viernes, 24 de abril de 2020

Epidemias y literatura (IV): La peste, de Camus



La peste, de Albert Camus, ya llegó a Buenos Aires - LA NACION





Albert Camus

La peste
(1953)


Manuscrito original. Tinta sobre papel 
Bibliothèque National de France. 
París




Este manuscrito de la novela La peste, de Albert Camus, se conserva actualmente en la colección de la Biblioteca de Francia, en París. Recientemente ha salido de allí por primera vez para exponerse en Buenos Aires. La peste es una de las novelas más importantes de este escritor francés y creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme que es una de las obras más importantes escritas en todo el s. XX. 

Albert Camus (1913-1960) fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en Argelia, (bajo dominio francés). Sus concepciones ideológicas están muy influídas por Nietzche, Schopenhauer y el existencialismo alemán. 

Aunque siempre negó que formara parte del existencialismo, sus planteamientos ideológicos son cercanos a esta corriente filosófica. También se le ha encuadrado en el absurdismo,  corriente que defendía que el ser humano busca un significado del mundo, de la vida humana y de la historia, el cual sustente sus ideales y valores. Camus, sin embargo, en su texto "El enigma", renegó expresamente del calificativo de "profeta del absurdo" con el que algunos le conocían. Del nihilismo tomó algunas ideas como la de la libertad individual. 

Tras luchar con la Resistencia Francesa durante la guerra, y al terminar la contienda se relacionó con ambientes libertarios. En 1957 se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de la actualidad».

Albert Camus, fotografiado en París en 1953.
Albert Camus en una calle de París en 1953. 

En junio de 1947 publicó la novela La peste, que había escrito unos años antes, en 1943, y en cierto modo es una  respuesta al dolor desatado por la II Guerra Mundial. 

La obra está probablemente inspirada en la epidemia de cólera que sufrió la ciudad de Orán. La novela se ambienta en esta ciudad argelina, llena de vida y con una frenética actividad. Un día todo comienza a cambiar. El escritor plantea el inicio del cambio desde la primera página de su libro: 

"Le matin du 16 avril, le docteur Bernard Rieux sortit de son cabinet et buta sur un rat mort, au milieu du palier. Sur le moment, il écarta la bête sans y prendre garde et descendit l’escalier."  

"La mañana del 16 de abril, el doctor Bernard Rieux, al salir de su despacho, tropezó con una rata muerta en medio del rellano de la escalera. De momento apartó hacia un lado el animal sin darle mucha importancia y siguió bajando la escalera". 
(Trad. del francés Xavier Sierra)

Pero el incidente aparentemente banal se convierte en una epidemia poco después. La propagación imparable de la enfermedad empujará a las autoridades a imponer un severo aislamiento.  


Camus aprovecha para penetrar en la psicología de los habitantes de la ciudad. Se comienza a ver que todos pensamos que la enfermedad siempre está ahí, pero pensamos que solo le concierne a los otros. Casi nadie repara en las existencias ajenas. Sus habitantes carecen de sentido de la comunidad. No son ciudadanos, sino individuos que escatiman horas al sueño para acumular bienes. La prosperidad material siempre parece una meta más apetecible que la búsqueda de la excelencia moral

Este es el objetivo que persigue Camus: enseñarnos que las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad

Pero también emerge lo mejor. Siempre hay justos que sacrifican su bienestar para cuidar a los demás. Como el doctor Rieux, el protagonista de La peste, que da muestras de una gran capacidad de sacrificio y de altruismo y pone de manifiesto que atribuimos una importancia excesiva a nuestro yo. La grandeza del ser humano reside en su capacidad de amar, no en su ambición personal, ni en los logros materiales. Rieux cree que cualquier trabajo bien desempeñado, es una forma de realizarse así mismo y de solidarizarse con los demás. 

En La peste, Camus evidencia que el dolor no es algo hermoso ni deseable, pero que tiene la función, entre otras cosas, de abrirnos los ojos y obligarnos a pensar. A pesar de su dilatada experiencia, el Dr. Rieux no se acostumbra a ver morir a sus pacientes. La vida es absurda, ilógica. Rieux piensa que la respiración de un moribundo es una objeción irrebatible contra la supuesta bondad de la vida. Cuanto más inteligente es un hombre, más desgraciado será, ya que se dará cuenta de que el universo está gobernado por el azar. 


