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martes, 13 de octubre de 2020

Bocio en la pintura de Caravaggio






Atribuído a Michelangelo Merisi "Caravaggio" 

Judith y Holofernes
(1907)

Óleo sobre tela 137x139 cm
Toulouse



En 2014, en una casa situada en las afueras de Tolouse se produjo una avería, una fuga de agua. Parecía que la fuga venía de la parte alta, por lo que los propietarios de la casa accedieron al desván, un cuartucho del que ni siquiera tenían las llaves.  Se encontraron entonces con esta pintura, de la que no tenían conocimiento y que estaba en un magnífico estado de conservación. 

La pintura llegó a la casa de la mano de un familiar de los propietarios que había sido oficial de Napoleón, probablemente procedente de España. Las similitudes entre esta pintura recién descubierta y la de Judith y Holofernes de Caravaggio conservada en la Galleria Barberini de Roma (pintada en 1599), llamó enseguida la atención de sus dueños, que enseguida contactaron con la casa de subastas Marc Labarde para tasar la pieza. Pero cuando Labarde vio el cuadro, prefirió solicitar un estudio más exhaustivo a Eric Turquin, un especialista en Caravaggio que había organizado algunas exposiciones retrospectivas. Ambos coincidieron en que se trataba de una pintura original de Caravaggio. Aunque hay que decir que no hay total unanimidad entre los expertos. Mina Gregori ha aventurado que podría ser del maestro, pero algunos de sus compañeros italianos –Gianni Papi y Giuseppe Porzio, entre ellos– se muestran más cautos y escépticos con respecto a la paternidad de la obra. En todo caso la obra es una obra maestra. La vivacidad de los colores que confiere una gran fuerza a la escena y la sabia dosificación del claroscuro son, desde luego, típicos de la pintura de Michelangelo Merisi. 

Realizadas las oportunas pesquisas, se constató que el propio Caravaggio comentaba esta obra en una carta a un amigo. Probablemente la obra de Toulouse fue realizada en 1607, y es posterior a la pintura de la Galleria Barberini (1599). Anteriormente, la pintura actual solo se conocía a través de una copia muy fiel atribuida a Louis Finson, un pintor y comerciante de arte franco-flamenco que fue contemporáneo de Caravaggio y que una vez tuvo el original perdido. La copia de Finson (óleo sobre lienzo, 1,40 x 1,60 m) pertenece a la colección de la Banca Intesa Sanpaolo en Nápoles y fue objeto de una publicación detallada en 2013 antes del descubrimiento de la pintura en Toulouse.



La otra versión de Judith y Holofernes de Caravaggio (1599), 
que forma parte de la colección de Galleria Barberini de Roma


La pintura representa una escena bíblica, extraída del Libro de Judith del Antiguo Testamento, que había sido rechazado por los protestantes pero que los papas católicos Sixto V y Clemente VIII habían conservado entre los textos bíblicos. Por tanto es una obra que se encuadra plenamente en la Contrarreforma. A grandes rasgos podemos sintetizar así la leyenda : la heroína, Judith, una joven viuda de Betulia, decide liberar a su pueblo de la invasión asiria, y para ello seduce al general asirio Holofernes, a quien emborracha. Aprovechando el sopor etílico del general, entra en su tienda y ayudada por su fiel sirvienta Abra, procede a decapitarlo. La escena es de una violencia inusitada, semejante a obras de la misma temática, como la pintada por Artemisia Gentilleschi y algunos años antes por el propio Caravaggio.


Detalle de la sirvienta en Judit y Holofernes (Toulouse) de Caravaggio. 
Se aprecia bien el notable bocio multinodular. 

En esta obra, la sirvienta Abra, una mujer de edad avanzada, con unas espectaculares arrugas, presenta unos importantes bultos en la cara anterior del cuello, que llaman poderosamente la atención del espectador. Sin duda se trata de un bocio multinodular. 

El bocio multinodular es una alteración del tiroides en que la glándula crece de forma irregular a causa de un estímulo anormal de una hormona hipofisaria (TSH), formando múltiples nódulos y produciendo habitualmente un aumento visible del diámetro del cuello. Es una enfermedad que predomina más en mujeres y tiene una incidencia variable dentro de un mismo territorio. 

