Domenico Ghirlandaio Retrato de Giovanna Tornabuoni (1489-1490)
Tempera sobre tabla. 77 x 49 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid. |
Esta excepcional obra de Domenico Ghirlandaio es uno de los mejores ejemplos de la calidad que alcanzó el retrato en el Quattrocento florentino. Para algunos, es una de las obras más representativas del Renacimiento. En esta época los pintores, siguiendo los modelos de la Antigüedad Clásica, creaban cuerpos con proporciones idealizadas que intentaban reflejar los rasgos personales del individuo.
La identificación de la mujer que aparece en la pintura del Museo Thyssen pudo ser desvelada gracias a una medalla, en la que aparece su efigie y su nombre. Fue realizada por el grabador Niccolò Fiorentino, y en la actualidad forma parte de la colección de la National Gallery de Arte de Washington.
Niccolò Florentino. Medalla con inscripción que permitió identificar a la dama del retrato de Ghirlandaio (Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid) |
Al morir Giovanna, dos años después de su boda, su apenado esposo encargó a Ghirlandaio, que era el pintor más famoso del momento, un retrato de su esposa fallecida.
El cuadro del Museo Thyssen es, pues, un retrato póstumo (realizado tras la muerte de la retratada). Giovanna Tornabuoni aparece con la tez muy pálida y rostro inexpresivo, si bien muestra un asomo de tímida sonrisa, apenas esbozada. Probablemente la palidez de su rostro (muestra de máxima belleza en aquel momento) también expresa que Giovanna ya había fallecido en el momento de ser pintada. La dama está representada de perfil, una postura que era habitual en los retratos de los nobles, ofreciendo un aspecto similar al de la medalla que permitió su identificación. Mantiene los brazos en reposo y las manos juntas, asiendo un pañuelo de seda, tal vez de especial significación sentimental para ella. Su vientre aparece algo abultado, una constatación de su segundo embarazo, al final del cual terminó su propia vida.
Llama la atención su rica vestimenta, un atuendo propio de la alta burguesía, así como su cuidado y elegante peinado, que deja ver su largo y hermoso cuello.
Al fondo, en un sencillo anaquel o alféizar de una ventana, aparecen algunos de sus objetos personales, como un broche, idéntico al que lleva la propia retratada en el pecho. A la derecha, un cartellino con un fragmento en latín del epigrama XXXII de Marco Valerio Marcial que podríamos traducir así:
Así pues, Giovanna debía ser una mujer muy hermosa, con un carácter excepcional. Tras su muerte, su esposo Lorenzo Tornabuoni, le dedicó este epitafio, lleno de nostalgia y amor:
Bajo el cartel, aparece un libro de cantos dorados, probablemente un devocionario. Encima de él, una sarta de cuentas de coral que algunos identifican con un rosario. Tanto el supuesto rosario como el devocionario dan fe de la piedad y del sentimiento religioso de la retratada. Pero el rosario o collar de coral tiene en el cuadro otro significado simbólico, relacionado con la causa de la muerte de Giovanna. Se trata, como veremos, de un críptico mensaje al espectador.
El cuadro del Museo Thyssen es, pues, un retrato póstumo (realizado tras la muerte de la retratada). Giovanna Tornabuoni aparece con la tez muy pálida y rostro inexpresivo, si bien muestra un asomo de tímida sonrisa, apenas esbozada. Probablemente la palidez de su rostro (muestra de máxima belleza en aquel momento) también expresa que Giovanna ya había fallecido en el momento de ser pintada. La dama está representada de perfil, una postura que era habitual en los retratos de los nobles, ofreciendo un aspecto similar al de la medalla que permitió su identificación. Mantiene los brazos en reposo y las manos juntas, asiendo un pañuelo de seda, tal vez de especial significación sentimental para ella. Su vientre aparece algo abultado, una constatación de su segundo embarazo, al final del cual terminó su propia vida.