Albert Camus

Desde un pensamiento decididamente laico, Camus admite que sin la perspectiva de lo sobrenatural, todas las victorias del hombre son provisionales. La victoria definitiva y total corresponde a la muerte. Para Rieux, la existencia es forzosamente “una interminable derrota”, una batalla que sabemos que tenemos perdida de antemano. El narrador hace hincapié en la idea de que, en última instancia, el hombre no tiene control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable; así, la irrupción de la peste evidencia lo absurdo de la existencia humana. Esta es su filosofía esquemática y fatalista, reforzada además por la triste contemplación de la miseria física y moral de la que da muestras la humanidad. Una de las frases de La peste resume bastante bien el pensamiento de Albert Camus: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio" negando rotundamente todo aquello, que teniendo un origen terreno o divino, sea capaz de producir sufrimiento al hombre.

Camus tiene un concepto muy pesimista del comportamiento humano, y se muestra convencido de que el mal (o al menos la indiferencia) son más frecuentes que la bondad. Si bien admite que tal vez el hombre no es malo por naturaleza, su conocimiento de las cosas es muy deficiente, y sus peores actos están motivados por la ignorancia. En cierto modo, Camus bebe de las fuentes del intelectualismo socrático, que Camus ratifica con una frase feliz: “no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible”. Es decir, el conocimiento de las cosas es nuestra única posibilidad de alejarnos del mal. La novela muestra este sentido de la existencia, ateo y libre, que tiene como principales valores la libertad individual y la solidaridad, contraponiéndolos a la indiferencia, la ignorancia y al autoritarismo. 

Finalmente quiero señalar que el Dr. Rieux piensa que "tener conocimiento es poder iluminar el presente con las enseñanzas del pasado". Una idea que también defendemos nosotros y que es en cierto modo, la razón de ser de este blog. 


jueves, 23 de abril de 2020

Epidemias y literatura (III): Los novios, de Manzoni.

Promessi sposi | Libellulidae




Francesco Gonin

Lucía
(1840)

Litografía sobre papel (Litografiado por Bernard) 

Ilustración para el libro I Promesi sposi 
de Alessandro Manzoni



Francesco Gonin (1808-1889) fue un pintor, grabador y escenógrafo italiano, encuadrado en el estilo artístico del romanticismo . 

Su obra más conocida fueron las litografías para ilustrar la primera edición de la obra I promesi sposi de Alessandro Manzoni en 1840, un gran clásico, muy leído en Italia. Para ello mantuvo una abundante correspondencia con Manzoni, referente a la ambientación de la época y diversos detalles de la escenografía. Posteriormente Gonin también ilustró otros libros como la Storia della colonna infame, también de Manzoni, y libros de poesías de Carlo Porta y Tommaso Grossi. En su ciudad natal, Turín pueden apreciarse algunos de los frescos que realizó en diversos edificios, entre los que destaca el del Teatro Regio.  
I promessi sposi - Wikiquote
Portada de la novela I promessi sposi, de Manzoni (1840)

