viernes, 9 de octubre de 2020

¿Son totalmente inocuos los tintes capilares?

La Anunciación (Fra Angélico, Madrid) - Wikipedia, la enciclopedia libre



Fra Angelico (Guido de Pietro)

La Anunciación 

(1530-1532)

Oro y temple sobre tabla 
Museo del Prado. Madrid.    




Una de las obras que he contemplado con más atención y placer en mis numerosas visitas al Museo del Prado es este retablo de La Anunciación, un prodigio de delicadeza y sensibilidad pictórica. Se trata de una de las obras más características del fraile dominico y pintor del convento de San Marco Guido de Pietro (1395-1455), al que más tarde se le daría el nombre de Fra Angelico. Como otras de sus obras, está realizada con la minuciosidad y detalle de las miniaturas medievales, aunque su composición es ya plenamente renacentista. La escena central representa el momento de la Anunciación a María por el arcángel Gabriel en el marco de un pórtico, mientras que en lontananza aparece la expulsión de Adán y Eva del paraíso. El artista transmite así la idea que los efectos del pecado original (expulsión del paraíso) serán reparados por la inminente encarnación de Jesucristo, que llevará a cabo la Redención. La pintura de Fra Angélico es de una delicadeza y detalle que merecen ser observados con atención. 

Entre muchos otros detalles, al mirar el cuadro nos llama la atención el color rubio del cabello presente tanto en la Virgen como en el arcángel Gabriel. Incluso, en un lado, las figuras de Adán y Eva también aparecen con el cabello teñido de rubio. Un color que encontramos repetido en muchas pinturas y esculturas policromadas de los s. XIV y XV. 
Efectivamente, el uso de los tintes capilares, y especialmente los de color rubio fue frecuente fue cada vez más frecuente desde finales del s. XII-XIII.  Era usado tanto por mujeres como por hombres, y llegó a ser un fenómeno generalizado. 
Una muestra de ello son también las recetas medievales para teñir el pelo, como las que se encuentran en la obra de cosmética del siglo XII De ornato mulierum, de Trotula de Salerno:
PARA TEÑIR EL CABELLO DE RUBIO: 
1) Tomar la cáscara de una nuez y la corteza del nogal y hervirlas en agua. Con esta agua mezclar alumbre y manzanas de roble (excrecencia de color negro que se produce en el árbol por picaduras de insectos), y con estos ingredientes mezclados embadurnar el pelo (habiéndolo previamente lavado), poniendo sobre el pelo hojas y sujetándolas con una venda, por 2 días. Luego peinarlo bien, de modo que cualquier exceso sea eliminado. A continuación, poner un colorante hecho de: azafrán, sangre de drago y henna. Dejar reposar por 3 días y al 4º día lavar el pelo con agua caliente. Y el color no se quitará fácilmente. 
2) Pulverizar hojas y raíces de una col y mezclarlas con ralladuras de marfil, y dará un amarillo puro. Con el polvo obtenido lavarse el cabello y quedará dorado. 
PARA ACLARAR EL COLOR DEL CABELLO: 
Después de salir del baño, lavarse el cabello con un limpiador que se prepara con los siguientes ingredientes: cenizas de hojas de parra, paja de cebada, regaliz, y pan porcino (ciclamen de hojas rosadas). Hervir la paja de cebada y el ciclamen en agua. En un pote con dos o tres pequeños agujeros en su base, poner la cebada, las cenizas y el ciclamen. Verter encima el agua en la cual fueron hervidas la cebada y el ciclamen, la cual drenará por los agujeros de la base. Con el producto obtenido, lavarse la cabeza, y dejarla secar sola. El pelo quedará dorado y brillante.


Dos retratos del condottiero Francesco Sforza.
Arriba, con la cabeza descubierta y sin teñir, mostrando su cabello canoso.
Abajo, cubierto con un bonete y con el cabello teñido. 



