viernes, 29 de junio de 2018

Hostias ensangrentadas (IV): ¿Milagro o acción bacteriana?









Retablo del 
Santuari del Sant Dubte 
(s. XV)

Museo diocesano de Solsona




En otras entradas he comentado el "milagro eucarístico" de Bolsena, y la leyenda de las hostias consagradas que manaron sangre en plena celebración de la misa. Sorprende el hecho de que este mismo prodigio se repetía exactamente en diversas ciudades, con escasas diferencias: yo había escuchado el mismo relato en mi ciudad natal, Girona, durante mi infancia, y también fui teniendo noticia de casos similares en la ciudad aragonesa de Daroca, en la catalana Ivorra, en la comarca de la Segarra de Lleida, en la alemana Wilsnak... Ehrenberg, que recogió todos los casos de hostias sangrantes en el s. XIX hizo una larga lista.


  Relicario del Sant Dubte de Ivorra  
De entrada cabe preguntarse el porqué de la reiteración de un mismo milagro en tantos lugares. Los hechos de este tipo no suelen repetirse de la misma manera en tantos sitios, y en el caso de que haya portentos similares nunca tienen exactamente las mismas características. 

Puede atribuirse esta repetición exacta a un afán propagandístico. El fenómeno de las hostias sangrantes tuvo una gran repercusión y como hemos visto, motivó la construcción de la Catedral de Orvieto,  unos preciosos frescos de Rafael en el Vaticano y la institución de la festividad del Corpus Christi en todo el orbe católico. No está mal. 

Pero también cabe la posibilidad que las hostias enrojecidas fuesen motivadas por un fenómeno natural. Los fenómenos naturales se repiten de forma exacta en determinadas condiciones. Por esto se puede experimentar y en esto se basa el método científico, que deduce leyes naturales tras observar repetidamente el mismo fenómeno. En cambio, los hechos sobrenaturales no. Suelen quebrantar las leyes de la naturaleza y precisamente por esto causan asombro y maravillan a quien los presencia. Y además suelen ser únicos, o como mucho, se repiten siempre en el mismo lugar. 


Corporales de Daroca

A principios del s. XIX en la población de Savonara, en el norte de Italia, tuvo lugar un hecho extraño. La polenta, una sémola de maíz que constituía la base de la alimentación de los campesinos, aparecía ensangrentada. Primero fue en una casa, luego en otra, y otra. Incluso aparecía sangre en el arroz y en otros alimentos. Los campesinos lo atribuían a hechizos de los espíritus malignos. Pero poco después, un joven estudiante de farmacia de la Universidad de Padua, llegó a la conclusión  de que se trataba de una contaminación producida por un microorganismo. Como en 1819 todavía no se habían descubierto las bacterias, creyó que se trataba de un hongo microscópico. Bizio quiso darle un nombre que dejara clara la contribución de Italia a la ciencia y la denominó Serratia, en honor a Serafino Serrati, un compatriota que había inventado el barco de vapor. Bueno, no tiene mucho que ver con la Bacteriología,  pero el caso es  que al microbio le quedó este nombre. 

Cultivo de Serratia, con sus características
colonias redondas y rojas como gotas de sangre. 
Cuando Serratia crece forma unas colonias pigmentadas de color rosa, pero si hay exceso de alimento, entonces sus colonias se tornan de color rojo sangre debido a la producción y acumulación de un pigmento. El pigmento tiene una potente acción antibiótica y protege a Serratia de sus posibles contrincantes. El color del pigmento decae al exponerse a la luz y por eso se le impuso también el nombre de especie marcescens: que decae, que se marchita. 


Y este pigmento es el causante del extraño enrojecimiento de la polenta y también de las hostias, elaboradas con harina de trigo. Así lo entendió Kroft, que en 1902 aisló el pigmento y le dió el nombre de "prodigiosina" ya que causaba tan curiosos portentos. En 1960, Rapaport y Holden estudiaron su estructura química , que es similar a la del grupo hemo de la hemoglobina sanguínea, pues también contiene varios anillos pirrólicos, formados por 4 átomos de carbono y 1 de nitrógeno. El resultado es un un color muy parecido al de la sangre.  Serratia todavía ensangrentó al menos una hostia en 1910, en pleno siglo XX, en una iglesia de Nápoles, causando no poco revuelo. 

