viernes, 8 de mayo de 2020

Médicos torturadores en Guantánamo



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Fernando Botero

Las torturas de Abu Ghraib
(2004)

Serie de Óleos sobre lienzo  




Ayer murió, de COVID19 un torturador, apodado Billy el Niño. Sus salvajes y despiadados métodos de tortura se hicieron famosos en la comisaría de Via Laietana, de Barcelona. Pero el abominable torturador, gozó de inmunidad permanente. Es más, fue condecorado y se benefició de un complemento económico toda su vida. Es lamentable que en 45 años de gobiernos teóricamente democráticos nadie haya castigado a este verdugo como se merecía. Ni siquiera el gobierno actual que presume de ser el “gobierno más progresista de la historia”. Pero la verdad es que los dos partidos que lo componen hace solamente 3 meses votaron en contra de publicar el historial del nefasto torturador franquista, y ha muerto impune. 


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Fernando Botero: Serie de Abu-Ghraib

La tortura sigue siendo un grave problema en muchos lugares. Y lamentablemente, a lo largo de la Historia se han dado muchos casos de médicos que, despreciando su sagrado compromiso de cuidar a sus semejantes, han participado en estas actividades criminales. Pero a muchos les cuesta de imaginar que esta actividad criminal puede tener lugar en el seno de un país con fama de moderno y democrático como los Estados Unidos de América. 

A principios del 2003 se sucedieron numerosos casos de abuso y tortura de prisioneros encarcelados en la prisión de Abu Ghraib en Iraq por el personal de la Brigada 372 de la Policía Militar de los EUA, agentes de la CIA de los EUA y contratistas involucrados en la ocupación de Iraq. La investigación criminal realizada por el ejército de los Estados Unidos se inició en enero del 2004 y los informes que le siguieron, así como también las fotografías mostrando personal militar estadounidense abusando de prisioneros causó un gran revuelo mundial cuando en abril, el programa 60 minutos de la CBS y un artículo de Seymur M. Hersh en la revista The New Yorker destapó las horribles historias de aquellas torturas. El pintor colombiano Fernando Botero realizó entonces una serie de pinturas denunciando estas incalificables prácticas con el nombre genérico de la serie de Abu Ghraib (2004). 


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Más tarde salieron a la luz las actividades de médicos que habían participado en las torturas de prisioneros acusados (sin pruebas) de terrorismo islámico en los EEUU. 

En el curso de las intervenciones ante el tribunal militar americano de Guantánamo, muchos médicos han sido acusados de haber participado en el programa de tortura de la CIA. En esta base americana de Cuba, se confinaron cientos de supuestos terroristas, sin ninguna prueba concluyente desde 2001. 

El doctor James Mitchell reconoció que él y el doctor Bruce Jessen habían torturado prisioneros en Guantánamo y en "black sites", las prisiones secretas de la CIA diseminadas en todo el mundo. Ambos médicos participaron en sesiones de simulación de ahogamiento (waterboarding). Y todavía peor, colaboraron a elaborar el programa de tortura de la CIA al principio de la guerra contra el terrorismo. 

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Fernando Botero: Serie de Abu-Ghraib


En el curso de los "interrogatorios reforzados" (según el eufemismo usado por la CIA) el papel de los médicos era sobre todo evitar la muerte de los torturados. Así, las declaraciones de Mitchell y Jessen aclaran que en 2002 "salvaron" la vida a un interrogado que se había desmayado durante un interrogatorio-tortura. En una nota enviada al Senado en 2013, la CIA intentó hacer pasar las técnicas de tortura por procedimientos médicos. Como por ejemplo las sesiones de hidratación y de alimentación forzada por vía rectal. 


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Fernando Botero: Pinturas de la serie de Abu-Ghraib (2004)

Los médicos incriminados participaron también en sesiones de privación del sueño de los reclusos y en exploraciones anales forzadas y dolorosas, sin ningún miramiento. 

