viernes, 28 de septiembre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (I): Juventud






François Flameng

Napoleón en la escuela Militar
(1897)

Tipograbado sobre papel. 
10,6 x 15,7 cm



Napoleón Bonaparte (1769-1821) fue un militar y político francés, considerado uno de los estrategas bélicos más notables de la Historia, y que durante algo más de una década controló toda Europa Occidental y Central. Natural de Ajaccio (Córcega), fue general republicano durante la Revolución y el Directorio. Dirigió el golpe de Estado del 18 Brumario, que le convirtió en primer cónsul de la República, pasando luego a cónsul vitalicio (1802-1804). Se proclamó Emperador de los franceses (1804) y Rey de Italia (1805).  Tras ser derrotado la Batalla de las Naciones (Leipzig, 1813) fue obligado a abdicar. En 1815 volvió durante un breve período (Los Cien Días) y fue definitivamente derrotado en Waterloo, siendo exiliado en la isla de Santa Helena, donde falleció en 1821.

En entradas sucesivas del blog revisaremos algunas de las enfermedades que aquejaron a este ilustre personaje. 

Infancia. 
No tenemos constancia de que tuviera enfermedades durante su niñez, o por lo menos no han trascendido. Tampoco hay documentos que demuestren que recibió cuidados especiales durante su estancia en la Real Escuela Militar de París (Maurice Boigey,1930)


A los 19 años, Napoleón alcanzó ya el grado
de teniente segundo en el regimiento de La Fère. 


1785. 
En este momento, con 19 años, Napoleón había alcanzado ya la graduación de teniente segundo de la compañía de Bombarderos del regimiento de La Fère. Este regimiento tenía encomendada la guarnición de las ciudades de Valence y de Lyon. Sabemos que durante este período Napoleón estuvo aquejado de una enfermedad febril no identificada. Durante esta enfermedad fue cuidado por una joven genovesa.  


1786. 
De regreso a Córcega, con un permiso de varios meses debido a su "mala salud". Durante este período va a restablecerse a la estación termal de Guagno cerca de Ajaccio. Al volver a Auxonne contrae el paludismo, y es atendido por el cirujano mayor del regimiento, Bienvelot. 

        El joven capitán de Artillería Bonaparte      

1790.
 

Nuevamente se le concede un permiso especial de convalescencia, por lo que deja Auxonne. Esta vez va a reponerse a otra estación termal, Orezza. 

1791. 

En la primavera de este año se le destina a Valence. Pero el joven militar tiene una recaída importante, con un brote grave de malaria. Es atendido por Parmentier, el cirujano del regimiento (Maurice Boigey,1930)

1793. 

Napoleón se contagia de sarna, enfermedad que debía ser muy frecuente en los cuarteles. Parece ser que se la contagió un cañonero al lado del cual combatió en el sitio de Toulon. Aunque no sabemos mucho de este episodio de sarna, consta que fue atendido por René-Nicholas Dufriche barón de Desgenettes (1762-1827), un médico militar que más tarde sería médico jefe del ejército francés durante la campaña de Egipto y en la batalla de Waterloo (Xavier Riaud). 

Muchas veces se comenta que Napoleón curó mal de este episodio de sarna y que esto le produjo recidivas durante mucho tiempo. En mi opinión, Bonaparte presentaba un cuadro de dermatitis atópica, como comentaré en otra entrada. Las enfermedades cutáneas eran mal conocidas en aquel momento, y es probable que se achacara a una sarna mal curada los sucesivos brotes de dermatitis atópica, ya que ambas enfermedades son muy pruriginosas. 

Como dermatólogo me interesa especialmente la sarna de Napoleón, aunque no dispongo de muchos datos más que los ya expuestos. Como curiosidad diré que pocas décadas más tarde, otro corso como Bonaparte, descubrió el ácaro productor de la sarna. Fue Renucci, un estudiante de Medicina del Hospital de Saint-Louis, el 13 de agosto de 1834. Mientras los científicos de la época especulaban sobre alambicadas hipótesis sobre la etiología de la enfermedad, Renucci se limitó a sacar un ácaro del surco característico de la sarna "tal como hacen las mujeres de mi país" y mostrarlo a la concurrencia bajo un microscopio.  Fue una de las primeras demostraciones de que la enfermedad puede estar causada por un agente vivo externo, solamente visible al microscopio.  

