martes, 31 de diciembre de 2019

La verdad, el Tiempo y la Historia






Francisco de Goya y Lucientes

La Verdad, la Historia y el Tiempo
(1797 -1800) 

Óleo sobre lienzo 294 x 244 cm
Nationalmuseum, Estocolmo.




Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) pintó esta obra en 1804-1805, que junto con otra obra alegórica, La Poesía debían estar destinadas al palacio del poderoso ministro Godoy en Madrid. 

La pintura se compone de tres figuras. Un viejo con grandes alas que lleva un reloj de arena en la mano; una hermosa joven con un sencillo vestido blanco que sostiene un cetro con la mano izquierda y un librito en la derecha; y una segunda mujer, sentada sobre una roca y casi desnuda, solamente cubierta por un lienzo verde, y que gira su cabeza hacia atrás mientras escribe en un gran libro. 

El simbolismo de la obra ha tenido diversas interpretaciones. En mi opinión, representa al tiempo (el viejo), inspirado en Cronos, con sus atributos más conocidos: el reloj de arena; las alas, muestra de la fugacidad del tiempo y la propia edad del personaje, muestra de su añeja perdurabilidad. 

La mujer de pie representaría la Verdad. Tal vez el níveo vestido blanco es una alusión a su veracidad y inocencia. Es cierto que la Verdad suele representarse desnuda. Y así aparece en un boceto previo de Goya, probablemente censurado por la pacata moral del momento. En él, todos los personajes aparecen desnudos. 


Frabncisco de Goya. Boceto de la obra (1797)

La tercera figura, la mujer sentada, simboliza la Historia. Sentada sobre una roca, gira la cabeza hacia el pasado, y consigna lo que aconteció en un gran libro, para conservar su recuerdo. 

Es cierto que posteriormente este cuadro, algo enigmático, fue objeto de otras interpretaciones. Algunos consideraron a la figura que está en pie como una alegoría de la Constitución liberal de Cádiz, ya que sostiene el cetro (símbolo de la soberanía) y el librito (que sería la Constitución). Los que sostienen esta interpretación creen ver otros simbolismos: La luz que la mujer vestida de blanco recibe desde el ángulo superior izquierdo sería la luz que disipa las tinieblas del oscurantismo. El reloj de arena, sostenido por el Tiempo presenta toda la arena en la parte superior, como auspiciando una nueva era. Pero teniendo en cuenta que la Constitución fue proclamada en 1812, siete años después de la datación de esta obra, es difícil dar crédito a esta lectura. 

En la exposición de 1900 la obra fue presentada como "El tiempo mostrando a España ante la Historia". Personalmente me parece una interpretación muy forzada, cuya razón es fruto del exaltado nacionalismo español que intentaba recomponer el maltrecho ánimo de los ciudadanos tras el desastroso final de la guerra colonial de la independencia cubana (1898). La figura de blanco no presenta ninguno de los atributos tradicionales con los que tradicionalmente se ha representado España, por lo que creemos que  es una interpretación forzada y tendenciosa, sin base real. 

Por eso, me decanto por la primera interpretación. Me parece interesante esta asociación Tiempo - Historia - Verdad, muy adecuada para ocupar un espacio en este blog, en el que intentamos escudriñar en el pasado para descubrir detalles médicos y artísticos. Y muy adecuada también para este fin de año, en el que la reflexión sobre el paso del Tiempo y de la Historia está presente en todos nosotros. 

Aprovecho para desear un feliz y venturoso año 2020 a todos los lectores del blog y que la nueva década nos sea propicia. 

domingo, 29 de diciembre de 2019

Un pastor con ginecomastia





Matthias Stomer

Adoración de los pastores
(circa 1635)


Óleo sobre lienzo  
Museo de Montserrat 



Matthias Stomer (1600-1652) fue un pintor holandés de estilo tenebrista, muy influido por la pintura de Caravaggio. Natural de Utrecht se inició en el arte pictórico en esta ciudad, probablemente con Abraham Bloemaert. Tras una estancia de tres años en Roma, donde fue discípulo del pintor caravaggista Gerrit van Honthorst, se instaló en 1640 en Sicilia, donde transcurrió el resto de su vida. 