La obra de Manzoni I promesi sposi (traducida al castellano como Los novios) está considerada como la primera novela italiana moderna (1842) y junto con la Divina Commedia de Dante Alighieri se enseña habitualmente en todas las escuelas italianas.
La acción transcurre en el s. XVII, durante la ocupación española de Lombardía y narra las peripecias de dos enamorados, Renzo y Lucía, que deben hacer frente a numerosos inconvenientes y cortapisas para salvar su amor.  La novela, en los cap. XXXIII y XXXIV describe minuciosamente la peste de Milán de 1630. Por una parte revela la fragilidad del ser humano, pero también cuestiona sus propios valores y normas de comportamiento. Es de destacar como Manzoni incide en las noticias verdaderas entremezcladas con bulos falsos y creencias infundadas que corren como la pólvora en tiempo de epidemia. También incide en la negligencia y en la falta de juicio de los gobernantes, que se resisten a creer que estén frente a una epidemia de peste, y lo toman con displicencia, perdiendo el tiempo en gestiones burocráticas. Algo que recuerda poderosamente las circunstancias que ahora estamos viviendo en plena pandemia de COVID19.Contemplemos algunos de los principales paralelismos entre la peste de I promesi sposi y el momento actual:  Subvaloración inicial de la epidemiaEn la obra de Manzoni, se describe una gran resistencia inicial a aceptar que los casos de una extraña enfermedad se trate de una epidemia de peste. El escepticismo afecta a amplias capas de la población que incluso se burlan de las insinuaciones de que se trate de una peligrosa epidemia. Y también las autoridades y altos cargos de la sanidad se muestran incrédulos. Algo que nos recuerda lo vivido hace poco, cuando el epidemiólogo Fernando Simón afirmaba alegremente en TV que se iba a tratar de una especie de gripe que causaría pocos contagios y que en ningún caso formas graves (sic). O cuando el primer ministro de Gran Bretaña se mostraba escéptico. La minimización del problema conllevó que se tomaran muy pocas medidas de prevención, que no se comprara material sanitario con tiempo y que el gobierno español se entestara cerrilmente en no confinar territorios, como Madrid (que en los primeros momentos concentraba la mayoría de los casos). Los madrileños pudieron salir libremente de su ciudad, propagando la infección a otras zonas. 
"Sulle piazze, nelle botteghe, nelle case, chi buttase là una parola del pericolo, chi motivasse peste, veniva accolto con beffe incredule, con disprezzo iracondo. La medesima miscredenza, la medesima, per dir meglio, cecità e fissazione prevaleva nel Senato, nel Consiglio de'decurioni, in ogni magistrato"



"En las plazas, en las tiendas, en las casas, quien dejase ir una palabra del peligro, quien insinuase peste, era acogido con burlas incrédulas y con desprecio iracundo. El mismo escepticismo, la misma, por decirlo mejor, ceguera y fijación prevalecía en el Senado, en el Consejo de los decuriones, en cada uno de los magistrados" 
Una coincidencia curiosa es que la peste de Manzoni comenzó en marzo, el mismo mes que se declaró la epidemia entre nosotros.
"Ma, sul finire in mese di marzo, cominciarono, prima nel borgo di porta Orientale, poi in ogni quartiere della città, a farsi frequenti le malattie, le morti, con accidenti strani di spasimi, di palpitazioni, di letargo, di delirio, con quelle insegne funeste di lividi e di bubboni; morti per lo più celeri, violente, che non di rado repentine, senza alcun indizio antecedente di malattia"
"Pero a finales de marzo empezaron, primero en el barrio de la puerta Oriental, y después en cualquier barrio de la ciudad a ser frecuentes los enfermos, los muertos, con accidentes extraños de espasmos, de palpitaciones, de letargo, de delirio, con aquellos signos funestos de lividez y de bubones; muertes rápidas, violentas, que no raramente eran repentinas, sin antecedente alguno de enfermedad"

La peste nei Promessi Sposi: riassunto e commento
El paciente cero
También en la novela de Los novios hay la descripción de la investigación sobre el caso inicial, el paciente cero que ha desencadenado la epidemia. La llegada de enfermos del exterior (casos importados) parece común a todas las epidemias. También el COVID19 fue llevado por viajeros de uno a otro país. 
"Dicono che fu un soldato italiano al servizio di Spagna... entrò questo fante sventurato e portator di sventura con un gran fagotto di vesti comprate o rubate a soldati alemanni; andò a fermarsi in casa di suoi parenti, nel borgo di porta orientale, vicino ai cappuccini; appena arrivato, si ammalò; fu portato allo spedale; dove un bubbone che gli si scoprì sotto una ascella, mise chi lo curava in sospetto di ciò chi era infatti; il quarto giorno morì" 