Puede llegar a dar problemas respiratorios, especialmente si la glándula tiroides crece hacia el estrecho torácico superior. Al flexionar el cuello o al levantar el brazo se puede incrementar la dificultad respiratoria. Si se realizan pruebas de función respiratoria se pueden detectar anomalías sugestivas de obstrucción alta del flujo aéreo.

No siempre el bocio multinodular se corresponde con alteraciones funcionales. Muchas veces, los análisis practicados evidencian un perfil tiroideo normal, y solamente en un 10% de los casos cursan con hipertiroidismo. En estos casos puede haber alteraciones del ritmo cardíaco (arritmia), aumento del apetito o insomnio

Al cabo de varios años de evolución de un bocio multinodular  puede aparecer un cáncer de tiroides. Suele observarse entonces un rápido crecimiento de la glándula que puede llegar a comprimir el esófago, produciendo dificultad al tragar (disfagia). 

El bocio multinodular puede estar causado en la mayoría de casos por una deficiencia de yodo. Menos frecuente es la presencia de quistes tiroideos o una tiroiditis.

En otras obras de esta época se encuentran muchos casos de bocio, que debía ser frecuente en Europa, debido a una dieta pobre en yodo. Basta recordar el Descendimiento de la Cruz de Van der Weyden, la Virgen con el Niño dormido de Mantegna, y la Madonna del Parto de Piero della Francesca , todas de ellas de la segunda mitad del s. XV. 

Un nuevo Caravaggio? 
La increíble historia de la Judith y Holofernes de Toulouse. 




Marc Labarbe: A story of Caravaggio and a story from Toulouse




J. Ducher : “Avant les preuves, il y a eu l’émotion” - CARAVAGE - JUDITH ET HOLOPHERNE






viernes, 19 de julio de 2019

El viejo y el mar





Tivadar Kosztka Csontváry 

El Viejo pescador 

Óleo sobre lienzo. 59,5 x 45 cm
Otto Herman Museum. 
Miskolc (Hungría)  




Mi buen amigo Carlos de la Torre, dermatólogo de Pontevedra y seguidor habitual de "Un dermatólogo en el museo", me sugiere esta obra de Tivadar Kosztka Csontváry para que la comente en el blog, lo que le agradezco sinceramente. Siempre es una alegría recibir colaboraciones y sugerencias y más si es de un amigo y colega.

De entrada, debo decir que la pintura de este artista húngaro me ha recordado un libro de Ernest Hemingway, El viejo y el mar (The Old man and the Sea), que me cautiva especialmente. En él, el gran escritor norteamericano describe la aventura de Santiago, un veterano pescador a quien todos conocen simplemente como el Viejo. Santiago, que lleva 84 días sin conseguir pesca alguna,  decide salir solo al mar, donde por fin, un enorme marlín (pez vela similar al pez espada) pica el anzuelo no sin dar una dura batalla antes de ser capturado definitivamente. La lucha con el enorme pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida pasada. Al final, tras lograr la captura, el viejo se dirige nuevamente hacia su pueblo, calculando la ganancia que obtendrá de la venta del gran pez, pero la preciada presa es atacada por los tiburones, que destrozan el botín.


El libro constituye una sabia parábola por lo que representa la vida, la lucha por la supervivencia, el trabajo, la soledad y la compañía, la frustración y el fracaso. Pero nos deja además una detallada descripción de la piel de los pescadores, expuestos durante horas al sol. Una piel surcada por arrugas fruto de la elastoidosis actínica y con numerosas lesiones de precáncer y cáncer cutáneo que aparecen con frecuencia sobre ella: 
The old man was thin and gaunt with deep wrinkles in the back of his neck. The brown blotches of the benevolent skin cancer the sun brings from its reflection on the tropic sea were on his cheeks. The blotches ran well down the sides of his face and his hands had the deep-creased scars from handling heavy fish on the cords. But none of these scars were fresh. They were as old as erosions in a fishless desert.
(El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto). 

