viernes, 20 de noviembre de 2020

Fuerza, una trilogía mural llena de esperanza







Pejac

Distanciamiento social (Fuerza)
(2020)

Mural sobre muro de hormigón 

Hospital Universitario Marqués de Valdecilla Santander
 




De lejos parece una grieta en el muro de cemento. Un defecto de construcción. Pero a medida que se acorta la distancia se ve que no, que es un mural con un claro mensaje social. 

Es una de las últimas obras de Pejac, uno de los artistas callejeros más famoso, un muralista graffitero a quien a veces se le conoce como el Bansky español. Pejac reinventa el espacio público lo usa como un medio de sensibilización colectiva. Comunica temas sociales y ambientales a través de su talento artístico, recurriendo a conceptos originales y efectivos, y a su un gran conocimiento de arte y cultura popular.


La obra "Distancia social" está formada por un gran número de pequeñas figuras humanas. 

Así ha pintado la trilogía titulada "Fuerza", un conjunto de murales en el campus del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla en Santander, con el fin de honrar a las 50.000 personas que han muerto por el virus en su país.

La falsa grieta, con la que encabezamos este escrito se titula Distanciamiento social”. A medida que nos acercamos, vemos que muestra una gran cantidad de personas que escapan de una brecha de la fachada del edificio, tomando distancia social como prevención. La ilusión óptica, el trampantojo, es una metáfora de las diferentes formas en que la Covid-19 ha resquebrajado la sociedad, obligando a tomar medidas preventivas como la distancia social. En el centro hay una condensación de personas que forman "una oscuridad profunda", para reflejar lo que por culpa del coronavirus hay que evitar: estar cerca de otras personas. Alrededor se encuentran otras, separadas, que son la muestra de cómo hay que actuar.



En el mural "Distanciamiento social" la supuesta grieta está formada por un hormiguero
 de personas que intentan escapar de la grieta (símbolo de la pandemia) poniendo distancia social entre ellas.
 


Según comenta el artista, la grieta representa la gran herida que ha dejado esta pandemia es una forma de rendir homenaje a los sanitarios y de respeto y solidaridad hacia las víctimas, y abre una puerta a la esperanza con muchas pequeñas escenas que nos invitan a pensar en un futuro mejor.

Frente a la entrada de las Urgencias Pediátricas del hospital se encuentra otro de los murales de la trilogía. Se trata de "Superación", que muestra a un niño en silla de ruedas que se pone de pie sobre ella visualizando un paisaje de color inspirado en la obra de Van Gogh con el que Pejac quiere trasladar fuerza y ánimo a estos pequeños.


Arriba, Pejac pintando su obra "Superación" en la que se usa una silla de ruedas (una  
alegoría de la pandemia) como trampolín para obtener un futuro lleno de color. En esta
obra le ayudaron tres niños ingresados en el Servicio de Oncología del hospital (abajo). 




"Superación" es una obra en cierto modo contrapuesta a "Distancia Social", mucho más alegre y rica de color. Para realizarla, el artista tuvo la colaboración de tres niños, pacientes de oncología, que Pejac califica como una experiencia increíble. Sus manos, llenas de pintura de diferentes colores y estampadas sobre el muro son lo que ha dado vida a este paisaje expresionista. En esta obra, la silla de ruedas sobre la que la silueta de un niño se alza para poder llegar más alto se convierte en un trampolín, lo que transmite la idea de lo que debería hacer la sociedad: usar esta crisis para impulsarnos hacia adelante, a nuevos objetivos. 



"Caricia" un mural donde dos siluetas evitan tocarse, pero en el que el deseo de contacto humano se plasma en sus sombras, que se dan la mano y se llenan del color sereno de los nenúfares del estanque de Monet (abajo, detalle). 




La tercera de las  obras es "Caricia", en la que aparecen dos siluetas que se cruzan y se buscan con la mirada. Una de ellas representa a los pacientes y la otra al personal sanitario. Las sombras de ambas figuras se tocan suavemente, simbolizando así la necesidad y voluntad que tenemos actualmente de recuperar el contacto físico con los pacientes. Las sombras, signo de esperanza, están pintadas de color, inspirándose en el estanque de nenúfares de Monet, uno de los referentes artísticos preferidos de Pejac. 