Bibliografía 

Boigey M, Les maux de Napoléon, en Chronologie – Sainte-Hélène : la maladie de l'Empereur, Almanach Napoléon, p. 1-2, 1930
http://www.napoleonprisonnier.com

Castelot A, Bonaparte, Librairie Académique Perrin, Paris, 1967.

Castelot A, Napoléon, Librairie Académique Perrin, Paris, 1968.

Gallo M, Napoléon, Magellan (éd.), 8 vol., Paris, 1998.

Riaud, X. Napoléon et ses maladies.
https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/articles/napoleon-et-ses-maladies/





Serie de las enfermedades de Napoleón: 

jueves, 27 de septiembre de 2018

Bacterias en el calcetín





Jaume Ferran i Clua

Busto de mármol
Real Academia de Medicina. Barcelona.



El hall de entrada de la Real Academia de Medicina de Barcelona está presidido por un imponente busto de mármol de Jaume Ferran i Clua (1851-1929), un importante médico catalán que descubrió varias vacunas, entre ellas la del cólera.

Ferran era hijo del médico rural de Corbera de Ebro. Tras licenciarse en Medicina en Barcelona, ejerció la profesión en Tortosa, llegando a ser Director de Sanidad Marítima y Director del Hospital Civil. Estaba muy interesado por la bacteriología y el higienismo y seguía las investigaciones que realizaba en Francia Louis Pasteur. 

En 1884, se declaró una epidemia de cólera que causó 3500 muertos en Marsella. Ferran viajó a Francia comisionado por el Ayuntamiento de Barcelona para planificar la prevención de la enfermedad. Un año antes Robert Koch había conseguido aislar el bacilo responsable del cólera. Ferran estaba convencido que se podía obtener una vacuna, como había hecho Louis Pasteur con otras enfermedades. Y para ello necesitaba muestras de bacilos vivos. 

En Marsella, Ferran consiguió cinco frascos con muestras de bacilo del cólera. Pero en la frontera de La Jonquera empezaron los problemas. Los aduaneros tenían órdenes del gobierno español de no dejar entrar las muestras para evitar la propagación de la enfermedad. Encontraron cuatro de las muestras y se las requisaron. Francisco Romero Robledo, ministro de Gobernación del gabinete Cánovas del Castillo, ordenó sin contemplaciones la destrucción de todas las muestras


Además Ferran quedó detenido durante 8 días. Durante este tiempo, solamente pensaba en el calcetín. En el calcetín que llevaba en la maleta y donde había tenido la precaución de esconder la última muestra. 


El Dr. Ferran vacunando a un cobaya 
(Museu d'Història de la Medicina de Catalunya)

Cuando al fin fue liberado y recuperó la maleta pudo comprobar que la muestra seguía allí. Con ella, pudo preparar la vacuna en el laboratorio que tenía en su casa. No tenía tiempo que perder: el cólera avanzaba con velocidad. Cuando tuvo la vacuna a punto la experimentó en un cobaya y a continuación en humanos: a falta de otra cosa, la experimentación la hizo en su propio cuerpo y en el de sus familiares. Sobrevivieron. Ferran comenzó a vacunar contra el cólera. Salvó la vida así a 50.000 vacunados. 

Al cabo de un año, en 1885, el cólera llegó a Valencia. El Dr. Gimeno, profesor de la Facultad de Medicina llama a Ferran, que inició vacunaciones masivas. En Alzira vacunó a 30.000 personas. 


Los Dres. Ferran y Masip en una escena de vacunación


Pero Ferran tenía problemas políticos. Su vacuna no era oficial, ni había sido obtenida por las gestiones del gobierno español. La forma en que Jaume Ferran la había obtenido no había gustado en el Gobierno y se interpretó como un desafío al poder. Aunque Ferran ya era un reconocido bacteriólogo, el ministro de Gobernación Romero Robledo era amigo de otro médico, el Dr. Mendoza, que se oponía a aceptar el origen bacteriano de la enfermedad. Estalló la polémica en la prensa y tras una agria controversia al final se pararon las vacunaciones. 