"Dicen que fue un soldado italiano al servicio de España... este infante desgraciado y portador de desgracia entró con un gran fardo de vestidos comprados o robados a soldados alemanes; se paró en casa de sus parientes, en el barrio de la puerta Oriental, cerca de los capuchinos; apenas llegó, enfermó; lo llevaron al hospital; donde un bubón que se le descubrió bajo una axila levantó sospechas  a quien lo curaba de la verdadera naturaleza del mal; al cuarto día murió" 
La propagación de la epidemiaEn días sucesivos, la epidemia se contagió a gran cantidad de personas. Aunque ni en el s. XVII ni en los tiempos en los que Manzoni escribió el libro, se conocían todavía las bacterias, ya se tenía una cierta idea de los mecanismos de contagio. La novela describe como muchos objetos como ropas, muebles o utensilios facilitaban el contacto, y debían ser quemados para evitar nuevos casos. También se alude a las medidas de confinamiento domiciliario, bastante estrictas y al necesario distanciamiento social. Y también a los intentos de burlar este confinamiento por parte de ciudadanos poco cívicos. Como ahora. 
La insuficiencia de los hospitalesTambién se describe el colapso de los hospitales y de los centros de atención. Se describe como se han de habilitar establecimientos sanitarios en pabellones de madera con techo de paja, capaces de cobijar a cuatro mil personas. Un pasaje que nos evoca en seguida los actuales hospitales de campaña establecidos en polideportivos y recintos feriales. 
"Nel lazzaretto, dove la popolazione, quantunque decimata ogni giorno, andava ogni giorno crescendo, era un 'altra ardua impresa quella di assicurare il servizio e la subordinazione, di conservar le separazioni prescritte..."
"En el hospital, donde la población, aunque era diezmada diariamente, iba creciendo de día en día. y era cada vez más difícil asegurar la asistencia y el orden, y de conservar la distancia prescrita..." 
La novela va comentando muchas vicisitudes que suenan a conocidas. La precariedad de médicos y de personal sanitario, las acuciantes necesidades de material, de víveres, de financiación son otros tantos paralelismos de la novela con la situación actual. También el problema de los masivos entierros de los muertos, y las fosas comunes rebosantes.
Procesiones y concentracionesEn su obra, Manzoni refiere la procesión que se organizó en Milán el 11 de junio de 1630, sin que hubiera  ninguna oposición por parte de las autoridades sanitarias. Una magna concentración humana que salió de la catedral y recorrió las calles de la ciudad, pasando por todos los barrios,  con la excusa de efectuar rogativas dirigidas al Cielo para obtener la gracia de que cesara el flagelo de la peste. Una idea tal vez piadosa, pero que tuvo desastrosos efectos epidemiológicos. El número de casos de los apestados aumentó considerablemente a los pocos días. Así encontramos descrito el aumento de casos tras la procesión:   
"Da quel giorno, la furia del contagio andò sempre crescendo: in poco tempo, non ci fu quasi più casa che non fosse toccata: in poco tempo la popolazione del lazzaretto, montò de due mila a dodici mila: più tardi a dir de quasi tutti, arrivò a sedicimila.Il 4 di luglio... la mortalità giornaliera oltrepassava i cinquecento"
"Desde aquel día, la furia del contagio fue creciendo constantemente: en poco tiempo, no hubo casi ninguna casa que no estuviese afectada: en poco tiempo los ingresados en el hospital pasaron de dos mil a doce mil, y maás tarde según dicen casi todos alcanzó los dieciséis mil. El 4 di julio... la mortalidad diaria pasaba de quinientos"
No podemos evitar recordar la manifestación del 8 de marzo en Madrid, el multitudinario mitin del partido político Vox, o el partido de fútbol de la Champions League que se celebró en Valencia que tuvieron lugar pocos días antes de la gran eclosión de casos de COVID19 en España. Los acontecimientos con asistencia multitudinaria, sean del signo que sean, son poco recomendables cuando hay peligro de epidemia.   

