miércoles, 25 de octubre de 2017

La migración marina de las bacterias









Katsushika Hokusai

La gran ola de Kaganawa
神奈川沖浪裏 Kanagawa oki nami ura
(1830-1833)

Grabado. 25 x  37 cm
Metropolitan Museum of Art. New York.    




Katsushika Hokusai (1760-1849) fue un dibujante, grabador y pintor japonés de estilo ukiyo-e del período Edo. Constituyó el principal especialista en pintura china de Japón de su tiempo. La producción artística de Hokusai fue vastísima. Una de sus obras más conocidas es precisamente este grabado, la gran ola de Kaganawa en el que se muestra un mar encrespado. Tal vez una de las representaciones más conocidas y emblemáticas del océano. 

De ese mar que a veces creemos saberlo todo y del que todavía ignoramos muchas cosas. Las investigaciones marinas han realizado grandes contribuciones a la ciencia en el pasado y continúan actualmente aportando muchos datos. 

Joaquín Sorolla. Apunte de mar. Valencia 1904. Museo Sorolla, Madrid. 


En diciembre de 2010, por ejemplo, la expedición Malaespina parte del puerto de Cádiz, con el proyecto de dar la  vuelta al mundo recogiendo tanto muestras de agua de mar como del aire que está encima de las masas oceánicas. Recientemente ha aparecido en la revista Nature communications un artículo que recoge sus resultados de su trabajo. Entre otras cosas, demostraron que hay un número importante de organismos terrestres que están atravesando los mares: ¡ ni más ni menos que 67.000 procariotas (organismos unicelulares sin núcleo, como las bacterias) y 32.000 eucariotas (animales con células dotadas de núcleo) por metro cúbico de aire! Una sorpresa, ya que solía aceptarse que el aire marino era especialmente pobre en vida. Aunque de todos modos es bastante reducido, si lo comparamos al aire terrestre, en el que se encuentran unas 180.000 bacterias y 240.000 esporas de hongos por metro cúbico. 

Los investigadores procedieron a efectuar análisis genéticos que demostraron que una cuarta parte de los microbios tenían un origen marino y un 42% procedían de un medio terrestre. No pudo determinarse la procedencia del resto. En algunos océanos como en el Atlántico o el Índico, más de la mitad de los microorganismos procedían de la tierra. Los niveles de bacterias del Atlántico Norte fueron los más importantes, tal vez porque en estas regiones llegan frecuentemente las polvaredas del desiertos del Sahara. 


John Constable. El mar cerca de Brighton. 1826. Óleo sobre cartón.



El número de microbios disminuía a medida que el barco se alejaba de la costa, pero todavía se podían encontrar microorganismos en cantidades apreciables a 4.000 m. de la tierra más próxima. Otro dato: las islas sirven de etapas, y la concentración de procariotas y eucariotas es mayor al acercarse a una de ellas. 

Estos resultados plantean diversas preguntas. La primera de ellas es la de las vías de dispersión de las bacterias en la superficie del planeta. ¿Hay caminos preferentes? ¿Hay especies más viajeras? Los micólogos saben que las esporas de los hongos pueden recorrer largas distancias. Hay numerosas especies de hongos en todo el mundo aún en las islas más recónditas. Otra cuestión es el que papel juegan las islas en la dispersión de especies. Por último, los climatólogos se plantean si tal abundancia de microorganismos tiene algún papel en la formación de las nubes encima de los océanos.

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