El programa de tortura de la CIA fue iniciado por la administración Bush tras los atentados del 11 de septiembre 2001 y fue interrumpido por Barack Obama en 2009, pero ha sido defendido repetidamente por el presidente Donald Trump. En el país de la libertad, la práctica impune de la tortura, con aquiescencia de algunos médicos debería preocuparnos seriamente. 


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Fernando Botero: Serie de Abu-Ghraib



jueves, 7 de mayo de 2020

Los "affaire" del talco: de Baumol al Morhange


Un dermatólogo en el museo: Talco, cáncer y toxicidad



Ne utilisez plus le talc Morhange 
(1972) 
 
Cartel de aviso 
Ministerio de la Salud. Francia. 
Archivo histórico. 




Este cartel se difundió en Francia en 1972. Advertía de que no se debía comprar (ni usar) talco de una determinada marca, el talco Morhange. Este talco, que era muy popular, fue el responsable de una intoxicación masiva de bebés que causó muchas muertes. 

El talco (derivado del Persa: تالک tālk; Árabe: طلق ṭalq) es un mineral de la clase 9 (silicatos), según la clasificación de Strunz, de color blanco a gris azul. En la Escala de Mohs se toma como patrón de la menor dureza posible, asignándosele convencionalmente el valor 1. Es un compuesto inerte no afectado por el ambiente ni degradado.

Una de las aplicaciones más populares de este mineral es presentarlo finamente pulverizado para ser usado en cosmética. Los polvos de talco tienen un gran poder absorbente, liberando a la piel de humedades molestas al tiempo que dejan un tacto agradable.


El origen de los ‘polvos de talco’ modernos tuvo lugar en 1878, cuando se obtuvo la primera fórmula del boro talco en la Farmacia della Legazione Britannica de Florencia gracias a su propietario, sir Henry Roberts, un químico británico especialista en la preparación de medicamentos. Este compuesto fue el resultado del primer experimento de la interacción del talco y ácido bórico, en el que se comprobó que tenía propiedades antitranspirantes, blanqueantes, calmantes y antisépticas. 

El producto se patentó en 1904, y comenzó a publicitarse y comercializarse como complemento para el aseo personal (especialmente indicado para el cuidado de los bebés). El éxito fue rotundo. 

Desde entonces fue un elemento insustituíble en todas las casas. Los usos del talco son muy variados. Tiene mucha aplicación como polvo inerte, por ser inatacable, empleándose en preparados medicinales, polvos de tocador, jabones aprestos, etc., y como lubricante en las máquinas. También se usa para abrillantar los cuero y la madera, para ciertas herramientas muy refractarias (boquillas de los mecheros de gas), placas de incandescencia de las cocinas eléctricas, cerámica común, etc. También se utiliza como relleno en la fabricación de papel y cartulina, para lacas y pinturas, en la industria cerámica, como aditivo de gomas y plásticos, así como para prevenir irritaciones de la piel y para hidratar ésta.



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Recorte de prensa de la época en la que se
comentaba las intoxicaciones por el uso de
polvos de talco Morhange.


Todo el mundo estaba encantado con los polvos de talco, que se usaban habitualmente para suavizar la piel de los niños, especialmente al cambiar los pañales. El talco servía para tratar las irritaciones de la piel de la zona del pañal, y para mantenerla seca de la humedad constante producida por los acúmulos de orina, heces y sudor.  Hasta que sucedió el "affaire" del talco Morhange, en 1972. 

Fue en julio de 1972. En esta época las urgencias de pediatría de algunos hospitales franceses detectaron una inusual incidencia de encefalitis en lactantes.  Especialmente en las regiones de Yonne y las Árdenas. Fiebre, temblores, paraplegia, coma... los bebés presentaban todos los mismos síntomas. Algunos venían con edema de papila y hemorragias retinianas. E incluso algunos morían.



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La prensa francesa dio una amplia cobertura 

a los casos de bebés con encefalitis. 


















También presentaban todos ellos lesiones rojizas en la zona del pañal. Pensaron en lo más frecuente: un intertrigo candidiásico. Pero todos los cultivos eran negativos. Y también las serologías y todos los análisis eran normales. Après enquête, on découvre dans les flacons de talc de la marque Morhange de l'hexachlorophène, En août 1972, soit quatre mois après les premiers cas d'encéphalite et huit jours après le début de l'enquête, le produit est retiré de la vente.

