miércoles, 24 de febrero de 2016

Cervantes y las enfermedades de la piel







 Atribuido a Jáuregui

Retrato de D. Miguel de 
Cervantes Saavedra

Óleo sobre tela
Real Academia Española, Madrid




Ya nos hemos referido, en este blog, a la patología cutánea, higiene y cosmética que aparece en algunos pasajes del Quijote (1)(2)(3)(4). Pero las enfermedades de la piel figuran en muchas otras obras de Cervantes, y a veces reflejan los nombres de las enfermedades o el tratamiento que se proponía en aquel tiempo.

En "El rufián dichoso" se hace mención de la enfermedad que sufrió fray Cruz, que puede interpretarse como lepra: las lesiones terminaron por deformar las manos en forma de garra. 

En otro de los textos cervantinos, "El casamiento engañoso" hallamos alusiones a la sífilis en la respuesta que el alférez Campuzano da al licenciado Peralta: 


«A las demás preguntas no tengo que decir sino que salgo de aquel hospital de sudar catorce cargas de bubas que me echó encima o a cuestas una mujer que escogí por mía, que no debiera». 

Más adelante dice: 


«Mudé posada y mudé el pelo dentro de pocos días porque comenzaron a pelárseme las cejas y las pestañas y poco a poco me dejaron los cabellos; y antes de edad me hice calvo, dándome una enfermedad que llaman lupicia y por otro más claro, pelarela»

Tal vez esto pueda interpretarse como una  alopecia luética aunque no hay que descartar que pudiera tratarse de una alopecia areata

Asimismo, en "Persiles y Segismunda" se hace referencia al herpes, en su relación con brotes febriles de variada intensidad y con la inquietud o excitación sexual: 


«quejándose sabrá el mundo siquiera, cuán grande fue de amor la calentura, pues salieron señales a la boca...» 

y en otro párrafo hallamos: 


«Mujer soy como tú, mis deseos tengo y hasta ahora, por honra del alma, no me han salido a la boca, que bien pudieran ser señales de calentura» 


Estos son algunos de los ejemplos - y probablemente no todos - de enfermedades cutáneas que podemos encontrar en las obras del ilustre escritor, y que constituyen un fiel testimonio de las afecciones más comunes de su época. 

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