Bulos y curas milagrosasOtro aspecto que destaca Manzoni es la propagación de bulos, exageraciones, y noticias falsas. Algo que parece ser un rasgo común de las epidemias. En Los novios, los rumores se propagan de boca en boca. Hoy los encontramos en las redes sociales o en las televisiones. Pero es lo mismo. La propagación de rumores parece ser una constante de estas situaciones. La credulidad de las gentes parece aumentar en estos casos y se suele dar pábulo a remedios mágicos, milagros increíbles o extrañas pócimas que resuelven el problema inmediatamente. Antes y ahora este es un fenómeno habitual.  Como si se necesitara recuperar el pensamiento mágico que nos permite salir de una vez de la pesadilla que nos acosa. En la obra de Manzoni la conjunción de los astros para explicar el origen de la enfermedad o la aplicación de ungüentos mágicos que curan casi inmediatamente, nos traen enseguida a la memoria otras tantas patrañas que circulan impunemente por internet.
Chivos expiatoriosOtra constante en las epidemias es la necesidad de echarle la culpa a alguien, de construir un enemigo. Ya hemos comentado en otros lugares de este blog el caso de los leprosos o los judíos a quienes se les dio la culpa de envenenar los pozos y causar la peste. También en el cólera de 1837, en Madrid,  se culpó a los jesuítas, y se asaltó su convento. En la novela de Manzoni, se refiere como se daba la culpa a personas sospechosas de usar untos venenosos con los que emponzoñaban las casas, y la caza de brujas que esto desencadenó. Entre nosotros también hay quien busca culpables de la pandemia. Como vemos, la historia se repite o al menos tiene ciertos puntos en común. Vale la pena reflexionar sobre ello. Nihil novum sub sole.    (Traducción de los textos en italiano, Xavier Sierra)
BibliografiaManzoni A. I promesi sposi. Nuova Eri Edizioni Rai. Torino, 1989.    



  

miércoles, 22 de abril de 2020

Epidemias y literatura (II): Diario del año de la peste



Daniel Defoe Kneller Style.jpg





Atribuído a la escuela de Sir Godfrey Kneller

Retrato de Daniel Defoe

(s.XVII-XVIII)


Óleo sobre lienzo 76 x 63,5 cm  
National Maritime Museum. Londres. 




Daniel Foe (circa 1660-1731), más conocido por su seudónimo Daniel Defoe, fue un escritor y panfletista inglés. De origen humilde, Daniel añadió el "De" a su apellido para parecer más aristocrático. 

Se trata de un escritor muy conocido por ser el autor de la novela Robinson Crusoe, que narra las aventuras de un náufrago que logra sobrevivir en una isla desierta. Defoe fue uno de los primeros novelistas, un género literario que se popularizó mucho en Inglaterra, por lo que a veces se le otorga el título de "padre de los novelistas ingleses".


Defoe_Journal_of_the_Plague_Year.jpg (607×1083)
Portada de la primera edición (1722) de 
Diario del año de la peste (A Journal
of the Plague Year
)
, de Daniel Defoe



Pero aparte de Robinson Crusoe, Daniel Defoe nos dejó una obra sobre epidemias, el Diario del año de la peste (A Journal of the Plague Year)




Defoe escribió este libro en 1722. En él, el protagonista vive las vicisitudes de la plaga de peste que sufrió la ciudad de Londres unos años antes, en 1664. El libro comienza así: 

“Fue en los comienzos de septiembre de 1664 cuando, mezclado entre los demás vecinos, escuché durante una charla habitual que la peste había vuelto a Holanda…”

El libro es una detallada crónica, con todo lujo de detalles, que  muy probablemente está basada en el diario de su tío, Henry Foe, que apuntaba día a día lo que sucedía en la ciudad durante el tiempo que duró la peste. 

Por eso, aunque se escribió años después de la epidemia y que se trata de una obra ficticia, es un magnífico y verosímil testimonio, que aporta muchos datos para la reconstrucción histórica de aquel momento. En este sentido es mucho más precisa que el diario de Samuel Pepys, que fue escrito durante la epidemia.  

La obra de Defoe aúna las características de un relato periodístico, una obra moralizante y una narración de terror. Aporta también datos analíticos de gran interés, tomando como referencia los tratados médicos de John Quincy y Nathaniel Hodges. Este último fue uno de los pocos médicos que no abandonó la ciudad durante la epidemia. 

