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lunes, 2 de octubre de 2017

Las garras del centauro






Sagitario


Relieve de piedra
Museo de la Catedral de Ourense





En el museo de la catedral de Ourense, recientemente remodelado, encontramos un relieve representando a un centauro. Probablemente se trata de una referencia a Sagitario, ya que empuña un arco, atributo identificativo de este signo zodiacal. Tales seres, a pesar de formar parte de la mitología pagana, siguieron siendo representados durante el cristianismo, que en muchos aspectos siguió tomando los iconos de la tradición clásica. En el Zodíaco, por ejemplo, Sagitario está representado por un centauro disparando una flecha y esto persiste en calendarios y en menologios alusivos al paso del tiempo.

Centauros en un capitel de la iglesia de
Santiago de Breixa (Galicia)
También en algunas iglesias y claustros encontramos centauros. Es el caso por ejemplo de la iglesia de Santiago de Breixa (Galicia), San Claudio de Olivares en Zamora,  o Sant Pere de Galligants de Girona, donde los centauros comparten el espacio con otros seres mitológicos como sirenas-ave, sirenas-pez, arpías y demás quimeras de tradición pagana. No es raro que en estos casos, la figura del centauro se tome como símbolo de la naturaleza humana, marcada por el pecado en su parte inferior, animal pero dotado de una alma espiritual en la parte superior. 

Centauro en un capitel de la iglesia de
San Claudio de Olivares (Zamora)
En la figura del centauro de Ourense, la iconografía refuerza todavía más este simbolismo. El centauro no posee cascos en sus patas, como sería de esperar en un équido, sino garras. Las garras, las uñas de las rapaces son usadas para simbolizar el mal, como un atributo diabólico. Muchas veces encontramos representaciones de demonios con garras, o garras que permiten evocar la presencia del diablo. 

A veces ptambién podemos encontrar aves que muerden sus garras. En este caso se trata de otra alusión a la naturaleza humana. Las aves, deseosas de emprender el vuelo (la parte espiritual de la persona) muerden sus propias garras que no son otra cosa que las pasiones que las mantienen inmóviles en la tierra, la tendencia al pecado y a la concupiscencia. así las vemos por ejemplo en el claustro de la catedral de Girona.
Onicogrifosis

El símbolo de la garra, esta deformación de la uña que nos acerca a ciertos animales, como a las fieras o a las aves rapaces, tiene pues esta connotación negativa. En patología humana, las garras pueden existir. En la lepra por ejemplo es común la presencia de la garra cubital, que deforma la mano por afectación del nervio cubital, que se engrosa considerablemente y paraliza la mano. La mano entonces se dispone en una posición que recuerda a la de un animal salvaje.  Previsiblemente este aspecto no ayudó mucho a la consideración social de los leprosos, aumentando todavía más su marginación.

Pero hay otro transtorno patológico que puede remedar una garra en la patología humana. Se trata de la onicogrifosis, alteración distrófica hace que las uñas se engruesen considerablemente. Tanto se engruesan que se llegan a retorcer como el cuerno de un carnero, presentando un aspecto horrible y repulsivo. Probablemente hubo una mutua sinergia entre la patología y la creación de símbolos, influyendo de algún modo en la iconografía.                    

miércoles, 13 de abril de 2016

La garra del diablo






 Pere Teixidor

Retablo de San Andrés 
(1430-1445 circa)

Temple y dorados sobre madera

Legado Gallardo (2015)
Museu Nacional d'Art de Catalunya. Barcelona. 




El retablo de San Andrés, formaba parte de la colección Gallardo, donada al MNAC en 2015. Su procedencia es desconocida, aunque está clara su autoría, de Pere Teixidor, un pintor gótico de la ciudad de Lleida de quien tenemos indicios de la actividad de su taller entre 1397 y 1446. 

En el retablo en cuestión pueden observarse diversos episodios de la vida del apóstol Andrés, incluyendo prédicas en la sinagoga o escenas de su juicio y de su martirio por crucifixión. La última de las escenas - que es la que traemos aquí - relata un milagro, poco habitual, efectuado tras su muerte. 


Detalle del retablo, donde puede apreciarse el pie en garra del demonio,
que ha tomado la apariencia de una bella mujer. 




El santo se aparece a un obispo poco continente, que está en trance de ser tentado de lujuria por una bella dama. El obispo la ha invitado a cenar, sentándola a su mesa, sin duda con poco honestas intenciones. Un sirviente está en el trance de rebanar el pan que ha de acompañar al condumio. 

Sin embargo, en plena cena, alguien llama a la puerta.  Cuando un sirviente acude a abrir, se encuentra con un peregrino, que insiste en ver al obispo para transmitirle una información secreta, de vital importancia. Pasa el romero a la sala donde el obispo y la dama están cenando y ante la sorpresa del prelado, el peregrino (que no es otro que San Andrés) le revela que la hermosa señora que comparte su mesa es en realidad Satanás, que ha tomado esta apetecible forma humana con la sola intención de tentar su concupiscencia. Y en efecto, la  bella mujer presenta unos sospechosos pies en forma de horrible garra que asoman por debajo de la mesa. 


Representación del diablo. Obsérvense los colmillos, cuernos, garras y rabo, así como la vellosidad que cubre
 todo el cuerpo. Retablo de Sant Bertomeu (procedente de Sta. Eulàlia de Cruïlles). Museu d'Art de Girona
Representación de un demonio con cuernos, colmillos y rabo.
Tras él, otro ser infernal muestra una garra, de afiladas uñas.
Retablo de San Miguel, de Jaume Cirera y Guillem Talarn.
Seu d'Ègara. Terrassa.
Las garras, como los cuernos, colmillos, la cola de animal o la vellosidad corporal generalizada son atributos frecuentes del diablo, que permiten reconocer su identidad en la iconografía medieval. 

Un transtorno de la queratinización de las uñas, produce la formación de uñas duras y retorcidas como las de las garras de un animal, por lo que se ha venido en denominarla  onicogrifosis

Naturalmente no hay nada de maligno ni demoníaco en este proceso patológico, aunque el dermatólogo, al observar este tipo de representaciones, tan comunes en el arte religioso de la Edad Media, no puede evitar que le asalten ciertas evocaciones de esta clase de transtornos.  



Arriba y abajo: Diablos con garras. Retablo de San Miguel, de Jaume Cirera y Guillem Talarn. Seu d'Ègara. Terrassa.