Stomer fue uno de los caravaggistas nórdicos más importantes, junto con van Honthorst. En su paleta, mucho más cálida que la de Honthorst, predominan las gamas terrosas. También su temática, casi exclusivamente religiosa, se diferencia de otros tenebristas, bastante interesados en escenas de género.


Visión completa de la obra de Stomer


En la obra La adoración de los pastores del Museo de Montserrat podemos ver a un hombre con barba que se acerca al pesebre en actitud de veneración. Su cara (como la de los demás personajes de la escena) está iluminada por la luz que desprende el Niño Jesús, en un claro simbolismo de su divinidad. Pero nos llama la atención su pecho, prominente como el de una mujer, y que desborda la ropa de forma manifiesta, lo que sugiere una posible ginecomastia. 

La ginecomastia es la hipertrofia patológica de una o ambas glándulas mamarias en el varón. Suele estar asociado con un aumento de producción de prolactina, aunque también puede ser causada por hiperestrogenismo derivado de una patología hepática como la cirrosis hepática, que en este caso deja de metabolizar los estrógenos. Los varones obesos también suelen desarrollar una pseudoginecomastia, normalmente en la pubertad desde los 11 o 14 años hasta los 20 o 21. 

viernes, 27 de diciembre de 2019

Una rebelión feudal: El monje asesinado








Sepulcro de un monje

Bajorrelieve de piedra 
Real Monasterio de Poblet 
(Catalunya) 



Si alguna vez estáis en las cercanías de Montblanc, en la comarca catalana de la Conca de Barberá, no perdáis la ocasión de visitar el cercano monasterio de Poblet. conoceréis un cenobio del Císter, construído como otros monasterios cercanos (como Santes Creus o Vallbona de les monges) en los años del gótico (aunque también conserva un par de puertas y un ala del claustro todavía en estilo románico. 

El monasterio tiene importancia por sí mismo. Las edificaciones monásticas como el claustro, la sala capitular, la iglesia y el soberbio cimborrio que la corona merecen por sí solas la visita. Pero además, aquí están enterrados 8 reyes de la Corona de Aragón que reunía los territorios de Catalunya, Aragón, Valencia y -durante bastantes años- las islas Baleares. Un auténtico panteón real, que sirvió de para darle la idea a Felipe II, que visitó el monasterio de Poblet. Siguiendo el modelo de Poblet, mandaría construir más tarde el panteón real en el Escorial. 

Aquí habitaba una comunidad de monjes con gran austeridad. No busquéis capiteles con figuras humanas o animales: la orden del Císter lo prohibe, para no distraer a los monjes de sus deberes: la oración y el trabajo (Ora et labora). Solamente motivos vegetales o geométricos decoran los bellos capiteles del claustro. Donde sí hay representación humana es en el contiguo palacio del rey Martí, y de algunos de estos capiteles ya comentamos algo en otra entrada del blog.  


Dos tumbas de abades en la sala capitular del monasterio cisterciense de Santes Creus



En el suelo de la sala capitular están enterrados los abades. En las laudas sepulcrales figura un bajorrelieve con la representación del abad correspondiente y algunas leyendas así como los escudos heráldicos de los mismos. Es un privilegio reservado exclusivamente a los abades. El resto de monjes se enterraban en un cementerio común sin ninguna señal especial sobre su tumba. 

Pero toda regla tiene su excepción: en el monasterio hay un sepulcro de un monje que sin ser abad goza del privilegio de tener su lauda sepulcral con su relieve. Ciertamente, no está en la sala capitular como los abades, sino en un rincón del claustro, entre la biblioteca y la sala capitular. En la pared, una inscripción nos explica la razón de tan excepcional privilegio. 

Inscripción en la pared del claustro,
sobre la tumba del monje asesinado. 

El monasterio de Poblet era muy rico. Tanto, que en más de una ocasión, el poderoso abad de Poblet (que era uno de los más importantes señores feudales del reino) tenía tanto dinero que financiaba al propio rey. Sus tierras se extendían por un extenso territorio. Muchos de los campos lejanos eran cultivados por campesinos vasallos que tenían que rendir diezmos y primicias de sus cosechas (o de su valor en metálico). 


Para cobrar los beneficios un monje se desplazaba hasta los pueblos vasallos del abad a cobrar lo que producían las tierras. Como todos los señores feudales, les cobraba tanto que casi que no les dejaba nada para ellos. Como fácilmente se comprende el monje recaudador era visto con antipatía y miedo por los labriegos.