El húngaro Tivadar Kosztka Csontváry (1853-1919), era farmacéutico. Sufría una esquizofrenia y a los 27 años oyó voces que le anunciaban que iba a ser un gran pintor, por lo que se puso a pintar. Adquirió una gran habilidad como  pintor adscribiéndose a la corriente expresionista. El pintor loco, como a veces se le ha llamado, nos ha dejado un cuadro en el que aparece un viejo pescador que corresponde bastante bien a la descripción de Hemingway, en el que podemos destacar profundas arrugas y un marcado proceso de fotoenvejecimiento cutáneo. Hasta aquí, nada raro: estas alteraciones aparecen en todos los  retratos de pescadores o de campesinos. Pero hay algo más en su aspecto que nos resulta inquietante. Tal vez su penetrante e inquisitiva mirada o la marcada asimetría de su rostro son las que nos dejan una cierta sensación de desazón. 


Si se coloca un espejo en medio del cuadro se obtienen dos personajes diferentes.
En la imagen de la izquierda aparece el Bien (el pescador), y en la imagen
de la derecha el Mal (el Diablo)

El verdadero misterio del cuadro se descubrió tras la muerte del autor. Si colocamos un espejo en la mitad del lienzo conseguiremos ver dos personajes distintos. Una es la cara del Bien (el lado derecho del viejo) y la otra, la cara del Diablo (el izquierdo). Una dualidad -la del bien y el mal-presente en cualquier ser humano. 

Con obras como esta, Tivadar Kosztka Csontváry entronca con la pintura de Arcimboldo u otros autores barrocos, que jugaron con ilusiones ópticas o trampantojos y también con la obra del surrealista Salvador Dalí. 

En cuanto a Tivadar, su arte empezó a ser reconocido, aunque su carácter solitario, la esquizofrenia que padecía y sus delirios religiosos hicieron que se aislara, alejándose del trato social, y se convirtió en un misántropo. Los otros artistas se burlaban de él, pero tras su muerte su pintura se revalorizó, y actualmente está considerado como uno de los grandes pintores húngaros del siglo XX.



Tivadar Kosztka Csontváry:



martes, 25 de septiembre de 2018

Caravaggio (I): rufián pendenciero y pintor genial





Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio

Crucifixión de San Pedro
(1601)

Óleo sobre lienzo. 230x175 cm
Iglesia de Santa Maria del Popolo. Roma.



Siempre que voy a Roma procuro dar una vuelta por Piazza Navona, la sensacional plaza barroca que se construyó sobre la planta elíptica del estadio de Domiciano. En las proximidades de la plaza hoy abarrotada de turistas hay unos lugares que para mí son míticos: los dos mejores bares de Roma donde tomar un buen caffè ristretto -al que tengo una desmesurada afición- y la iglesia de San Luigi dei francesi, con la capilla de San Mateo, decorada con tres magníficas pinturas de Caravaggio dedicadas a este santo: La vocación de San Mateo, La inspiración de San Mateo y El martirio de San Mateo. Ante ellos he pasado largos ratos (tanto más largos cuanto menos turistas había, hace ya años) admirando el dramatismo de las escenas, las expresiones de sus personajes, el diáfano triunfo de sus rojos, la atmósfera envolvente de las figuras iluminadas surgiendo de la penumbra con gran vivacidad.


Caravaggio: La vocación de S. Mateo. Iglesia de S. Luigi dei francesi. Roma. A pesar de ser una pintura religiosa está tratada como una escena de taberna. El magnífico claroscuro pone de relieve la expresión de las caras. Mateo, un despreciado cobrador de impuestos (sentado a la mesa y con barba larga), se muestra extrañado de que Jesús lo elija como discípulo. Los personajes, sacados de modelos callejeros, van vestidos a la moda del s. XVII. 

Michelangelo Merisi (1573-1610), más conocido como Caravaggio por haber nacido en la localidad lombarda de este nombre, fue sin duda el máximo exponente del barroco europeo. El primero que introdujo un naturalismo sin límites, defendiendo que la creación artística no debe inspirarse en el arte clásico como en tiempos renacentistas, sino en la propia observación de la naturaleza, de la vida. Y consecuente con esta idea, Caravaggio introdujo lo que veía a diario: los mendigos, vagabundos, borrachos, jugadores y prostitutas de los barrios bajos de Roma se transformaban bajo la luz de sus pinceles en apóstoles, santos y vírgenes. Y a veces en actitudes lascivas o poco convenientes. 


