viernes, 17 de febrero de 2017

La doctora que observaba el color de la piel de los recién nacidos




Ron Mueck

A girl
 Escultura en poliéster, resinas y silicona




Ron Mueck es un artista contemporáneo que realiza esculturas hiperrealistas de gran tamaño. Sus obras son tan verídicas, imitan tan bien la realidad que el artista utiliza este formato de forma conscientemente, para evitar que sus obras sean excesivamente idénticas a los modelos que toma. Por eso las cambia de escala. Además pone un gran énfasis en las expresiones de sus personajes, un auténtico retrato psicológico.

Una de sus obras más conocidas es A girl, una escultura de una niña recién nacida de 5 metros de largo. Sorprende e impacta por su verismo. En su cara todavía se ve la expresión contraída causada por el reciente trauma del parto y las trazas sanguinolentas de su cara y torso permiten colegir que acaba de nacer. Lleva todavía el cordón umbilical. Una obra que nos transmite el dolor del nacimiento en el caso del bebé. Solemos pensar en el dolor de la madre, pero muchas veces no somos plenamente conscientes del dolor del recién nacido y la angustia que supone enfrentarse a un ambiente aéreo, hostil y desconocido. El nacimiento es nuestro primer trauma vital. 

Cuando un niño nace, los médicos realizan una evaluación para saber si el bebé está sano y respira sin dificultad o si necesita de alguna reanimación. Se llama el test de Apgar, y mide varios parámetros, que se puntúan: 1) Frecuencia cardíaca 2) Respiración 3) Tono muscular o actividad 4) Reflejo de respuesta a la estimulación 5) Color de la piel. 



El test fue ideado por la Dra. Virginia Apgar (1909-1974) una anestesióloga obstetra norteamericana en los años 30 del s. XX. La Dra. Apgar sentó las bases de la medicina perinatal y estudió las malformaciones congénitas. 

La Dra. Apgar tenía un gran empeño en preservar la salud de los niños recién nacidos. Era famosa una frase que repetía asiduamente:
"Nobody, but nobody, is going to stop breathing on me" 
("Nadie, absolutamente nadie, va a dejar de respirar en mi presencia")
La Dra. Virginia Apgar
En los años 30 del siglo XX, en EEUU la mayoría de partos tenían lugar en los hospitales. Sin embargo, la tasa de mortalidad infantil era superior a la de Europa, donde el parto tenía lugar sobre todo en las casas. La Dra. Apgar se dió cuenta de que la mayoría de niños morían por falta de oxígeno (anoxia) que podía estar causada por diversos factores:

  • el efecto de la anestesia materna (que sedaba también al niño) 
  • la falta de formación del médico que atendía al parto y que muchas veces no sabía como reanimar al niño
  • la ausencia de consenso sobre que era lo “normal” en el recién nacido.
Conocer el estado del feto antes del nacimiento era muy difícil en aquel momento, ya que no existían los monitores fetales, pero en el momento de nacer los problemas eran evidentes a la simple observación clínica. A los niños que no respiraban, que tenían un color amoratado o azulado de la piel, que tenían bradicardia, que no estaban activos, se les aplicaban las técnicas de resucitación cardiopulmonar adecuadas (RCP).
La Dra. Apgar valorando a un neonato
Apgar comenzó a formar a los médicos jóvenes del hospital, Presbyterian de Nueva York, donde trabajaba. Un día uno de estos médicos en formación le preguntó cómo evaluar la viabilidad del recién nacido. La Dra. Apgar le respondió: 
“Debes valorar estos parámetros: 1. frecuencia cardíaca, 2. respiración, 3. tono muscular o actividad, 4. reflejo de respuesta a la estimulación, 5. color de la piel.”
 Había nacido el test de Apgar. Tras estudiarlo y perfilarlo adecuadamente, el método de valoración de los recién nacidos se publicó por primera vez en el número de julio-agosto de 1953 de la revista Current Reasearches in Anesthesia and Analgesia con el título «A Proposal for a New Method of Evaluation of the Newborn Infant.» y enseguida empezó a utilizarse en las maternidades de todo el mundo.

Virginia Apgar atendiendo a un recién nacido
En la actualidad el test de Apgar se realiza dos veces. La primera al primer minuto después de nacer y una segunda valoración a los 5 minutos. 

En los dos momentos se valoran los cinco parámetros a los que se da una puntuación entre 0 y 2 a cada uno de ellos, después se suma el total de puntos. Así la puntuación total que puede recibir un niño está entre 0 y 10. Puesto que se valora 2 veces, al final se da el resultado de las dos sumas (Por ejemplo 9-10).  Cuanto más puntos se obtengan, mejor estado de salud.