Aunque los tintes capilares no eran usados solamente por mujeres, ni tampoco se limitaban al color rubio. Los hombres también se teñían el pelo, y se podía recurrir a otras tonalidades. Tenemos constancia, (por los retratos) que el condottiero Francesco Sforza (1401-1466), el fundador de la dinastía de los Sforza milaneses, se teñía el cabello de color oscuro, para no mostrar sus canas en público, y solía cubrir su calvicie con un  bonete. 

Posteriormente estos ingredientes naturales han sido sustituidos por productos químicos, mucho más eficaces. Su uso es plenamente vigente. Según las estadísticas, actualmente en Europa y en los EEUU, entre un 50 % y un 80 % de las mujeres  y un 10 % de los hombres de más de 40 años se tiñen habitualmente el cabello. 

Pero recientemente, el Centro Internacional de Investigación sobre el cáncer (CIRC), una agencia de la OMS, ha clasificado los tintes del cabello como cancerígenos (grupo 2A) en el caso de una exposición profesional (peluqueros, operarios industriales).  La exposición a estos agente por uso personal ha sido considerada como "no clasificable"  (grupo 3) y esta consideración puede crear cierta inquietud sobre la seguridad de su uso.

Los colorantes usados como tintes para el pelo son de diversos tipos: oxidantes (permanentes), directos (semi-permanentes o transitorios) y naturales. Los productos que producen un color permanente son los más utilizados, pero también son los más agresivos y son los que plantean más dudas sobre su inocuidad. Para precisar mejor los riesgos del uso personal de los tintes permanentes, un equipo norteamericano ha analizado los datos de más de 117.000 participantes en la Nurses’ Health Study, realizándose un seguimiento durante 36 años.

Los resultados de este estudio son relativamente tranquilizadores. No se ha observado aumento de la incidencia de la mayoría de cánceres, ni incremento de la mortalidad por esta causa, en los participantes del estudio, que se teñían el cabello habitualmente con tintes permanentes. Sin embargo, se pudo detectar un ligero aumento de los casos de carcinoma basocelular cutáneo y de cáncer de ovario y de mama, aunque los aumentos son tan ligeros que no pueden considerarse como significativos, en opinión de los autores de la investigación. Es necesario efectuar estudios más completos teniendo en cuenta variables como genotipos, tiempo de exposición al tinte y distinguiendo entre los diversos colorantes utilizados.  



Bibliografía

Zhang Y et coll. : Personal use of permanent hairdyes and cancer risk and mortality in US women: prospective cohort study. BMJ 2020;370:m2942

Péluchon R. Coloration permanente et cancer JIM, sept. 2020

jueves, 8 de octubre de 2020

Thomas Sydenham y El Quijote

 






Mary Beale

Retrato de Thomas Sydenham 

Óleo sobre lienzo 
Royal College of Physicians. Londres.     




Thomas Sydenham (1624-1689) fue el representante más destacado de la escuela inglesa en el s. XVII. Por su dominio del diagnóstico y su "ojo clínico" fue apodado "el Hipócrates inglés". Resumió sus conocimientos médicos en el libro titulado "Observationes medicae" (1686) en cuyo prólogo proponía construir una nueva patología basado en la descripción de todas las enfermedades de manera "tan gráfica y natural como sea posible" ordenando los casos observados en la práctica clínica en especies, igual que hacían los botánicos. En este sentido es el precursor de las clasificaciones "more botanico".


La obra de Thomas Sydenham (1723)

En cuanto a lo que se refiere a tratamientos, Sydenham prefería los compuestos de plantas medicinales sobre los medicamentos de origen mineral, utilizando en especial el opio en forma del famoso "láudano de Sydenham". Era un firme partidario del uso terapéutico de esta sustancia, lo que le llevó a decir: 

«De los remedios que ha dado Dios al Hombre para aliviar su sufrimiento, ninguno es tan universal y eficaz como el opio. Si echáramos todos los medicamentos al mar, menos el opio, sería una gran desgracia para los peces y un gran beneficio para la humanidad».

                                                     (Sydenham 1680)

Las clases de Sydenham eran famosas y acudían estudiantes de todas partes para aprender Medicina con él. Un día, tras una de sus clases, un aplicado estudiante se acercó a él. 

