jueves, 19 de febrero de 2015

La muerte de Hércules





 Francisco Zurbarán

La muerte de Hércules, abrasado por la túnica del centauro Neso 
(1634)

Óleo sobre lienzo, 136 x 167 cm 
Museo del Prado, Madrid


Francisco Zurbarán (1598-1664) se cuenta entre los más insignes pintores del Siglo de Oro español, y uno de los más representativos de la Contrarreforma. Influído en sus comienzos por Caravaggio, y amigo de Velázquez, Zurbarán se aleja en su estilo del realismo velazqueño para acercarse a los planteamientos del manierismo italiano. Realizó muchas obras para órdenes religiosas, por lo que es llamado el pintor de conventos. Su dominio del claroscuro, de los matices del blanco y sobre todo de los pliegues de ropajes hacen su estilo inconfundible. 

Además de la pintura mística y religiosa, realizó algunos destacados bodegones y también cuadros de tema mitológico. En este último género se encuadra una serie de obras sobre la vida de Hércules, que le fue encargado por el rey Felipe IV para decorar el Salón de Reinos. La Casa de Austria consideraba que su dinastía descendía míticamente de Hércules y de ahí la elección del tema, que tenía por finalidad ensalzar la monarquía de los Habsburgo en España. El monarca encargó esta obra a Zurbarán por recomendación de Velázquez, que era el pintor de la corte. 
Luca Giordano. La muerte del centauro Neso.
Museo del Prado, Madrid. 

Sin embargo, la serie de Zurbarán era de sólo diez cuadros (posiblemente para adaptarlos al espacio donde estaban destinados) por lo que no pudo completar los doce trabajos del héroe. Además uno de los cuadros (el que encabeza este comentario) está dedicado al episodio de la muerte de Hércules, por lo el resto  solamente recogen nueve de los trabajos.   

El cuadro de la muerte de Hércules nos muestra a un personaje con una desgarrada mueca de dolor intentando arrancarse la túnica. Es el capítulo final de una leyenda mitológica. El centauro Neso había intentado violar a Deyanira, la mujer de Hércules. Éste, alertado por los gritos de su esposa, le lanzó una flecha (envenenada con la sangre de la hydra de Lerna) que le alcanzó, ocasionándole la muerte. Sin embargo, antes de morir desangrado, el centauro tuvo tiempo de decir a Deyanira que si empapaba una túnica en su sangre, cuando su marido se la pusiera aborrecería a todas las mujeres excepto a ella. Deyanira, que sentía celos porque creía que Hércules estaba enamorado de Iole, hija del rey de Etolia, creyó el embuste, y decidida a recuperar el amor de su marido, empapó la túnica en la sangre del centauro. 

Pocos días después Hércules se disponía a ofrecer un sacrificio y mandó a un sirviente a por una túnica nueva. Deyanira le entregó la túnica impregnada en la sangre de Neso. Pero cuando Hércules revistió la prenda, sintió un inmenso ardor y vió como la piel se desprendía a jirones. Al punto intentó quitarse la prenda, pero no pudo, ya que se había pegado a su piel. Hércules, furioso, arrojó al sirviente que le había traído la túnica al mar, donde se ahogó. Deyanira, al ver la tragedia que había desencadenado con su credulidad, y comprendiendo la venganza de Neso, se suicidó. 





Arriba: 
Guido Reni. Hércules en la pira.
Musée du Louvre, París. 


A la izquierda: 
Luca Giordano. Hércules en la pira. 

Museo del Prado, Madrid. 









Pero a pesar de retorcerse con terribles dolores, Hércules no se moría. En realidad, no podía morir, ya que era un semidiós, hijo de Zeus y de la reina Alcmena, una mortal. Por eso, le pidió a su amigo Phiocteres que le prendiera fuego en la pira del sacrificio, llevando la clava y la piel del león de Nemea. Las llamas consumieron la parte mortal del semidiós y su parte divina fue llevada al cielo por un carro en una espectacular apoteosis. 


Jean Baptiste Borrekens. Apoteosis de Hércules.
Museo del Prado, Madrid. 


A pesar de que no podemos establecer un total paralelismo entre la mitología y la vida real, en el episodio de la muerte de Hércules subyace la idea de que los tóxicos pueden actuar por vía tópica y no solamente por vía oral. El historiador de la medicina Richter, en la introducción al monumental tratado de Dermatología de Jaddasohn (Handbuch der Haut und- Geschlechtskrankheiten, en 37 volúmenes) cree entrever en la muerte de Hércules una toxicodermia.  Tal vez afirmar eso es ir muy lejos, aunque cada vez que leo los síntomas de la agonía de Hércules no puedo evitar que me vengan a la cabeza los casos de necrolisis epidérmica tóxica,que como dermatólogo he tenido ocasión de atender.

Hércules es acogido en el Olimpo. François Lemoyne (1733-1736), Apoteosis de Hèrcules
Fresco del techo del Salón de Hèrcules, Palacio de Versalles



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