Los pediatras estaban desconcertados. Se empezaba a ver el mismo cuadro clínico en las cercanías de París, y en la zona de la Costa Azul y Provenza. Y en las Árdenas y la Champaña. Todos niños pequeños, entre 3 meses y 3 años. Los médicos alertaron a los responsables de Salud Pública, que iniciaron una investigación. Encontraron casos desde marzo de ese año. Varios hospitales habían iniciado investigaciones por su cuenta, sin llegar a ninguna conclusión.
La mayoría de los casos (que eran más de 200), tenían un curso corto, de uno o dos días antes de iniciar el coma. Todos los estudios en sangre,líquido cefalorraquideo, orina, exudados faríngeos, heces, etc eran normales. Se estudiaron los virus más raros, los de menor incidencia, entre los que se conocían entonces. Pero nada. En las autopsias veía una formación de vacuolas en el cerebro, que les daba un aspecto en esponja, aunque de los más de 200 niños, solo 36 habían fallecido.

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Un envase de Talco Morhange
el producto tóxico


Pero tampoco esto tranquilizaba. Muchos casos eran dados de alta y reingresaban a los pocos días.

Se hizo un interrogatorio complejo y larguísimo a todas las familias de los bebés. De hecho se preguntaba hasta por detalles insignificantes. Al final se llegó a un común denominador de todos los casos: usaban talco. Talco de una marca muy conocida: Talco Morhange.

Se analizó el talco. Pero no se halló nada sospechoso. Solamente talco, ácido bórico y perfume.

Pero también se analizó un bote de una de las familias afectadas, y además del talco y el perfume, se encontró un 6.3% de hexoclorofeno, una sustancia que es bactericida y neurotóxica. El hexaclorofeno (2,2-Metilen-bis (3,4,6-triclorofenol), C13H6Cl602) es un derivado halogenado del fenol que actúa como un potente antiséptico. Posee actividad bacteriostática y detergente, siendo muy activo frente a bacterias Gram positivas, como Staphylococcus aureus. Pero en proporciones elevadas se puede absorber a través de la piel causando encefalitis. 

¿Qué había sucedido?
En la fábrica elaboraban cuatro productos, todos con hexaclorofeno un potente bactericida que es muy peligroso a altas dosis pero se dosificaba en los otros productos a una concentración autorizada, inferior al 1%. Pero el talco para bebés no contenía hexaclorofeno en su composición. El misterio continuaba.

Finalmente, consiguieron reconstruir los hechos: el talco que se perdía en el proceso de fabricación o envasado era reutilizado y se volvía a agregar al total. El hexaclorofeno en botes, era también de color blanco, muy parecido al talco, y se produjo una lamentable confusión. En un descuido, el talco rescatado en vez de mezclarse en el bidón general de talco se echó en un bidón que contenía 600 Kg. de hexaclorofeno, un polvo de aspecto muy parecido al talco. Casi 3.000 botes salieron de esa mezcla con una alta tasa del bactericida y se vendieron principalmente en 4 zonas de Francia: las zonas en las que se habían detectado bebés con encefalitis. El hexaclorofeno fue finalmente identificado por los investigadores como el responsable de la muerte de 36 niños y de 224 intoxicaciones. 

Algunos niños, los que tuvieron una peor evolución, tenían continuamente lesiones en la zona del pañal. Cuantas más lesiones cutáneas en esta zona, más talco les echaban, y cada vez estaban peor. En Montpellier dos gemelos llegaron a ingresar tres veces en el hospital, muriendo al final uno de ellos.

Un dermatólogo en el museo: Talco, cáncer y toxicidad

Envase de talco Baumol. Una partida
de este producto cosmético contaminada
con arsénico causó la muerte de un
centenar de bebés en 1952. 


También se pudo constatar que algunos casos aislados de otras zonas, habían comprado el talco en las regiones en las que se había servido el talco tóxico. Se pudo determinar el nivel de hexaclorofeno en muestras de los cadáveres y en todos ellos se pudo comprobar una dosis excesiva, claramente tóxica, de hexaclorofeno.