La obra de Defoe es muy interesante para ver cómo se desarrolla una plaga y sobre todo cómo se comporta la población. Algo que es común a este tipo de situaciones y que, lamentablemente, podemos constatar un claro paralelismo en estos días de pandemia de COVID19. 


Gran peste de Londres - Wikipedia, la enciclopedia libre
Peste de 1665. Recogida de los muertos para
su entierro durante la gran peste de Londres.
Efectivamente, hay muchos de los pasajes de la novela que nos evocan claramente situaciones que estamos viviendo, como el recuento diario de los muertos y afectados, tan similar a las noticias que recibimos hoy en televisiones y redes sociales. O los bulos y noticias falsas que circulan indefectiblemente en todas las epidemias. 

Otro paralelismo con la actualidad son los numerosos charlatanes que aparecen ofreciendo remedios mágicos y radicalmente efectivos. Una de las características de las epidemias es aumentar mucho la credulidad de la gente. La sensación de peligro hace que se busque refugio en un pensamiento mágico que busca desesperadamente soluciones prodigiosas y generalmente carentes de todo fundamento. 

El recurso efectivo para evitar el contagio y la expansión de la enfermedad era, tanto entonces como ahora, el drástico confinamiento doméstico, para propiciar el aislamiento y la distancia social. Aunque en el s. XVII se imponía el confinamiento de forma más radical y decidida que los tristes balbuceos gubernativos a los que hemos asistido. Como ahora, no faltaban personas poco solidarias que intentaban burlar las medidas de confinamiento impuestas por las autoridades, cosa que hemos podido ver recientemente en los actuales vecinos de Madrid abandonando sus casas con destino a Murcia o Andalucía.  Pero los castigos entonces eran mucho más expeditivos y eficaces.


Escenas de la Gran Peste de Londres (1665) 


La higiene del s. XVII era muy deficiente, por lo que no pasaba de pedir a la gente que barriera la casa y las calles cercanas. No se conocían todavía las bacterias (descubiertas en la segunda mitad del s.XIX) y aunque se tenía una vaga idea del contagio, no se conocía ni la asepsia ni la desinfección. 

También aparecen en la novela los aspectos económicos que toda epidemia conlleva. El protagonista, un talabardero, fabricante y vendedor de productos de cuero, teme por su taller y decide en última instancia no abandonarlo. Defoe también da un vistazo a la macroeconomía, comentando el cierre del puerto de Londres y el colapso de las mercaderías y el comercio. 

En definitiva una obra escrita hace tres siglos que conserva una plena actualidad por los numerosos paralelismos que plantea con la situación que vivimos en estos días.  









martes, 21 de abril de 2020

Epidemias y literatura (I): El Decamerón

El Decamerón - Las malas lenguas





John William Waterhouse

El cuento del Decamerón
(1916)

Óleo sobre lienzo 109 x159 cm
Lady Lever Art Gallery 
Port Sunlight (Reino Unido)



Las grandes epidemias han constituido épocas muy temidas por su alta morbilidad y mortalidad. Una muestra de ello, lo encontramos en la Biblia. En el libro de Samuel, se plantean elegir entre tres flagelos: Siete años de hambruna, tres meses de guerra o tres días de peste. Como vemos, estas tres desgracias de duración tan desigual se plantean como equivalentes. 

En otras entradas de este blog, hemos insistido en que las epidemias producen cambios históricos de mucha importancia. De hecho, cambian el curso de la Historia de forma más radical que las guerras o los avatares políticos o económicos. No es extraño pues que hayan encontrado un gran eco en la literatura  universal. 


Lorenzo and Isabella
John Everett Millais: Isabella 


Decamerón (Bocaccio)

Uno de los libros más clásicos al hablar de epidemias es el Decamerón de Bocaccio, Una de las grandes obras de la literatura universal. La acción del Decamerón se sitúa en el verano de 1348, en Florencia, una ciudad devastada por la peste. En este contexto, diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, se encuentran en la Basílica de Santa Maria Novella. Temerosos del alto peligro de contagio y de la gran mortalidad que arrasa la ciudad, deciden retirarse juntos a una villa en el vecino pueblecito de Fiésole, confinándose allí durante diez días. 

