La "iaia" de la cueva del Toll
(época neolítica)
Esqueleto femenino de edad avanzada
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En una anterior entrada hemos comentado los interesantes hallazgos arqueológicos del yacimiento del Toll, en las cercanías de Moià, que aportan muchos datos sobre los usos de los Homo sapiens que habitaban la cueva en el Neolítico.
Tal vez el más interesante sea el esqueleto completo de una mujer de más de 65 años, que fue bautizada por los arqueólogos con el nombre de "la iaia" (la abuela). En efecto, tenía una edad muy avanzada para su tiempo, en el que la esperanza de vida apenas sobrepasaba los 30 años.
El esqueleto, muy bien conservado, aporta interesantes datos paleopatológicos que nos permiten identificar diversas enfermedades y alteraciones.
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El orificio frontal, en la zona superciliar, es perfectamente circular. |
La más llamativa es la presencia de un orificio perfectamente circular, de bordes regulares, situado en la zona frontal. Se ha especulado mucho sobre que fue lo que ocasionó este agujero.
Una de las primeras hipótesis sería la de un traumatismo bélico o cinegético. Efectivamente, tanto la guerra como la caza eran habituales entre las tribus neolíticas. Tal vez el orificio fuera como consecuencia de una herida de flecha o de lanza. También pudiera ser consecuencia de una ejecución. Pero en cualquier caso este tipo de traumatismos no causaría un orificio tan perfectamente circular, ni de bordes tan pulimentados. Por lo tanto podemos descartar esta hipótesis.
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Dibujo del cráneo de "la iaia del Toll",
con el agujero perfectamente circular en la
región frontal. Museu Rafel Casanova. Moià. |
Otra teoría sería la trepanación. En efecto esta técnica era practicada con cierta frecuencia en el Neolítico a aquellas personas con dolores persistentes de cabeza (cefaleas intensas, neuralgias...). La trepanación se practicaba generalmente raspando el hueso con instrumentos adecuados. El resultado era un orificio de bordes regulares y pulimentados. En la mayoría de los casos, los pacientes no sobrevivían a la trepanación, aunque hay casos en los que se ve el hueso cicatrizado, por lo que es evidente que se había sobrevivido. Por lo tanto, esta hipótesis es posible.
Pero algo no encajaba. En los casos de trepanación el orificio era algo mayor por la parte externa y se hacía más angosto en la parte interior del hueso. Algo lógico, ya que se hacía, como digo, por raspado. Pero en este caso esta circunstancia no se cumplía: el agujero era más ancho por dentro que en su parte externa. Parecía hecho de dentro afuera, cosa imposible en una trepanación. Un detalle que permite descartar esta interpretación.
Si el agujero se había hecho de dentro afuera, ¿que lo podía haber causado? Un quiste, o un absceso, tal vez. Hemos comentado en otras entradas las deformaciones que pueden causar los quistes epidermoides de gran tamaño en las estructuras óseas. En este caso, el orificio comunicaba con el seno frontal. En algunos casos de sinusitis crónica, los senos frontales pueden llenarse de pus. Si la presión de la colección purulenta es intensa, puede llegar a abrirse paso por una fístula que atraviese el hueso. Y el contenido purulento puede llegar a drenar al exterior lo que generalmente va seguido de una mejoría de la sintomatología. Este pudo ser el caso de la anciana mujer, y la hipótesis más aceptada por los arqueólogos hasta el momento. Si así fuera, debemos señalar que a pesar del intenso dolor que esto pudo causar, en cierto modo la iaia tuvo suerte. El drenaje espontáneo del material purulento le salvó la vida y le permitió seguir viviendo algunos años más. Por eso el orificio presenta el borde pulido, cicatricial.
Sin embargo, en opinión del Dr. Josep M. Trull, cirujano maxilofacial y habitual seguidor de este blog, el orificio frontal podría ser más bien debido a un quiste óseo aneurismático, descartando que estuviera hecho por trepanación (no estaría tan bien pulido); ni tampoco por supuración del seno frontal, ya que en este caso ocuparía una posición algo más inferior. En estos casos normalmente el drenaje busca el decúbito y va hacia el seno etmoidal, de barreras óseas mucho más finas.
Pero no terminaban aquí los males de la abuela. Sus huesos nos indicaban otras patologías, de las que trataremos en otras entradas del blog.
La "abuela" neolítica de Moià
I): La cueva del Toll. https://xsierrav.blogspot.com/2019/06/la-abuela-neolitica-de-moia-i-la-cueva.html?spref=tw
II): Sinusitis perforante. https://xsierrav.blogspot.com/2019/06/la-abuela-neolitica-de-moia-ii.html?spref=tw
III): Artrosis y osteoporosis. https://xsierrav.blogspot.com/2019/06/la-abuela-neolitica-de-moia-iii.html?spref=tw
IV): Problemas dentarios. https://xsierrav.blogspot.com/2019/07/la-abuela-neolitica-de-moia-iv.html?spref=tw