John Singer Sergent
Humo de ámbar gris (1880) Óleo sobre lienzo 164 x 115,5 cm Sterling and Francine Clark Art Institute. Williamstown, Massachusetts (EEUU) |
En otras entradas me he referido a mi paseo por el zoco de Damasco en busca de ámbar gris y también he comentado como se origina esta sustancia, excretada por los cachalotes y madurada durante años en el mar. Hoy comentaré algunos aspectos de su historia cultural.
El nombre de la sustancia (ámbar) proviene del latín Ambra, que a su vez la toma del árabe عنبر « anbar », que deriva de la palabra عنابر «anābir» que significa precisamente «cachalote». Pero también es llamativo que ese vocablo contenga cuatro consonantes, ‘ayn, nūn, bā’ i rā’, lo que con frecuencia implica una procedencia distinta a la árabe. Tal vez los árabes lo tomaron del persa, aunque esto es una mera conjetura.
Tenemos referencias de esta preciosa sustancia desde el mundo árabe medieval, donde dejó huella en abundantes textos. Aparece en relatos tradicionales como Las mil y una noches. En su sexto viaje, Simbad el marino lo encuentra en una isla desierta a la que ha sido arrojado tras un naufragio:
También lo encontramos en recetarios médicos como El libro de la almohada, escrito en el s. XI en Toledo por Ibn Wafid, y que refiere como el «ámbar de Medina Sidonia», especialmente apreciado, se recogía en las costas gaditanas. Pero también se encontraba en lugares como Somalia, Borneo o las islas Nicobar.
El nombre de la sustancia (ámbar) proviene del latín Ambra, que a su vez la toma del árabe عنبر « anbar », que deriva de la palabra عنابر «anābir» que significa precisamente «cachalote». Pero también es llamativo que ese vocablo contenga cuatro consonantes, ‘ayn, nūn, bā’ i rā’, lo que con frecuencia implica una procedencia distinta a la árabe. Tal vez los árabes lo tomaron del persa, aunque esto es una mera conjetura.
Tenemos referencias de esta preciosa sustancia desde el mundo árabe medieval, donde dejó huella en abundantes textos. Aparece en relatos tradicionales como Las mil y una noches. En su sexto viaje, Simbad el marino lo encuentra en una isla desierta a la que ha sido arrojado tras un naufragio:
“También había en aquella isla una fuente de ámbar bruto líquido, del color del betún, que manaba como cera derretida por el suelo bajo la acción del sol y salían del mar grandes peces para devorarlo. Y se lo calentaban dentro y lo vomitaban al poco tiempo en la superficie del agua y entonces se endurecía y cambiaba de naturaleza y color. Y las olas lo llevaban a la orilla, embalsamándola. En cuanto al ámbar que no tragaban los peces, se derretía bajo la acción de los rayos del sol, y esparcía por toda la isla un olor semejante al del almizcle”.
(Las Mil y una noches)
Ferdinand Keller: Scherezade y el sultán Schariar (1880) Óleo sobre lienzo 120 x 152 cm |
También lo encontramos en recetarios médicos como El libro de la almohada, escrito en el s. XI en Toledo por Ibn Wafid, y que refiere como el «ámbar de Medina Sidonia», especialmente apreciado, se recogía en las costas gaditanas. Pero también se encontraba en lugares como Somalia, Borneo o las islas Nicobar.
Marco Polo, al hablar de Madagascar, nos comenta que allí era muy frecuente encontrarlo:
«Tienen mucho ámbar, porque en este mar hay ballenas en cantidad, y como las pescan, se procuran el ámbar, pues de ellas lo extraen»
(Marco Polo, Libro de las maravillas 1300).En el s. XVI, León el Africano nos proporciona algunos detalles sobre el cachalote que proporciona el ámbar gris:
"El ambara es un pez temible por su forma y su tamaño. Solamente se le puede ver muerto, cuando la mar lo arroja a la orilla. Su cabeza es extremadamente dura, como si fuese de piedra... Los habitantes de la ribera del Océano dicen que este pez es el que segrega el ámbar, pero están en desacuerdo en si se trata de sus excrementos o de su esperma."
Cuando comenzó el comercio con América, el ámbar figuró entre los productos que llegaban del Nuevo Mundo. Nicolás Monardes le dedica un capítulo en su libro Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales (1580). Monardes comenta la costumbre de los nativos de untarse el cuerpo con ámbar para perfumarse y afirma
"tiene el ámbar grandes virtudes, y sirve para muchas cosas, y así es cosa de mucho precio, que la buena vale hoy más de dos veces oro finísimo."