- Maestro, que debo hacer para ser un buen médico? 
- Venga a mis clases en la Facultad 
- Ya lo hago, maestro. Todos los días.  
- Lea los grandes tratados de Medicina: Hipócrates, Galeno, Rhazés, Avicena... 
- Claro, maestro. Lo hago. He leído muchos clásicos de la Medicina 
- Aprenda de la práctica. Vaya a los hospitales, hable con los enfermos, explórelos. Intente aprender de su experiencia.  
- Sí, lo hago. Asisto a los enfermos con frecuencia y llevo unos apuntes con mis observaciones ¿Que más puedo hacer?

 


 

Sydenham lo miró fijamente. El ansia de aprender de su discípulo era muy grande, pero pocas cosas más podía recomendarle. 
- En este caso -le dijo despacio- por favor, lea Don Quijote.

"Please, read Don Quixote". Podemos imaginar la perplejidad del joven estudiante. Y sin embargo, no era una "boutade". Leer el Quijote, interesarse por las ansias e ideales  humanos, por su pasión, por los sueños y locuras del personaje. Comprender el mundo, la cultura, la vida, todo lo que nos rodea, ayuda también y mucho, a comprender al paciente. Y por lo tanto nos hace ser mejores médicos. 



Caricatura del Dr. José de Letamendi


Un par de siglos más tarde, José de Letamendi (1828-1897) que fue catedrático de anatomía en Barcelona y de patología general en Madrid, y un hombre que desarrolló una actividad humanística tan amplia que fue considerado un genio de su tiempo, resumía en la siguiente frase, el mismo sabio consejo de Sydenham: 
"Un médico que solamente sabe Medicina, ni tan sólo Medicina sabe, porque no es un buen médico".
Y efectivamente, los médicos debemos comprender el mundo, la cultura, en toda su extensión, porque necesitamos comprender al enfermo, a los seres humanos, inmersos de forma inseparable en este continente.   

miércoles, 7 de octubre de 2020

Los ciegos de Brueghel

 






Pieter Brueghel El Viejo 

La parábola de los ciegos

(1568)

Temple sobre lienzo 86 x 154
Museo de Capodimonte. Nápoles. 




El cuadro que comentamos hoy es una obra de Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), un pintor flamenco, uno de los grandes maestros del s. XVI. Junto al Bosco, Van Eyck y Rubens está considerado uno de los cuatro grandes de la pintura flamenca de esta época. Su pintura, rica en detalles, plasma muy bien el paisaje y las costumbres de Flandes, y en ella se halla siempre algún motivo irónico o satírico. En muchas ocasiones plasma diversos aforismos o refranes flamencos.  

La escena de esta pintura representa seis ciegos que caminan en hilera, uno delante de otro. El de delante, que hace de guía, también es ciego, y por no ver bien el camino cae en un agujero. El siguiente ciego se está ya tambaleando tras el primero. El tercero, conectado con el segundo, sigue a sus predecesores. El quinto y el sexto aún no saben lo que está pasando, pero al final acabarán cayendo también en el agujero. La obra se basa en un pasaje del Evangelio, en el que Jesucristo compara la obcecación de los fariseos diciendo: 

"Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo”.

                                                                (Mateo 15,14) 

Al escoger y representar esta escena Brueghel tiene una intencionalidad moral, denunciando que a veces el fanatismo ideológico de ciertos hombres públicos, que arrastra a un pueblo incapaz de enjuiciar las situaciones por sí mismo y siguen las indicaciones recibidas sin ningún análisis. Si ciegos son los líderes ineptos e irreflexivos, ciego es todo aquel que les sigue sin reflexión alguna. Todos irán al desastre por irresponsables.  La ceguera representada es ante todo, una ceguera moral, una sarcástica crítica de los dirigentes religiosos y políticos, que no ha perdido vigencia a pesar del paso del tiempo. 