El alcalde de Valencia, José María Ruiz de Lihory y Pardines, barón de Alcalí y el obispo de la ciudad Antolín Monescillo, (un integrista que había estado en la prisión condenado por urdir la restauración de la Inquisición), creyeron que mejor que la vacuna era hacer rogativas y una procesión con la Virgen de los Desamparados. Este acto devocional concentró a miles de personas, y los casos de infectados se multiplicaron hasta el extremo que, entonces sí, por miedo al contagio, las Fallas (19 de marzo de 1885) fueron desconvocadas. Pero no se quiso anular la fiesta religiosa de Sant Vicente (3 de abril de 1885), y aquella concentración se convertiría en el segundo gran foco de propagación. 

A la vista de que el cólera se propagaba velozmente por la ciudad el catedrático de medicina de la Universidad de Valencia Amalio Gimeno Cabañas forzó a la Junta Municipal de Sanidad a solicitar la vacuna del doctor Ferran. En pocos días empezaba una vacunación masiva en Valencia y en Alzira, los principales focos infecciosos.

A mediados de mayo de 1885, el equipo del doctor Ferran iniciaba la inoculación de 30.000 dosis de vacuna anticolérica con un éxito rotundo: tan sólo 53 casos reactivos. La prensa internacional se rindió a la determinación y a la eficiencia del doctor Ferran. 

En este punto es donde entró en juego la figura de Santiago Ramón y Cajal, que por entonces era catedrático de medicina de la Universidad de Valencia y que tenía una correspondencia con Ferran sobre su afición común, la fotografía. Ramón y Cajal se hizo inocular la vacuna de Ferran. Pero, lleno de envidia poco después redactó un informe dirigido al ministro a Romero Robledo (el ministro que un año antes había ordenado la destrucción de los frascos de Marsella), denigrando a Ferran. Era la excusa perfecta para Romero Robledo, que herido en su amor propio, prohibió las vacunaciones.

Caricatura de Ferran (centro), Alfonso XII (derecha) y Romero Robredo (izquierda), publicada en La Moma (1885). Fuente Galería de Médicos Catalanes
Caricatura del Dr. Ferran (en el centro, sentado), el rey Alfonso XII (derecha)
coronándolo de espinas y el ministro Romero Robredo (izquierda).
Publicada en 
La Moma (1885) Fuente: Galería de Médicos Catalanes

Aquel año murieron de cólera en España más de 66.000 personas. Los que se opusieron, prohibieron y entorpecieron las vacunaciones (Cánovas del Castillo, Robledo Romero, Ramon y Cajal), dimitirían. Después de aquel episodio, Romero Robledo sería nombrado ministro de Ultramar (1891) y de Justicia (1895).

El año siguiente a la vacunación masiva de Valencia, el doctor Ferran fue nombrado jefe del Laboratorio de Microbiología de Barcelona, y de esta forma, esta ciudad le reconocía su aportación primordial al mundo de la medicina. La vacuna anticolérica del doctor Ferran, sería utilizada en todo el mundo tras la lamentable experiencia valenciana. En cambio, en el estado español no fue oficializada hasta 1909, cunado habían pasado 24 años del cólera de 1885, 12 años después de la muerte de Cánovas del Castillo, y 3 de la desaparición del infame ministro Robledo Romero. 

Ferran investigó también otras vacunas: antitífica, antirábica y antituberculosa. Dirigió el Laboratorio Microbiológico Municipal de Barcelona (1886-1905). Aunque fue incomprendido y marginado por algunos de sus compatriotas y por las autoridades sanitarias de su país, gozó del reconocimiento internacional, siendo galardonado con el  premio Bréant por la Académie des Sciences de Paris en 1907. Muchas de sus medidas preventivas fueron aplicadas durante la I Guerra Mundial. 


