El Greco San Luis, rey de Francia (1592-1595) Antiguo Hospital de Sta. Caterina, Girona |
En este cuadro, El Greco se aparta de las representaciones habituales de San Luis. El rey, con semblante triste y melancólico, aparece de medio cuerpo, con una armadura del s. XVI, manto y corona. Lleva dos cetros: el de la mano derecha es el típico cetro acabado en mano de los reyes de Francia y el de la mano izquierda acaba en una flor de lis, símbolo de la monarquía francesa. Manuel Bartolomé Cossío y Gregorio Marañón suponían que se trataba de un retrato, probablemente inspirado en un interno del Hospital del Nuncio.
San Luis (1214-1270), hijo de Luis VIII el León y Blanca de Castilla (hija de Alfonso VIII de Castilla) reinó en Francia con el nombre de Luis IX. Fue por tanto primo del rey castellano Fernando III el Santo. Educado en la devoción cristiana y el misticismo por su madre, gobernó con gran ascetismo, practicando continuas obras de caridad y mortificación. También solía compartir la mesa con leprosos en alguna ocasión, lo que llamaba mucho la atención en una época en la que la lepra era una enfermedad temida y marginada.
San Luis emprendió las dos últimas cruzadas contra los musulmanes. En la Séptima Cruzada, desembarcó en Egipto y tomó la ciudad de Damieta, pero pronto la crecida del Nilo y la peste supusieron un fuerte contratiempo. Cayó prisionero junto a buena parte de sus tropas y fue liberado tras pagar un fuerte rescate.
Durante la Octava Cruzada los franceses sitiaron a Túnez, pero la expedición fue un desastre. Su ejército fue presa de una epidemia y el mismo rey murió durante el sitio (1270).
San Luis (1214-1270), hijo de Luis VIII el León y Blanca de Castilla (hija de Alfonso VIII de Castilla) reinó en Francia con el nombre de Luis IX. Fue por tanto primo del rey castellano Fernando III el Santo. Educado en la devoción cristiana y el misticismo por su madre, gobernó con gran ascetismo, practicando continuas obras de caridad y mortificación. También solía compartir la mesa con leprosos en alguna ocasión, lo que llamaba mucho la atención en una época en la que la lepra era una enfermedad temida y marginada.
San Luis emprendió las dos últimas cruzadas contra los musulmanes. En la Séptima Cruzada, desembarcó en Egipto y tomó la ciudad de Damieta, pero pronto la crecida del Nilo y la peste supusieron un fuerte contratiempo. Cayó prisionero junto a buena parte de sus tropas y fue liberado tras pagar un fuerte rescate.
Durante la Octava Cruzada los franceses sitiaron a Túnez, pero la expedición fue un desastre. Su ejército fue presa de una epidemia y el mismo rey murió durante el sitio (1270).
Estatua de San Luis en las ruinas de Cartago |
La historia no da muchos datos sobre la muerte y la salud del rey. Suele decirse que murió de "peste", durante el sitio de Túnez. Es sabido la imprecisión del término peste en el s. XIII, que solía hacer referencia a cualquier epidemia. En el caso del sitio de Túnez la enfermedad causaba diarreas intensas por lo que cabe suponer que fue una disentería, o tal vez según defiende el historiador Fernand Destaing, una fiebre tifoidea.
A la muerte del soberano frente a Túnez se planteó repatriar su cuerpo. Pero el calor y la distancia hacían imposible un traslado normal. Se recurrió entonces al procedimiento de "excarnación", consistente en hervir el cuerpo en vino para separar los huesos de las partes blandas. Este procedimiento era muy común en la época para trasladar los cuerpos de los cruzados. Los huesos se depositaron en un cofre y la carne en sacos recubiertos de pez. Las reliquias así dispuestas fueron enviadas a Sicilia, isla en la que reinaba Carlos de Anjou, hermano del difunto y se conservaron durante 600 años en la abadía de Monreale, cerca de Palermo, mientras que los huesos fueron enviados a Saint Denis, panteón de los reyes franceses.
Lorenzo Paretti: San Luis (1818) |
Tras permanecer 600 años en Sicilia, las vísceras de San Luis salieron de la isla en 1861, en el equipaje de Francisco II de Borbon-Dos Sicilias, último rey de las Dos Sicilias, expulsado por los revolucionarios de Garibaldi. En 1894, antes de la muerte del monarca destronado, las reliquias fueron confiadas al cardenal Lavigerie. El cardenal, que era arzobispo de Argel y Cartago, y fundador de la orden de los Padres Blancos, las volvió a llevar al Norte de África, donde había muerto Luis IX. En 1890, las llevaron a la consagración de la catedral de Cartago, colocadas en un relicario. En 1965 fueron trasladadas a la iglesia de Santa Juana de Arco de Tunez. En 1985 fueron entregadas primero a la diócesis de Saint Denis, primero y depositadas en la catedral de Versalles en 1999.
Luis Tristán: San Luis, rey de Francia |
El médico paleopatólogo Philippe Charlier pudo analizar 2 g de las entrañas de San Luis en el 2014. Gracias a las imágenes en alta resolución de microscopía de barrido, el Dr. Charlier demostró que Luis IX sufría una enfermedad parasitaria. Una enfermedad causada por Schistosoma haematobium, propia de los países mediterráneos del Norte de África y Oriente Próximo.
La esquistosomiasis (antes conocida como bilharziasis) suele contraerse tras baños en charcas y lagunas contaminados con caracoles parasitados que actúan como reservorios. Los esquistosomas atraviesan la piel y pueden afectar diversos órganos como la vejiga urinaria, colon y riñón. Los síntomas más frecuentes son brotes febriles, hematemesis, diarreas sanguinolentas, cistitis y uretritis.
Este descubrimiento revela que San Luis estaba en un estado de debilitamiento general antes de su desembarco en Túnez en julio de 1270. Probablemente el rey se había contagiado antes (tal vez en el delta del Nilo, cuando cayó prisionero en Damieta, en 1250, o tal vez en los cuatro años siguientes en Acre, Cesarea o Jaffa). Ciertamente, la esquistosomiasis no fue la causa de la muerte del rey, aunque probablemente ayuda a comprender el estado general del monarca cuando desembarcó en Túnez.
La esquistosomiasis (antes conocida como bilharziasis) suele contraerse tras baños en charcas y lagunas contaminados con caracoles parasitados que actúan como reservorios. Los esquistosomas atraviesan la piel y pueden afectar diversos órganos como la vejiga urinaria, colon y riñón. Los síntomas más frecuentes son brotes febriles, hematemesis, diarreas sanguinolentas, cistitis y uretritis.
San Luis, rey de Francia:
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