No fue este el único caso de talco tóxico. Unos años antes, en 1952, había aparecido una partida contaminada de otra marca, el talco Baumol. Este producto cosmético estaba comercializado por los laboratorios Francam desde 1914, y no había provocado ningún problema durante estos casi cuarenta años. Su composición estaba formada únicamente por talco pulverizado, óxido de zinc y perfume de lavanda.



Un titular de la prensa francesa de la época, sobre el "affaire" del talco Baumol:
"La Bretaña llora sobre sus cunas golpeadas por la muerte"


En 1951 los laboratorios Daney compraron la licencia de explotación. Sus controles de calidad no debieron efectuarse de forma demasiado estricta, por lo que se produjo una funesta negligencia. El óxido de zinc, fue sustituido accidentalmente por anhídrido arsenioso, un compuesto de arsénico, altamente tóxico. Se produjeron unas 500 intoxicaciones y un centenar de bebés murieron. La mayoría de los casos (82) se observaron en la zona de la Bretaña, especialmente en los pueblecitos de Pont-l’Abbé, Penmarc’h, Pont-Aven, Hennebont, Languidic...

El talco, que era un cosmético profusamente utilizado y considerado hasta hace pocas décadas como una sustancia inerte e inofensiva, demostró que podía contaminarse con otras sustancias y convertirse en un compuesto tóxico. Esta percepción aumentó con el hallazgo de trazas de amianto en la composición de algunos talcos, ya que el asbesto y el talco son minerales que frecuentemente se encuentran juntos en la Naturaleza. Si a esto añadimos algunos casos de cáncer de ovario ocasionados el uso de polvos de talco en ingles y vulva, así como la posibilidad de complicaciones derivadas de la inhalación accidental de estos polvos, que también pueden llegar a causar cáncer de pulmón, comprenderemos que el uso de este cosmético vaya en franco declive.



Bibliografía

Le Douget A. Enquête sur le scandale de la poudre Baumol (1951-1959), la première catastrophe sanitaire française, Le Douget éd, Fouesnant, 2016.

Laronche M.  Les Enfants du talc Morhange , Le Monde, 27 février 1991




miércoles, 6 de mayo de 2020

El error del desconfinamiento precoz de San Francisco (1918)






Hamilton Henry Dobbin

Cola para obtener máscaras en Montgomery Street, San Francisco
(1918)  

Fotografía en B&N
California State Library. Sacramento



La epidemia de gripe de 1918, como es sabido, fue una pandemia devastadora, que produjo entre 50 y 100 millones de muertes en todo el mundo

En San Francisco el primer caso tuvo lugar en septiembre de  1918. El paciente 0 era un hombre que había realizado un reciente viaje a Chicago. El 23 de septiembre, el Oficial de Salud de San Francisco, Dr. William C. Hassler, ordenó que lo mantuvieran aislado en cuarentena. Pero a los pocos días el 9 de octubre se habían declarado cerca de 170 casos y una semana más tarde ya se llegó a los 2.000. Ya era una epidemia en toda regla. 

Las autoridades procedieron a hacer las recomendaciones preventivas habituales. Se aconsejó a los ciudadanos que evitaran los tranvías durante las horas punta, que se evitaran las aglomeraciones, y que se extremara la higiene personal, sobre todo la de las manos. Se cerraron las salas de baile. 

Tribunal de policía al aire libre retenido en Portsmouth Square, San Francisco.  Para evitar el hacinamiento en el interior, los jueces celebraron sesiones en la corte al aire libre.
Juicio celebrado al aire libre. Porthsmouth square. San Francisco, 1918


Pero esto no fue suficiente. En dos días se habían alcanzado ya 2.179 casos y las autoridades decidieron una postura más drástica. Se cerraron los locales de teatro y cines, se prohibieron las reuniones, se cerraron todas las escuelas tanto públicas como privadas, y se recomendó a los ciudadanos que no acudieran a las iglesias. Los juicios se celebraron al aire libre, para evitar concentraciones en locales cerrados. Finalmente al cabo de poco, se confinó a la población en sus casas y se cerró la ciudad. Se puso en marcha una campaña de "préstamos de la libertad", para mitigar el grave impacto económico. 