El artista expresa la inevitable caída con gran fuerza recurriendo a una gran diagonal descendente formada por cabezas y brazos de las víctimas sostenidas a lo largo de la imagen y subrayadas por diagonales paralelas. El suelo inclinado y la posición de los bastones y muletas refuerzan más todavía la sensación de caída irremediable. Hacia el final de su corta vida, Brueghel comenzó a dedicar un gran esfuerzo a explorar la idea pictórica de la figura que cae y su investigación culmina con este cuadro. 

El fondo del cuadro se enriquece con un detallado paisaje tomado de la verde campiña flamenca. Es un paisaje que podemos situar  en Pajottenland, una comarca al sudoeste de Brabante, entre los ríos Zenne y Dender, cerca de Bruselas. Se pueden reconocer perfectamente en el cuadro las colinas y prados, e incluso la iglesia que figura en el cuadro de los ciegos, en Sint-Anna-Pede. 

Pero para los ciegos no existe el amable paisaje flamenco ni los lirios del arroyo ni la colina suavemente ondulada del fondo ni la pequeña iglesia en el prado junto a la colina. Sus ojos vacíos, sus cabezas explorando en todas direcciones la oscuridad que los rodea impresionan vivamente. 



El segundo ciego

Desde el punto de vista médico, la precisión de la pintura de Brueghel nos permite diagnosticar a algunos de los ciegos del cuadro. 

El primer ciego ha caído ya en el hoyo, y no podemos ver sus ojos, por lo que no podemos identificar su tipo de ceguera. Pero sí podemos hacerlo con el segundo, en el que se observa con claridad una enucleación bilateral de los globos oculares. La enucleación podría ser el resultado de una batalla, de un accidente o de una reyerta, aunque también hay que considerar que en aquel tiempo era relativamente común arrancar los ojos a los nobles acusados de traición o vencidos en las guerras. Sea cual sea la causa, las vacías cuencas de los ojos del segundo ciego constituyen uno de los detalles más impresionantes de la obra. 



El tercer ciego, que presenta un leucoma corneal en el ojo derecho. 


El tercer ciego, con la cabeza cubierta por un casquete oscuro, está de perfil, por lo que solamente podemos ver su ojo derecho, en el que presenta un leucoma corneal.

El cuarto ciego, tocado con un sombrero, alza en un dramático gesto la cabeza, y  presenta signos de una ptisis bulbi grave. 



El cuarto ciego, afecto de una ptisis bulbi grave

El quinto ciego lleva un sombrero calado, por lo que sus ojos quedan ocultos. Esta imagen, de un personaje que no ve por llevar un sombrero que le priva la vista, aparece frecuentemente en los cuadros de Brueghel. Tal vez se quiera representar a un personaje que no siendo ciego, prefiere no ver con sus propios ojos, y seguir "ciegamente" el camino trazado por el líder: pura imagen simbólica del fanatismo. 




Los tres últimos ciegos. El quinto ciego lleva los ojos tapados por un sombrero.
El últiimo presenta cataratas. 


Finalmente el sexto ciego, el último de la fila, presenta signos de padecer dos cataratas hipermaduras.

En definitiva, la precisión de la pintura de Brueghel hizo que se fijara en estos detalles, que tal vez pasarían desapercibidos en una representación superficial, pero que permite no solo apreciar el claro carácter simbólico de la obra sino también las alteraciones oftalmológicos que permiten aventurar el diagnóstico de algunos de estos personajes. 


martes, 6 de octubre de 2020

Neuronas conservadas dos mil años





Neurona preservada

(s. I d.C.) 

Fotografía al microscopio electrónico 
de restos humanos 
Herculano (Italia) 


Hace poco (3 octubre 2020) se han podido aislar neuronas humanas perfectamente conservadas en una víctima de las erupciones del Vesubio del año 79, y que sepultó Herculano, Pompeya y toda el territorio en un círculo de 20 Km de distancia del volcán. Herculano era una ciudad de 5000 habitantes situada a 8 Km del Vesubio, que quedó sepultada por lava de forma mucho más rápida que Pompeya.