Detalle de los ricos ropajes y joyas de Giovanna Tornabuoni. Tras ella aparece el cartel, con el poema de Marcial. |
Al fondo, en un sencillo anaquel o alféizar de una ventana, aparecen algunos de sus objetos personales, como un broche, idéntico al que lleva la propia retratada en el pecho. A la derecha, un cartellino con un fragmento en latín del epigrama XXXII de Marco Valerio Marcial que podríamos traducir así:
«¡Ojalá pudiera el arte reproducir el carácter y el espíritu! En toda la tierra se encontraría un cuadro más hermoso».Esta laudatoria leyenda sobre el carácter de Giovanna, evidencia que la belleza de la mujer, casi eterna, no es solamente física, sino que emana sobre todo de su interior. Bajo la leyenda está escrita en números romanos una fecha, que en opinión del experto John Pope-Hennessy sería la fecha de su fallecimiento.
Así pues, Giovanna debía ser una mujer muy hermosa, con un carácter excepcional. Tras su muerte, su esposo Lorenzo Tornabuoni, le dedicó este epitafio, lleno de nostalgia y amor:
Aquella a la que las Gracias otorgaron belleza interior y Venus belleza externa
Aquella a quien la diosa Diana concedió un casto corazón.
Yace aquí Giovanna, honor de su tierra, descendiente de los Albizzi,
Que se casó, siendo todavía joven doncella, con un Tornabuoni.
Así como en vida fue muy amada por la gente
Que sea ahora querida por el Altísimo Dios.
Bajo el cartel, aparece un libro de cantos dorados, probablemente un devocionario. Encima de él, una sarta de cuentas de coral que algunos identifican con un rosario. Tanto el supuesto rosario como el devocionario dan fe de la piedad y del sentimiento religioso de la retratada. Pero el rosario o collar de coral tiene en el cuadro otro significado simbólico, relacionado con la causa de la muerte de Giovanna. Se trata, como veremos, de un críptico mensaje al espectador.
Pero, ¿qué sabemos de la biografía de esta elegante dama? Giovanna degli Albizzi había nacido el 18 de diciembre de 1468. Era la octava hija de Maso di Luca degli Albizzi y de Caterina Soderini, una familia de la alta sociedad florentina. A los 17 años contrajo matrimonio con Lorenzo Tornabuoni (15 de junio de 1486), emparentado con los poderosos Médicis. De esta unión nació un hijo llamado Giovannino. Poco después quedó embarazada de nuevo, y murió por complicaciones sobrevenidas en su segundo parto, a los 19 años (1489). La causa de su muerte es particularmente relevante y explica la especial importancia de la sarta de coral que debía haberla protegido y que Ghirlandaio hace aparecer simbólicamente en la pintura.
En efecto, como hemos visto en otras entradas del blog, en la Antigüedad el coral era identificado con la sangre de la Medusa y más tarde el cristianismo lo identificó con la sangre de Cristo. En algunas escenas de crucifixión se puede observar alguna rama de coral al pie de la cruz
Esta identificación mítica y sagrada hacía que se atribuyera al coral como portador de una fuerza salvífica. Desde la Antigüedad, se le atribuyeron diversas propiedades, por ejemplo, como remedio de algunas enfermedades relacionadas con la sangre, debido a su color rojo. Esa tradición clásica pasó al ámbito islámico a través de la traducción de tratados médicos y, en época medieval, fue recogida por obras como el Lapidario de Alfonso X el Sabio.
Distintos textos aluden a otras aplicaciones, como el tratamiento de problemas menstruales o su capacidad para mejorar la atracción amorosa. También era considerado un talismán que preservaba del mal de ojo y de las enfermedades infantiles. Por eso era colgado frecuentemente en el cuello de los niños, tanto en forma de collares como colgantes.
Pero también se consideraba al coral un protector durante el parto, un momento especialmente difícil en la época, ya que tanto durante la Antigüedad como durante la Edad Media muchas mujeres morían por complicaciones del parto. Por eso, a veces se han encontrado amuletos de coral en las sepulturas de reinas o mujeres nobles muertas por esta causa, como fue el caso de la reina Blanca de Anjou.