La lauda labrada del monje asesinado.

A mediados del s. XIV, las cosechas fueron malas. Además apareció, con inusitada virulencia, la peste negra, la peor epidemia que ha vivido Catalunya en todos los tiempos. Los campesinos no podían reunir la exorbitante suma que les pedía su señor, el abad de Poblet. No tenían ni lo imprescindible para comer.

Pero el feudalismo era implacable, y se resumía en la frase : Homo propius solidus et affocatus. Es decir, estaban ligados forzosamente a un solo señor y a una tierra (por esto se les llamaba también los siervos de la gleba, que así se llamaba el montón de tierra que se levanta con el arado). Es decir siervo y territorio era la misma cosa y no podían abandonar su casa ni sus campos bajo ninguna circunstancia.  En caso de hacerlo, el señor feudal, civil o eclesiástico podía perseguirlos, maltratarlos (tortura) o incluso matarlos. Si no pagaban con dinero, podían pagar con su vida. Sus hijos heredaban su condición: el mismo amo, el mismo hogar, la misma pena de maltrato (mals usos), si se intentaba abandonar sus campos. Condenados a trabajar y a pagar a su señor. 

Imagen relacionada
Los asesinatos de eclesiásticos fueron transformados por la iglesia en martirios. En las pinturas románicas de Sta. Maria  (Seu d'Egara, Terrassa)  se representa el asesinato de Santo Tomás Beckett o de Canterbury, que tuvo lugar pocos años antes de la ejecución de estas frescos. Por aquellos años se había asesinado al arzobispo de Tarragona.  En la Navidad del año mil se asesinó al abad Biure, de St. Cugat. La iglesia quería mostrar estos crímenes como el más  horrendo de los pecados, ejemplarizando al pueblo para evitar su repetición. En la imagen, fragmento del fresco de la Seu d'Êgara, en el que el sacrílego asesino corta con su sable la cabeza de Santo Tomás Beckett, mientras
la mitra y el báculo caen por la feroz embestida.  



Así estaban las cosas. Como no podían pagar, ni podían huir de la peste abandonando el campo, decidieron asesinar al monje que enviaba su temido señor, el abad de Poblet. Y así lo hicieron: cuando apareció el  al monje recaudador de impuestos, lo apuñalaron. 

Fue en cierto modo una rebelión social. Un pequeño intento revolucionario "avant la lettre" que anticiparía la que un siglo y medio más tarde sería la guerra dels Remences y el final del feudalismo. El abad y los monjes del monasterio consideraron que su hermano el cobrador había sido un mártir. Un mártir del feudalismo. Para distinguir su memoria, decidieron concederle el privilegio de ser enterrado en el claustro con una lauda sepulcral labrada, similar a la de los abades. Y así lo hicieron.   

Si visitáis el monasterio de Poblet, buscad la sepultura del monje asesinado. Recordad que está en el claustro, entre la biblioteca y la sala capitular. Los guías del monasterio no suelen hacer sobre esta tumba ningún comentario. 


Monasterio de Poblet




Monestir de Poblet





 Cor de monjos del monestir de Poblet



lunes, 23 de diciembre de 2019

Los enfermos del belén





Belén de pastores enfermos

Museo delle Arti Sanitarie
Hospital de los Incurables
Nápoles  




En estos días de Navidad es frecuente ver pesebres por doquier. Una tradición muy arraigada que - iniciada por San Francisco de Asís - reproduce en miniatura escenas relacionadas con el relato evangélico del Nacimiento de Jesús. Muchas veces los pesebres reinterpretan la historia con deliciosos anacronismos, situando la narración en tiempos más o menos modernos e incorporando elementos de cultura popular y costumbrismo propio de cada país o región geográfica. Es común que los pesebres representen improbables arquitecturas, tiendas con productos inexistentes en tiempos evangélicos, oficios y profesiones modernas, y aún algunas escenas de ocio o incluso deportivas de reciente aparición. No es raro pues ver en ellos, mezclados con personajes bíblicos, a jugadores de cartas o de petanca, campesinos del s. XIX fumando en pipa o incluso, a un cura católico leyendo el breviario... Se representa pues más el folklore y la etnología local que la presunta realidad de la Judea del s. I. 