Molécula de la prodigiosina
En los últimos años se está produiendo un renovado interés hacia la prodigiosina, debido a su gran rango de actividades biológicas, muchas de las cuales podrían resultar beneficiosas tanto en el tratamiento de enfermedades como en la protección de nuestro medio ambiente.  
Así, se han realizado estudios en los cuales se ha visto la acción de la prodigiosina contra líneas celulares tumorales sin apenas daños en las líneas celulares sanas; su acción antifúngica mediante una completa maquinaria de enzimas que destruyen la quitina (polisacárido que forma la pared celular de los hongos); su posible uso como pigmento natural, con las ventajas que ello conllevaría desde el punto de vista industrial y medioambiental frente a los pigmentos sintéticos mayoritariamente usados hoy día; e incluso su acción contra el protozoo Plasmodium, el parásito causante de la malaria.

Tal vez el gran milagro de la prodigiosina está todavía por venir, aunque de forma menos sobrenatural de lo que creían los clérigos medievales.


Bibliografía 

Cullen J C. The miracle of Bolsena. Growth of Serratia on sacramental bread and polenta may explain incidentes in medieval Italy. ASM News 1994; 60 (4): 187-91. 

Yu V L. Serratia marcescens. Historical perspective and clinical review. N Engl J Med 1979: 300 (16): 887-93. 

Gaughran E R L. From superstition to science: The history of a bacterium. Trans NY Acad Sci 1969; 31: 3-24 

Lederman W. Una historia personal de las bacterias. 2014. 

jueves, 28 de junio de 2018

Hostias ensangrentadas (III): Orvieto






Ugolino de Vieri

Relicario del Corporal
(1337-1339)


Orfebrería y esmaltes
Catedral de Orvieto




Ya he contado anteriormente como me encontré con la leyenda dels Sants Dubtes de la catedral de Girona durante mi infancia y como volví a ver el mismo relato en las estancias vaticanas. El mismísimo Rafael había ilustrado el prodigio que tuvo lugar en Bolsena, cerca de Orvieto. Algunos de mis amigos me habían hablado de la bellísima catedral de esta ciudad y decidí ir a conocerla personalmente. 


Fachada de la catedral de Orvieto

La catedral de Orvieto es un formidable edificio del s. XIV, que fue construído por el papa Urbano IV precisamente para conmemorar y divulgar el milagro eucarístico del corporal de Bolsena. Era pues, la pieza que me faltaba. 

La fachada de la catedral es realmente fastuosa y se dispone como un tríptico de mosaicos. La luz incide sobre el dorado de las teselas, que desprenden destellos luminosos. Reconozco que me impresionó mucho cuando la vi.  


Esmalte del relicario del Corporal, en
la catedral de Orvieto. En él aparece
una escena de la misa de Bolsena.
El interior es mucho más austero y discreto que la fachada del templo. Pero en él hay una capilla decorada con frescos góticos de gran valor. En esta capilla se guarda también el relicario del Corporal (Ugolino de Vieri, 1337-1339), que reproduce en orfebrería la fachada de la catedral. Los esmaltes reproducen escenas de la vida de Cristo y del milagro de Bolsena. 


El prodigio de Bolsena alcanzó gran difusión en el mundo católico, y fue un gran argumento para los partidarios de la creencia en la transubstanciación. El papa Urbano IV promulgó la bula Transiturus hoc mundo, e instituyó poco después la festividad religiosa del Corpus Christi (8 de septiembre de 1264), festejando este dogma con una procesión, presidida por una custodia con la hostia consagrada. En esta primera procesión de Corpus, el papa, en el puente de Rivochiero tomó los corporales supuestamente milagrosos de Bolsena y los llevó con gran pompa a la catedral de Orvieto. 