Bibliografía

Polanco A. la victoria del doctor Jaume Ferran i Clúa contra el cólera. Tecnología obsoleta. 
https://alpoma.net/tecob/?p=8244

Pons M. La vacuna del doctor Ferran y la reacción colérica del poder español. El Nacional. https://www.elnacional.cat/es/cultura/la-vacuna-del-doctor-ferran-y-la-reaccion-colerica-del-poder-espanol_488907_102.html


Zarzoso A. Jaume Ferran i Clua. Galeria de Metges Catalans. 
http://www.galeriametges.cat/galeria-fitxa.php?icod=IK

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Caravaggio (II): asesinado por un estafilococo





Ottavio Leoni

Retrato de Caravaggio
(1621)

Dibujo al carboncillo negro y pastel 
sobre papel azul

Biblioteca Marucelliana
Accademia Colombaria. Florencia.



En una entrada anterior comentábamos sucintamente la vida y obra de Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (1573-1610) uno de los más destacados representantes del naturalismo barroco del s.XVII y también un conocido bribón que se peleaba constantemente a navajazos por las calles. Entre los múltiples incidentes de los que tenemos conocimiento podemos destacar, por ejemplo, que fue arrestado por llevar una espada sin permiso (4 mayo 1598); demandado por golpear a un hombre con un bastón (1600); acusado por insultar y atacar a otro hombre con una espada (1601); implicado en un asalto a un camarero tras servirle alcachofas en una taberna (1604); arrestado por arrojar piedras a un policía (1604), etc. 


Caravaggio: Descendimiento de la Cruz (detalle). Museos Vaticanos. 

Dejamos para hoy la consideración de las causas del deceso del pintor y espadachín. Hasta ahora lo único que se sabía a ciencia cierta era que Caravaggio había muerto inesperadamente en el hospital de Porto Ercole, mientras se dirigía a Roma tras haber obtenido el perdón por el asesinato de Renuccio Tomassoni, un conocido proxeneta, cometido en 1606 en la zona de Campo Marzio, en Roma. El suceso había comenzado con una discusión por un partido de pallacorda (una especie de tenis), aunque probablemente también estaba involucrada una mujer. El caso es que Tomassoni había herido al pintor. Caravaggio se vengó cercenándole el pene para así humillarlo en su ostentosa virilidad, mientras profería "una carcajada llena de ira". Pero al cortar la arteria, la hemorragia fue tan grande, que el macarra murió desangrado. Un homicidio que le valió el destierro de Roma para evitar la sentencia de condena a muerte que había promulgado el papa Paulo V. Por eso desde entonces, había vivido en Nápoles, Malta y Sicilia. 



Caravaggio: Judit y Holofernes.
Galleria Nazionale di Arte Antica. Palazzo Barberini. Roma. 

En julio de 1610 le había llegado un indulto personal del papa. Emprendió entonces el viaje de regreso, pero fue detenido en Porto Ercole, probablemente por haberlo confundido con otro. El caso es que el barco en el que viajaba zarpó hacia Roma sin él. 

Caravaggio estaba débil y tenía mala salud. Hacía años que padecía malaria. Y saturnismo, a causa del plomo de sus pinturas, con las que no iba con demasiado cuidado ni mucha higiene (incluso llegaba a comer encima de sus lienzos). Probablemente también estaba afecto de sífilis, enfermedad muy común en la época y muy extendida entre los que recurrían con frecuencia a la compañía de prostitutas como era su caso. Y continuaba con riñas continuas, saldadas con todo tipo de heridas. 

Lo cierto es que ingresó en el hospital de Porto Ercole, donde falleció poco después. Los españoles, que entonces  ocupaban la zona, lo enterraron rápidamente y sin mucho ruido, 
en el cementerio de San Sebastián de Porto Ercole, para poder quedarse con algunos cuadros que llevaba consigo.  


Caravaggio: El prendimiento de Cristo

Hasta ahora, las causas de su muerte no quedaban del todo claras, aunque se barajaban las enfermedades que ya hemos aludido. Y también la de una posible insolación, porque había permanecido abandonado en la playa de la localidad durante muchas horas, en un desesperado intento de encontrar un barco que le llevara a su destino, Roma. La hipótesis más aceptada era la del paludismo, que fue defendida por los antropólogos de la Universidad de Bolonia en un estudio publicado en 2010.

Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de científicos franceses e italianos del Institut IHU Méditerranée Infection de Marsella, que ha sido publicado hace pocos días por la revista Lancet Infectious (20 septiembre de 2018) cambia completamente el estado de la cuestión. 