Un personaje con diversas patologías: labio leporino, tuerto y jorobado 
(en napolitano, "scartellato"), empuña un enorme clisterio, 
probablemente ofreciendo este servicio a enfermos con otras patologías.

Los pesebres napolitanos tienen una justa fama. Algunas de sus figuras son auténticas obras de arte y muchos de ellos tienen una considerable antigüedad. Pero hoy hablaré de un pesebre realmente original. Se trata del que expone el Museo delle Arti Sanitarie, anexo al Ospedale degli Incurabili de Nápoles, una centenaria entidad fundada en 1522 por la Venerable Madre María Lorenza Longo. El director del Museo, Gennaro Rispoli, impulsor de la asociación "Il Faro di Ippocrate", tuvo la idea de aprovechar el belén para reflejar las principales enfermedades que asolaban Nápoles en el s. XVIII. 


Un detalle de una de las figurillas, 
representando a un pastor con un sarcoma
Las figurillas de este pesebre incluyen a cerca de una cuarentena de pastores y otros personajes con problemas patológicos identificables. Se realiza así un recorrido por las principales epidemias y enfermedades de las que los anales napolitanos dejaron constancia. Así, muchos de los personajes del insólito belén están afectos de la peste, verdadero terror de aquellos años, o de la temida viruela, tan extendida en la época barroca, o por el cólera que tantos muertos ocasionó en la Campania. No faltan no faltan las deformidades y garras producidas por la lepra y las lesiones faciales visibles en la sífilis secundaria. Además podemos identificar muchas otras patologías: enfermos con males evidentes o deformidades (cojos, amputados, jorobados); enfermedades genéticas o congénitas (enanos acondroplásicos, labio leporino); tumores (cáncer de mama, sarcomas); enfermedades endocrinas (bocio); afecciones oculares (ciegos, tuertos), y otras muchas, como herniados, u obesos.  


Una escena con un sacamuelas.
A la derecha, un cojo con una prótesis de madera
Pero la muestra no se termina con la representación de los enfermos. También se pueden ver escenas de los incipientes profesionales sanitarios, médicos, curanderos o cirujanos-barberos, representando el desempeño de sus oficios tal como se debían desempeñar en el Settecento. 


Otra visión del belén, una escena en la 
que aparecen diversos enfermos. 
Así, podemos ver un cirujano sacamuelas arranca una pieza dentaria a un paciente en plena plaza pública bajo la atenta mirada de la mona que lo acompaña y que sirve como reclamo para atraer a posibles clientes. Algo semejante se puede ver todavía hoy en zocos y mercados africanos, en los que las muelas son extraídas en la plaza pública, bajo la atenta mirada de los curiosos y transeúntes. 

También pueden verse en el belén algunos charlatanes que prometían asombrosas curaciones vendiendo infalibles remedios por las calles y mercados. O los que ofrecían sus servicios aplicando clisterios, ventosas o sanguijuelas. Y también una farmacia, reproducida tal como debían ser las boticas dieciochescas. Como la recuperada farmacia del propio Ospedale degli Incurabili, una maravilla de esta época, que a llegado a nuestros días perfectamente conservada, atendida por monjes y alquimistas. 


Un mendigo, con ambas piernas amputadas, 
es otra de las figuras del curioso pesebre
Los artesanos de esta obra proceden principalmente del prestigioso taller Fratelli Scuotto (Scarabattola), que han aportado su experiencia y profesionalidad en la realización de este tipo de figuras, y a los que se han unido algunos artistas y coleccionistas como Roberto Caruso, Fernando Gombos, Stefania Matera y el propio Gennaro Rispoli. 

En resumen, el belén del Hospital de los Incurables es una buena excusa para acercar la historia médica y sanitaria al público en general.  

Como insisto habitualmente en escritos, conferencias y también desde este blog, la historia de las enfermedades y del progreso médico es de vital importancia para comprender a la sociedad de una época y a la historia en general. Desde aquí nos congratulamos y felicitamos a los autores de esta iniciativa, única en el mundo, que contribuye a divulgar la historia de epidemias y enfermedades, así como los albores de las actuales profesiones sanitarias. 