La trilogía de Pejac nos induce a la reflexión y a la esperanza. En un entorno, el del hospital, donde los sanitarios luchan cada día para vencer la enfermedad y la muerte. 


jueves, 19 de noviembre de 2020

Los cuatro doctores

 





John Singer Sergent

Los cuatro doctores

(1907)


Óleo sobre lienzo. 122 x 104 cm
Welch Library. Hospital Johns Hopkins. 
Baltimore (Maryland) 
Estados Unidos de América.     



Este cuadro se puede admirar en la Welch Library del Hospital Johns Hopkins de Baltimore. Es un óleo de John Singer Sergent que representa a cuatro grandes médicos de finales del s.XIX: 
- William Henry Welch (1850-1934), patólogo, que fue el primer decano de la escuela y mentor de generaciones de científicos investigadores.

- William Stewart Halsted (1852-1922), quien revolucionó la cirugía al insistir en la habilidad y la técnica sutiles, así como en el estricto cumplimiento de los procedimientos sanitarios: entre otras cosas, fue el introductor de los guantes de goma en cirugía. 

- William Osler (1849-1919), internista, considerado el padre de la medicina moderna , y tal vez el médico más influyente de finales del siglo XIX y principios del XX como autor de The Principles and Practice of Medicine (1892) 

-  Howard Atwood Kelly (1858-1943), un magnífico cirujano ginecológico al que se le atribuye el establecimiento de la ginecología como especialidad y ser uno de los primeros en utilizar el radio para tratar el cáncer. 

El hospital Johns Hopkins de Maryland fue fundado en 1889, gracias a un legado de más de 7 millones de dólares (lo que representaría un capital de unos 140 millones de dólares actuales) que había dejado para este fin Johns Hopkins (1795-1873), un rico comerciante de la ciudad, banquero / financiero, líder cívico y filántropo. Hopkins murió en 1873 a los 78 años de edad. En su testamento, pidió que su fortuna se invirtiera en fundar dos instituciones que llevarían su nombre: "Universidad Johns Hopkins" y "Hospital Johns Hopkins". En el momento en que se hizo, la donación de Hopkins era el mayor legado filantrópico de toda la historia de los Estados Unidos. 

Antes de morir, Hopkins seleccionó a 12 prohombres de Baltimore para que fueran los fideicomisarios del proyecto y, un año antes de su muerte, les envió una carta dándoles instrucciones para la realización del hospital, 
"que, en construcción y disposición, se compare favorablemente con cualquier otra institución de carácter similar en este país o en Europa" 
También ordenaba que en el Hospital, debían trabajar médicos y cirujanos del más alto nivel y mayor habilidad, y que debía estar vinculado con la Facultad de Medicina, para la que también dejó el correspondiente legado. Así se llevó a cabo el hospital, edificado en estilo Reina Ana, y que disponía de todos los progresos más innovadores del momento. 

Los fideicomisarios obtuvieron los servicios de cuatro médicos destacados, conocidos como los "Cuatro Grandes", que fueron los fundadores médicos del hospital cuando abrió el 7 de mayo de 1889. Eran el patólogo William Henry Welch , el cirujano William Stewart Halsted, el internista William Osler y el ginecólogo Howard Atwood Kelly, que son los que aparecen en el cuadro con el que iniciamos este artículo. 

En 1893, la Universidad Johns Hopkins fue una de las primeras escuelas de medicina que admitió mujeres. Cuatro de las hijas de los fideicomisarios originales se ofrecieron a recaudar el dinero necesario para abrir la escuela, pero solo si la escuela aceptaba admitir mujeres calificadas en la universidad. Después de varias discusiones, los fideicomisarios acordaron sus términos y aceptaron la ayuda financiera de estas cuatro mujeres y sus condiciones. 


El hospital Johns Hopkins de Maryland abrió sus puertas por primera vez a las residencias médicas, idea de Osler (junto con los pases de visita, entregas de guardia y sesiones de casos clínicos) bajo la aprobación de Welch que era el administrador. 

Johns Hopkins ha sido el modelo de la medicina estadounidense y un centro en el que se han descrito docenas de enfermedades y de nuevos síndromes. También ha sido el lugar en el que se han escrito obras de obligada referencia en la medicina moderna (Osler, Harrison, Lehninger...). En ella se han formado numerosos científicos vinculados a diversas aportaciones al progreso médico y 18 investigadores que han merecido el reconocimiento del Premio Nobel.  

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Que viene el coco!