En primer lugar, los científicos hicieron una cuidadosa investigación para hallar el esqueleto del pintor, cosa no del todo sencilla, ya que en el cementerio no había ninguna lápida o epitafio que permitiera su identificación. Buscaron los esqueletos de todos los varones de 165 cm de altura y que hubieran fallecido hacia los 35-40 años. Seleccionaron así nueve esqueletos, de los que solamente uno era de principios del s. XVII, según los datos obtenidos con el Carbono 14. Era un esqueleto con gran cantidad de plomo, lo que coincidía con el conocido saturnismo que presentaba el pintor. Además realizaron una comparación genética con los habitantes actuales de Porto Ercole que llevan el apellido Merisi o Merisio -considerados como posibles descendientes del pintor- lo que confirmó con una alta probabilidad las sospechas de los investigadores. 


Dientes de Caravaggio que sirvieron para el estudio palepopatológico. 

El análisis de la pulpa dentaria de incisivos y caninos de este esqueleto permitió comprobar la presencia de una enfermedad infecciosa. Pero se descartó la presencia de brucelosis, sífilis, tifus o paludismo, por lo que se deben desestimar las posibilidades de que falleciera por estas infecciones. Un solo agente infeccioso pudo demostrarse: Staphylococcus aureus, una bacteria patógena que todavía hoy causa numerosos problemas en los hospitales. La hipótesis de los investigadores es que la enfermedad probablemente comenzó por la sobreinfección de una herida de espada o de otra arma blanca que el pendenciero artista habría sufrido recientemente en una de sus habituales reyertas, lo que originó una  septicemia por estafilococos que acabó con su vida. El asesino callejero terminó asesinado por una bacteria. 



Bibliografía

Becerril V. El misterio de Caravaggio, al descubierto. ABC, 10.05.2016 
https://www.abc.es/20100616/cultura-arte/caravaggio-201006161707.html

Cervera C. El lado macarra de Caravaggio, el pintor asesino que murió en extrañas circunstancias. ABC Historia 31.10.2016 
https://www.abc.es/historia/abci-lado-macarra-caravaggio-pintor-asesino-murio-extranas-circunstancias-201610280411_noticia.html

Drancourt M, Barbieri R, Cilli E, Gruppioni G, Bazaj A, Cornaglia G, Raoult D. 
"Did Caravaggio die of Staphylococcus aureus sepsis?" The Lancet Infectious Disease. Published: 17-September-2018. doi: 10.1016/S1473-3099(18)30571-1

Jalinière,H. La mort du Caravage elucidée. Sciences et Avenir 20.09.2018 
https://www.sciencesetavenir.fr/sante/la-caravage-serait-mort-d-une-infection-au-staphylocoque_127728

martes, 25 de septiembre de 2018

Caravaggio (I): rufián pendenciero y pintor genial





Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio

Crucifixión de San Pedro
(1601)

Óleo sobre lienzo. 230x175 cm
Iglesia de Santa Maria del Popolo. Roma.



Siempre que voy a Roma procuro dar una vuelta por Piazza Navona, la sensacional plaza barroca que se construyó sobre la planta elíptica del estadio de Domiciano. En las proximidades de la plaza hoy abarrotada de turistas hay unos lugares que para mí son míticos: los dos mejores bares de Roma donde tomar un buen caffè ristretto -al que tengo una desmesurada afición- y la iglesia de San Luigi dei francesi, con la capilla de San Mateo, decorada con tres magníficas pinturas de Caravaggio dedicadas a este santo: La vocación de San Mateo, La inspiración de San Mateo y El martirio de San Mateo. Ante ellos he pasado largos ratos (tanto más largos cuanto menos turistas había, hace ya años) admirando el dramatismo de las escenas, las expresiones de sus personajes, el diáfano triunfo de sus rojos, la atmósfera envolvente de las figuras iluminadas surgiendo de la penumbra con gran vivacidad.