Napoli: "Presepe degli ammalati" del Settecento:





viernes, 20 de diciembre de 2019

Blanca de Anjou, una reina muerta de parto









Sepulcro de la reina 
Blanca de Anjou

Escultura de alabastro 
Real Monasterio de Santas Creus 
(Catalunya) 



Blanca de Anjou (1283-1310) era la octava hija de Carlos II el Cojo, rey de Nápoles, y de María, hija del rey húngaro Esteban V. Por el tratado de Anagni de 1295 se había concertado su matrimonio con el rey Jaume II de Aragón, matrimonio que se celebró el 29 de octubre de 1295 en la abadía de  Vilabertrán, cerca de Figueres. El rey tenía 28 años, y la reina, 12. El matrimonio entre Jaume II y Blanca sellaba la reconciliación con los Anjou y el rey de Francia, la paz entre los reyes de Aragón y Mallorca y el levantamiento de la excomunión papal, derivada de la época de Pere el Gran por el conflicto sobre la corona de Sicilia. 

Blanca fue una mujer de gran religiosidad que acompañó a su esposo en numerosas ocasiones, incluso en algunas expediciones militares. Había costeado el claustro del monasterio de Santes Creus, y como curiosidad diremos que ya que lo pagaba ella quiso que en los capiteles aparecieran figuras animales y humanas, contraviniendo la regla del Císter por la que en los monasterios de esta orden solamente pueden aparecer motivos vegetales o geométricos para no distraer a los monjes. Por esa razón el monasterio de Santes Creus es el único monasterio cisterciense en el que aparecen humanos y animales. La  soberana tenía en gran estima  este monasterio y no es de extrañar que quisiera ser sepultada allí. Cuando murió, tras su décimo parto, en Barcelona, sus restos fueron acogidos por este cenobio, en el que también se había enterrado su suegro, Pere el Gran, y más tarde lo haría su esposo.   


  Estado en el que se encontró la momia 
de la reina Blanca de Anjou. 
En diciembre de 1835, durante la primera guerra carlista, tropas gubernamentales integradas por la Legión extranjera francesa (procedentes de Argelia) y algunas compañías de migueletes se alojaron en el monasterio de Santes Creus, causando grandes destrozos y desmanes. La tumba de Blanca de Anjou y de su esposo Jaume II fueron profanadas. La momia del rey fue icinerada, y la de la reina, arrastrada por la plaza, descuartizada y arrojada a un pozo dentro de las dependencias monásticas. En 1854, sus restos fueron rescatados del fondo del pozo por un monje, que los volvió a colocar en el interior de la tumba. 

En 2010, se procedió a la apertura de la tumba para realizar el estudio paleopatológico de sus restos, junto a los del rey Pere el Gran (Pedro III de Aragón), su suegro, también sepultados en una tumba cercana, en la misma iglesia del monasterio. No se pudo hacer el estudio de Jaume II pues como ya hemos dicho, sus restos ya habían desaparecido. 

Tras la apertura del sepulcro se pudo constatar que en su interior estaban los restos del cuerpo casi completo de una mujer de baja estatura (aproximadamente 150 cm de altura). A la momia le faltaba un brazo, gran parte del cráneo y maxilar superior y parte del tórax.  

La piel de Blanca apareció con un tono amarillento y un aspecto acartonado. Si bien no se hallaron cabellos adheridos al cráneo sí que aparecieron algunos mechones de cabellos que por el análisis de ADN pudieron constatarse que pertenecían a la soberana. La reconstrucción facial revelaba que la reina fue una mujer bien parecida. Se hallaron restos de ácido carmínico, lo que revela que la reina usaba maquillaje. 

Algunos de los hallazgos revelan detalles del entierro. Por ejemplo, se encontró un hilo de seda adherido a la cara, que se interpreta que en el momento del sepelio, le cubrieron el rostro con un velo.  Pueden observarse todavía la marca de las medias en la pantorrilla derecha, así como trazas del vestido y el cinturón sobre la piel. En la rodilla y el tobillo se observaron marcas de heridas intencionadas, que probablemente se ocasionaron post-mortem en un intento de vencer el rigor mortis.  


Estatua yacente de  Blanca de Anjou en su sepultura en el Monasterio de Santes Creus.






















La dentadura de la reina apareció en un relativo buen estado, especialmente considerando el gran número de embarazos de Blanca. Apenas 3 o 4 caries de poca relevancia, con descalcificación en la 2.2 y lesiones puntiformes en la pieza 2.8 que afectaban solamente al esmalte. El relativo buen estado de la dentadura permitía suponer buenos hábitos higiénicos y alimentarios. 