La aparición de la sarta de coral tras el retrato de Giovanna Tornabuoni es especialmente relevante: alude a su muerte durante el parto y se sitúa justamente a la espalda de la retratada (el espacio de su vida terrenal, ya terminada y que ella ya ha dejado atrás)
Rama de coral en una escena de crucifixión, que evidencia el papel sagrado que se le atribuía. Crucifixión de Juan de Flandes (Catedral de Palencia) |
En efecto, como hemos visto en otras entradas del blog, en la Antigüedad el coral era identificado con la sangre de la Medusa y más tarde el cristianismo lo identificó con la sangre de Cristo. En algunas escenas de crucifixión se puede observar alguna rama de coral al pie de la cruz
Mantegna: Madonna della Vittoria. Una gran rama de coral rojo rodeada por sartas de bolas de coral pende de la bóveda, sugiriendo la protección de este amuleto sobre los personajes que aparecen en la escena. Abajo, detalle de la rama de coral. |
Esta identificación mítica y sagrada hacía que se atribuyera al coral como portador de una fuerza salvífica. Desde la Antigüedad, se le atribuyeron diversas propiedades, por ejemplo, como remedio de algunas enfermedades relacionadas con la sangre, debido a su color rojo. Esa tradición clásica pasó al ámbito islámico a través de la traducción de tratados médicos y, en época medieval, fue recogida por obras como el Lapidario de Alfonso X el Sabio.
Distintos textos aluden a otras aplicaciones, como el tratamiento de problemas menstruales o su capacidad para mejorar la atracción amorosa. También era considerado un talismán que preservaba del mal de ojo y de las enfermedades infantiles. Por eso era colgado frecuentemente en el cuello de los niños, tanto en forma de collares como colgantes.
Amuleto de coral hallado en el sepulcro de la reina Blanca de Anjou, también muerta a consecuencia de un parto. Monasterio de Santes Creus. |
Pero también se consideraba al coral un protector durante el parto, un momento especialmente difícil en la época, ya que tanto durante la Antigüedad como durante la Edad Media muchas mujeres morían por complicaciones del parto. Por eso, a veces se han encontrado amuletos de coral en las sepulturas de reinas o mujeres nobles muertas por esta causa, como fue el caso de la reina Blanca de Anjou.
La aparición de la sarta de coral tras el retrato de Giovanna Tornabuoni es especialmente relevante: alude a su muerte durante el parto y se sitúa justamente a la espalda de la retratada (el espacio de su vida terrenal, ya terminada y que ella ya ha dejado atrás)
Domenico Ghirlandaio: Escena de la Visitación. Capilla Tornabuoni de la iglesia de Santa Maria Novella (Florencia). En esta escena, Giovanna Tornabuoni aparece encabezando el grupo de la derecha (es la tercera por la derecha, como se puede apreciar en el detalle de la fotografía inferior) |
Ghirlandaio representó también a esta dama de cuerpo entero en el fresco de la Visitación de la capilla Tornabuoni de la basílica de Santa María Novella (Florencia). La familia Tornabuoni había encargado al pintor Ghirlandaio, entre los años 1489-90, la decoración mural de su capilla en Santa María Novella de Florencia. En la escena de la Visitación retrató a la joven, en la que aparece, a la derecha, de cuerpo entero pero con el mismo vestido, peinado y joyas que la podemos ver en el retrato del Museo Thyssen-Bornesmisza de Madrid.
Bibliografía
Borobia M. Domenico Ghirlandaio
https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/ghirlandaio-domenico/retrato-giovanna-degli-albizzi-tornabuoni
Santi, Bruno (2001). «Ghirlandaio». I protagonisti dell'arte italiana. Florence: Scala.
https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/ghirlandaio-domenico/retrato-giovanna-degli-albizzi-tornabuoni
Santi, Bruno (2001). «Ghirlandaio». I protagonisti dell'arte italiana. Florence: Scala.
Análisis del retrato de Giovanna Tornabuoni:
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