Óleo sobre lienzo 138 x 118 cm
Musée de l'Histoire de France. Versalles.
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Luis XIII de Francia (1601-1643), era hijo de Enrique IV y de María de Médici. Su padre fue asesinado cuando él contaba solamente 9 años de edad y su madre ejerció como regente hasta su mayoría de edad.
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Philippe de Champaigne: Retrato del cardenal Richelieu |
Cuando subió al trono confió gran parte de las responsabilidades de gobierno en el cardenal Richelieu, que actuó como primer ministro desde 1624 y quien en realidad trazó las decisiones políticas más importantes de su reinado. La política de Richelieu, radicalmente contraria a los Habsburgo, hizo que Francia tomara parte en la Guerra de los Treinta años al lado de Suecia y de los príncipes protestantes alemanes. En el interior, su reinado se caracterizó por las luchas de católicos y hugonotes y las numerosas conspiraciones que se tramaron contra el poder de Richelieu.
Luis XIII había nacido en el castillo de Fontainebleau. Creció en el castillo de Saint-Germain-en-Laye, donde pasó una infancia triste y melancólica. La infancia del futuro Luis XIII estuvo marcada por el asesinato de su padre y también por la ausencia de su madre, María de Médicis, que como regente se debía ocupar de los asuntos de gobierno y que lo trató siempre de forma distante y poco afectuosa. En el castillo se criaban también sus hermanastros, hijos bastardos de Enrique IV, que era conocido por su vida sexual muy promiscua. El ambiente del castillo no era al parecer muy ordenado. Un diplomático italiano, escribiría en 1608 no haber visto un desorden más grande que el de la corte de Francia. Tal vez por eso, el futuro rey concibió desde entonces una gran aversión por el desorden y la depravación.
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Retrato de Luis XIII a los nueve años de edad. |
Conocemos gran número de datos de este período infantil del rey gracias al protocolo dejado por su médico personal, el Dr. Héroard, que anotaba minuciosamente en su diario no sólo los detalles relativos a la salud de su paciente, sino cualquier cosa por mínima que fuera realizada por el joven príncipe. Diariamente, apuntaba detalles como el pulso, la temperatura, la orina, las deposiciones, la comida. El diario de Héroard es de gran valor para conocer con todo detalle los hábitos alimentarios de su tiempo.
La atenta mirada del médico nos proporciona detalles increíbles, como por ejemplo que la primera papilla le fue suministrada con sólo 17 días de edad. También describe los aspectos patológicos de su infancia: párpados hinchados, aparición de rosetas en su piel, sarpullidos en la cara. Algunos detalles nos permiten reconstruir la afectación patológica con criterios actuales como las supuraciones tras las orejas (probablemente impétigo), y la cabeza llena de granos y sarna ("la sarna que le rodeaba toda la cabeza como una corona") que pudiera ser la descripción de una tiña del cuero cabelludo.
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Héroard, médico real de Luis XIII, que anotaba los más mínimos aspectos de su vida privada. |
Los detalles que permiten inferir una ausencia casi total de aseo y limpieza son constantes. Durante el primer año de vida se comenta casi a diario que el niño es "peinado y vestido", pero solamente una vez aparece la palabra "lavado". Llama la atención la total ausencia de baños y lavados, que se limitan al lavado de las manos tras las comidas. Los hábitos higiénicos del príncipe eran inexistentes. Las piernas del joven delfín no se lavaron nunca antes de los 6 años de edad. Tras ser bañado al nacer, Luis XIII no volvió a recibir un baño completo hasta los siete años de edad.
En aquellos tiempos se creía que los baños eran perjudiciales, ya que el agua podía ablandar la piel y abría los poros facilitando la entrada de las enfermedades en el organismo. Para evitarlo, se tomaban los ocasionales baños con mallas muy ajustadas al cuerpo, protegiendo la piel con aceites de rosa o de mirtilo, para "cerrar" los poros. Por eso los propios médicos recomendaban bañarse poco y con gran cautela. En todo caso el baño caliente estaba siempre terminantemente prohibido, y debía sustituirse por el aseo seco: frotar el cuerpo con toallas y paños perfumados para combatir los malos olores.
Algunas creencias populares reforzaban la aversión a los baños. Se creía que los cursos fluviales eran especialmente peligrosos para las mujeres pues si se había bañado algún hombre con trazas de semen en su cuerpo o en su ropa y se bañaba ahí una mujer, era probable que pudiera quedar embarazada ya que el esperma podría entrar por los poros de su piel. Incluso Lope de Vega, en una carta al Duque de Sessa comentaba que un convento de Portugal tuvo que trasladarse de lugar, ya que inicialmente estaba junto a un río, donde se lavaba la ropa de los monjes, lo que provocaba que las mujeres del pueblo cercano, se quedaban preñadas con frecuencia "por beber el agua de la corriente".
Volviendo a la escasa higiene de Luis XIII se cuenta que ya en su edad adulta, un cortesano se atrevió a coger una brizna del cuello del rey. El monarca le preguntó que era y el cortesano le contestó que era un piojo. El rey no se mostró molesto y le respondió: "Señal que soy un hombre". Lo que indica la gran frecuencia de estos parásitos en aquel tiempo.
A los pocos días otro cortesano, conocedor de la anterior anécdota, intentó congraciarse con el rey cogiendo de su vestido otra suciedad. Nuevamente el rey preguntó que qué era, y el cortesano, solícito le dijo que era una pulga. "¿Acaso crees que soy un perro?" le dijo, muy enojado, Luis XIII, girándose. Ni que decir tiene que el segundo cortesano cayó en desgracia inmediatamente.
Por estos indicios podemos comprender la escasa higiene que imperaba en el s. XVII incluso en las cortes reales europeas.
Bibliografía
Foisil M. La escritura del ámbito privado. En: Ariès Ph. y Duby G. Historia de la vida privada. (3º volumen: Del Renacimiento a la Ilustración) Madrid. Ed. Taurus, 1989.
Vigarello G. Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media. Ed. Altaya. 1997.
Tostado FJ. El siglo de oro, una época un poco... sucia. Blog Historia Medicina y otras artes. https://franciscojaviertostado.com/2014/09/15/el-siglo-de-oro-una-epoca-un-poco-sucia/