Blanca tenía un juanete (hallux valgus) en el pie derecho, lo que junto con la disposición en martillo del resto de los dedos permite suponer que estuviera provocado por el uso de calzado inadecuado o demasiado puntiagudo, siguiendo la moda de la época. Aunque también hay que contemplar una posible tendencia genética y el papel de un cierto sobrepeso.  

La pelvis de la reina estaba cedida como consecuencia de los numerosos embarazos. Teniendo en cuenta que la edad de la reina era de 27 años y que falleció durante su décimo parto, comprenderemos que prácticamente eestuvo continuamente embarazada. También pueden identificarse algunos órganos, como el útero momificado que apareció muy dilatado y voluminoso, como correspondía a una recién parida, ya que murió dos días después de dar a luz, sobresaliendo hacia adelante sobre el anillo pélvico.  Los datos paleopatológicos coinciden con las fuentes documentales que disponemos, como una carta escrita por su esposo el rey que atestigua que Blanca de Anjou murió el 13 de octubre de 1310, a los 27 años, dos días después de alumbrar a su hija Violante de Aragón , en el que fue su décimo y último parto. Entre otros detalles, el monarca afirma que la reina había fallecido tras el parto:  “Us fem saber amb aquesta lletra, amb gran amargor i aflicció del cor, com la il·lustre senyora Blanca, de grata memòria, reina d’Aragó i caríssima muller nostra, plagué a Déu que morís i li lliurés l’esperit com a reina catòlica que era el dimarts darrer passat al vespre, després de gravíssims dolors que li calgué sofrir per raó del part, durant uns quants dies, i que l’escometeren repetidament”.


"Us fem saber amb aquesta lletra, amb gran amargor i aflicció del cor, com la il·lustre senyora Blanca, de grata memòria, reina d'Aragó i caríssima muller nostra, plagué a Déu que morís i li lliurés l'esperit com a reina catòlica que era, el dimarts darrer passat al vespre,  després de gravíssíms dolors que li calgué sofrir per raó del part" 
“Us fem saber amb aquesta lletra, amb gran amargor i aflicció del cor, com la il·lustre senyora Blanca, de grata memòria, reina d’Aragó i caríssima muller nostra, plagué a Déu que morís i li lliurés l’esperit com a reina catòlica que era el dimarts darrer passat al vespre, després de gravíssims dolors que li calgué sofrir per raó del part, durant uns quants dies, i que l’escometeren repetidament”. “Us fem saber amb aquesta lletra, amb gran amargor i aflicció del cor, com la il·lustre senyora Blanca, de grata memòria, reina d’Aragó i caríssima muller nostra, plagué a Déu que morís i li lliurés l’esperit com a reina catòlica que era el dimarts darrer passat al vespre, després de gravíssims dolors que li calgué sofrir per raó del part, durant uns quants dies, i que l’escometeren repetidament”.
("Os hacemos saber con esta carta, con gran amargura y aflicción de corazón, como la ilustre señora Blanca, de grata memoria, reina de Aragón y queridísima esposa nuestra, complació a Dios que muriera y le entregara el espíritu como reina católica que era el martes pasado por la noche, tras gravísimos dolores que tuvo que sufrir a causa del parto") 
(Traducción cast. Xavier Sierra)  

Amuleto protector de coral, que apareció en la tumba de la reina Blanca de Anjou


La reina, que había tenido su primer embarazo a los 13 años, era plenamente consciente de los peligros que entrañaba en aquel tiempo enfrentarse a un parto. Tanto es así que poco antes de su noveno parto (dos años antes de su muerte) hizo testamento. 


 Fragmento del retablo de la
Virgen de Vallmoll (1440- 1445)
de Jaume Huguet. MNAC. 
Otro detalle de esta conciencia de peligro es que en la tumba apareció un fragmento de pendiente de coral, material que se creía que podía servir como amuleto protector tanto en los partos como en los niños de corta edad.  El coral es un elemento que aparece como amuleto protector en retablos y pinturas góticas del s. XV, como los realizados por artistas como  Jaume Huguet o Lluís Dalmau. 




