Demonio entre dos angelotes
Capitel de piedra caliza Girola de la Catedral de Burgos. |
La figura del diablo concentra todos los símbolos peyorativos de para expresar la idea del mal y del rechazo que éste debe provocar. No es raro presentarlo con el cuerpo velludo, ya que hemos visto que la vellosidad corporal abundante es en la iconografía un elemento que suele acompañar a los personajes malvados.
Pero el que hoy comentaremos tiene otros signos, igualmente repulsivos, aunque algo diferentes de las representaciones habituales.
Se trata de un diablo presente en un capitel de la girola de la catedral de Burgos. De entrada, aparece rodeado de dos putti o angelotes, desnudos y bastante rollizos, como generalmente aparecen estos personajes. Sostienen al diablo por las alas como a una presa, como si le hubieran dado caza.
El diablo aparece con mirada desafiante, amplios mostachos que le caen a los lados de la boca y un solo cuerno en la frente, cosa poco habitual, ya que en general se le representa con dos cuernos. Este aspecto unicornio le confiere un aire todavía más inquietante.
Las alas, inmovilizadas por sus cazadores, son alas nerviadas y membranosas, similares a las de los murciélagos. Este aspecto iconográfico es frecuente en las representaciones demoníacas, en un intento de identificar el mundo infernal a las cavernas, a la oscuridad, a la noche y a sus criaturas. Una clara contraposición a la luz del Paraíso, a la luz divina de Cristo: "Ego sum lux mundi".
El demonio aparece con el pene en erección, expresando así uno de sus pecados preferidos, la lujuria. El artista, tal vez preocupado por la censura inquisitorial, intenta minimizar el miembro eréctil, que casi queda en una sutil insinuación.
Lo más interesante son las piernas. En la rodilla derecha se dibuja un ojo, como expresión de que el diablo, como Dios, todo lo ve. Es una imagen que tiene algunos atisbos de símbolo masónico, aunque encuentra un claro precedente en las alas llenas de ojos de los serafines románicos. También en este caso, ángeles y demonios tienen la visión absoluta, tanto del mundo visible como las escondidas pasiones que luchan en el corazón de los hombres.
La pierna izquierda, en cambio es totalmente asimétrica. La simetría es una característica de los seres perfectos, o sea que representar al diablo como asimétrico tiene su razón de ser. La extremidad está recubierta no de pelo, sino de escamas y el pie aparece palmeado como el de las aves acuáticas. Me llamaron la atención las escamas del maligno, probablemente referente a un reptil (¿serpiente?) o animal marino (atendiendo al pie palmeado). Esta presencia de escamas demoníacas podría haber agravado todavía más el rechazo social de ciertas enfermedades descamativas (ictiosis, psoriasis...). Por cierto que algunas de estas enfermedades a veces suponen una auténtica tortura infernal.
En todo caso, el demonio de Burgos presenta unos atributos originales que merecen una detenida reflexión.
Pero el que hoy comentaremos tiene otros signos, igualmente repulsivos, aunque algo diferentes de las representaciones habituales.
Se trata de un diablo presente en un capitel de la girola de la catedral de Burgos. De entrada, aparece rodeado de dos putti o angelotes, desnudos y bastante rollizos, como generalmente aparecen estos personajes. Sostienen al diablo por las alas como a una presa, como si le hubieran dado caza.
El diablo aparece con mirada desafiante, amplios mostachos que le caen a los lados de la boca y un solo cuerno en la frente, cosa poco habitual, ya que en general se le representa con dos cuernos. Este aspecto unicornio le confiere un aire todavía más inquietante.
Las alas, inmovilizadas por sus cazadores, son alas nerviadas y membranosas, similares a las de los murciélagos. Este aspecto iconográfico es frecuente en las representaciones demoníacas, en un intento de identificar el mundo infernal a las cavernas, a la oscuridad, a la noche y a sus criaturas. Una clara contraposición a la luz del Paraíso, a la luz divina de Cristo: "Ego sum lux mundi".
El demonio aparece con el pene en erección, expresando así uno de sus pecados preferidos, la lujuria. El artista, tal vez preocupado por la censura inquisitorial, intenta minimizar el miembro eréctil, que casi queda en una sutil insinuación.
Lo más interesante son las piernas. En la rodilla derecha se dibuja un ojo, como expresión de que el diablo, como Dios, todo lo ve. Es una imagen que tiene algunos atisbos de símbolo masónico, aunque encuentra un claro precedente en las alas llenas de ojos de los serafines románicos. También en este caso, ángeles y demonios tienen la visión absoluta, tanto del mundo visible como las escondidas pasiones que luchan en el corazón de los hombres.
La pierna izquierda, en cambio es totalmente asimétrica. La simetría es una característica de los seres perfectos, o sea que representar al diablo como asimétrico tiene su razón de ser. La extremidad está recubierta no de pelo, sino de escamas y el pie aparece palmeado como el de las aves acuáticas. Me llamaron la atención las escamas del maligno, probablemente referente a un reptil (¿serpiente?) o animal marino (atendiendo al pie palmeado). Esta presencia de escamas demoníacas podría haber agravado todavía más el rechazo social de ciertas enfermedades descamativas (ictiosis, psoriasis...). Por cierto que algunas de estas enfermedades a veces suponen una auténtica tortura infernal.
En todo caso, el demonio de Burgos presenta unos atributos originales que merecen una detenida reflexión.