Cantigas en loor de Santa María
(Cantiga 91)
Miniatura Códice Rico
Biblioteca del Real Monasterio del Escorial
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El rey castellano Alfonso X recogió un grupo de poemas llamados cantigas, ya que estaban musicados y eran cantados por los juglares a lo largo del camino de Santiago y en las romerías marianas. El tema común de estos poemas es la loanza de la Virgen relatando diversos milagros obrados por su intercesión. Las historias que allí se relatan nos dan una preciosa información sobre como era la vida y costumbres en el s. XIII. Y también de muchos aspectos médicos o epidemiológicos.
En la Cantiga 91 por ejemplo, se cuenta una historia sucedida en el santuario de Soissons (Francia). Allí tuvo lugar una intoxicación masiva por consumo de centeno parasitado por el cornezuelo. Hoy conocemos a esta intoxicación como ergotismo, y en aquel momento era denominada "Mal de San Marçal" (en otros lugares "Mal de San Antonio").
"Por yerros que habían cometido, Dios les mandó para su castigo y confusión este fuego que llaman de San Marçal (...) y era de tal naturaleza aquel mal, como he sabido, que primero les tomaba un frío, y después se quemaban peor que con fuego (...) Porque los miembros se les caían, y de ninguna manera podían comer ni dormir, ni sostenerse en pie, y antes preferían ser muertos que sufrir tan descomunal dolor"
La aparición de la Virgen, que desciende del cielo envuelta en deslumbrante luz, produce la curación de estos enfermos, obrando así el milagro.
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Los juglares difundían las cantigas por calles y plazas |
En el texto encontramos perfectamente descritos los síntomas de esta enfermedad, producida por la intoxicación por el cornezuelo de centeno. Se trata de un hongo parásito de este cereal (Claviceps purpurea), que se presenta con el aspecto de un pequeño cuerno negruzco en las espigas de centeno. El pan oscuro, de centeno, era el principal alimento de las clases populares (el pan blanco de trigo solía ser privilegio de los caballeros) y la parasitación por cornezuelo estaba muy extendida. Al moler el cornezuelo se origina un polvillo rojizo, que pasaba desapercibido al mezclarse con la harina oscura del centeno. El alcaloide responsable de esta intoxicación era la ergotamina (de la que deriva el ácido lisérgico), que producía alucinaciones, convulsiones y vasoconstricción arterial que podía conducir a la necrosis de los tejidos y aparición de gangrena en las extremidades. La ergotina fue luego usada farmacológicamente, para detener las hemorragias del parto, dando lugar a un floreciente comercio.
Tenemos referencias de diversas epidemias de ergotismo, documentadas desde el s. IX al XVII, y que coincidían con malas cosechas y períodos de hambre, en los que los campesinos tenían una deficiente alimentación, probablemente basada solo en algunos mendrugos de pan negro contaminado. La última gran epidemia conocida de ergotismo en Europa tuvo lugar en Francia en 1951.
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Espiga de centeno parasitada por el cornezuelo (Claviceps purpurea),
llamado así por crecer en forma de pequeños cuernos negruzcos. |
Probablemente, las causas que favorecieron los brotes epidémicos de ergotismo fueron por una parte, las altas condiciones de humedad de ciertas zonas y añadas, que propiciaron una masiva parasitación del centeno, y por otra parte, la amplia demanda de pan de centeno parasitado (y de gachas de este cereal, de muy alto consumo entre los campesinos medievales) por la carestía de trigo.
El cuadro clínico del ergotismo,
fuego de San Marçal, o mal de San Antonio, podía presentarse de dos maneras:
Ergotismo agudo, caracterizado
por fuertes convulsiones espasmódicas en ambas extremidades, crisis epilépticas
y parestesias. Durante las crisis convulsivas, el enfermo se movía
incontroladamente, como en otras patologías “danzantes” (mal de San Vito o
corea . La
causa de estas convulsiones está en la acción de la cornutina, que actúa sobre
el sistema nervioso, pudiendo también causar alucinaciones. En estos casos, el
afectado recibía el nombre de “contracto”, por las fuertes contracciones que
padecía. Podría ser el caso de la cantiga 77, en la que aparece una mujer
contreita de pes e manos, aunque también pudiera tratarse de una artritis
reumatoide o de lesiones de lepra con afectación de los nervios periféricos. En algunos casos podía sobrevenir la muerte
por parálisis respiratoria.
Ergotismo crónico, caracterizado por una intensa
vasoconstricción periférica. La enfermedad empezaba con un frío intenso y
repentino en todas las extremidades para convertirse después en una sensación
de quemazón aguda y por eso era también era conocida como mal de los ardientes. Esta sucesión de fenómenos la encontramos
bien descrita en la cantiga 91. En ella se describe la sensación inicial de
frío en las extremidades (por la intensa vasoconstricción) seguida después por
la característica sensación de ardor. También en la Cantiga 37, se describe un pie
con gran ardor. La
isquemia en piernas podía conducir a la gangrena, con trombosis o vasculopatías
en órganos como orejas, nariz y dedos. Muchas víctimas lograban sobrevivir pero
quedaban mutiladas: podían llegar a perder una o más extremidades. Tales
mutilaciones propician ciertas confusiones o dudas diagnósticas entre las
descripciones del fuego de San Marçal y la lepra (y todavía más en la época medieval ya que los cuadros clínicos todavía estaban muy mal definidos). Esta es la duda que nosotros mismos nos planteamos
en el caso de la cantiga 83, en la que se describe una mujer con lesiones en la
cara. Sin embargo, en general, los leprosos presentaban preferentemente estas
secuelas en la cara (facies leonina), mientras que en el ergotismo eran más
frecuentes las amputaciones en las extremidades.