Pero sobre todo se impulsó el uso de mascarillas. Eran ya obligadas en ciertas actividades, pero el 21 de octubre la Junta de Salud se reunió y emitió una acuciante recomendación a todos los residentes para que usaran mascarillas en público. El uso de la máscara se convirtió inmediatamente en un símbolo de patriotismo. Un cartel de la Cruz Roja lo expresaba de forma radical: 
"el hombre, la mujer o el niño que no usan una mascarilla ahora son peligrosos asociales". 
Así se señalaba a los sin máscara como holgazanes, insolidarios e incívicos. El alcalde Rolph declaró: 
"la conciencia, el patriotismo y la autoprotección exigen el cumplimiento inmediato y rígido del uso de la mascarilla"

History Lesson: SF Had an Anti-Mask League During the 1918 Flu ...
Enfermeras confeccionando mascarillas. San Francisco, 1918. 

El gobernador de California William Stephens también se hizo eco de este lenguaje patriótico al día siguiente: 
"llevar la mascarilla es el deber patriótico de cada ciudadano estadounidense (...)  un deber que cada ciudadano puede cumplir fácilmente siendo fiel a nuestro país y a nuestro Estado". 
Estas declaraciones se acompañaron de medidas policiales. El 27 de octubre se arrestaron 110 personas por no llevar mascarilla o por llevarla mal ajustada. Se impusieron numerosas multas, de hasta 100 $. 


Mikel Reparaz on Twitter: "San Francisco, 1918. Mascarilla ...
Anuncio en la prensa de San Francisco sobre
las multas a las que se arriesgaban los que
no llevaban mascarilla por la calle (de 5-100$). 
Estas draconianas medidas dieron muy buen resultado. Aunque a finales de noviembre se habían registrado casi 20.000 casos, esta cifra era muy inferior a la registrada en otras ciudades. Y solamente habían muerto unas 200 personas. Algunos comenzaban a hablar del "milagro de San Francisco". El alcalde se vanagloriaba de que San Francisco era la ciudad del mundo donde se había podido frenar más radicalmente la epidemia. 

Por eso, el 13 de noviembre, las autoridades levantaron las prohibiciones y se procedió al desconfinamiento de la ciudad, aunque conservaron ciertas restricciones. Se abolió la disposición que obligaba a llevar mascarillas y se redujo el distanciamiento social. 

Los habitantes de San Francisco deseosos "de volver a la vida normal" llenaron los teatros, cines y estadios deportivos de la ciudad. El Hipódromo estuvo todo el día abarrotado. Y sobre todo, los ciudadanos se pudieron quitar las odiadas mascarillas, que se habían convertido en un símbolo de imposición, de falta de libertad. Muchos las abandonaron de cualquier manera por las calles, en señal de libertación, despojándose de un instrumento de opresión que habían tenido que aceptar por la fuerza, con la amenaza siempre presente de las multas. ESan Francisco Chronicle describía acertadamente la escena: 

"las aceras y los corredores estaban cubiertos de reliquias de un mes tortuoso".


San Francisco's 1918 Spanish flu debacle: a crucial lesson for the ...
Ejemplar del San Francisco Chronicle del 21 de noviembre 1918.
En la columna de la derecha el anuncio del fin de la obligatoriedad de usar mascarilla. 

Pero los resultados de este desconfinamiento demasiado temprano, excesivamente optimista y temerariamente rápido no se hicieron esperar. La epidemia conoció una segunda oleada, mucho más intensa. Al comenzar el año 1919 se declaraban más de 600 nuevos casos por día. El 10 de enero, la Junta de Salud votó volver a promulgar la ordenanza de mascarillas a partir del 17 de enero. 