A partir de aquí, las procesiones del Corpus se celebraron en diversas ciudades. En la península Ibérica las primeras ciudades que organizaron procesiones fueron Toledo, Sevilla, Barcelona y Girona fueron de las primeras en celebrar adecuadamente esta fiesta. Más tarde se generalizó la costumbre de celebrarlo y todavía hoy sigue siendo un día festivo en muchos países católicos. 

Tal vez por este motivo se propagaron leyendas y tradiciones locales calcados totalmente de la misa de Bolsena. Había llegado al final de la pista que arrancó en mi infancia contemplando els Sants Dubtes en la catedral de Girona.  

Era la tercera vez que me encontraba con este milagro repetido tantas veces.  Más tarde supe que todavía hay mas réplicas del mismo: en la ciudad aragonesa de Daroca por ejemplo; o en la catalana de Ivorra, un pueblo de la Segarra, en Lleida, donde en 1010 tuvo lugar un hecho similar. 

¿Por qué tanta reiteración de unos hechos superponibles? ¿Era pura propaganda religiosa o se habían producido realmente hechos paralelos? Y, si había sido así, ¿era realmente un milagro? ¿o tal vez era un hecho explicable científicamente?.  

En la próxima entrada intentaremos responder a estas preguntas. 



miércoles, 27 de junio de 2018

Hostias ensangrentadas (II): El "milagro" de Bolsena






Raffaello Sanzio 

La misa de Bolsena
(1512)


Fresco. Estancia de Heliodoro
Museos Vaticanos. Roma



En otra de las entradas del blog comentaba la leyenda "dels Sants Dubtes" (Santas Dudas) de la catedral de Girona y de mis recuerdos infantiles. Contempler las supuestas hostias ensangrentadas, había hecho volar mi imaginación infantil y reconozco que me había impresionado bastante. Aunque siempre me pregunté por qué se tenía tanta discreción al mostrarlas, ya que solamente se realizaba en pequeños grupos de fieles de confianza. Pero al pasar los años, ya casi había olvidado esta curiosa experiencia infantil. Por otra parte nunca más había oído hablar del curioso "milagro" de las hostias que manaban sangre. 

Ya adulto, durante una de mis viajes a Roma, me propuse ir a ver los Museos Vaticanos. Una visita casi imprescindible, ya que los diversos Museos Vaticanos constituyen una de las exhibiciones museísticas más destacadas del mundo. Algo que sin duda todo aficionado al arte y a la historia debería conocer. 

Entre los diversos museos que allí se concentran, fruto de los afanes coleccionistas de numerosos pontífices, están las Estancias de Rafael. Se trata de cuatro estancias decoradas con frescos que el papa Julio II encargó a Raffaele Sanzio y a sus discípulos. El papa se instaló en las habitaciones que previamente habían sido ocupadas por los Borja (Borgia). Aunque estaban ya pintadas con frescos de Perugino, Sodoma y otros grandes pintores, Julio II las mandó raspar y redecorarlas con un gusto marcadamente renacentista. 

En la segunda estancia, Stanza d'Eliodoro, hay un maravilloso fresco de más de seis metros y medio de ancho que representa un supuesto hecho milagroso sucedido en 1263. En este año, un sacerdote bohemio, Pedro de Praga, comenzaba a plantearse algunas dudas sobre la real presencia de Jesucristo en las especies eucarísticas. Para disipar sus dudas decidió peregrinar a Roma para orar sobre la tumba de San Pedro. Su estancia en Roma lo tranquilizó y con nuevos ánimos emprendió el viaje de regreso a Praga. En su camino decidió realizar una parada en la ciudad de Bolsena.  