La gangrena en extremidades ocasionaba la necrosis del órgano afecto y la
amputación del mismo.
A estos enfermos se les llamaba desmembrados o stropiat . El dolor que experimentaban debían de ser muy intenso,
como atestigua la cantiga 131 encontramos descripciones parecidas.
Tan intenso era el dolor que a veces se usaba como una terrible maldición. Así,
Rabelais hace exclamar a Gargantúa:
“Mal
fuego de San Antonio le queme la tripa cular al orfebre que las hizo y a la
doncella que las llevaba” (Gargantúa, cap. XIII)
En todos los casos, el ergotismo
se acompañaba de un síntoma común, la fiebre alta, acompañada de extrañas
visiones y alucinaciones. Actualmente se han aislado entre los alcaloides de Claviceps purpurea sustancias afines a
la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) que explican tales alucinaciones.
Otros síntomas acompañantes del cuadro son sedación, hipotensión, vómitos,
cefaleas, paraplejias, y ocasionales infartos de miocardio.
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Ilustración de las Cantigas de Santa María. |
En un Códice de las Cantigas de Santa María se puede ver ilustrada la Cantiga 91 con una miniatura en la que se pueden ver las amputaciones distales de los enfermos de ergotismo (Véase la ilustración que encabeza esta entrada) En otras Cantigas también encontramos otras alusiones a esta enfermedad, como en la Cantiga 37 relata el caso de un enfermo que tuvo
que recurrir a la amputación de la extremidad.
La cantiga 134 cuenta la de otro enfermo que fue sometido a la amputación de la
pierna y que tras la intervención la fue a arrojar al río. En la cantiga 81 se refiere el caso de una mujer, ya que la enfermedad afectaba por igual a ambos sexos. También afectaba tanto a niños como a adultos (como se describe en la cantiga 53)
Texto de la Cantiga 91
Como Santa María deceu do céo en ũa eigreja ante todos e guareceu quantos enfermos i jazían que ardían do fógo de San Marçal.
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A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal,
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tant' á en si gran vertud' | esperital.
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E porên dizer-vos quéro
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entr' estes miragres séus
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outro mui grand' e mui féro
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que esta Madre de Déus
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fez, que non póden contradizer judéus
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nen eréges, pero queiran dizer al.
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A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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Aquest' avẽo en França,
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non á i mui gran sazôn,
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que os ómes por errança
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que fezéran, déu entôn
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Déus en eles por vendeita cofojôn
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deste fógo que chaman de San Marçal.
A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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E braadand' e gemendo
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fazían-s' entôn levar
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a Saixôn lógo correndo
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por sa saúd' i cobrar,
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cuidand' en todas guisas i a sãar
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pela Virgen, que aos coitados val.
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A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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E éra de tal natura
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aquel mal, com' aprendí,
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que primeiro con frïúra
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os fillava, e des i
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queimava peior que fógo; e assí
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sofrían del todos gran coita mortal.
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A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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Ca os nembros lles caían,
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e sól dormir nen comer
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per nulla ren non podían
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nen en séus pées s' erger,
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e ante ja querrían mórtos seer
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que sofrer door atán descomũal.
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A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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Porend' ũa noit' avẽo
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que lume lles pareceu
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grande que do céo vẽo,
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e lógu' entôn decendeu
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Santa María, e a térra tremeu
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quando chegou a Sennor celestial.
A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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E os ómees tal medo
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ouvéron, que a fugir
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se fillaron, e non quedo,
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mais quanto podían ir;
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e ela fez lóg' os enfermos guarir
como Sennor que ennas coitas non fal
A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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A quena chama, fïando
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no séu pïadoso ben,
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ca ela sempre ven quando
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entende que lle convên.
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Porend' a esses enfermos nulla ren
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non leixou do fógo, nen sól un sinal.
A Virgen nos dá saúd' | e tólle mal...
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Bibliografía
Galicia agraria. El cornezuelo del centeno, una historia alucinante
Ortiz de Zárate J (1987) La
manía danzante, el fuego de San Antonio, la locura epidémica y el ergotismo.
Rev. Neurol. Argentina 1987 (13) 268-76; p. 270.
Morán Suárez I. El fuego de San Antonio: Estudio del ergotismo en la pintura del Bosco. Asclepio XLVIII, 2, 1996.
Romaní J, Sierra X, Casson A. Análisis de la enfermedad dermatológica en 8 Cantigas de Santa María del Rey Alfonso X el Sabio. Parte I: Introducción, el monje resucitado "lac virginis", el ergotismo y la lepra. Actas Dermosif 2016:107 (7): 572-576
Sierra X. Lírica galaicoportuguesa medieval. Col·lecció Camí del Sorral. Associació de Relataires en Català. Barcelona, 2013
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