Giovanni Battista Montini (1897-1978) gobernó la Iglesia Católica como papa con el nombre de Pablo VI (1963-1978). Sucedió en el trono pontificio a Juan XXIII y bajo su pontificado terminó el Concilio Vaticano II que éste había comenzado. Hombre de letras y de talante liberal, su pontificado fue aperturista en muchos aspectos sociales y de talante ecuménico, estableciendo puentes de diálogo con otras iglesias cristianas e incluso con otras religiones no cristianas.
Sin embargo en los aspectos relacionados con la moral sexual y reproductiva fue mucho más conservador. Su encíclica Humanae vitae (1968) fue un jarro de agua fría para los que esperaban una posición más comprensiva sobre algunos aspectos de moral sexual. Aunque los sectores más progresistas confiaron hasta el último momento en que el papa tendría una posición más tolerante, lo cierto es que en la encíclica se condenaron los anticonceptivos y el control de natalidad artificial. Pero esta postura inmovilista de la Iglesia contrastaba con un mundo que estaba cambiando rápidamente y que por primera vez tenía en sus manos un método práctico y efectivo para controlar la natalidad.
Sin embargo tampoco la historia de la píldora anticonceptiva fue un camino fácil. Los experimentos con animales a fines de la década de 1930 habían demostrado que la progesterona en dosis altas podría detener la ovulación. En 1950 en México, Carl Djerassi había sintetizado la progesterona. Pero en los Estados Unidos (EE. UU.), la Ley de Comstock consideraba la regulación de la natalidad como algo obsceno e impedía las investigaciones sobre anticoncepción.
En 1951 tuvo lugar un encuentro crucial. Margaret Sanger, una veterana líder social, defensora de la salud de la mujer, que había acuñado la expresión "control de la natalidad" y luchaba por conseguirlo conoció al fisiólogo Gregory Pincus y le convenció de que investigara una píldora anticonceptiva.
Un año después, Pincus inició sus experimentos con progesterona en ratas. Entró en contacto con el ginecólogo John Rock y con el farmacéutico Frank Colton, director de la compañía Searle, para desarrollar la síntesis de progesterona.
Sin embargo, en los Estados Unidos (EE. UU.), La Ley de Comstock prohibió efectivamente las discusiones públicas y las investigaciones sobre anticoncepción. Tampoco había facilidades en Canadà donde hablar de anticoncepción se veía como una obscenidad. Por eso muchas investigaciones tuvieron que realizarse en otros lugares, como Puerto Rico. La primera prueba real a gran escala de la píldora (200 mujeres) se llevó a cabo en 1956 en la localidad puertorriqueña de Rio Piedras.
La píldora se prescribió por primera vez exclusivamente para el control del ciclo, y solo para mujeres casadas. Las primeras iteraciones de la píldora tenían dosis drásticamente diferentes. La primera píldora comercializada, Enovid 10 ®, salió al mercado en agosto de 1960. Contenía 9,85 mg de norethynodrel de progestina y 150 μg de estrógeno mestranol. Las píldoras de hoy contienen dosis de hormonas dramáticamente más bajas: de 0.1 a 3.0 mg de progestinas modernas y de 20 a 50 μg de estrógenos.
El ginecólogo John Rock era un católico devoto. La Iglesia no veía con buenos ojos los anovulatorios, aunque los toleraba si se indicaban para el control de las alteraciones del ciclo menstrual. Rock pensó que si la píldora se administraba con una interrupción de 7 días, respetando lo que se parecía a una menstruación, la Iglesia podría aceptarla mejor. Por eso se introdujo un descanso de 7 días al mes, aunque no es en absoluto necesario. En solo dos años, 1.200.000 mujeres tomaban la píldora anticonceptiva en los EEUU. En cinco años, la píldora se convertiría en la forma más popular de control de la natalidad en los Estados Unidos.
Al principio, la píldora se presentaba en un envase de vidrio, como cualquier otro medicamento oral. Pero eso pronto plantó problemas, al olvidarse de los días en los que no debía tomarse.
