viernes, 3 de marzo de 2017

Hansen (y II): la polémica del descubrimiento del bacilo





Retrato de 
Gerhard Armauer Hansen

Fotografía 
Museo de la Lepra. Bergen




Las investigaciones del médico noruego Gerhard Armauer Hansen sobre la existencia de un supuesto bacilo de la lepra, se propagaron con rapidez. A comienzos de 1879 Hansen recibió la visita del joven y ambicioso médico alemán Albert Neisser (1855-1916) que contaba entonces con 24 años, y que estaba interesado en estudiar la lepra. Había oído hablar de Hansen y de sus tenaces investigaciones

Hansen lo acogió cordialmente. Le contó a Neisser todo lo que sabía sobre lepra, y le dejó ver sus preparaciones al microscopio. El joven médico alemán también pudo examinar a más de 100 pacientes de lepra en Trondheim, Molde y Bergen. 

Neisser se llevó algunas preparaciones de Hansen, que el médico noruego con sus limitados medios y conocimientos técnicos no había podido teñir bien. Pero Neisser conocía bien los modernos métodos de tinción usados en su laboratorio. Cuando llegó a Alemania, tiñó las preparaciones y encontró, en casi todas ellas 
"bacilli, como varas pequeñas, delgadas, cuya longitud venía a ser la mitad del diámetro de un hematíe y la anchura equivalía a una cuarta parte de la longitud"
Neisser no dudó en publicar sus resultados sin comunicarlo primero a Hansen (Über die Aetiologie des Aussatzes, 1880). Para entonces Hansen ya había aprendido las nuevas técnicas de tinción y también detectó la presencia de estos cuerpos, que eran como pequeñas varas o barritas.

Henrik Lund. Retrato de G. Armauer Hansen
En 1881 Neisser publicó el artículo 'Weitere Beiträge zur Aetiologie der Lepra' en la revista Virchows Archiv. En este trabajo se atribuía el honor de haber descubierto el microbio causante de la enfermedad, a la vez que trataba de desacreditar a Hansen. En definitiva: Neisser intentó robar descaradamente a Hansen su descubrimiento. 

Cuando Hansen se enteró se enfadó muchísimo. Lo que más le molestó es que ya comenzaba a conocerse a los bacilos de la lepra como “bacterias de Neisser”. El médico noruego, animado por sus colegas, defendió su posición sin entrar directamente en la polémica. Reunió todos los trabajos que había realizado sobre este tema y los publicó en noruego, alemán, inglés y francés. Danielssen estaba molesto con Hansen, porque consideraba su reacción demasiado moderada y tranquila. Creía que tendría que ser más agresivo. 

El conflicto duró mucho tiempo. La medicina alemana gozaba entonces de un enorme prestigio, y en cambio, nadie conocía al humilde médico de Bergen. No fue hasta el congreso sobre la lepra que se celebró en Berlín (1897) que se reconoció oficialmente a Hansen como el verdadero descubridor del bacilo de la lepra. Aún así, en este congreso una figura tan prestigiosa como Rudolf Virchow afirmó que el bacilo de la lepra solamente sería plenamente reconocido el día que se lograra su cultivo o su inoculación a animales. 

Hansen tenía pocos medios para proseguir sus investigaciones. El bacilo no se podía cultivar en los medios ordinarios. Obsesionado por la imposibilidad de seguir investigando, se cegó hasta tal punto que llegó a inocular el germen procedente de una lesión cutánea en el ojo de una mujer que padecía la forma neurológica de la lepra. El desafortunado experimento - totalmente injustificable desde el punto de vista ético - no tuvo consecuencias clínicas para la mujer, pero ésta aseguró que le afectó la vista y le causó dolor, por lo que le denunció. El demandado reconoció que realizó la prueba sin informar a la paciente y sin pedirle permiso. Lo hizo porque había fallado en el intento de inocular a animales, de demostrar la naturaleza infecciosa de la enfermedad y porque no podía poner en cuarentena a los afectados para proteger a los sanos. El tribunal lo declaró culpable (1880) y Hansen tuvo que pagar las costas y fue cesado de su cargo en el hospital.

A pesar de la condena judicial, Hansen conservó un puesto oficial para luchar contra la lepra en su país. Pudo desarrollar así sus planes teniendo en cuenta la etiología de la enfermedad. Se promulgaron leyes que permitían el cuidado de los leprosos lejos de sus familias. Hacia 1875 había en Noruega 1.752 casos conocidos de lepra; a principios del siglo XX la cifra había descendido a 577. 