 





Francisco Oller

Naturaleza muerta con cocos
(1893)


Óleo sobre lienzo 70,5 x112,4 cm
Colección particular. New




Francisco Oller (1833-1917) fue un pintor puertorriqueño que revolucionó el arte caribeño. Formado en su juventud en Madrid y París, se inspiró en el arte de Gustave Courbet y entró en contacto con figuras como Paul Cézanne, Camille Pissarro y Claude Monet. Al regresar al Caribe, desarrolló un estilo ecléctico personal, que tomó influencias tanto del Romanticismo, como del Realismo, pero muy especialmente del Impresionismo. Por eso se considera a Oller como el introductor del impresionismo en las Antillas. Sus temas preferidos son paisajes caribeños, indígenas con frutas del país y también retratos de personajes ilustres e intelectuales. En el bodegón que hoy presentamos, representó unos cocos, una fruta local por antonomasia, que contrasta con las frutas tan distintas que acostumbran a representar las naturalezas muertas  europeas. 
Los tres agujeros del coco le dan un aspecto fantasmagórico de calavera o de las calabazas perforadas que suelen usarse para asustar en Todos los Santos, y esa es la razón que se le impusiera este nombre al fruto de las palmeras. 


El filólogo y etimólogo Joan Corominas recuerda en su obra “Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana” que el nombre de coco fue impuesto a este fruto de la palmera cocotera o palma indiana (Cocos nucifera) por los marinos de Vasco de Gama, cuando la expedición portuguesa llegó a la India en 1498. La forma redondeada del fruto y sus tres agujeros recordó a los navegantes una cabeza con ojos y boca, como los orificios que se hacían en las calabazas en los días cercanos a Todos los Santos para remedar una calavera. Una asimilación fácil, ya que en portugués el término côco se usaba para designar a un mítico fantasma al que se aludía para asustar a los niños pequeños. Era habitual amenazarlos con que el temido personaje aparecería si no se portaban bien (“Que viene el coco, que viene el coco...“





La costumbre de vaciar calabazas para asustar, remedando una calavera, inspiró
a los marinos de Vasco de Gama el nombre de coco. 


El vocablo pasó al castellano hacia 1554. Las alusiones al coco-fantasma las encontramos en diversas canciones infantiles, que atestiguan la presencia de este temido personaje en el imaginario popular: 

Duérmete niño, 
       duérmete ya, 
 que viene el coco 
 y te comerá.”




Ostia antica. Horrea Hepagathiana.
Un granero, donde seguramente se almacenaron muchos coccus de cereal. 

En la Antigua Roma la palabra coccus tenía una significación diferente, como recuerda Pep Campillo, profesor de lenguas clásicas en Mallorca y habitual seguidor de nuestro blog. Los romanos usaban el vocablo coccus para designar los granos de cereal, y por extensión, lo aplicaban a cualquier objeto más o menos esférico o con forma de bola de pequeño tamaño. 



Los diplococos productores de la gonorrea (Neisseria gonorrheae) se disponen en parejas con un aspecto similar a los granos de café. Por ser los causantes de la gonorrea también se les conoce como gonococos. 

Por eso, cuando se descubrieron las bacterias y se vio que algunas de ellas presentaban formas redondeadas, se les impuso el nombre genérico de coccus  o cocos. Así hablamos de estafilococos (cocos en racimo), estreptococos (cocos en cadena), diplococos (cocos en parejas) etc.. 

Otras veces reciben también el nombre de la enfermedad que producen: gonococo (productor de gonorrea); neumococo (productor de neumonía); meningococo (productor de meningitis)... 



Con el nombre de estreptococos se conocen los cocos dispuestos en cadenas. Este nombre fue propuesto por Albert Theodor Billroth y deriva del griego στρεπτος streptos, que significa que se dobla o retuerce con facilidad, como una cadena.



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Agradezco a Pep Campillo que me haya facilitado algunos detalles para la elaboración de esta entrada del blog



martes, 17 de noviembre de 2020

Copito de Nieve






Floquet de neu / Copito de nieve 
(1964?-2003)

Gorila albino. 
Zoo de Barcelona
Fotografía de Ettore Ballochi
 



Los museos no solamente son lugares donde contemplar obras de arte. También en cierto modo hay museos vivos, como jardines botánicos o zoológicos. En el zoo de Barcelona se conserva el recuerdo de un gorila blanco, una curiosidad muy poco frecuente. 

