martes, 17 de diciembre de 2019

Piojos de dinosaurio









Mesophtirius angeli sobre una pluma de dinosaurio 


Bloque de ámbar del período Cretácico (hace 100 millones de años) procedente de la provincia de Kachin (Myanmar) 

Fotografía de Taping Gao publicada en Nature realizadas con microscopio Nikon SMZ 25 con un sistema de cámara digital Nikon DS-Ri 2




En otras entradas de este blog nos hemos referido a algunos insectos que habían coexistido con los dinosaurios, como era el caso de los chinches. Pero no fueron los únicos. También ciertas especies de piojos vivieron en aquella era, y en este caso llegaron a parasitar a los grandes saurios. 

Los dinosaurios poblaron la Tierra en la era secundaria. La mayoría de ellos tenían una piel semejante a los reptiles, muchas veces cubierta de escamas o placas córneas. Pero algunos de ellos presentaban plumas, bien de forma parcial, en algunas partes (generalmente en el cráneo o en la cola, cumpliendo una función de reclamo sexual) o bien recubriendo su cuerpo por completo. No en vano, los dinosaurios evolucionaron posteriormente, originando las aves actuales, que presentan el cuerpo totalmente cubierto de plumas. Los dinosaurios con plumas (o más bien protoplumas) fueron especialmente abundantes en el Cretácico (hace alrededor de 145 - 66 millones de años). 


Dibujo hipotético de los piojos M. engeli sobre las plumas de un dinosaurio (tomado del artículo de Gao y cols. en Nature Communications). 

Como sabemos bien por la observación de los animales actuales, algunos parásitos pueden agarrarse a las plumas o pelos, haciendo de ellos su hábitat cotidiano. Son parásitos que se alimentan de la sangre de sus huéspedes, que extraen gracias a un aparato succionador. Son los piojos, de los que conocemos diversas especies fósiles. Hay pues pruebas de la existencia de insectos parasitarios que se alimentaban de sangre tanto en el Jurásico (hace entre 201 millones y 145 millones de años atrás) como en el Cretácico (hace entre 145 millones y 66 millones de años).

Hace poco, un grupo de investigadores (Un equipo de la Smithsonian Institution de Washington y de la Universidad Normal de Pekín) descubrieron, en el interior de un bloque de ámbar del Cretácico procedente del norte de Myanmar (Birmania) un nuevo tipo de piojos fosilizados, a la que le han dado el nombre de Mesophthirus engeli lo que ha sido publicado en un reciente artículo de Nature Communications. 

Según sus descubridores, M. engeli tenía una forma muy similar a la de los piojos modernos, aunque sus órganos para masticar eran sensiblemente más fuertes. De hecho los ejemplares que se han podido detectar son ninfas, no insectos adultos. Muestran una serie de caracteres morfológicos ectoparasitarios, como un pequeño cuerpo sin alas, cabeza con fuertes piezas bucales masticatorias, antenas robustas y cortas, patas con una sola garra tarsal, etc. Alrededor de estos insectos se encontraron plumas de dinosaurio parcialmente dañadas, probablemente por acción de los parásitos, lo que induce a pensar que tal vez los insectos no eran propiamente hematófagos sino que podrían haberse alimentado de las propias plumas. Serían pues los piojos más antiguos que se conocen que se alimentaban de plumas, lo que es un dato de esencial importancia para comprender la alimentación de estos insectos. 

Según declara Chungkun Shih, del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian en Washington y uno de los autores del trabajo: 
"Los primeros insectos similares a piojos nos ayudan a entender la evolución en ese período tan remoto: cómo adaptaron sus rasgos morfológicos y su comportamiento para alimentarse de plumas"
Estos hallazgos aportan así luz al debate sobre la aparición y diversificación de aves y mamíferos. Una primera hipótesis sostiene que ambos grupos proliferaron a principios del Cretácico (que comenzó hace 145 millones de años) y que muchas de sus estirpes sobrevivieron al cataclismo que acabó con los dinosaurios (hace 65 millones). La teoría contraria afirma que sólo podrían haber proliferado una vez que desaparecieron los saurópsidos.

El problema es que en este debate los datos proporcionados por el ADN y los obtenidos de los registros fósiles se contradicen: la cronología que se obtiene del análisis genético de los piojos indica una especiación temprana y una diversidad anterior al impacto del asteroide hace 65 millones de años. Sus defensores creen que la ruptura del antiguo supercontinente Gondwana (hace unos 120 millones de años) pudo abrir la puerta a una primera gran diversificación evolutiva. 

Sin embargo, según el registro fósil la expansión de los mamíferos placentarios no se produjo, en número de especies, hasta el final del Cretácico, hace unos 65 millones de años, lo que sugiere una relación directa con el evento cataclísmico que acabó con los dinosaurios.


Bibliografia


Gao, T., Yin, X., Shih, C. et al. New insects feeding on dinosaur feathers in mid-Cretaceous amber. Nat Commun 10, 5424 (2019) doi:10.1038/s41467-019-13516-4

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