablemente más alto que el de los nevus de junción.
El diagnóstico clínico debe complementarse actualmente con dermatoscopia o microscopía confocal in vivo. También es recomendable un diagnóstico histopatológico. Para evitar su malignización es recomendable la exéresis quirúrgica total de la lesión, aunque hay un considerable número de lesiones en que están afectados los márgenes quirúrgicos. Tras la extirpación, la lesión puede presentar un 8-20% de recurrencias.
Medalla conmemorativa de W. Dubreuilh |
LM suele iniciarse como una mancha de color pardo o marrón-sepia, en las zonas descubiertas de pacientes de edad. Los bordes de la lesión son irregulares, ya que no crece de forma uniforme. Progresivamente va aumentando de tamaño, aunque no suele llegar nunca al de la palma de una mano y su crecimiento es lento. Algunas zonas pueden adoptar un color más oscuro, así como una mayor consistencia. Incluso pueden verse zonas en las que la superficie es rasposa o incluso verrucosa. Según Miescher, el potencial de malignización de estas lesiones alcanza un 30 % y es considerablemente más alto que el de los nevus de junción.
El diagnóstico clínico debe complementarse actualmente con dermatoscopia o microscopía confocal in vivo. También es recomendable un diagnóstico histopatológico. Para evitar su malignización es recomendable la exéresis quirúrgica total de la lesión, aunque hay un considerable número de lesiones en que están afectados los márgenes quirúrgicos. Tras la extirpación, la lesión puede presentar un 8-20% de recurrencias.
Bibliografía
CASELLAS, R. “Exposición del Círculo de San Lucas. El cuadro de Llimona” La Vanguardia, Barcelona, 2 de desembre de 1893.
ROOKS et al. Textbook of Dermatology (8ª ed) Blackwell Pub, 2010.