Perro moloso Escultura de mármol (copia romana de una estatua helenística del s. III a.C.)
Museos Vaticanos. Roma.
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Los perros han acompañado a los humanos desde tiempos prehistóricos. Usados para la caza, el pastoreo, proteger la vivienda o solamente como compañía, la leal y prolongada convivencia ha valido a los canes el justo apelativo de "el mejor amigo del hombre". Ya en algunas mansiones de Pompeya encontramos advertencias de que había perros para proteger la casa y sus habitantes de intrusiones ajenas. Los mosaicos romanos con la frase "Cave canem" (Cuidado con el perro) son bastante habituales. Y también algunas esculturas de perros como la que encabeza estas líneas dan fe del cariño con el que -ya desde la antigüedad- los amos quisieron inmortalizar a sus queridos compañeros de cuatro patas.
Mosaicos advirtiendo "CAVE CANEM" (Cuidado con el perro) en la entrada de dos casas de Pompeya. |
Por esto me sorprendió mucho la noticia -aparecida en Washington Post el 31 de julio de 2018- de lo que le sucedió a Greg Manteufel. Este americano de 48 años ha tenido que recurrir a la amputación de las dos manos y las dos piernas para salvar su vida, tras una peligrosa infección, transmitida por un perro. El origen de la enfermedad es una bacteria, Capnocytophaga canimorsus que es transmitida por mordeduras de perro o incluso por el mero contacto de su saliva con una herida abierta.
Fresco románico del ábside de Sant Climent de Taüll. Un perro lame las heridas de Lázaro. MNAC, Barcelona |
C. canimorsus, es un microorganismo que forma parte de la flora bacteriana oral de los perros y gatos. Su prevalencia es de un 19-74% en perros y de un 21-54% en gatos. la bacteria puede producir infecciones en los humanos, que son muy poco frecuentes, aunque pueden llegar a ser graves. Según un reciente estudio publicado en la revista Nature, se conocen nueve cepas de esta bacteria, y solamente tres de ellas (la A, la B y la C) son peligrosas para el hombre. Sin embargo, entre las tres cepas no representan más que un 7,6% del total de la especie, por lo que este tipo de infecciones en humanos son bastante raras. Los autores del artículo señalan algunos factores predisponentes como pueden ser el alcoholismo, el tabaquismo o la edad avanzada. Por otra parte es probable que la mayoría de humanos que desarrollan la infección tengan alterado su sistema inmunitario (algunos de ellos habían sido sometidos previamente a la extirpación del bazo) aunque hay que señalar que se han descrito algunos casos que no presentaban afectación inmunitaria ni ningún factor de riesgo.
C. canimorsus se descubrió en 1961, y desde entonces se han descrito 500 casos de infecciones en humanos. En su gran mayoría la transmisión ha sido por la mordedura de un perro (97%) o de gato (3%), aunque se han descrito algunos casos contagiados a través de arañazos o de lametones en heridas previas.
C. canimorsus se descubrió en 1961, y desde entonces se han descrito 500 casos de infecciones en humanos. En su gran mayoría la transmisión ha sido por la mordedura de un perro (97%) o de gato (3%), aunque se han descrito algunos casos contagiados a través de arañazos o de lametones en heridas previas.
Otto Dix. Hugo Erfurth con perro, Temple y óleo sobre tabla. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid |
Según comenta la noticia del Washington Post, Greg Manteufel había estado en contacto con 8 perros por lo menos (además del suyo) antes de contraer la infección, y no hay manera de saber cual de ellos le transmitió la bacteria. Los síntomas se iniciaron como un cuadro gripal, con fiebre y vómitos. Al día siguiente, la fiebre subió vertiginosamente y empezaron a aparecer hematomas, especialmente por la cara y el torso. La bacteria llegó a la sangre y le produjo una septicemia. Gracias a altas dosis de antibióticos pudo salvar su vida, pero tuvo que someterse a la amputación de manos y piernas, ya que los coágulos habían interrumpido la circulación sanguínea. En Francia se han producido 3 casos fatales parecidos, el último de los cuales tuvo lugar en abril de 2018.
A la vista de esta noticia me viene a la mente la imagen de Lázaro, cuyas úlceras eran lamidas por los perros, repetidamente representada por la iconografía medieval. ¿Corría también él el riesgo de contraer la infección? De hecho, según el relato bíblico, murió aquella misma noche... Tal vez tengamos que tener más presente que nunca la antigua advertencia de las casas romanas: "Cave canem"