Hansen recibió muchos reconocimientos y premios por sus estudios sobre la lepra y ocupó presidencias de Sociedades Científicas y Congresos. En 1892 recibió una preciada condecoración noruega, la Orden de San Olav, por sus contribuciones científicas. También jugó un papel destacado en la difusión de las ideas de Darwin, que le habían atraído desde el principio. En 1886 publicó un libro en noruego sobre la evolución de las especies, así como varios artículos en la prensa, enfrentándose a la postura creacionista sostenida por el clero. 

Armauer Hansen padeció la sífilis, que contrajo cuando estudiaba y que se mantuvo en secreto hasta años después de muerte. Sufrió los primeros síntomas de afectación cardíaca en 1900. En 1912 durante una estancia en casa de un amigo suyo en Florø, sufrió un ataque cardíaco que terminó con su vida. 

jueves, 2 de marzo de 2017

Hansen (I): el médico que quería descubrir la causa de la lepra




Jo Visdal

Busto del Dr. G. Armauer Hansen
(1900) 

Escultura de bronce 
Museo Hagen



Jo Visdal (1861-1923) fue un prolífico escultor noruego que se especializó en bustos y retratos de personajes famosos de su país, en un estilo sobrio y realista. Uno de ellos es esta escultura de Hansen, una gloria de la medicina de Noruega. 

Gerhard Armauer Hansen (1841-1912) estudió medicina en la Universidad de Christiania (actual Oslo) trabajando a la vez para poder costear sus estudios. Se graduó en 1866 y trabajó como médico asistente del Hospital Nacional de Oslo durante un año. Después fue oficial médico de una compañía de pesca en una isla al norte de Noruega.

Portada de la obra de Danielssen y Boeck
On Spedalskhed  (1847) un trabajo de referencia
sobre la lepra
En 1869 Hansen regresó a su pueblo natal de Bergen para investigar sobre la lepra, enfermedad de la que por aquel entonces afectaba a 3.000 personas en Noruega, especialmente en la parte occidental del país. Trabajó con Daniel Cornelius Danielssen (1815-1894), que había escrito un importante trabajo sobre lepra en 1847: Om Spedalskhed (Sobre la lepra), en colaboración con Carl Wilhelm Boeck. Danielssen había organizado el programa de asistencia de leprosos y consiguió que Bergen fuese el centro europeo por excelencia para la investigación de la enfermedad. Danielssen era una autoridad en los aspectos clínicos y patológicos de la lepra, aunque creía que era una enfermedad hereditaria, como la mayoría de médicos de aquel tiempo. 

Danielssen y Hansen viajaron a muchos lugares para obtener material para sus estudios. Basándose en la epidemiología Hansen llegó a la conclusión que la lepra no era una enfermedad hereditaria, sino que era transmisible y que se podía adquirir por contagio. Pero en aquel momento todavía nadie había podido demostrar plenamente que una bacteria podía ser la causa de una enfermedad. 

Una ilustración de un enfermo con lepra en el trabajo de Danielssen y Boeck On Spedalskhed (1847)

El número de nuevos casos de lepra atendidos en Bergen fue disminuyendo gracias a la eficacia de las medidas que se tomaron contra el contagio. Hansen comenzó sus trabajos de investigación, epidemiología y experimentación. En su primer trabajo, de 1869, publicado en noruego en 1871, Hansen describió las alteraciones del tejido linfoide de los leprosos. Aquí Hansen aplica el término "infectionsstoff " (la “substancia infecciosa”), aunque no es plenamente consciente de su significado. Tiene pocos medios y no puede obtener buenas preparaciones. 

En 1870 Hansen viajó a Bonn y después a Viena para formarse en histopatología. Cuando regresó a Noruega estudió al microscopio las muestras procedentes de biopsias de leprosos. En 1871 comenzó a buscar el agente causal. Decidió buscar bacterias en la sangre de enfermos de lepra. No las encontró y los buscó en los nódulos superficiales, hallando unos cuerpos dentro de las células que se parecían a bacterias; no estaban presentes en todas, pero sí en la mayoría. Al principio no era capaz de ver estos cuerpos en pacientes con lepra tuberculoide, pero después de estudios prolongados también los halló. 