Pero cuando se intentó volver a implementar las medidas por el rebrote, la respuesta ciudadana ya no fue la misma. Sentía con vértigo y estrés lo que acababa de vivir y estaba desanimada y con un creciente escepticismo ante las disposiciones de los poderes públicos. Además, había surgido un movimiento contrario a las mascarillas que no solamente había aumentado rápidamente, sino que se había organizado. Muchos periódicos publicaban artículos contra estas disposiciones. Incluso se constituyó una sociedad, "The Anti-Mask League", que celebró una reunión constitutiva con la asistencia de 2.000 personas, declarando que obligar a llevar mascarillas era anticonstitucional. 


Mascarillas para otros tiempos
Elegante pareja protegida con mascarillas durante la epidemia de gripe de 1918

El 1 de febrero, los detractores de las mascarillas obtuvieron su deseo. El alcalde Rolph fuertemente presionado una vez más, tras reunir la Junta de Salud proclamó que la ordenanza de la obligatoriedad de llevar mascarillas se volvía a revocar. 

La consecuencia del rápido desconfinamiento y de un segundo confinamiento, que se cumplió de forma mucho menos estricta que el primero, fue que se registraron más de 45.000 casos de gripe en San Francisco, con más de 3.213 muertos entre el otoño de 1918 y el invierno de 1919 (frente a la primera oleada con solamente 2.000 casos registrados y 200 muertes). 

San Francisco ya no era la que había reaccionado mejor a la pandemia. Había alcanzado una tasa de mortalidad de 673 muertos por cada 100.000 habitantes, una de las peores de Estados Unidos. El “milagro” de San Francisco se convirtió en una pesadilla. La carrera por el desconfinamiento, la apresurada decisión de "volver a la normalidad", tiene que ser obligatoriamente lenta, o las repercusiones de decisiones precipitadas e irresponsables pueden ser funestas.

Que cada uno saque sus propias conclusiones. 




San Francisco Paid the Price for Lifting Spanish Flu Lockdown Early







El desastre del desconfinamiento prematuro en la gripe española de 1918











martes, 5 de mayo de 2020

Historia de las mascarillas: (II) Origen de las mascarillas quirúrgicas



Paul Berger01a.jpg



Deschiens (editor)

Paul Berger


Litografía sobre papel. 15,4 x10,4 cm
The Osler Library Prints collection 



En una entrada anterior nos hemos referido a los "antecedentes" históricos de las mascarillas , comentando las máscaras de los médicos de la peste. 

Pero aunque puede considerarse un precursor, no se trataba todavía de las auténticas mascarillas, tal como hoy las conocemos. ¿Cuándo aparecieron, pues? ¿Quien fue el primero en usarlas?. 

Como tantas veces sucede, la mascarilla quirúrgica (conocidas como barbijos en Centro y Sudamérica) no fue un invento de una sola persona sino que fueron dos los médicos que la usaron por primera vez, de forma independiente: el polaco Jan Mikulevicz y el francés Paul Berger. 

El Prof. Paul Berger (1845-1908) fue un médico francés que ejerció como cirujano en el hospital Tenon y como profesor en la Facultad de Medicina de París. 

Berger estaba muy interesado en las ideas sobre antisepsia de Lister, que ya había propuesto las medidas de asepsia necesarias en el quirófano. Se le atribuye que fue el primero en usar una mascarilla durante una intervención quirúrgica en 1897. Berger había sido alertado por algunos casos de supuración después de operaciones limpias en las que había sido asistido por un colaborador que sufría de un absceso alveolar. Una situación similar surgió algunos meses después, cuando el propio Berger estuvo afectado por una periostitis dental.

El 22 de febrero de 1899 presentó una comunicación a la Sociedad  de Cirugía de París sobre el uso de una máscara en las operaciones. En ella comentaba: 

Paul Berger
"Durante varios años, me han preocupado las gotas de líquido proyectadas desde la boca del operador o sus asistentes y que pueden favorecer las infecciones que todavía se ven de vez en cuando en condiciones de asepsia quirúrgica que aparentemente son satisfactorias"

La idea de que la boca de un cirujano es una rica fuente de infección fue ridiculizada por otro médico ilustre, Louis-Felix Terrier (1837-1908), que en tono burlón declaró: 
"nunca he usado una máscara, y ciertamente nunca lo haré".