Ilustración de una edición flamenca de 1432 (Wikipedia) 

La primera jornada viene precedida de una detallada descripción de la peste y del relato de cómo se produjo el encuentro fortuito de los narradores de estas historias. El Decamerón contiene así una descripción de los efectos físicos, psicológicos y sociales que la peste bubónica ejerció en la Toscana: 

"¡Cuántos valerosos hombres, cuántas hermosas mujeres, cuántos jóvenes gallardos a quienes no otros que GalenoHipócrates o Esculapio hubiesen juzgado sanísimos, desayunaron con sus parientes, compañeros y amigos, y llegada la tarde cenaron con sus antepasados en el otro mundo!"

Para entretenerse durante su retiro, cada noche se reúnen en el jardín, alrededor de una fuente. Cada uno de ellos debe contar una historia breve cada día. De ahí el título del libro (Decamerón, un neologismo que forma Bocaccio a partir del griego δέκαdéka ("diez") y ἡμέραhēméra ("día"), para es decir: [acontecimiento] de diez días). En efecto, el libro reúne en total las cien historias contadas durante este tiempo. Unas historias jocosas, teñidas de una gran carga erótica muchas veces, en un buscado juego entre la exaltación de la vida (Eros) y la amenaza de la muerte (Thanatos). 


El Decameron Franz Xaver Winterhalter
Franz Xaver Winterhalter. El Decamerón (1837) 


El Decamerón anticipa ya el Renacimiento por la concepción profana del hombre, la ausencia de rasgos fantásticos o míticos y la burla de los ideales medievales, lo que dota a la obra de un carácter claramente humanista. 

Este gran libro ha sido celebrado también en la pintura, como en la obra de Waterhouse con la que encabezamos esta entrada (1916). Otras obras que aportamos son las de Franz Xaver Winterhalter (1837) y la de John Everett Millais (Isabella, en referencia a una de las historias del Decamerón: jornada IV, cuento 5º). Por cierto, que a este relato ya dedicamos otra entrada del blog


lunes, 20 de abril de 2020

La epidemia provocada por mantas contaminadas






Joseph Blackburn

Sir Jeffrey Amsherst
(1758)

Óleo sobre lienzo 
Mead Gallery
Coventry (Reino Unido)




La guerra biológica no és un invento actual. Se ha practicado desde tiempos remotos. Flechas envenenadas con líquidos fermentados, cadáveres con enfermedades contagiosas catapultadas por encima de las murallas, la Historia nos proporciona muchos ejemplos de ello. Hoy comentaremos uno de estos ejemplos. Una historia del siglo XVIII, cuando ingleses y franceses luchaban contra las tribus indígenas intentando la colonización de lo que hoy es el actual Canadá. 

La imagen con la que hoy comenzamos esta entrada del blog es la de Sir Jeffery Amsherst (1717-1797), un destacado militar británico, que lideraba las tropas británicas en aquella región norteamericana. Como podemos ver en este retrato, presentaba una notoria rosácea, probablemente empeorada con la exposición solar. Pero este no es hoy el tema que comentaremos sino su responsabilidad en la propagación de una enfermedad. 

La actuación militar de Amsherst en los territorios de América del Norte se vio coronada por el éxito, lo que le fue reconocido con todo tipo de honores, siendo incluso ennoblecido como Primer Barón de Amsherst y Caballero de la Orden del Baño. Sin embargo, este éxito fue obtenido con viles tretas y estratagemas, entre las que figuraba provocar una devastadora epidemia entre sus enemigos.  


John Mix Stanley: Retrato de Pontiac, jefe de la tribu 
indígena Ottawa 

Hacia 1760 el jefe de los indígenas de la tribu Ottawa Bwon-Diac (1720-1769), que por una mala transcripción ha pasado a la historia como Pontiac, declaró la guerra a los invasores franceses e ingleses que ocupaban la región de los Grandes Lagos y el Mediooeste norteamericano. Pontiac finalmente consiguió un armisticio con los franceses con los que acordó una alianza estratégica en 1763.