Al día siguiente, Pedro se dispuso a celebrar la misa en la iglesia de Santa Cristina, pero en el momento de la consagración le volvieron a asaltar las dudas sobre la transubstanciación, es decir que dudó que la hostia y el vino que consagraba se convirtiera realmente en el cuerpo y en la sangre de Cristo. Según la leyenda, en aquel momento brotó sangre de la hostia consagrada, lo que se interpretó como una respuesta sobrenatural a su poca fe. El sacerdote, azarado y confuso, intentó esconder el extraño fenómeno: terminó la misa como pudo y envolvió las hostias con los corporales volviendo a toda prisa a la sacristía. Pero en el camino los corporales quedaron manchados de rojo. Y también quedaron algunas manchas delatoras en el suelo.


Detalle del fresco vaticano, obra de Rafael, en el que puede verse al sacerdote
 en el momento de darse cuenta de que los corporales se manchaban
con la sangre que brotaba de las hostias consagradas. 

Pedro de Praga se dirigió entonces al papa Urbano IV que se encontraba en Bolsena. Tras escuchar el relato del presbítero, el pontífice ordenó al obispo de Orvieto que comprobara lo sucedido. Tras cerciorarse de la veracidad del fenómeno, el papa proclamó el milagro de Bolsena, que como veremos supuso el reforzamiento de la doctrina oficial de la transubstanciación, contra las tesis de Berengario de Tours que se oponía a la creencia de la presencia real de Cristo en la eucaristía, defendiendo que el sacramento era solamente un símbolo. 

En el fresco de Rafael, podemos ver al sacerdote bohemio oficiando la misa. Muestra la sangre aparecida en el paño blanco que tiene en sus manos. Tras él pueden verse los monaguillos llevando grandes cirios y a los fieles, que ocupan la zona izquierda, absortos ante el milagro. En la zona derecha observamos al papa Julio II acompañado de su corte de cardenales. En la zona baja la ocupan guardias suizos y otros militares. La escena tiene lugar en un interior apreciándose muy bien la arquitectura clasicista que Bramante había diseñado para la basílica de San Pedro en el Vaticano, con un magnífico arco de medio punto que permite la contemplación del nuboso cielo tras el altar. El rostro de las figuras muestra la sorpresa contenida por el milagro, destacando los expresivos rostros de cada uno de los personajes. 

A mí me llamó la atención el paralelismo exacto del milagro de Bolsena con la leyenda dels Sants Dubtes de la catedral de Girona. Salí del Vaticano pensativo. Era la segunda vez que me encontraba con este relato. Pero no sería la última, como seguiré contando en una próxima entrada del blog. 

Aquel día, al llegar a la Piazza Risorgimento, los chillidos de una bandada de estruendosos estorninos que venía del Castel de Sant'Angelo interrumpieron súbitamente mis cavilaciones. Dejé para otro día las extrañas especulaciones sobre leyendas de hostias sangrientas y dudas sacerdotales. Roma, la Roma actual, bulliciosa y alegre, llena de vida, me esperaba. 


























martes, 26 de junio de 2018

Hostias ensangrentadas (I): Las Santas Dudas.






Relicario "dels Sants Dubtes"
(s. XVII)


Orfebrería
Museu de la Catedral de Girona



En la Catedral de Girona se conservaba -por lo menos hasta hace algunas décadas- la reliquia llamada "Els Sants Dubtes", consecuencia de unos hechos acaecidos en el s. XVI. Estaba contenida en un precioso relicario, una destacada obra de orfebrería del s. XVII que puede verse en el Museo de la Catedral de Girona. Su director, Joan Piña, nos ha remitido una foto del mismo para nuestro blog, que es el que encabeza este artículo. Desde aquí queremos agradecer al Sr. Piña -que también es lector habitual del blog- su amabilidad y gentileza. 

La reliquia se conservaba en una recámara tras la capilla del Corpus Christi, y no estaba expuesta al público. De hecho, mucha gente de Girona ni siquiera conocía su existencia. De hecho, solamente se mostraba a personas de confianza, excepcionalmente. Un canónigo de la Catedral, amigo de mi padre, nos la había mostrado discretamente, en privado. Recuerdo haber tenido ocasión de verla en dos o tres ocasiones, cuando yo era un niño. 