Bibliografía

Armentano, N. Subirana M.;  Malgosa A; Prats-Muñoz G. Blanca d'Anjou, testimoni de la maternitat medieval (1280-1320) V Congrés d’Arqueologia medieval i moderna a Catalunya Barcelona, 22-25 de maig de 2014 ACTES. VOLUM II

Casas S. Blanca d'Anjou, retrat d'una reina. Sápiens, 94, agost 2010

Martínez Ferrando, J.E. (1948). Jaime II de Aragón. Su vida familiar. Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.









miércoles, 18 de diciembre de 2019

El Retrato del Dr. Efraïm Bueno, de Rembrandt






Rembrandt van Harmenszoon 

Retrato del Doctor Efraïm Bueno
(1647) 

Óleo sobre tabla  19 x 15 cm
Rijksmuseum. Amsterdam




A Rembrandt se le deben muchas obras de tema bíblico, y tal vez por este motivo, hacia finales de la década de 1640, comenzó a observar atentamente a los judíos de Amsterdam. El pintor había comprado una gran casa  en la calle  que se llamó primero Sint-Anthonisbreestraat (calle de San Antonio) en 1639 y que más tarde recibió el nombre de Jodenbreestraat (calle de los Judíos)  porque ahí habitaba  la comunidad de judíos más grande de Holanda. Rembrandt vivió en este barrio durante casi 20 años, hasta 1658. 

Entre sus vecinos se hallaban distinguidos rabinos, como Menasseh ben Israel y Menasseh. Éste último le encargó la ilustración de uno de sus libros y que probablemente fue quien le procuró unas crípticas palabras en arameo, del libro de Daniel de la Biblia, que aparecen en la pared de su espectacular y dramático cuadro El Festín de Baltasar. La intensa familiaridad con las fisonomías de los judíos españoles (sefaraditas) y de los judíos procedentes del este (askenazi), que vivían en Ámsterdam en relativa libertad durante el siglo XVII, ayudaron a Rembrandt a enriquecer sus representaciones bíblicas, buscando un mayor realismo y autenticidad. Los rasgos fisionómicos judíos se aprecian claramente en sus representaciones de los fariseos, apóstoles y también de Jesús, en el que encontramos los mismos rasgos judíos. Probablemente Rembrandt fue el primer artista en utilizar los rasgos judíos para representar a Jesucristo.

Grabado del Dr. Efraïm Bueno, a partir de dibujo de Rembrandt (Lyrius)


Otro de los vecinos de Rembrandt era el doctor Efraïm (o Ephraïm) Bueno, un médico judío sefardita de Amsterdam, del que sabemos que murió en esta ciudad en 1665. Probablemente su familia se había instalado en los Países Bajos tras la expulsión de los judíos de los reinos hispánicos por decreto de los Reyes Católicos en 1492. La familia Bueno tenía tradición médica, tan frecuente entre los judíos. Su padre Joseph Bueno, ya había ejercido la profesión, e inició a Efraïm en el arte de la Medicina. Efraïm también había publicado algunas obras litúrgicas, entre las cuales se encontraba la traducción al español de los Salmos, cuyo título era: “Psalterio de David en Hebrayco Dicho Thehylim, Transladado con Toda Fidelidad Verbo a Verbo del Hebrayco” Ámsterdam, 1650.


El pintor realizó un retrato de Bueno en 1647, un boceto como preparación para un grabado posterior, que muestra al médico al pie de una escalera. El grabado fue realizado por Lyrius. En el retrato al óleo consta la leyenda: Alter Avenzoar, magnus in medicis, magni discipulus patris, es decir, un segundo Avenzoar, un distinguido médico y discípulo de su celebrado padre (Joseph Bueno). 



martes, 17 de diciembre de 2019

Piojos de dinosaurio









Mesophtirius angeli sobre una pluma de dinosaurio 


Bloque de ámbar del período Cretácico (hace 100 millones de años) procedente de la provincia de Kachin (Myanmar) 

Fotografía de Taping Gao publicada en Nature realizadas con microscopio Nikon SMZ 25 con un sistema de cámara digital Nikon DS-Ri 2




En otras entradas de este blog nos hemos referido a algunos insectos que habían coexistido con los dinosaurios, como era el caso de los chinches. Pero no fueron los únicos. También ciertas especies de piojos vivieron en aquella era, y en este caso llegaron a parasitar a los grandes saurios. 