En 1873 publicó un extenso trabajo en noruego, en el que describía estos cuerpos. Al estar escrito en una lengua minoritaria no tuvo al parecer mucha repercusión en los círculos médicos. Algunos de sus colegas se rieron abiertamente y afirmaron que ya se habían dado cuenta de esas estructuras, pero que no podían ser las causantes de la enfermedad. El texto se publicó también en versión reducida, en inglés. Al parecer, los términos que empleó eran algo dubitativos, poco concluyentes y no demasiado "ortodoxos". 

Hacia 1879 Hansen había perfeccionado su técnica y ya podía mostrar los "cuerpos" en gran número en las células. Eran bacilos, y él estaba completamente convencido de que eran los agentes etiológicos de la lepra.


Bibliografía


Fite, G.L.; Wade, H.W. The contribution of Neisser to the establishment of the Hansen bacillus as the etiologic agent of leprosy and the so-called Hansen-Neisser controvery.
International Journal of leprosy, 1955, 23: 418-428.

Neisser A. Über die Ätiologie des Aussatzes. Jahresbericht der Schlesischen Gesellschaft für Vaterländische Kultur, Breslau, 1880; 57: 65-72.

Neisser, A. Weitere Beiträge zur Aetiologie der Lepra. [Virchows] Archiv für pathologische Anatomie und Physiologie und für klinische Medizin, 1881; 84: 514-542.






miércoles, 1 de marzo de 2017

Los antibióticos de las hormigas







Rafael Gomezbarros

Casa tomada
(2013)
 Técnica mixta 
(Resina, fibra de vidrio, algodón, cuerda, arena...) 
Cuerpo 50 x 20 x 50. Patas: 90 x 50 cm
Saatchi Gallery. Londres.  




Rafael Gomezbarros es un artista contemporáneo colombiano que cubre edificios públicos con sus esculturas de hormigas de medio metro. Sus instalaciones se perciben con una simple ojeada. Su intención es llamar la atención sobre la situación de millones de personas desplazadas que constituyen la masa invisible de inmigrantes, cuya presencia omnipresente cubre el planeta.  

Gomezbarros está impactado por la cruenta guerra civil que ha tenido lugar en Colombia hasta hace poco. Las hormigas, asociadas generalmente con el trabajo duro y una compleja organización social se convierten en fantasmas de los desaparecidos, fantasmas que han adquirido la capacidad de hacerse cargo de los monumentos nacionales. Gomezbarros ha llenado de hormigas desde la Quinta de San Pedro Alejandrino (la hacienda donde Simón Bolívar pasó sus últimos días) al Congreso Nacional de Bogotá, en una denuncia manifiesta de las políticas belicistas. 

Rafael Gomezbarros: Casa Tomada. Saatchi Gallery, Londres. 
El presente trabajo de Gomezbarros, titulado Casa Tomada es una referencia a un cuento del escritor argentino Julio Cortázar, en el que los habitantes de una gran mansión son invadidos por presencias escurridizas que únicamente son anunciados por sonidos apagados. El artista quiere recordar así una frase pronunciada por de Julio Cortázar poco antes de morir: 



"Si un país no entierra a sus muertos, siempre serán recordados como fantasmas en el ático".
Las hormigas pues, pueden servir como símbolo de muerte, como en la obra de Gomezbarros o como ya vimos en algunos cuadros de Salvador Dalí donde evocaban la muerte y la putrefacción. 

Pero también nos llegan noticias de las hormigas como embajadoras de vida.  Unos investigadores ingleses de la universidad de East Anglia y del John Inner Center decidieron recientemente investigar la causa de las dolorosas picaduras de una hormiga africana de la especie Tetraponera penzigi. Estas hormigas de Kenia producen unas picaduras equivalentes a las de una avispa.

En el curso de sus investigaciones, descubrieron que estas hormigas producen un hongo (moho) al que denominaron Streptomyces formicae (su nombre deriva, naturalmente de formica, hormiga en latín), que podría ser usado como un potente antibiótico. Han publicado sus resultados en la revista científica Chemical Science.  

Tetraponera penzigi
Esta aportación ha suscitado un gran interés. En materia de tratamientos antibacterianos se ha progresado poco en los últimos años. En un comunicado, los investigadores han comentado: 
"La mayoría de antibióticos usados habitualmente en el momento actual derivan de un grupo de hongos, los ascomicetos, que se conocen desde hace 40-80 años "la edad de oro" del descubrimiento de estos medicamentos" 
Pero después de este impulso inicial, se han producido pocos avances, mientras que las resistencias bacterianas han progresado a grandes pasos. 