Herculano. Vista de una calle (Cardo IV inferior) 



Una vista de las casas de Herculano

El interesante descubrimiento ha sido llevado a cabo por el equipo del antropólogo forense Pier Paolo Petrone, director del Laboratorio de Osteobiología Humana y Antropología Forense del departamento de Medicina Legal de la Universidad de Nápoles Federico II, en colaboración con geólogos, arqueólogos, biólogos, médicos forenses, neurogenetistas y matemáticos de diversos centros de investigación (CEINGE-Advanced Biotechnology, la universidad Roma Tre de Roma, la Estatal de Milán y el Consejo Nacional de Investigación). Las investigaciones se han podido realizar a pesar de las restricciones impuestas por la pandemia de Covid-19, y ha sido publicado en la revista científica PLOS ONE. 



Herculano. Casa Graccio



Herculano. Casa de Telefo

El hallazgo de tejido cerebral en restos humanos es un hecho bastante insólito y poco frecuente, pero encontrar estructuras preservadas de un sistema nervioso de hace casi 2.000 años es algo absolutamente excepcional, sin precedente alguno hasta la fecha. 

La lava de la erupción volcánica sepultó en pocas horas la ciudad de Herculano, lo que ha permitido que la conservación de la ciudad sea en general mucho mejor que la de su vecina Pompeya. En Herculano, por ejemplo, se han preservado incluso muebles de madera. 

Esta súbita irrupción de material incandescente, ha permitido la conservación de restos biológicos de todo tipo, incluyendo restos humanos. Usando técnicas avanzadas e innovadoras de microscopía electrónica del Departamento de Ciencias de la Universidad de Roma Tre, una destacada universidad italiana, se ha podido constatar que las estructuras neuronales se vitrificaron súbitamente, lo que sucedió gracias al rápido enfriamiento de las cenizas volcánicas que llegaron a Herculano en la primera fase de la erupción.  



Herculano. Termas masculinas. 


Gracias a este proceso de vitrificación inducido por la erupción, el tejido nervioso de la víctima sufrió una especie de "congelación", que ha podido conservar las estructuras del sistema nervioso hasta hoy. Para que el tejido cerebral se someta al proceso de vitrificación, el tejido ha de haberse "quemado" rápidamente a una temperatura abrasadora, tal vez tan alta como 520° C, y luego enfriarse rápidamente. Este tipo de fenómeno es extremadamente raro, aunque ocurrió un proceso similar para las víctimas del bombardeo de Dresde en la Segunda Guerra Mundial. 

El estudio ha constatado también la presencia de algunas proteínas, que ya habían sido motivo de un trabajo publicado en New England Journal of Medicine a principios de este mismo año. Un aspecto relevante que podría ayudar a investigar los genes que codifican las proteínas aisladas del tejido nervioso humano vitrificado. Estos genes son excepcionalmente importantes para las funciones neuronales, ya que sus mutaciones se detectaron en pacientes con patologías cerebrales. Por ejemplo, MED13L, cuya proteína relacionada se encontró en el cerebro vitrificado, se encuentra con particular abundancia en el cerebelo adulto y sus mutaciones se detectaron en pacientes con discapacidad intelectual.  Todas las transcripciones genéticas identificadas estaban presentes en diversas áreas del sistema nervioso central (corteza cerebral, cerebelo, hipotálamo, hipocampo, médula espinal...) 




Pompeya. Moldes de cuerpos humanos preservados por la lava.


De momento se continuarán estudiando los aspectos bioantropológicos y vulcanológicos derivados de este hallazgo. El equipo multidisciplinar destaca el interés histórico y arqueológico de esta investigación y también su posible aplicación a la gestión futura de catástrofes naturales similares. Según Francesco Sirano, Director del Parque Arqueológico de Herculano, este excepcional descubrimiento también pone en valor el interés y el carácter único de este yacimiento arqueológico. 