Caravaggio, en "Amor omnia vincit" representa a Cupido como un niño travieso, que nos mira descarado, en una escena algo inquietante por la mezcla de realidad y de mito.
Óleo sobre lienzo, 153x113 cm. Gemäldegalerie, Berlín. 

Porque Caravaggio se dedicó sobre todo a pintar obras religiosas. Eran los tiempos de la Contrarreforma y la Iglesia católica potenciaba la iconografía sacra frente a la austeridad luterana. Sin embargo, la pintura de Caravaggio planteaba un serio problema a los eclesiásticos, una disyuntiva que oscilaba desde el entusiasmo al rechazo absoluto. Por una parte, la vivacidad y el realismo de sus telas transmitía con gran verismo los relatos sagrados al vulgo.
Pero tomar marginados y meretrices como modelos de los personajes sacros era un atrevimiento que chocaba con el mensaje de pureza y de enaltecimiento con el que la Iglesia los solía presentar. Los modelos callejeros presentaban muchas veces una piel arrugada, con signos de fotoenvejecimiento cutáneo, muy lejos de la piel tersa e idealizada y seráfica con la que otros artistas solían representar a los santos. El mayor escándalo lo produjo la obra La muerte de la Virgen para el que tomó de modelo al cadáver de una prostituta encinta que apareció ahogada en el Tíber. Una representación polémica, que casi se consideró blasfema e irreverente. 


Caravaggio: La muerte de la Virgen. La imagen de la Virgen,  
con el vientre hinchado, tomada del natural de una prostituta
 ahogada en el Tíber, causó un gran escándalo en Roma. 

Además de pintor, Caravaggio era un truhán violento y pendenciero. Sus peleas eran continuas. En 1606, una discusión tras un juego de pelota, asesinó a Renuccio Tomassoni, un proxeneta y mercenario, con el que se había peleado varias veces por disputas de juego. Perseguido por la justicia, Caravaggio se vio obligado a refugiarse en Nápoles.  Pero al cabo de un tiempo se vió envuelto en una nueva riña,  tras una emboscada que pretendía acabar con su vida. Esta vez se refugió en Malta, donde la Soberana y Militar Orden le protegió encargándole diversas pinturas durante su estancia.  Incluso lo nombró caballero de Malta por las obras que allí pintó. 

Caravaggio todavía fue a Sicilia y más tarde regresó a Nápoles. En el verano de 1610, tras obtener el indulto personal del papa se encaminaba a Roma, pero la muerte le sorprendió a los 39 años en el pueblo toscano de Porto Ercole. En una próxima entrada comentaremos la causa y circunstancias del fallecimiento del genial pintor



Caravaggio: La flagelación de Cristo (1606) Museo de Capodimonte, Nápoles.
En esta obra el pintor tomó como modelos a algunos truhanes como los
de las frecuentes peleas del pintor. 





miércoles, 6 de junio de 2018

Los signos de vejez








Jörg Syrlin "el Viejo" 
o Michel Erhart

Grupo Vanitas
(1470-1480) 

Talla de madera policromada 46x19 cm
Procedente de Ulm
Kunsthistorische Museum. Viena 




En el Kunsthistorische Museum de Viena encontramos esta curiosa talla de madera de tilo policromada, del s. XV. Se trata de un grupo escultórico en el que aparecen tres cuerpos desnudos. Dos de ellos, un hombre y una mujer, en plenitud de la belleza y lozanía de la juventud. El tercero representa una mujer anciana, en la que el escultor se recrea en señalar las señales que en el cuerpo deja el implacable paso del tiempo. Se trata pues de una obra que se encuadra en las Vanitas, ya que la reflexión que el artista plantea es la de la fugacidad de la vida humana y la ineluctable caducidad de la belleza juvenil.  


