Francisco de Goya y Lucientes Retrato del pintor Bayeu (1768) Óleo sobre lienzo. 183 x 244 Museo del Prado. Madrid. |
Francisco Bayeu y Subías (1734-1795) fue miembro de una conocida familia de pintores aragoneses. Su estilo evolucionó desde un rococó inicial (influído por Lucas Giordano y Corrado Giaquinto) a un neoclásico en el que es patente la influencia de Mengs.
En 1763, Anton Raphael Mengs (1728-1779) lo lleva a Madrid para realizar algunas pinturas en el Palacio Real de Oriente, convirtiéndose pronto en un pintor muy conocido en Madrid. En 1767 es nombrado pintor real de la corte de Carlos III, cargo que ocupará hasta su muerte en 1795. Realizó diversas decoraciones y pinturas murales, en general alegóricas en el Palacio Real y en los palacios de Aranjuez, La Granja de San Ildefonso, y en el Palacio del Pardo. Asimismo realizó pinturas para iglesias, como las del convento de la Encarnación de Madrid, dos bóvedas de la Basílica del Pilar de Zaragoza (en colaboración con su hermano Ramón Bayeu y con Francisco de Goya) y el claustro de la catedral de Toledo, que tal vez constituye el conjunto más personal del pintor.
También, juntamente con su hermano Ramón, y bajo la dirección de Mengs, pintó un gran número de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Muchos de estos tapices se usaron para la decoración de los Reales Sitios. Bayeu es considerado, junto con Goya, el mejor cartonista de tapices. En 1783 fue nombrado director de la Real Fábrica de Tapices. En los últimos años de su vida realizó retratos de diversos personajes de la época.
Bayeu protegió a Goya, aragonés como él, introduciéndolo en la corte. Goya se casaría con Josefa, la hermana de Bayeu (1773). A lo largo de su vida, la relación entre Goya y Bayeu fue bastante irregular, con rupturas y reconciliaciones. Los momentos de tensión venían provocados por la negativa de Goya a someterse a los dictados de su cuñado, ya que quería ser un pintor independiente y libre. A pesar de esa tirantez en sus relaciones, Bayeu siempre favoreció a Goya, siendo nombrado Pintor de Cámara gracias a él.
Goya pintó este Retrato del pintor Francisco Bayeu, por encargo de su hija y con destino a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que Bayeu era Director. Podemos calificar sin duda a esta pintura de Goya como uno de sus mejores retratos. Los colores empleados son muy limitados, especialmente grises y verdes, aplicados con una soltura magistral como se puede apreciar en el chaleco y en el fajín. Goya juega con las gamas de manera asombrosa, y deja toda la escena levemente desdibujada con suaves pinceladas, resaltando el rostro del anciano pintor.
Bayeu está sentado en un sillón, sosteniendo un pincel en la mano derecha como símbolo de su profesión; la izquierda está un poco deformada ya que la tenía atrofiada por un traumatismo en una caída.
Detalle del cuadro, en la que se puede apreciar mejor la blefarocalasia y la madarosis en las pestañas. |
El centro del cuadro es el rostro de Bayeu, en la que destaca una mirada penetrante, en la que se puede apreciar un carácter tozudo e inteligente. Su cara está muy castigada por los infartos que sufrió en los últimos días de su vida. Es apreciable la blefarocalasia (párpados caídos) una enfermedad inflamatoria que degenera los párpados de forma prematura. El párpado se estira y se adelgaza y pierde volumen a través del tiempo, adquiriendo un aspecto envejecido, con la piel más laxa, delgada y débil. Tambien se puede apreciar una cierta madarosis, es decir la pérdida de pelo en las pestañas y en la cola de la ceja. La pérdida de pelo en la cola de la ceja a veces puede verse en ciertos casos de sífilis secundaria.