Caravaggio: La vocación de S. Mateo. Iglesia de S. Luigi dei francesi. Roma. A pesar de ser una pintura religiosa está tratada como una escena de taberna. El magnífico claroscuro pone de relieve la expresión de las caras. Mateo, un despreciado cobrador de impuestos (sentado a la mesa y con barba larga), se muestra extrañado de que Jesús lo elija como discípulo. Los personajes, sacados de modelos callejeros, van vestidos a la moda del s. XVII. 

Michelangelo Merisi (1573-1610), más conocido como Caravaggio por haber nacido en la localidad lombarda de este nombre, fue sin duda el máximo exponente del barroco europeo. El primero que introdujo un naturalismo sin límites, defendiendo que la creación artística no debe inspirarse en el arte clásico como en tiempos renacentistas, sino en la propia observación de la naturaleza, de la vida. Y consecuente con esta idea, Caravaggio introdujo lo que veía a diario: los mendigos, vagabundos, borrachos, jugadores y prostitutas de los barrios bajos de Roma se transformaban bajo la luz de sus pinceles en apóstoles, santos y vírgenes. Y a veces en actitudes lascivas o poco convenientes. 


Caravaggio, en "Amor omnia vincit" representa a Cupido como un niño travieso, que nos mira descarado, en una escena algo inquietante por la mezcla de realidad y de mito.
Óleo sobre lienzo, 153x113 cm. Gemäldegalerie, Berlín. 

Porque Caravaggio se dedicó sobre todo a pintar obras religiosas. Eran los tiempos de la Contrarreforma y la Iglesia católica potenciaba la iconografía sacra frente a la austeridad luterana. Sin embargo, la pintura de Caravaggio planteaba un serio problema a los eclesiásticos, una disyuntiva que oscilaba desde el entusiasmo al rechazo absoluto. Por una parte, la vivacidad y el realismo de sus telas transmitía con gran verismo los relatos sagrados al vulgo.
Pero tomar marginados y meretrices como modelos de los personajes sacros era un atrevimiento que chocaba con el mensaje de pureza y de enaltecimiento con el que la Iglesia los solía presentar. Los modelos callejeros presentaban muchas veces una piel arrugada, con signos de fotoenvejecimiento cutáneo, muy lejos de la piel tersa e idealizada y seráfica con la que otros artistas solían representar a los santos. El mayor escándalo lo produjo la obra La muerte de la Virgen para el que tomó de modelo al cadáver de una prostituta encinta que apareció ahogada en el Tíber. Una representación polémica, que casi se consideró blasfema e irreverente. 


Caravaggio: La muerte de la Virgen. La imagen de la Virgen,  
con el vientre hinchado, tomada del natural de una prostituta
 ahogada en el Tíber, causó un gran escándalo en Roma. 

Además de pintor, Caravaggio era un truhán violento y pendenciero. Sus peleas eran continuas. En 1606, una discusión tras un juego de pelota, asesinó a Renuccio Tomassoni, un proxeneta y mercenario, con el que se había peleado varias veces por disputas de juego. Perseguido por la justicia, Caravaggio se vio obligado a refugiarse en Nápoles.  Pero al cabo de un tiempo se vió envuelto en una nueva riña,  tras una emboscada que pretendía acabar con su vida. Esta vez se refugió en Malta, donde la Soberana y Militar Orden le protegió encargándole diversas pinturas durante su estancia.  Incluso lo nombró caballero de Malta por las obras que allí pintó. 

Caravaggio todavía fue a Sicilia y más tarde regresó a Nápoles. En el verano de 1610, tras obtener el indulto personal del papa se encaminaba a Roma, pero la muerte le sorprendió a los 39 años en el pueblo toscano de Porto Ercole. En una próxima entrada comentaremos la causa y circunstancias del fallecimiento del genial pintor



Caravaggio: La flagelación de Cristo (1606) Museo de Capodimonte, Nápoles.
En esta obra el pintor tomó como modelos a algunos truhanes como los
de las frecuentes peleas del pintor. 





lunes, 24 de septiembre de 2018

Pitágoras y el favismo





Pitágoras de Samos

Busto de mármol
Museos Capitolinos. Roma.