Un detalle de la obra, mostrando la
figura femenina de la juventud


La obra procede de Ulm y se atribuye a Jörg Syrlin "el Viejo" (1425-1491), un escultor de madera activo en Ulm y autor entre otras cosas de la sillería de la catedral de esta ciudad alemana. No obstante hay ciertas dudas sobre esta autoría. Hay quien piensa que podría ser obra de Michel Erhart (1425-1522), escultor formado en el taller de los Syrlin y que posteriormente, con su propio taller realizó el altar mayor de la catedral de Ulm en 1474, una fecha cercana a la de la realización del grupo escultórico que nos ocupa.

Llamaron nuestra atención los signos de vejez que el escultor plasma en la anciana. Para articular su discurso, el escultor se fija en las alteraciones que tienen lugar en el cuerpo con el paso del tiempo. La vieja aparece con arrugas en cara y cuello y una marcada alopecia androgénica que le deja despoblada de cabello toda la zona frontoparietal. En medio de la frente aparece una tumoración cutánea, que recuerda un nevus intracelular (aunque también pudiera interpretarse como una queratosis seborreica incipiente o un carcinoma basocelular en pastilla). 

Otro detalle es la marcada asimetría facial. La boca entreabierta deja ver la lengua, que se tuerce hacia la derecha del personaje. El aspecto es el de un ictus, un accidente vascular cerebral, o el de una parálisis facial. Los ojos aparecen hundidos en las órbitas y abiertos desmesuradamente, como en un intento infructuoso de hablar (¿tal vez una afasia?).



La figura de la anciana pone de manifiesto los cambios
que se observan en el cuerpo con el paso del tiempo

El cuerpo de la figura pone de manifiesto una notoria emanciación, con pérdida de tejido muscular en tronco y extremidades. Las mamas aparecen fláccidas y colgantes, como corresponde a una mujer añosa. La piel, especialmente en el abdomen, aparece arrugada, con el aspecto de la típica sequedad cutánea senil. 

Para terminar su observación, el artista no olvida las varices, que surcan las piernas y otras zonas del cuerpo. La policromía pone de relieve esta circulación colateral, plasmando el color azulado de la red venosa, con una gran precisión. 



Las varices y la circulación venosa colateral se refleja con precisión


A la vista de esta obra, cabe destacar la correcta y precisa observación del artista, que se traduce en una perfecta descripción de los cambios que acontecen en el cuerpo con el paso del tiempo. Una visión descarnada de la realidad que sirve de base a la reflexión filosófica sobre la efímera belleza de juventud.   

 




lunes, 30 de octubre de 2017

Rodin: Fractura nasal







Auguste Rodin

Hombre con la nariz rota
(1875)

Busto de mármol. (44,8 x  41,5 x  23,9) 
Musée Rodin. Paris. 




Se cumplen este año los 100 años de la muerte de Auguste Rodin (1840-1917), sin duda uno de los escultores más famosos de todos los tiempos. La mayor parte de su obra se conserva en los museos Rodin de Paris y de Meudon. 

Fotografía del escultor Auguste Rodin
La primera obra que Rodin intentó exponer fue el modelo de escayola de L'Homme au nez cassé (El hombre de la nariz rota), realizada a los 24 años, pero que no fue aceptada porque los representantes del Salón de París 1865 consideraron que no estaba terminada. Diez años más tarde expondría la el mármol, realizado en 1875. 

Rodin también expuso en el Salón su ambiciosa obra La Puerta del Infierno, efectuada con la ayuda de su discípula y amante Camille Claudel. Entre las obras más emblemáticas y representativas de Rodin, hay que destacar El pensador (1880), El beso (1886) y El hijo pródigo (1889). También hizo estatuas de las escritores Victor Hugo y Balzac (1897), así como el grupo escultórico Los burgueses de Calais

El lenguaje escultórico había permanecido invariable hasta entonces. La gran muestra de las obras de Auguste Rodin, en la Exposición Universal de París de 1900, representó un punto de inflexión que comenzaba a romper con los planteamientos clásicos de la tradición escultórica y despertaba el espíritu experimental que llevaría a nuevos senderos artísticos. La obra de Rodin prefigura la escultura modernista y el realismo, pero la fuerza y el clasicismo están siempre presentes. Su influencia fue muy notoria en todos los escultores del s. XX. 