Una de las mujeres que se olvidaban continuamente era Doris Wagner. Su marido, David Wagner era ingeniero y estaba acostumbrado a resolver problemas mecánicos. Intentó idear una metódica para facilitar el proceso de toma de píldoras. Primero, las dispuso sobre un calendario de papel, encima de una mesa. Durante un tiempo, este sistema funcionó, hasta que un día se cayeron todas las pastillas al suelo. Entonces fue cuando diseñó un envase calendario, parecido a los que se usan en la actualidad. Se podía así distinguir fácilmente la semana de descanso.
Actualmente se discute la necesidad de esta interrupción cíclica. Según unas recientes declaraciones al diario The Telegraph, el Prof John Guillebaud, profesor especialista en planificación familiar y reproducción en el University College de Londres, esta pausa mensual habría sido concebida con la esperanza de que el papa aceptaría la píldora y la haría aceptable para los católicos.
En 1963 Rock publicó un libro en el que defendía que la píldora anticonceptiva era compatible con los valores de la Iglesia ya que respetaba el ciclo menstrual natural de las mujeres con la administración de hormonas que ya se producían de forma natural en el cuerpo femenino. Rock terminaba solicitando a las autoridades católicas la aprobación de la píldora, como ya habían hecho con el método Ogino, que preconizaba la abstinencia sexual durante los días fértiles.
Bibliografía
El papa Pablo VI |
Sin embargo tampoco la historia de la píldora anticonceptiva fue un camino fácil. Los experimentos con animales a fines de la década de 1930 habían demostrado que la progesterona en dosis altas podría detener la ovulación. En 1950 en México, Carl Djerassi había sintetizado la progesterona. Pero en los Estados Unidos (EE. UU.), la Ley de Comstock consideraba la regulación de la natalidad como algo obsceno e impedía las investigaciones sobre anticoncepción.
El fisiólogo Gregory G. Pincus, considerado el padre de la píldora anticonceptiva |
Un año después, Pincus inició sus experimentos con progesterona en ratas. Entró en contacto con el ginecólogo John Rock y con el farmacéutico Frank Colton, director de la compañía Searle, para desarrollar la síntesis de progesterona.
Sin embargo, en los Estados Unidos (EE. UU.), La Ley de Comstock prohibió efectivamente las discusiones públicas y las investigaciones sobre anticoncepción. Tampoco había facilidades en Canadà donde hablar de anticoncepción se veía como una obscenidad. Por eso muchas investigaciones tuvieron que realizarse en otros lugares, como Puerto Rico. La primera prueba real a gran escala de la píldora (200 mujeres) se llevó a cabo en 1956 en la localidad puertorriqueña de Rio Piedras.
La primera píldora anticonceptiva, Enovid, en su envase inicial (1960). |
El ginecólogo John Rock era un católico devoto. La Iglesia no veía con buenos ojos los anovulatorios, aunque los toleraba si se indicaban para el control de las alteraciones del ciclo menstrual. Rock pensó que si la píldora se administraba con una interrupción de 7 días, respetando lo que se parecía a una menstruación, la Iglesia podría aceptarla mejor. Por eso se introdujo un descanso de 7 días al mes, aunque no es en absoluto necesario. En solo dos años, 1.200.000 mujeres tomaban la píldora anticonceptiva en los EEUU. En cinco años, la píldora se convertiría en la forma más popular de control de la natalidad en los Estados Unidos.
Al principio, la píldora se presentaba en un envase de vidrio, como cualquier otro medicamento oral. Pero eso pronto plantó problemas, al olvidarse de los días en los que no debía tomarse.
Enovid 10 ® en el envase calendario |
Actualmente se discute la necesidad de esta interrupción cíclica. Según unas recientes declaraciones al diario The Telegraph, el Prof John Guillebaud, profesor especialista en planificación familiar y reproducción en el University College de Londres, esta pausa mensual habría sido concebida con la esperanza de que el papa aceptaría la píldora y la haría aceptable para los católicos.