Fue un símbolo de Barcelona. Tal vez el habitante más famoso de la ciudad. Copito de Nieve (Floquet de neu en catalán) era un gorila blanco. Procedía de las selvas de Guinea Ecuatorial, donde lo habían capturado unos cazadores de etnia fang cuando tenía pocos meses de edad. Lo llamaron Nfumu ngui (gorila blanco). Allí lo adquirió el primatólogo Prof. Jordi Sabater Pi, entonces conservador del Centro de Experimentación Zoológica de Ikunde (Bata), una dependencia del Zoo de Barcelona en el trópico. El profesor lo trasladó desde su Río Muni natal hasta Barcelona en 1966. 

Copito de Nieve fue muy bien acogido por los barceloneses, sobre todo por los niños, que veían en su rostro sonrosado una réplica más parecida a los humanos caucásicos que los habituales gorilas negros. 

En 1977 protagonizó una portada de National Geographic, lo que le dio fama mundial, convirtiéndose en el emblema por antonomasia del Zoo de Barcelona e incluso de la propia ciudad.  

El peculiar color de Copito de Nieve estaba debido a que era albino. El albinismo es una alteración genética por la que no se sintetiza melanina, la sustancia que da color a la piel al cabello y a los ojos. Al ser albino, Copito de Nieve tenía el pelo blanco, la piel sonrosada (casi blanca, como la piel de los albinos humanos) y el iris de los ojos de un tenue color gris azulado. Los genetistas Tomás Marqués y Javier Prado del Institut de Biologia Evolutiva  de la Universidad Pompeu Fabra han secuenciado el genoma de Copito y han observado que su albinismo estaba producido por el gen SLC45A2, que por cierto, no es el más común de los cuatro genes que se conoce que son responsables del albinismo.

La función de la melanina es la de proteger las células cutáneas de los rayos ultravioleta del sol. Los albinos, al carecer de pigmento, presentan mayor patología solar que las personas de fototipos elevados. Y eso es lo que le sucedió también al gorila albino.   

Copito de Nieve comenzó a presentar la piel enrojecida, eritematosa, y se rascaba continuamente. Cada vez se manifestaban estos síntomas con mayor intensidad, hasta que en 1996 Jesús Fernández Morán veterinario del zoológico de Barcelona y el Prof. Luis Ferré Caubet profesor de Patología y dermatología veterinaria decidieron solicitar el asesoramiento especializado de médicos dermatólogos. Concretamente al  Prof. Antoni Castells y a su equipo de Dermatología del Hospital Vall d'Hebrón.  

El Prof. Antoni Castells con sus colaboradores Vicente  Garcia-Patos, y Cristina Pascual Valdés fueron al zoo y observaron que el famoso gorila tenía una eritrodermia en todo el cuerpo con vivo prurito que le obligaba a rascarse continuamente. Le realizaron una biopsia que reveló que presentaba una fotodermatosis. La piel blanca del gorila no tenía suficiente protección frente al sol, y se había alterado. 

Los dermatólogos sugirieron realizar un tratamiento similar al que se propone en estos casos en humanos, pero los veterinarios desestimaron la idea ya que creyeron que no podría ser metabolizado. En cambio, instalaron paneles en el techo con el fin de tamizar los rayos solares.  

Algunos años más tarde el gorila albino presentó un carcinoma escamoso en tórax con metástasis ganglionares. Era la consecuencia de la continua exposición de su piel desprovista de pigmento a los rayos ultravioleta solares. El tumor fue extirpado por un equipo quirúrgico de veterinarios. A pesar de eso, el carcinoma recidivó al poco tiempo, y en noviembre de 2003 tuvieron que practicarle la eutanasia para evitarle sufrimientos innecesarios. 

Copito de Nieve fue la gran atracción del Zoo de Barcelona durante casi cuatro décadas. Se intentó infructuosamente que tuviera algún hijo albino, cruzándolo repetidamente. Tuvo 22 hijos, de los que sobreviven tres (un macho y dos hembras), once nietos (cuatro machos y siete hembras) y 3 bisnietos (un macho y dos hembras). Pero ninguno fue albino. Y finalmente su albinismo, que era su signo distintivo, fue también el causante de su cáncer de piel.  


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Agradezco los comentarios personales que muy amablemente me ha confiado el Prof. Antoni Castells Rodellas a propósito de este episodio.