Rodin: L'Homme au nez cassé (1864)
Escultura en escayola 
Pero volvamos a L'Homme au nez cassé. Rodin se inspiró en un personaje popular, un mendigo llamado Bibi, a quien Rodin acogía en su estudio y comenzó con la intención de ser su retrato. Sin embargo el espíritu iconoclasta del escultor decidió presentarlo como un busto clásico, con el pecho desnudo, al estilo de algunos emperadores o filósofos de la Antigüedad Clásica. También decidió remarcar algunos trazos, como la depresión nasal, las arrugas o la barba. El resultado fue un retrato demasiado realista y provocador, que impactaba demasiado a los espectadores de su tiempo. Un mendigo presentado como un filósofo o un emperador era algo difícil de tolerar a mediados del s. XIX. Ésta y no otra fue la auténtica razón de que fuera rechazada en el Salón de Paris de 1865.

Desde el punto de vista médico, nos llama la atención de la fractura nasal, la más frecuente de las fracturas de la cara, ya que la pirámide nasal es la zona más prominente del rostro. Es una de las fracturas más frecuentes del cuerpo, tras la de clavícula y las de muñeca. Suelen ser a consecuencia de un traumatismo, y generalmente se acompañan de otras lesiones de la cara y cuello. Las causas más frecuentes suelen ser peleas, accidentes y deportes. Es conocido el perfil facial de nariz rota del pendenciero escultor Miguel Angel Buonarruoti, como consecuencia de una reyerta. 

Los impactos sobre la nariz producen en un gran número de casos desplazamientos del septo nasal y hundimientos óseos, que comportan cambios permanentes en el perfil de la cara, como puede apreciarse en este retrato de Bibi. En cualquier caso, a pesar de ser un trabajo de los primeros tiempos de Rodin, constituye una auténtica obra maestra. 


Auguste Rodin: une vie, une oeuvre: 



Auguste Rodin: 




Auguste Rodin: 



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domingo, 10 de septiembre de 2017

Una vieja con boqueras




Giorgione

Retrato de una vieja
(1506 circa)

Óleo sobre lienzo. 68 x 59 cm. 
Galleria dell'Accademia. Venecia.  




Giorgio o Zorzo de Castelfranco era el nombre real de este pintor, que ha pasado a la historia del arte con el nombre de Giorgione (1478-1510). Su pintura se caracterizaba por un uso personal del color, muy cargado y luminosos, rico en difuminados y claroscuros, que son especialmente evidentes en los paisajes y en los fondos. 

La producción pictórica de Giorgione es relativamente escasa, ya que murió bastante joven a causa de la peste. Entre sus obras figuran diversos retratos de personajes importantes de su época y este retrato de una vieja, que tal vez era su madre, si hemos de creer lo que dice un inventario de 1569. La obra impresionó a Miguel Ángel que la recordó al pintar las expresivas figuras de las Sibilas en la bóveda de la Capilla Sixtina. 


Detalle del pergamino, con la leyenda "Col tempo"
La mujer, tocada con un gorro blanco, surge del fondo oscuro, con el busto hacia la izquierda y la cara hacia la derecha. Esta doble rotación aumenta su expresividad. La vieja se dirige hacia el espectador mirándolo, con una expresión mal contenida de dolor. Su boca semiabierta, parece como si quisiera decir alguna cosa, tal vez relativa al pergamino que sostiene en una mano, y que lleva la leyenda "Col tempo" (con el tiempo). 

La mujer y las palabras del pergamino probablemente quieren suscitar una amarga reflexión sobre la vejez. En efecto, la mujer presenta los estigmas propios del paso del tiempo: piel arrugada, queratosis actínicas, flaccidez cutánea, cabellos canosos y fotoenvejecimiento. 


En el ángulo derecho de la boca de la vieja
se aprecia una boquera. 
Además en un ángulo de la comisura bucal podemos constatar la presencia de una boquera (queilitis angular), una inflamación de la boca con la formación de una pequeña grieta central, rodeada por un exudado blanquecino. Esta alteración, muy frecuente en la vejez, está generalmente motivada por una micosis, causada por hongos del género Candida y muchas veces está precipitada por un estado de inmunosupresión o por formación de arrugas labiales en las que se acumula saliva. También puede estar ocasionada por algunos transtornos nutricionales como carencia en vitamina B12, ácido fólico o hierro.