La especie Tetraponera penzigi vive colonizando las acacias espinosas de los bosques kenianos. Matt Hutchings, uno de los autores de estos estudios señala que las hormigas protegen a estos árboles de muchos herbívoros, como los elefantes, que evitan comer las hojas llenas de hormigas. 

Protegidas por las espinosas hojas de las acacias estas hormigas producen mohos que les sirven de alimento. En estos mohos los investigadores ingleses han descubierto un nuevo tipo de antibióticos. Han analizado detalladamente el genoma de estos mohos, para aislar una cepa de actinomicetos que se ha demostrado muy eficaz frente un germen especialmente mortal, Staphilococcus aureus resistente a la meticilina (el riesgo de muerte es un 64% mayor que el riesgo de muerte por cepas de Staph. aureus no resistente, según la OMS). La misma cepa es eficaz contra el enterococo resistente a la vancomicina y un agente patógeno fúngico multirresistente. 

Para confirmar sus resultados, los autores han repetido sus ensayos enfrentando su producto a veinte generaciones de bacterias, con concentraciones muy bajas. Y no encontraron ninguna resistencia. Barrie Wikinson, otro de los miembros del equipo, afirma: 
"Nuestros resultados ponen de relieve la importancia de investigar en ambientes hasta ahora poco estudiados, que basándose en los recientes progresos en secuenciación y edición genética permiten el descubrimiento de nuevas especies potencialmente productoras de antibióticos". 
Este tipo de investigaciones tienen realmente una gran importancia. Según un reciente informe británico se calcula que en 2050,  cada tres segundos morirá una persona en el mundo a causa de las resistencias a los antibióticos. 







martes, 28 de febrero de 2017

Úteros votivos





Úteros votivos etruscos
(s. V-IV a.C.)

Ex-votos de terracota 
Museo Nazionale Etrusco (Villa Giulia). Roma.   




En los templos etruscos, lugares destinados a la oración y a la plegaria se suelen encontrar numerosos ex-votos, figuras votivas para implorar algún favor de la divinidad o bien para agradecer su concesión. Muchos de estos exvotos datan de los s. V-III a.C. y generalmente reproducían partes anatómicas corporales en terracota. 

En primera fila, tres figuras de terracota 
representando úteros,ofrecidas sin duda 
para obtener una buena gestación. 
Estos exvotos solían ser presentes a la divinidad para agradecer la curación de los males del cuerpo, como era costumbre en los templos griegos  de la Antigüedad. Así al tiempo que se agradecía la acción divina, servía de reclamo para que otros devotos se encomendaran a la protección del dios. 

Este tipo de prácticas todavía se sigue realizando en la actualidad en algunas iglesias católicas con fama de milagreras. 
     Útero votivo encontrado en las ruinas 
de un templo en las proximidades del Tíber. 
Termas de Diocleciano. Roma.

Pero entre figuras de brazos, piernas o determinados órganos encontramos un gran número de figurillas representando úteros. También en algunos casos mamas y penes de dimensiones algo exageradas. 

Sin descartar del todo que alguna de estas figuras estén relacionadas con algún problema patológico, la gran abundancia de las mismas hace pensar que eran ofrendas propiciatorias de la fecundidad, es decir que se hacían para suplicar a la divinidad la gracia de un embarazo propicio. 


Diversos exvotos de úteros procedentes del Santuario de Fontanile di Legnisina





También se ofrecían  exvotos de falos para propiciar la fertilidad. 
























Los problemas de esterilidad eran graves en el mundo antiguo. Se necesitaba una tasa de natalidad alta para mantener a la comunidad. Las mujeres que no alcanzaban la categoría de madres tampoco eran muy valoradas socialmente, por lo que no es de extrañar la gran cantidad de ofrendas votivas para alcanzar la gestación. 


Estatuilla de un neonato fajado. Las figuras votivas de
niños eran para pedir por la supervivencia infantil.
En Roma había una alta proporción de muertes en la
primera infancia.  Museo Etrusco. Roma
     A esto hay que añadir que los problemas tocológicos eran de gran importancia. La mortalidad infantil era elevadísima y muchas mujeres morían por las temidas fiebres puerperales. En los santuarios etruscos encontramos también muchas figurillas representando niños recién nacidos, fajados convenientemente para evitar las hernias umbilicales. 


Las mamas votivas también pueden estar relacionadas con problemas ligados a problemas relacionados con la lactancia.

  
Otro exvoto con la representación de un útero.