La capilla del Santísimo de la catedral de Girona tiene una recámara. Allí hay otra pequeña capilla con un altar. El canónigo se revestía con algún vestido litúrgico (creo recordar que una alba y una estola y sacaba el relicario de un armario, para mostrárnoslo. 


Fotografía antigua mostrando el relicario
dels Sants Dubtes conteniendo el corporal
y las hostias teñidas de rojo.
El relicario contenía un corporal litúrgico, de los que se usaban en la Misa, con manchas de intenso color rojo. Sobre él estaban depositadas 5 hostias, también con manchas rojas, supuestamente ensangrentadas. Según la leyenda, un capellán gerundense que estaba celebrando la Misa, dudó de que las hostias que estaba consagrando se transformaran en el cuerpo y sangre real de Jesucristo. Al momento, brotó sangre de ellas, que manchó los corporales. Por eso a la reliquia se la conocía como "els Sants Dubtes" (las Santas Dudas). Recuerdo que una de las 5 hostias estaba partida. creo que se fraccionó para examinarla. En aquel momento, esta exhibición de una reliquia tan curiosa, me impresionó vivamente, por lo que recuerdo con todo detalle las veces que tuve ocasión de verla. 

Este suceso no fue reconocido como milagro por la Iglesia Católica, que solamente le concedió, prudentemente, el apelativo de "prodigio". De hecho el obispado encargó una investigación para comprobar si las misteriosas manchas eran en realidad, de sangre. El resultado fue negativo. Esta era la razón de que fuera conservada con tanta discreción y cautela. En la actualidad muy pocos gerundenses recuerdan ya esta "reliquia". Solamente el relicario que las contenía -vacío- que se conserva por su notable orfebrería en el museo de la Catedral, es un mudo testimonio.  

Más tarde, ya en la vida adulta, encontré la constancia de un prodigio similar en la misma Roma, en los Palacios Vaticanos. Pero esto lo comentaré en una próxima entrada del blog

lunes, 25 de junio de 2018

¿Un quiste en la cara de Júpiter?






Bartolomeus Spranger

Júpiter y Antíope 
(1596) 

Óleo sobre lienzo
Kunsthistorische Museum. Viena 





Bartolomeus Spranger (1546-1611) fue un pintor flamenco que trabajó durante una década en Roma, bajo el patrocinio del cardenal Alessandro Farnese y más tarde en Viena, donde había sido llamado por el emperador Maximiliano I. Más tarde el emperador Rudolf II, gran amante de las artes, le solicitó una serie de pinturas con connotaciones eróticas. Una de ellas es sin duda esta obra, de tema mitológico, realizada con gran sensualidad.  


En la cara de Júpiter-sátiro se observa una lesión redondeada



La pintura representa un pasaje de Ovidio (Metamorfosis, IV). Antíope (Ἀντιόπη) era la hija del rey tebano Nicteo. Júpiter (Zeus) quedó prendado de su belleza y decidió seducirla, para lo que tomó la forma de un sátiro, momento que es representado por el cuadro. Júpiter, sostiene a Antíope bajo el brazo y alrededor de su pecho mientras ella acaricia la pierna de Júpiter. A consecuencia de la seducción, Antíope quedó embarazada del dios por lo que decidió escaparse de su casa, y su padre, desesperado se suicidó. Posteriormente, fruto de sus relaciones con Júpiter parió a dos gemelos, Amfíon y Zetos. 

Aparte de las cuestiones pictóricas y sensuales, en esta pintura podemos ver una lesión en la cara del sátiro Júpiter. Una lesión redondeada, como un pequeño tumor, que podría interpretarse como un quiste o tal vez como una cicatriz hipertrófica, de aspecto queloideo. Una lesión dermatológica, en todo caso, que ha captado nuestra atención. 



Bibliografía

Grimal, P. Diccionari de mitologia grega i romana. Barcelona, 2008