Pero Berger ya había previsto que sería un concepto que costaría de aceptar: 
"No cierro los ojos al hecho de que esto es demasiado impactante como para que reciba una bienvenida mucho más favorable que la otorgada por los cirujanos alemanes a una comunicación análoga del profesor Mikulicz ".


Illustration of the first reported case of Mikulicz's disease (MD ...

El cirujano Jan Mikulicz



Barbijo: historia del vestuario quirúrgico que se volvió ...

Quirófano de Jan Miculicz, en Breslau. 


En efecto, Berger no era el único. El cirujano Jan Mikulicz (1850-1905), de origen polaco, había instalado en 1897 un quirófano en Breslau que en aquel momento era el más aséptico de Europa. También allí, de forma paralela a Berger, se empezaron a usar máscaras de tela y de gasas que cubrían la nariz y la boca, como una manera de disminuir las infecciones quirúrgicas. Por lo tanto, al ser un invento simultáneo y en paralelo, también se debe considerar también a Jan Mikulicz como el pionero de las mascarillas quirúrgicas. 

Hay que señalar que las mascarillas usadas por Berger y Mikulicz eran muy primitivas, la mayor parte de las veces elaboradas de forma artesanal, y confeccionadas solamente con tela y gasas. Este material textil absorbe la humedad, y por lo tanto también las pequeñas gotas de Flügge. Probablemente en la actualidad no se considerarían una protección suficiente, pero fueron un primer paso. 


Mascarillas, de la necesidad a la banalidad - Portal de Noticias ...

La Cruz Roja repartiendo mascarillas en la calle durante la gripe de 1918. 


El uso de mascarillas comenzó a usarse también fuera de los quirófanos. Durante una epidemia de peste en China a finales del s. XIX fue usada como protección por parte del personal sanitario. Y en Europa y América se popularizó durante la gripe de 1918, siendo usada preventivamente por la población expuesta. En muchas ciudades, como San Francisco las autoridades hicieron obligatorio su uso por parte de toda la población, bajo pena de multa. 


Dr. Charles H. Mayo operating at the Mayo Clinic, Rochester ...

Fotografía de 1913 en la que puede verse al Dr. Charles Mayo
con gorro y mascarilla, durante una intervención quirúrgica


Pero su uso en quirófano no era masivo. Es verdad que algunos cirujanos la usaban, como el Dr. Charles Mayo, del que existe una fotografía de 1913 operando con mascarilla y guantes. Pero el uso de mascarillas en los quirófanos no se impuso de forma obligatoria hasta bastante más tarde.  En un texto  de enfermería quirúrgica de 1924 se describe la indumentaria de quirófano, y se enumera el gorro de quirófano, los guantes, la bata (con bolsillo para llevar libreta y lápiz!), pero en ningún caso se habla de mascarilla. No fue hasta 1926 cuando el uso de mascarillas fue preceptivo en los quirófanos, a raíz de que pudo demostrarse que la mayoría de las infecciones postquirúrgicas estaban causados por los mismos gérmenes que se encontraban en las gargantas y fosas nasales de los cirujanos y enfermeras. 


Antes de la intervención (1920).
Las mascarillas se fueron adoptando progresivamente en los quirófanos. 


Las mascarillas han sufrido grandes cambios hasta hoy. El desarrollo tecnológico de láminas textiles en los años 80’ permitió el diseño de telas no tejida. Actualmente pueden combinarse diferentes materiales y técnicas que permiten tener distintos niveles de medidas filtrantes, que se logra con la obtención de una lámina de dos o más capas con materiales como SMS, SMMS en base a polipropileno y con capas Spunbond, que son filamentos largos, gruesos y fuertes, y Meltblown, que es una capa de barrera bacteriana y filtración. 

En cuanto a su eficacia actual durante la pandemia de COVID19, adjuntamos el siguente cuadro sinóptico: 


Mascarillas: dudas (muy) frecuentes - Farmacia Condon