Las mamas eran ofrendas votivas para propiciar una buena lactancia. Los problemas de lactancia también eran muy frecuentes. Era bastante habitual encomendarla a las nodrizas 




lunes, 27 de febrero de 2017

La medicina de Venus sin el médico







Morel 

Le médecine de Vénus sans le médecin
(1828) 

Frontispicio del libro.
Biblioteca particular



La vía de transmisión por contacto sexual hizo que las enfermedades venéreas, como la sífilis y la gonorrea fuesen mal vistas por la moral burguesa, imperante en el s. XIX, especialmente en la época victoriana. Esta mala consideración social fue la responsable de actitudes de ocultamiento a veces obsesivas por parte de quienes las sufrían. 

Traducción castellana de un libro de automedicación
para la sífilis, obra del Dr. Besuchet, dermatólogo francés
En ausencia de tratamientos eficaces, la sífilis estaba muy extendida (recordemos que se calcula que en 1900 había unos 100.000 sifilíticos solamente en la ciudad de París). Muchos luéticos acudían a las consultas médicas con cierto temor de ser descubiertos. El famoso venereólogo Ricord visitaba en un palacete hasta altas horas de la noche. Para garantizar la discreción, se accedía a su consulta por tres escaleras diferentes (se entraba a cada una por una puerta distinta) y se llegabaa tres salas de espera: una para hombres, otra para mujeres y la tercera para prostitutas. Con este sistema ninguno de los tres grupos podía coincidir con el otro.

Para muchos era casi tan traumático experimentar los primeros síntomas de la enfermedad como verse en la conveniencia de acudir al médico. En el intento de evitar el mal trago proliferaban libritos de "autoayuda" que inducían a la automedicación y a todo tipo de remedios camuflados. Uno de ellos, de pequeño tamaño, prometía: 
"Lleva el médico consigo
quien me lleva en el bolsillo"
Y en el prólogo seguía diciendo:
"Este librito presenta un conjunto de conocimientos arreglados a los progresos de la medicina moderna, y cualquiera que lo lea con reflexion y con cuydado (sic), encontrará el modo de preservarse de esta vergonzosa enfermedad, que por desgracia es tan comun en todas partes"
                       
Los libros para evitar la consulta
venereológica eran muy populares
  



Realizar cualquier tratamiento que pudiera identificarse como indicado para la sífilis no estaba muy bien visto (ya que era una señal inequívoca de que se tenía la vergonzosa enfermedad). Por esto se recurría a subterfugios para disimular la administración de compuestos mercuriales, que eran los más usados en la época. Unas píldoras fácilmente identificables eran "las píldoras azules del Dr. Ricord", un compuesto mercurial muy popular. Para enmascarar la toma de derivados del mercurio aparecieron diversos compuestos, tanto de administración oral como tópica, "disfrazados": "Tisana de los caribes", "Agua de hipocrenne", "Bálsamo solar" y "Agua Astral". Lo más sorprendente era el célebre "chocolat vérolique" del barón Saint Ildephont, del que se decía 

"que el marido puede consumir delante de la esposa o aún suministrarle sin que sospeche que es un remedio y por este inocente medio, la paz florecerá en el matrimonio". 

Claro que en el s. XIX no se llegó a excesos como el uso de calzoncillos impregnados de mercurio, como ya había sucedido en Italia en el s. XVII. 
                  










domingo, 26 de febrero de 2017

La enfermedad del beso puede producir cáncer





Auguste Rodin

El beso
(1881-1887)
 Escultura en mármol. 86 cm
Museo Rodin. París. 




Auguste Rodin (1840-1917) fue un emblemático escultor francés, contemporáneo del impresionismo y considerado como el padre de la escultura moderna. 

la "Puerta del Infierno" de Rodin
El beso de Auguste Rodin es una conocida escultura que plasma un beso apasionado, como solamente una pareja enamorada o presa de la pasión puede hacerlo. Aunque el tema es intemporal y universal, representa a Paolo y Francesca, personajes históricos que vivieron en la Edad Media. Su historia está narrada en la Divina Comedia de Dante Alighieri. Eran cuñados y fueron asesinados por Gianciotto Malatesta (esposo de Francesca y hermano de Paolo), al descubrirlos en un beso adúltero. Rodin decidió representarlos en el momento en que, leyendo las aventuras de Lanzarote del Lago, se enamoraron y se besaron. A nivel plástico, la fuerza de la escultura reside en su lenguaje universal. Los dos amantes, representados sin los atributos habituales, aparecen desnudos en el instante que precede al beso fatídico. 

