jueves, 19 de marzo de 2020

Las gotas de Flügge









Carl Flügge


Fotografía en B&N 
(circa 1906)





Para evitar el contagio de una enfermedad respiratoria vírica (como la gripe o CoVID19) es de gran importancia evitar la proximidad con una persona enferma o portadora. Por esto hay que tomar distancias con cualquiera (manteniéndose a más de metro y medio), no frecuentar locales concurridos, estornudar y toser en el codo o incluso no tocar superficies posiblemente contaminadas. 

La razón de todas estas medidas es que al hablar o toser se expulsan por la boca y/o por la nariz pequeñas gotas de saliva o moco en forma de aerosol que pueden transportar abundantes virus que podemos inhalar. Se llaman gotas o gotitas de Flügge. Estas gotas miden de 0.5 a 10 μm y pueden permanecer hasta 30 minutos en el aire en suspensión, lo que les permite llegar hasta la vía aérea y alcanzar los alveolos pulmonares de otra persona que las inhale, donde entran en contacto con los macrófagos. Al principio de descubrirse este mecanismo fue muy útil para la prevención de la tuberculosis, una enfermedad producida por el bacilo de Koch (Mycobacterium tuberculosis). Por esta razón se llama unidad bacilar a una gota de Flügge que contiene de uno a tres bacilos tuberculosos. 

Al hablar o al toser proyectamos gotas de saliva o moco a nuestro alrededor. Las gotas pueden transportar virus y son un importante factor de transmisión de enfermedades



















Asimismo, las gotas de Flügge pueden contaminar diversos objetos y superficies cercanos a una persona infectada. Los virus pueden permanecer activos sobre estos objetos durante horas (o días). Los médicos llamamos a estos objetos contaminados "fomites" (una palabra que proviene del latín fomites, que se refería a la yesca o a las pequeñas ramitas i virutas que ayudaban a encender un fuego). Si los fomites  son tocados por otra persona, pueden pasar a sus manos, que quedan a su vez contaminadas. Al tocarse la cara, por ejemplo, pueden llegar hasta las proximidades de la boca o la nariz, con el consiguiente riesgo de contagio. Por eso es conveniente lavarse las manos con frecuencia. 

Pero vamos a hablar del médico que descubrió y dio su nombre a estas peligrosas gotas de Flügge. Para empezar diremos que a veces hay dudas en la ortografía o en la pronunciación del nombre de Flügge, ya que como otros nombres germánicos tiene una cierta dificultad para nosotros. No es este el único caso. Se da en otros epónimos médicos, como el síndrome de Babiski (que algunos escriben como Babinski y otros como Babinsky). Así, hay quien las menciona como gotitas de de flügge (con minúscula); o quien las denomina gotas de Flugge o de flugge (sin diéresis) ; y hasta quien con absoluto desprecio por la historia de la medicina, las llama directamente flugge o flush.


   El higienista y microbiólogo Carl Flügge (1847-1923), a quien 
debemos el descubrimiento de las gotas de saliva 
que involuntariamente proyectamos al hablar
Las tales gotitas de saliva infectantes reciben el nombre de Carl Flügge (1847-1923), un microbiólogo e higienista alemán natural de Hannover y que desde 1890 fue profesor de la Universidad de Berlín. Era compañero y amigo del ilustre bacteriólogo Robert Koch (1843-1910), y juntos editaron la revista científica Zeitschrift für Hygiene und Infektionskrankheiten dedicada a la higiene y a las infecciones. 


Flügge era un gran defensor de la higiene como una disciplina médica independiente, y realizó importantes investigaciones sobre los mecanismos de contagio de enfermedades como el paludismo, la tuberculosis y el cólera, en la década de 1890.  Como resultado de sus experiencias, Flügge demostró que, al hablar (incluso cuando "se habla en voz baja") se expelen gotas diminutas de saliva invisibles que se propagan a nuestro alrededor en forma de aerosol. Demostró que podían vehicular contagios de enfermedades, como la tuberculosis, una enfermedad muy frecuente en aquel tiempo. Desde entonces, estas gotas se denominan gotitas de Flügge, en honor a su descubridor. 

El libro de Carl Flügge, en donde se insistía en
el poder infectante de las gotas expelidas al hablar    
Flügge dejó una importante obra escrita sobre temas de higiene: Beiträge zur Hygiene (1872); Lehrbuch der hygienischen Untersuchungsmethoden; Grundriss der Hygiene (1902). Y también publicó obras sobre Microbiología: Die Mikroorganismen (1896).

El descubrimiento del papel transmisor de las gotas de Flügge fue fundamental para que poco después Jan Miculicz-Radecki (1850-1905), un cirujano polaco, diseñara mascarillas de gasa en quirófanos y hospitales (1897). Actualmente el uso de mascarillas es habitual en la práctica quirúrgica, en las UCI, en el manejo de pacientes infecciosos y en circunstancias de epidemia o pandemia. 

La obra de Carl Flügge es de vital importancia en la prevención de contagios, por lo que su memoria no debe caer en el olvido. 



How contagious is a simple sneeze? 



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