Hermann Steinfurth
La crianza de Júpiter en el
Monte Ida en Creta (detalle)
(1848)
Óleo sobre lienzo. 97 x 144 cm
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Según la mitología clásica, Júpiter (Zeus para los griegos) era hijo de Saturno (Cronos) y de Ops (Rea). Saturno, dios del tiempo, devoraba a sus propios hijos temerosos de que uno de ellos lo destronara en el futuro. Ésta era una imagen muy gráfica: el tiempo lo devora todo. Una imagen que ha sido inmortalizada en muchos cuadros, entre los que destacan los de Rubens y Goya.
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Peter Paul Rubens: Saturno devorando a sus hijos |
La madre de Júpiter, temerosa de que su feroz padre lo devorara, abandonó al pequeño en el monte Ida. Allí fue amamantado por la cabra Amaltea, que le hizo de ama de cría, como vemos representado en la pintura de Steinfurth que encabeza estas líneas.
Gracias a esta inesperada nodriza, el pequeño creció y se convirtió en el padre de los dioses del Olimpo. En este mito pues encontramos citada la lactancia animal, de la que encontraremos otros ejemplos famosos, como los hermanos Rómulo y Remo, amamantados por una loba.
Pero las nodrizas animales no aparecen solamente en las leyendas mitológicas. En el mundo real, algunos niños fueron amamantados sistemáticamente por cabras y por burras. Una historia en la que además de estas sorprendentes crianzas se entremezcla el abandono de niños, la gestión de las inclusas y la sífilis congénita.
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Hermann Steinfurth. La crianza de Júpiter en el Monte Ida de Creta (Vista completa de la obra)
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Sava Henția: Mama adoptiva. |
En el último cuarto del siglo XIX se abandonaban entre 4.500 y 5000 niños por año en los hospicios de París. La pobreza, la prostitución y la falsa moral que no aceptaba los hijos naturales de solteras o prostitutas eran las principales causas. Las instituciones de acogida solían disponer de un torno en donde podían abandonarse los niños al tiempo que se garantizaba el anonimato de la madre. El torno giraba y el niño se introducía en la inclusa. El personal que allí trabajaba (generalmente monjas) ni siquiera veían el rostro de la madre, que tras dejar allí a su hijo podía irse sin ser vista por nadie y evitando juicios y comentarios a su desesperada decisión.
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Madre abandonando a su hijo en el torno de un hospicio de niños |
Muchos de los niños abandonados eran recién nacidos contagiados de sífilis congénita, una infección de transmision sexual (causada por el Treponema Pallidum), que también se puede transmitir de la madre al hijo durante la gestación o en el momento del parto. Se suponía que en estos años, un 15% de la población parisiense sufría de esta enfermedad.
Tal cantidad de niños abandonados ("les enfants trouvés") suponían un grave problema para las instituciones de acogida, que debían ocuparse de su alimentación y supervivencia. Procurar la alimentación de estos niños durante las primeras semanas de vida no era empresa fácil, en una época en la que la lactancia artificial era muy rudimentaria. Algunos eran amamantados por enfermeras nodrizas, pero no había tantas nodrizas para atender la altísima demanda. Además las amas se exponían a contraer la sífilis por el contacto de la mama con los lactantes infectados (chancro del pezón de las nodrizas) y este riesgo hacía disminuir todavía más la oferta.
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Sífilis II. Figura de cera. Colección Parrot. Musée des moulages. Hôpital Saint-Louis. Paris. |
Con el fin de detectar los posibles casos de sífilis y poder separar a los niños sanos de los enfermos, los neonatos que ingresaban en el Hospital eran sometidos a una cuidadosa observación clínica. Se les buscaba sobre todo la presencia de ampollas en manos y pies (pénfigo sifilítico), fisuras perianales o lesiones en nalgas y muslos. Así podían separarse a los niños en sifilíticos comprobados o presuntamente sifilíticos. Este segundo grupo, sin lesiones clínicas permanecían en observación durante un período de 15-40 días, ya que frecuentemente las lesiones luéticas aparecen en este lapso de tiempo.
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Litografia de 1898 mostrando
las lesiones de la sífilis congénita |
En cuanto a la alimentación, al principio se les daba una mezcla edulcorada de agua tibia, jarabe de achicoria y aceite de almendras dulces. Este preparado facilitaba la expulsión del meconio, pero mantenía al recién nacido en un duro régimen de ayuno casi completo. A los niños que lograban sobrevivir un par de días se les intentaba administrar leche de vaca mezclada con agua. Las diarreas que sobrevenían frecuentemente producían una altísima mortalidad.
A la vista del desolador panorama, el médico francés Joseph Marie Jules Parrot (1829-1883) — un pionero en el campo de la pediatría — decidió experimentar un nuevo método de lactancia, basada en la leche de burra y de cabra, de composición más similar a la de la mujer que la leche de vaca.
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Joseph Marie Jules Parrot (1829-1883) |
A este efecto, el Dr. Parrot hizo construir en los jardines del Hospice des Enfants Assistés un establo para albergar estos animales.
Las ubres de las cabras y burras, eran más pequeñas que las ubres de las vacas y permitían la lactancia directa, evitando la manipulación y la contaminación de la leche.
Y así lo hicieron. Una enfermera se encargaba de llevar a los niños al establo (cinco veces durante el día y dos por la noche). Colocaba el niño en sus rodillas, y su boca ante la ubre del animal. Con la mano izquierda la enfermera sujetaba la cabeza del niño y con la derecha presionaba de vez en cuando la mama del animal para facilitar el flujo de leche.
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Enfermera colocando a un niño para que mame directamente de la ubre de la burra |
Mediante este método fueron amamantados 86 niños con sífilis congénita. El índice de supervivencia de los niños criados con leche de burra fue considerablemente mayor que los alimentados con la leche de la cabra.
Sin embargo, a pesar de los buenos resultados, la experiencia sólo se logró mantener durante unos años (de 1881 hasta 1893). Las burras producen menos de 2 litros de leche al día durante la lactancia del pollino (solamente 6 meses). Esta escasa producción era insuficiente para alimentar a la gran cantidad de “pequeños pacientes” que albergaba esta institución.
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La mortalidad con leche de vaca y cabra era superior al 80%, frente al 26% de los niños tratados con leche de burra. |
Las conclusiones de la lactancia con leche de burra del Dr. Parrot se presentaron en la Académie de Médécine en julio de 1882. La relativa limitación del experimento puede hacer pensar que fue una mera anécdota sin transcendencia. Sin embargo, fue uno de los detonantes para seguir investigando y trabajando en mejorar las fórmulas de lactancia artificial. Los resultados obtenidas de estos experimentos supondrían importantes avances en la nutrición del recién nacido.
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Haennen: Grabado representando el establo con las burras-nodriza de Parrot. |
Bibliografía
Amamantando a niños sifilíticos con leche de burra. Historias de la Medicina Divulgación de curiosidades. https://arqueologiadelamedicina.com/2017/03/27/amamantando-a-ninos-sifiliticos-con-leche-de-burra/
Beauvalet, S. Naître à l’hôpital au XIXe siècle : exemple de la Maternité de Port Royal. Editions Belin, 1999, 432 p
Lauzier AC. Pratiques d’allaitement à Port-Royal et aux Enfants-Assistés à la fin du
XIXe siècle. Gynécologie et obstétrique. 2011.
https://dumas.ccsd.cnrs.fr/dumas-00625364/document
Morel M F, Lett D. Une histoire de l'allaitement, La Martinière, 2006