Bibliografía

Ercolano, eruzione del 79 dC: Scoperti neuroni perfettamente preservati nel cervello vetrificato di una vittima. La Reppublica 3 de octubre 2020. 

https://napoli.repubblica.it/cronaca/2020/10/03/news/ricerca_eruzione_del_79_d_c_neuroni_perfettamente_preservati_nel_cervello_vetrificato_di_una_vittima-269302022/?fbclid=IwAR1UkKzMSG_kuorT6HbDcS1suRhNfoFou7cn3x7t1L9d-v-18-w-vIFT5ug




lunes, 5 de octubre de 2020

Hígado: adivinación, gastronomía, anatomía.






Hígado de Piacenza

(s. II A.C.) 

Bronce. Época etrusca. 
Museo Etrusco. Roma. 



Esta interesante pieza del Museo etrusco de Roma, representa un hígado de oveja, grabada con incisiones que lo dividen en sectores, y muchas inscripciones. 

Este hígado de bronce era usado por los arúspices, sacerdotes y adivinos, que pronosticaban el futuro contemplando el vuelo de las aves o sacrificándolas, observando sus vísceras. Así pues este hígado era una especie de manual para descifrar las particularidades observadas y relacionarlos con los astros o las 16 regiones celestiales, para así poder establecer el oráculo correspondiente. 


Dibujo de las inscripciones y sectores grabados en el hígado de Piacenza


Las inscripciones han permitido descifrar una buena parte de las constelaciones y espacios celestes, así como numerosas divinidades (algunas propiamente etruscas y otras de origen griego o latino). Así, en el sector celeste noreste se sitúan los grandes dioses superiores, dioses bien individualizados, tales como Júpiter, los Consentí, los Lares, Jano, Juno, Marte y Minerva. Los dioses de la tierra y de la naturaleza, tales como Silvano, Baco, el Sol y Vulcano, se localizan hacia el sur. Los grandes dioses infernales y del hades, como Fortuna, y los dioses Manes y Saturno, habitaban el poniente (por donde muere el sol en el ocaso). 

A pesar de su finalidad adivinatoria, el hígado de Piacenza es probablemente una de las primeras representaciones anatómicas de esta víscera. Los griegos conocían a ester órgano como ήπατος (hepatos) y de este nombre derivan muchos de los términos griegos relacionados con el hígado: hepatocito (célula del hígado), hepatitis (inflamación del hígado), hepático (relativo al hígado), hepatomegalia (aumento de tamaño del hígado), hepatólogo (médico que trata las enfermedades del hígado), hepatotóxico (tóxico para el hígado), etc.




Escultura romana del Niño de la Oca. (s. II)
Musée du Louvre. París. 


Los romanos, primitivamente conocían el hígado como jecur. Sin embargo esta voz no ha dado ningún derivado en las lenguas romances, e incluso desapareció del latín.

El motivo no tiene nada que ver con la medicina, sino con la gastronomía. A los romanos les gustaba mucho el hígado graso de las ocas, lo que hoy se conoce universalmente con su nombre francés, foie-gras. Este delicioso manjar es en realidad una esteatosis hepática, es decir el depósito anormal de grasa en el hígado de un pato o de una oca como consecuencia de una alimentación forzada y excesiva, generalmente de maíz. Los romanos no disponían de maíz (cereal originario de América y que no llegó a Europa hasta el s. XVI), pero sobrealimentaban a las ocas con higos (ficus). El hígado así obtenido se denominaba jecur ficatum, es decir "hígado preparado con higos".



Frank Netter. Dibujo anatómico del hígado



El gran consumo que hacían los romanos de este tipo de delicadeza culinaria, hizo que poco a poco se fuese simplificando su denominación, quedando solamente en ficatum. El primitivo término de jecur fue abandonándose progresivamente hasta olvidarlo. En el latín tardío el nombre de la víscera, preparada o no, fue siempre ficatum. Y así pasó después a todas las lenguas romances: fígado en gallego y portugués, fetge en catalán, foie en francés, fegato en italiano. En castellano medieval dió fígado, que más tarde, como tantas otras palabras, transformaría la f en h resultando la palabra hígado actual.

Una curiosa evolución etimológica que llegó a la anatomía y a la medicina de la mano de la gastronomía. Aunque hay que decir que también era la consecuencia de un proceso patológico (en las ocas)



¿Qué es el hígado graso?