Los dinosaurios poblaron la Tierra en la era secundaria. La mayoría de ellos tenían una piel semejante a los reptiles, muchas veces cubierta de escamas o placas córneas. Pero algunos de ellos presentaban plumas, bien de forma parcial, en algunas partes (generalmente en el cráneo o en la cola, cumpliendo una función de reclamo sexual) o bien recubriendo su cuerpo por completo. No en vano, los dinosaurios evolucionaron posteriormente, originando las aves actuales, que presentan el cuerpo totalmente cubierto de plumas. Los dinosaurios con plumas (o más bien protoplumas) fueron especialmente abundantes en el Cretácico (hace alrededor de 145 - 66 millones de años). 


Dibujo hipotético de los piojos M. engeli sobre las plumas de un dinosaurio (tomado del artículo de Gao y cols. en Nature Communications). 

Como sabemos bien por la observación de los animales actuales, algunos parásitos pueden agarrarse a las plumas o pelos, haciendo de ellos su hábitat cotidiano. Son parásitos que se alimentan de la sangre de sus huéspedes, que extraen gracias a un aparato succionador. Son los piojos, de los que conocemos diversas especies fósiles. Hay pues pruebas de la existencia de insectos parasitarios que se alimentaban de sangre tanto en el Jurásico (hace entre 201 millones y 145 millones de años atrás) como en el Cretácico (hace entre 145 millones y 66 millones de años).

Hace poco, un grupo de investigadores (Un equipo de la Smithsonian Institution de Washington y de la Universidad Normal de Pekín) descubrieron, en el interior de un bloque de ámbar del Cretácico procedente del norte de Myanmar (Birmania) un nuevo tipo de piojos fosilizados, a la que le han dado el nombre de Mesophthirus engeli lo que ha sido publicado en un reciente artículo de Nature Communications. 

Según sus descubridores, M. engeli tenía una forma muy similar a la de los piojos modernos, aunque sus órganos para masticar eran sensiblemente más fuertes. De hecho los ejemplares que se han podido detectar son ninfas, no insectos adultos. Muestran una serie de caracteres morfológicos ectoparasitarios, como un pequeño cuerpo sin alas, cabeza con fuertes piezas bucales masticatorias, antenas robustas y cortas, patas con una sola garra tarsal, etc. Alrededor de estos insectos se encontraron plumas de dinosaurio parcialmente dañadas, probablemente por acción de los parásitos, lo que induce a pensar que tal vez los insectos no eran propiamente hematófagos sino que podrían haberse alimentado de las propias plumas. Serían pues los piojos más antiguos que se conocen que se alimentaban de plumas, lo que es un dato de esencial importancia para comprender la alimentación de estos insectos. 

Según declara Chungkun Shih, del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian en Washington y uno de los autores del trabajo: 
"Los primeros insectos similares a piojos nos ayudan a entender la evolución en ese período tan remoto: cómo adaptaron sus rasgos morfológicos y su comportamiento para alimentarse de plumas"
Estos hallazgos aportan así luz al debate sobre la aparición y diversificación de aves y mamíferos. Una primera hipótesis sostiene que ambos grupos proliferaron a principios del Cretácico (que comenzó hace 145 millones de años) y que muchas de sus estirpes sobrevivieron al cataclismo que acabó con los dinosaurios (hace 65 millones). La teoría contraria afirma que sólo podrían haber proliferado una vez que desaparecieron los saurópsidos.

El problema es que en este debate los datos proporcionados por el ADN y los obtenidos de los registros fósiles se contradicen: la cronología que se obtiene del análisis genético de los piojos indica una especiación temprana y una diversidad anterior al impacto del asteroide hace 65 millones de años. Sus defensores creen que la ruptura del antiguo supercontinente Gondwana (hace unos 120 millones de años) pudo abrir la puerta a una primera gran diversificación evolutiva. 

Sin embargo, según el registro fósil la expansión de los mamíferos placentarios no se produjo, en número de especies, hasta el final del Cretácico, hace unos 65 millones de años, lo que sugiere una relación directa con el evento cataclísmico que acabó con los dinosaurios.


Bibliografia


Gao, T., Yin, X., Shih, C. et al. New insects feeding on dinosaur feathers in mid-Cretaceous amber. Nat Commun 10, 5424 (2019) doi:10.1038/s41467-019-13516-4