Un sello de correos norteamericano
fue dedicado en homenaje a la Dra. Apgar
La doble valoración se justifica porque en el primer minuto es difícil que se obtenga una puntuación muy alta, ya que casi todos los recién nacidos presentan las manos y los pies algo cianóticos (azulados). Si en la primera valoración el resultado es inferior a 7 el niño necesita atención médica inmediata y por debajo de 5 se ponen en marcha las técnicas de RCP avanzadas. En la mayoría de los casos, esto permite un correcto resultado en la segunda valoración. Si no es así, el niño puede presentar un problema de salud grave y se traslada a la UCI neonatal.

En 1961, el Dr. Joseph Butterfield de la Universidad de Colorado en Denver escribió a la Dra. Apgar para explicarle que uno de sus residentes había creado una regla mnemotécnica componiendo un acrónimo con las letras de su apellido para recordar los parámetros a valorar:
A- Appearance (Color)
P- Pulse (Heart rate)
G- Grimace (Reflex irritability)
A- Activity (Muscle tone)
R- Respiration

A Virginia Apgar le pareció muy bien la propuesta. El acrónimo tuvo un cierto éxito porque ayuda a recordar los criterios a valorar, pero induce a creer que el nombre del método deriva de estas iniciales. Por esta razón muchos médicos han olvidado hoy el auténtico origen del nombre de test de Apgar: el apellido de la mujer que tanto hizo para mejorar la salud de los recién nacidos y para ampliar sus posibilidades de supervivencia, y que debe ser recordado siempre como homenaje a su importante contribución médica. 





Agradecimiento: 

A mi buen amigo Ahmad Zatarieh, médico pediatra, por la supervisión 
de este texto.





jueves, 16 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (V): Homenaje a Severo Ochoa







Salvador Dalí

Mensajeros polinucleotídicos (Homenaje a Severo Ochoa)
(1975) 

Dibujo para plancha de litografía 
Museo de Xixón, Asturias





Salvador Dalí (1904-1989) vivió parte de su vida entre Estados Unidos y Francia, pero en la década de los setenta destaca su relación con científicos españoles como Joan Oró, Santiago Grisolía y Severo Ochoa, amigo de Salvador desde que fueron compañeros en la Residencia de Estudiantes y que formó parte del Patronato de la Fundación Gala-Dalí, porque Dalí cuya afición por la ciencia era bien conocida quería que estuvieran representados los científicos en esta institución. A muchos de ellos les pidió modelos moleculares que después utilizaba como base de estas pinturas. 

A petición de Oró y Grisolía, diseñó carteles para congresos científicos organizados en esos años. Juan Oró recordaba un curioso episodio ocurrido en 1975. Este bioquímico, que por aquel entonces vivía a caballo entre Barcelona y Estados Unidos, porque trabajaba en la NASA, había encargado a Dalí que pintase un póster (que sería usado también en la cubierta del libro de resúmenes) para el Simposio Internacional que conmemoraba el 70 aniversario del investigador español Severo Ochoa, que tras el descubrimiento de la estructura molecular del ADN, había investigado la síntesis de los ácidos nucleicos. Dalí tituló la obra Mensajeros polinucleotídicos de Ochoa, haciendo referencia a la polinucleótido fosforilasa que le valió el Nobel de Medicina.

Oró fue a visitar a Dalí en Barcelona, al hotel donde se encontraba alojado, el Hotel Ritz, para pedirle una dedicatoria para el libro de este symposium. Dalí apareció ante él con su habitual traje de rayas y con un bastón en la mano. Tenía prisa, pero respondió a la petición de Oró: “Vaya apuntando lo que le digo”. Oró sacó papel y bolígrafo, y Dalí empezó a dictarle directamente, sin leer ninguna nota previa. Hablaba muy rápido y el científico tuvo que pedirle en diversas ocasiones que fuera más despacio. Cuando terminó, Oró levantó el bolígrafo boquiabierto. Más tarde comentó: 
“En cuestión de minutos, Dalí había creado una maravillosa reflexión en torno al avance científico de las ciencias del ADN que tan sólo podría pensar un genio, con un conocimiento científico y un sentimiento artístico muy profundo”
Este es el texto que tanto impresionó al bioquímico 
"Dios no juega a los dados, escribió Albert Einstein mucho antes del descubrimiento de la escala del ADN, cuyos peldaños recorren los ángeles en el sueño de Jacob que yo tuve la noche antes de pintar esta escalera para Severo Ochoa. Estos ángeles simbolizan los mensajeros del código genético, las moléculas de nucleótidos sintetizados por primera vez en el laboratorio de Severo Ochoa. 
Aunque yo no soy científico, debo confesar que los acontecimientos científicos son los únicos que guían mi imaginación, al mismo tiempo que ilustran las intuiciones poéticas de los filósofos tradicionales hasta el punto de conseguir una belleza deslumbrante de determinadas estructuras matemáticas, especialmente las de los politopos  y sobre todo de aquellos momentos sublimes de abstracción que vistos a través de un microscopio electrónico aparecen como virus de forma poliédrica, confirmando lo que Platón dijo: “Dios siempre hace geometría”. 