La pareja abrazada de El Beso apareció originalmente en la parte inferior de la Tercera maqueta de La puerta del Infierno, como condenados en el círculo de los lujuriosos. Aunque la pareja fue más tarde excluída del portal, la obra se convirtió en un icono y fue reproducida en varios tamaños y materiales.

Detalle de El beso de Rodin. 
En total, Rodin produjo tres esculturas de mármol de gran tamaño de El Beso. La primera, encargada por el gobierno francés se encuentra ahora en el Museo Rodin de París. La segunda, encargada por Edward Perry Warren se encuentra en la colección de la galería Tate en Londres. Una tercera copia fue comisionada por el coleccionista danés Carl Jacobsen y se encuentra en Ny Carlsberg Glyptotek de Copenhague. Además existen originales múltiples en bronce, que fueron realizados durante el período en el que Rodin mantuvo una relación sentimental con su colaboradora Camille Claudel (1864-1943)

El beso nos introduce en el tema de la mononucleosis infecciosa, también llamada "enfermedad del beso", ya que esta es su forma común de transmisión (por intercambio de saliva). Está causada por el virus de Epstein-Barr (un virus más o menos parecido al del herpes). Aunque es una enfermedad mucho más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes, se puede padecer a cualquier edad. 

La mononucleosis cursa con fiebre, dolor de garganta y ganglios linfáticos inflamados (cuello). En algunos casos se aprecia esplenomegalia (aumento de tamaño del bazo). 

El diagnóstico de certeza puede establecerse por un análisis de sangre (aumento de leucocitos, linfocitosis y presencia de linfocitos anómalos. Las transaminasas están elevadas en el 50% de los casos). También se utiliza la serología que demuestra la presencia de anticuerpos heterófilos y el estudio de anticuerpos específicos para el virus del Epstein-Barr (VEB).

La mayoría de las personas mejora en dos a cuatro semanas. Sin embargo, puede sentir cansancio durante algunos meses después. El tratamiento es sintomático: analgésicos y antitérmicos, gárgaras con antisépticos, abundantes líquidos y mucho reposo. Ocasionalmente pueden usarse antibióticos en los casos de sobreinfección bacteriana, aunque es mejor evitar los derivados de la penicilina. 

En general, la mononucleosis infecciosa es una enfermedad benigna y muy común. Casi el 95% de la población mundial es portadora de este virus. Pero en algunos casos se pueden producir complicaciones graves, ya que puede desencadenar un cáncer. El mecanismo de infección ha sido descubierto por un equipo de investigación franco-alemán (Inserm/German Cancer Research Centre) que han publicado sus resultados en la revista Nature (febrero de 2017)

De hecho, solo una pequeña parte del virus de Epstein-Barr es responsable en algunas personas de la aparición de cáncer del sistema linfático, de estómago o de nasofaringe: se trata de la proteína BNRF1. Cuando contacta con la célula, perturba su proceso de división. Concretamente, BNRF1 aumenta anormalmente el número de centrosomas, elementos celulares que permiten una distribución organizada de los cromosomas en el curso de la division celular. La desorganización del proceso comporta inestabilidad cromosómica, un estado que induce la formación del cáncer. Así, sorprendentemente, un simple contacto con la partícula viral es suficiente para producir un tumor, mientras que en general se precisa que los virus introduzcan su genoma en la célula que van a infectar. Los investigadores han podido demostrarlo suprimiendo por manipulación genética BNRF1 del virus en ratones, lo que elimina la inestabilidad cromosómica. 

Por otra parte, en los individuos sanos, el virus está frecuentemente silente, pero puede multiplicarse en un momento dado y producir nuevos virus que infectan las células vecinas. Estas células en contacto con la proteína viral BNRF1 corren el riesgo de degenerar en células cancerosas. El virus de Epstein-Barr podría pues causar más casos de cáncer que lo que se creía hasta ahora. Esto podría evitarse con una vacuna.

En la actualidad, ya existen muchos prototipos de vacunas, basadas en pseudopartículas del virus de Epstein-Barr descubiertas por este mismo equipo de investigación. Estas partículas tienen una estructura idéntica a las de los virus pero no son infecciosas ya que no contienen el ADN del virus. Gracias a ello, los investigadores se proponen ahora inactivar la proteína tóxica BNRF1 contenida en estas partículas antes de llevar a cabo la fase experimental de estos prototipos de vacuna. 



Rodin The kiss.