El ginecólogo Dr. John Rock |
La respuesta de la Iglesia no se hizo esperar. En 1965 se reunió un comité de 51 miembros, con mayoría de laicos: 20 teólogos, 19 demógrafos, sociólogos y economistas, 12 médicos y 3 matrimonios (una pareja de franceses, una de americanos y otra de canadienses). La comisión se declaró favorable a aceptar la píldora. Un año después la cuestión fue sometida a la opinión exclusiva de un grupo de teólogos, que también se decantaron por una opinión favorable al método anticonceptivo "ya que corresponde a las parejas decidirlo conjuntamente".
Tras dos años de silencio, dudas y controversias internas, parece ser que el papa tenía ya escrito el borrador de una encíclica, "De nascendae prolis", en la que aprobaría el uso de la píldora anticonceptiva para los fieles católicos (mayo 1968). El papa pidió la opinión a este respecto del Sínodo de obispos, pero muy pocos respondieron. Además recibió fuertes presiones de la Curia y de los sectores más conservadores, contrarios a la aprobación moral de la píldora anticonceptiva (entre ellos uno de los más activos detractores de la píldora fue Karol Wojtyla, que más tarde sería el papa Juan Pablo II). Finalmente, el pontífice, aislado y presionado, publicó su encíclica "Humanae vitae" en la que manifestaba explícitamente su desaprobación a los anticonceptivos orales (25 de julio 1968).
Tras dos años de silencio, dudas y controversias internas, parece ser que el papa tenía ya escrito el borrador de una encíclica, "De nascendae prolis", en la que aprobaría el uso de la píldora anticonceptiva para los fieles católicos (mayo 1968). El papa pidió la opinión a este respecto del Sínodo de obispos, pero muy pocos respondieron. Además recibió fuertes presiones de la Curia y de los sectores más conservadores, contrarios a la aprobación moral de la píldora anticonceptiva (entre ellos uno de los más activos detractores de la píldora fue Karol Wojtyla, que más tarde sería el papa Juan Pablo II). Finalmente, el pontífice, aislado y presionado, publicó su encíclica "Humanae vitae" en la que manifestaba explícitamente su desaprobación a los anticonceptivos orales (25 de julio 1968).
A pesar de esta reprobación, la píldora se había ya implantado con fuerza y encontró en los movimientos feministas, en los hippies y en los jóvenes de la revolución del 68 sus más firmes defensores. Su consumo se extendió considerablemente.
Lo que ahora se discute es si merece la pena seguir respetando una semana de descanso mensual como se ha venido haciendo durante 60 años. Muchos especialistas creen que no es necesario y que los anovulatorios podrían administrarse sin interrupciones. De hecho ya hay algunas marcas en el mercado con este sistema.
Lo que ahora se discute es si merece la pena seguir respetando una semana de descanso mensual como se ha venido haciendo durante 60 años. Muchos especialistas creen que no es necesario y que los anovulatorios podrían administrarse sin interrupciones. De hecho ya hay algunas marcas en el mercado con este sistema.
Bibliografía
Gaubert C. Attendre 7 jours entre les plaquettes de pilule est finalement inutile : faut-il blâmer le Pape ? Science et Avenir, 25.01.19
https://www.sciencesetavenir.fr/sante/sexualite/le-pape-la-pilule-et-l-inutile-pause-entre-les-plaquettes_131053
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Finley H. Una píldora anticonceptiva temprana (1964) (The Pill): Enovid-E (en un paquete etiquetado como “muestra profesional del médico”), EE. UU. Washington, DC: Museo de la Menstruación y Salud de la Mujer; 2012.
Liao PV. Half a century of the oral contraceptive pill. Historic review and view to the future. Can Fam Physician 2012 Dec; 58(12): e757–e760.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3520685/al
Pablo VI. Encíclica Humanae vitae, Roma 25 de julio 1968. https://www.camilos.es/wp-content/uploads/2018/03/Humanae_Vitae.pdf
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Rock J, Pincus G, Garcia CR. Efectos de ciertos 19-ni esteroides en el ciclo menstrual humano normal. Ciencia. 1956; 124 (3227): 891-3.
Seaman B. El mayor experimento jamás realizado en mujeres. Explosionando el mito del estrógeno. 2ª ed. Nueva York, NY: Hyperion Books; 2003.