Jean Geoffroy
El día de visita al hospital (1889)
Óleo sobre lienzo. 120 x 95 cm.
Musée d’Orsay. París |
El cuadro representa una visita de un familiar a un muchacho, visiblemente pálido, ingresado en un hospital. La escena nos proporciona mucha información sobre como eran estos establecimientos los a finales del s. XIX. Las camas se alineaban paralelamente en grandes salas y unas cortinas de separación les proporcionaban una cierta intimidad en determinados momentos del día.
Actualmente, los hospitales disponen en general de habitaciones más pequeñas, con menos camas, aunque persisten en muchos casos las cortinas de separación. Las cortinas también suelen estar presentes en los Servicios de Urgencias. Y de estas cortinas, precisamente, hablaremos hoy.
Si bien estas cortinas son útiles para permitir una cierta intimidad y al mismo tiempo posibilitan una fácil movilidad y plasticidad del espacio, también tienen serios inconvenientes. Entre sus pliegues y costuras se albergan bacterias multirresistentes que pueden contaminar a los pacientes hospitalizados. Esto al menos es lo que se desprende de las conclusiones de un estudio multicéntrico realizado en Michigan y que ha sido presentado al Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Amsterdam 13-16 de abril 2019).
Los investigadores tomaron 1.500 muestras de las cortinas de 625 habitaciones de hospital. Las muestras se tomaron del borde de las cortinas (zona que generalmente es la más tocada con las manos). Las primeras muestras se tomaron al ingreso de un nuevo paciente y luego se repitieron periódicamente durante todo el tiempo que permanecieron en el hospital (los que estuvieron más tiempo permanecieron 6 meses).
El resultado fue bastante alarmante. Se encontraron bacterias multirresistentes en un 22% de los casos. De ellas, un 14% correspondían a enterococos resistentes a la vancomicina; más de un 6% bacterias Gram negativas resistentes; y casi un 5% Staphilococcus aureus resistente a la meticilina, todas ellas bacterias potencialmente mortales.
En más de un 15% de los casos los pacientes ingresados eran portadores de la misma especie de bacteria que la que se encontraba en la cortina de su habitación. Y cada vez que eran portadores de enterococos resistentes a la vancomicina o estafilococos dorados resistentes a la meticilina, también se encontraron estos gérmenes en sus cortinas. Los investigadores creen que en la mayoría de los casos las bacterias pueden haber pasado del paciente a la cortina, pero aceptan que el camino inverso es también posible. Además desde la cortina pueden contaminar otros objetos de la habitación, que actuarían como fomites, multiplicando el peligro.
Aunque los protocolos varían según los diferentes hospitales, las cortinas suelen cambiarse de promedio cada seis meses, o bien cuando se ven claramente sucias. Probablemente, tras este estudio (cuyos resultados deberán corroborarse con otros estudios complementarios) se tenga que replantear el tratamiento de las separaciones textiles, estableciendo nuevas normas de higiene para evitar estos potenciales focos de infección.
Según la OMS, si no se establecen actuaciones adecuadas, las infecciones por bacterias multirresistentes serán un importante prob lema en los próximos años. Si siguen aumentando al ritmo actual se calcula que en 2050 podrían causar la muerte de 10 millones de personas, una abultada cifra si se tiene en cuenta que se esparan 8 millones de muertes por cáncer en este año.