Monardes estaba en lo cierto: es un producto caro y de múltiples aplicaciones. Aparte de sus usos en perfumería y cosmética, se ha usado en medicina como reconstituyente, y así lo tomaba el cardenal Richelieu. En la medicina china era conocido como "lung sien hiang" (Baba de dragón dormido) y se usaba tanto como amuleto como para tratar enfermedades respiratorias, especialmente el asma. Los árabes le atribuyen efectos afrodisíacos, y así era usado por Giacomo Casanova, que lo añadía a la mousse de chocolate para ampliar sus potencialidades amatorias. También fue muy apreciado en la cocina de lujo. Su sabor fue alabado por el gastrónomo Brillat-Savarin, y los huevos con ámbar gris llegaron a ser el plato preferido del rey Carlos II de Inglaterra, aunque no se sabe si era por su sabor o por la ostentación que suponía usar un condimento de tan alto precio.
El ámbar gris hervido sirvió a Satanás para tentar a Cristo en "El paraíso recobrado" de John Milton.
El ámbar gris hervido sirvió a Satanás para tentar a Cristo en "El paraíso recobrado" de John Milton.
En su célebre Enciclopedia, Diderot comenta las diversas hipótesis que se plantearon sobre el posible origen del ámbar:
«Los Naturalistas nunca se pusieron de acuerdo en el origen del ámbar gris. Unos creían que se trataba de los excrementos de ciertos pájaros que vivían de hierbas aromáticas en las islas Maldivas o en Madagascar; y que estos excrementos eran alterados, afinados o trasformados en ámbar en las rocas, donde se exponían a todas las vicisitudes del aire. Otros pretendían [...] que las ballenas se lo tragaban y las devolvían convertidos en ámbar gris y que era tanto más negro cuanto por más tiempo había permanecido en el cuerpo de estos animales. También se ha sostenido que el ámbar gris era el excremento de los cocodrilos, del elefante marino o principalmente de las ballenas, en especial de las más viejas [...] También se ha dicho que el ámbar gris era una especie de goma que destilan los árboles y que cae al mar, donde se trasforma en ámbar. Otros han aventurado que era un hongo marino, arrancado del fondo del mar por la violencia de las tempestades; otros creyeron que era un producto vegetal, que nacía de las raíces de un árbol que crecía en el mar. Se ha dicho que venía de la espuma del mar; Otros en fin han asegurado que el ámbar gris no era más que miel y cera de los panales que las abejas construían en las hendiduras de los acantilados de la costa de las Indias»
Litografía representando una escena de la caza de un cachalote |
En su inolvidable novela Moby Dick, publicada en 1851, Herman Melville nos dejó este pasaje alusivo al ámbar gris:
«Dejando caer la azada, metió las dos manos dentro y sacó puñados de algo que parecía jabón blando de Windsor, o un substancioso queso viejo y moteado, muy untuoso y grato sin embargo. Finalmente se puede mellar con el pulgar; y es de un color entre amarillo y ceniza. Y esto, buenos amigos, es el ámbar gris, que para cualquier droguero vale una guinea de oro la onza.» (Melville, 1968, p. 473)
Más recientemente, en la película "El silencio de los corderos" de la novela del mismo nombre de Thomas Harris es el ámbar gris de la carta perfumada que envía a la agente Clarice Starling lo que permite localizar al asesino Hannibal Lecter, ya que el perfume es exclusivo de la Officina di Santa Maria Novella de Florencia.
El ámbar gris ha sido un fenómeno único durante milenios. La evidencia fósil más antigua de la sustancia data de hace 1,75 millones de años, y es probable que los humanos la hayan usado durante más de un milenio.
Bibliografía
Clarke, R. (2006). The origin of ambergris. Latin American Journal of Aquatic Mammals, 5(1), 7-21. doi: 10.5597/lajam00087
Kemp, Ch. Floating gold: a natural (and unnatural) history of amber gris. University of Chicago Press, 2012, p. 12-13. ISBN 978-0-226-43036-2.
Sucunza Sáez D. El otro ámbar. El insospechado origen de un apreciado componente en alta perfumería https://metode.es/revistas-metode/article-revistes/el-otro-ambar.html
Bibliografía
Clarke, R. (2006). The origin of ambergris. Latin American Journal of Aquatic Mammals, 5(1), 7-21. doi: 10.5597/lajam00087
Kemp, Ch. Floating gold: a natural (and unnatural) history of amber gris. University of Chicago Press, 2012, p. 12-13. ISBN 978-0-226-43036-2.
Ruiz Butrón, E. A. (2003). El ámbar de Medina Sidonia en la farmacopea del siglo onceno. Revista Puerta del Sol, 6, 6.
Monardes, N. (1580). Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales. Consultado en https://play.google.com/books/reader?printsec=frontcover&output=reader&id=eAtm3cE1smAC&pg=GBS.PP1
Rice, D. W. (2002) Ambergris. (États-Unis). Encyclopedia of Marine Mammals: 20-21.
Rice, D. W. (2002) Ambergris. (États-Unis). Encyclopedia of Marine Mammals: 20-21.
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