viernes, 11 de octubre de 2019

Cabeza de Medusa







Cabeza de Medusa 


Clippeus en mármol 
Foro romano
Leptis Magna (Libia) 




En la fabulosa ciudad romana de Leptis Magna (actual Libia) destaca su foro monumental, en el que pueden verse diversos clippeus de mármol representando cabezas de Medusa. 



Cabeza de Medusa. Dídima (Turquía) 


















Como es sabido, la Medusa era una Gorgona que tenía una enmarañada cabellera formada por ponzoñosas serpientes y además poseía el poder de convertir en piedra a los enemigos que osaran enfrentarse a ella. 

El astuto Perseo ideó una estratagema: se protegería con un escudo de espejo. La Medusa al verse reflejada en él se paralizó, y el ingenioso e intrépido héroe aprovechó para cortarle la cabeza. Dice la leyenda que de la sangre de la Medusa salieron terribles criaturas, pero que sobre todo cristalizó en el mar originando el coral, al que se le atribuyen propiedades protectoras especialmente frente a las enfermedades de los niños y en los partos




Cabeza de Medusa. Museo de Arqueología de Estambul.

Pero no nos interesa hoy tanto el relato mítico como la cabellera de Medusa: su enmarañado nido de serpientes moviéndose en todas direcciones. 



Caput Medusa

Porque esta característica es lo que da el nombre en clínica médica a la circulación colateral abdominal en los pacientes con hipertensión portal. En estos casos la circulación reduce el pasaje efectivo de la sangre a través del hígado. La sangre retenida busca entonces nuevos caminos, creando nuevas rutas colaterales. 

Una vía habitual es la vena umbilical, lo que ocasiona un aumento del desarrollo de la red venosa subcutánea periumbilical (alrededor de la vena umbilical, en la zona del ombligo). Se forman entonces venas varicosas, más gruesas de lo habitual, que irradian del ombligo tomando una dirección centrífuga, pero en un claro desorden. Como los vasos están muy dilatados toman un aspecto que recuerda a las serpientes, por lo que recibe el nombre de caput Medusae o cabellera de Medusa.  


El signo de la cabeza de Medusa suele alertar sobre una posible cirrosis hepática
u otra patología con hipertensión portal. 


Éste suele ser un signo muy característico de las cirrosis hepáticas, en las que la compresión a causa de la ascitis suele poner todavía más de manifiesto la dilatación de los vasos. Pero también puede verse en las hepatitis, en ciertos procesos parasitarios, como la esquistosomiasis, en algunos tumores como el hepatocarcinoma y en el síndrome de Budd-Chiari. 

En Medicina también se da el nombre de cabeza de Medusa a las formaciones radiales que se observan en anomalías venosas del desarrollo (AVD), también llamadas angiomas venosos. Son variantes anatómicas congénitas en el trayecto del drenaje venoso en una zona determinada del cerebro. Son la malformación vascular cerebral más frecuente.  

Consisten en un ovillo de arterias y venas malformadas en el cerebro, una red fina de vénulas (sombrilla invertida) a nivel de la sustancia blanca que confluyen a una gran vena central, la cual drena hacia un seno dural o a una vena ependimaria profunda. Aunque pueden localizarse en cualquier lugar del cerebro, se localizan con mayor frecuencia en la vecindad del cuerno anterior de los ventrículos laterales.




Mosaico con una Cabeza de Medusa. Termas de Diocleciano. Roma. 



Generalmente las AVD cursan de forma asintomática y se detectan incidentalmente. Sin embargo en caso de presentar sintomatología se puede observar cefalea, mareos y ataxia. Existen casos aislados de complicaciones secundarias a AVD, como infarto, isquemia venosa, hemorragia y trombosis.

Las AVD se asocian a otras malformaciones arteriovenosas cerebrales en un 15-30%, predominando la relación con los angiomas cavernosos. En el caso de sospechar que la causa de una hemorragia cerebral sea una AVD, se recomienda descartar la existencia de un angioma cavernoso o alguna otra MAV cerebral.


También se llama cabeza de Medusa a la dilatación de las arterias ciliares que rodean al limbo escleral en la rubeosis del iris.  

Una vez más, nos servimos de nombres mitológicos para designar a fenómenos médicos. 




Mosaico con una Cabeza de Medusa. Museo de Trípoli (Libia) 


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