Pitágoras de Samos (580 a.C.-495 a.C.) fue un filósofo y matemático griego que se conoce sobre todo por el teorema que lleva su nombre. Tras viajar por Grecia y Egipto se estableció en la parte sur de la Península Itálica, lo que en aquel momento se conocía como la Magna Grecia, para fundar una escuela filosófica en Crotona (actual Calabria). 

Pitágoras y sus discípulos, los pitagóricos, seguían una serie de normas, ya que su filosofía se basaba en una higiene de vida. Respetaban el equilibrio entre trabajo y reposo; practicaban ejercicio físico; vestían de lino blanco; mantenían una estricta limpieza corporal... También daban una gran importancia a la alimentación del cuerpo y se sometían a determinadas restricciones alimentarias. 


Fyodor Bronnikov: Himno al sol naciente
(Grupo de pitagóricos celebrando la salida del sol) 

Los pitagóricos comían frugalmente, con poca variación de alimentos, que se basaba sobre todo en alimentos vegetales crudos o poco cocinados. El régimen propuesto por Pitágoras estaba compuesto de cereales (especialmente en forma de pan, tortas o gachas), verduras, legumbres y frutas, a lo que se podía añadir algo de queso de cabra y miel. La carne y el pescado se podían consumir esporádicamente y con moderación. A pesar de este régimen casi vegetariano, uno de los alimentos que Pitágoras prohibía especialmente eran las habas. 

Las habas eran en aquel momento las legumbres más consumidas por los pueblos mediterráneos. En ausencia de los garbanzos, introducidos por los árabes en la Edad Media y de las judías, de procedencia americana eran junto con las lentejas, las legumbres más populares. La aversión del filósofo por las habas se originó probablemente porque muchas personas de la cuenca mediterránea padecían una intolerancia al consumo de habas: el favismo.

  
Las habas (Vicia faba) en una lámina botánica antigua 

El favismo es una enfermedad genética, que produce un déficit de una enzima de los glóbulos rojos, la glucosa 6 fosfato deshidrogenasa (G6PDH).  Este déficit provoca que la ingestión de una serie de sustancias, que son inocuas para la población general, sea tóxica al producir hemólisis. El alimento que con más frecuencia desencadena las crisis son las habas (Vicia fava); de ahí su nombre. Las habas contienen compuestos altamente oxidantes como la vicina. Los glóbulos rojos al carecer de G6PDH no tienen poder reductor y se lisan (hemólisis, que produce anemia hemolítica). La destrucción acelerada por el bazo de los glóbulos rojos puede producir ictericia, orina oscura, malestar, fiebre, vértigo y vómitos. En algunos casos estas crisis pueden llegar a ser mortales, aunque en la mayoría de los casos los pacientes aprenden empíricamente a eliminar de su dieta las habas y otros alimentos conflictivos y así eluden el problema. Aunque a veces por el simple hecho de pasar por un campo de habas puede desencadenarse la crisis. 

Algunos medicamentos con efecto oxidante pueden provocar también los mismos efectos (Aspirina, quinolonas, antimaláricos, sulfonamidas, antiinflamatorios no esteroideos...).  

La prohibición de comer habas de los pitagóricos probablemente estaba motivada por la alta incidencia de esta enfermedad en la cuenca mediterránea (o incluso porque Pitágoras mismo estaba afecto de ella). Y es que el filósofo matemático debía ser muy buen observador. Aunque él afirmaba que las habas no se debían comer porque contenían las almas de los muertos. 

Pitágoras, además, quiso transformar la sociedad civil de Crotona, propugnando la creación de la república perfecta según sus ideas. Pero sus normas no debieron gustar mucho a los ciudadanos de Crotona, que se amotinaron contra el filósofo. Pitágoras huyó de noche y llegó corriendo hasta un campo sembrado de habas. Si se hubiese echado entre las matas de habas posiblemente se habría zafado de sus enemigos, pero era tanto su rechazo a esta leguminosa que no quiso hacerlo. Sus perseguidores lo atraparon allí mismo y le dieron muerte. Entre las habas que tanto había querido evitar. Ironías del destino. 


Bibliografía

Navarro FA y Zárate JR. Pitágoras y el favismo. Blog Laboratorio del lenguaje 
https://medicablogs.diariomedico.com/laboratorio/2011/04/27/de-donde-vienen-6/