Pero persistían los abusos de las fuerzas británicas, que estaban bajo el mando de Sir Jeffery Amsherst. El 27 de abril de 1760, Pontiac logró una coalición de doce tribus, de las que las más relevantes eran los Ottawa, Chippewas, Shawnee, Mingo y Delaware. Conjuntamente decidieron asediar los asentamientos británicos. En la segunda quincena de mayo, nueve de los once fuertes británicos habían caído, manteniéndose sitiados los fuertes Pitt y Detroit. 

El Fuerte Pitt estaba situado en la confluencia de los ríos Allergheny y Monongahela, y se encontraba bajo el mando del capitán Simeón Ecuyer, quien informaba de su situación al Coronel Henry Bouquet en Filadelfia. Éste a su vez informaba al General Amherst. 


Retrato de Sir Jeffery Amherst, primer Barón de Amherst. National Portrait Gallery.


La resistencia era eficaz pero hacia el 16 de junio un brote de viruela se había declarado entre los soldados británicos. En un mensaje no fechado Sir Jeffery Amherst, preguntó al coronel Bouquet, 
- "¿Podríamos pensar como enviar la viruela a esas tribus de indios descontentos?". 
La respuesta de Bouquet, con fecha de 13 de julio fue: 
- "Voy a intentar contagiarlos con algunas mantas que caigan en su poder, teniendo cuidado de no contraer yo mismo la enfermedad". 
El 16 de julio Amherst le contestó: 
- "Hará bien con tratar de contagiar a los indios por medio de mantas, así como también trate de utilizar cualquier otro método que pueda servir para extirpar esa aborrecible raza"



Amherst and Smallpox
Fragmento de una de las cartas de Sir Jeffery Amherst

A esas alturas, el 24 de junio Bouquet había parlamentado con dos representantes Delaware: los jefes Corazón de Tortuga y Mamaltee, que instaron a los ingleses a abandonar el Fuerte Pitt, a lo que éstos se negaron. 


Los indios solicitaron entonces pertrechos para su viaje de retorno, lo que aprovechó Bouquet para darles dos mantas y un pañuelo de seda impregnados de pus y secreciones de los soldados enfermos obtenidos del dispensario de enfermos con viruela. 

En su Diario, William Trent, un subalterno que estaba al corriente de la maniobra escribía: 
"Esperamos que produzcan el efecto deseado
En opinión de algunos historiadores, el ejercito británico practicó sistemáticamente la propagación de la viruela entre los indios desde 1755, causando el brote que diezmó en 1757 a los Potawatomis, que eran aliados de los franceses, adversarios de los ingleses en la colonización de Norteamérica, lo que explicaría la actuación del coronel Bouquet y de Sir Jeffery Amherst.




Pontiac; Rogers, Robert
El jefe Ottawa Pontiac fumando la pipa de la paz con los soldados franceses.
James Wimer, Events in Indian History (1841). 
Library of Congress, Washington, D.C.


En los años siguientes al incidente, la epidemia de viruela se propagó entre las tribus indígenas cercanas al Fuerte Pitt. En abril de 1764, Gershom Hicks, un explorador que fue capturado por los Shawnee y Delaware un año antes, relataba tras su cautiverio: 
 "...la viruela ha afectado de forma furiosa y generalizada a los indios desde la primavera pasada y que treinta o cuarenta Mingos, Delaware y algún Shawneese han muerto de viruela desde entonces, ya que este mal todavía sigue entre ellos"
La epidemia se extendió hasta finales de 1765; esta cronología coincide exactamente con la distribución de ropa infectada por los colonos ingleses del Fuerte Pitt.

Una de las páginas más negras de las tretas militares innobles y para ganar batallas de manera aviesa y desleal a base de difundir enfermedades entre los enemigos. Una forma de guerra biológica, a la que dedicaremos otras entradas de este blog. 



Bibliografía

Fenn E A. Biological warfare in eighteenth-century North America: Beyond Jeffery Amherst. J Am Hist 2000; 1552-80.