Dalí: La escala de Jacob. La escalera helicoidal por donde suben los ángeles está inspirada en el ADN

Dalí expresa en el texto su admiración por la belleza matemática de la naturaleza, que entronca con su interés por la obra del matemático rumano Matila Ghyka, que asesoró a Dalí en el planteamiento compositivo de “Leda atómica”. De hecho, durante los años 50 Dalí se obsesiona por la presencia de estructuras matemáticas en la naturaleza. En 1954 lo encontramos en el museo del Louvre, inspeccionando con detalle el cuadro “La encajera”, de Vermeer. Dalí admira profundamente al pintor holandés y quiere confirmar empíricamente una hipótesis (en cierto modo, también en su trabajo artístico aplicaba el método científico): según Dalí, el cuadro de Vermeer es una composición a base de cuernos de rinoceronte, formados por espirales logarítmicas que, para el pintor, era la estructura más perfecta de la naturaleza. Después de este examen ocular, Dalí da por confirmada su teoría y pinta una versión de “La encajera” descompuesta en cuernos de rinoceronte. Como vemos, las espirales eran obsesionantes para Dalí (cuerno de rinoceronte, caracoles...) desde la época en que incorpora el ADN como su icono favorito. 


Severo Ochoa y Dalí (gentileza de Simón Blanch Mateu, Girona)

Severo Ochoa de Albornoz (1905-1993) fue un médico y bioquímico español, aunque a partir de 1956 también obtuvo la nacionalidad norteamericana, ya que vivía y trabajaba en los Estados Unidos. En 1959 obtuvo el Premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre la síntesis de los ácidos nucleicos. 

Severo Ochoa fue un investigador polifacético que realizó importantes contribuciones en diversos campos de la Bioquímica y de la Biología Molecular:

  • Trabajos de enzimología metabólica, cion el descubrimiento de dos enzimas, la citrato-sintetasa y la piruvato-deshidrogenasa, que permitieron concluir el conocimiento efectivo del ciclo de Krebs, un proceso biológico fundamental en el metabolismo de los seres vivos. 
  • Trabajos que conducen finalmente a la síntesis del ácido ribonucleico, ARN, tras el descubrimiento de la enzima polinucleótido-fosforilasa. Este hallazgo le valió, junto a su discípulo Arthur Kronberg, el premio Nobel de Medicina de 1959.
  • Trabajos en los que se desarrollan las ideas y los hallazgos anteriores y que se relacionan con el desciframiento del código genético, la biosíntesis intracelular de las proteínas y los aspectos fundamentales de la biología de los virus. 
  • Estudios sobre la fotosíntesis.
  • Investigaciones sobre los ácidos grasos. 



"Destino", una película de Walt Disney y Salvador Dalí: 




miércoles, 15 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (IV): Watson visita a Dalí






Salvador Dalí

Máxima velocidad de la Madonna de Rafael
(1957) 

Óleo sobre lienzo 81 x 66 cm
Museo Nacional de Arte Reina Sofía. Madrid. 





Era conocida la afición de Salvador Dalí por la ciencia. Cultivaba amistades entre los científicos e investigadores, leía revistas y libros de ciencia y estaba muy actualizado en todo tipo de temas de información tecnológica y científica. También hemos visto en entradas anteriores que Dalí tomó la estructura del ADN como un símbolo que reproducía con cierta frecuencia en cuadros y grabados. 

Salvador Dalí: DNA (lápiz negro sobre papel)  17" x 12". 1975     
James D. Watson, uno de los descubridores de la estructura molecular del ADN conocía esta afición de Dalí. De hecho había estado contemplando su obra Galadexorribonucleicacid y pensó que le gustaría que ilustrara el libro que estaba escribiendo, "La doble hélice". Tal vez pudiera pedirle esta colaboración al artista. 

Era el día de Fin de Año de 1965. James Watson se encontraba en Nueva York y pasó por delante del Hotel Saint Regis, donde Salvador Dalí se albergaba durante largas temporadas. Watson decidió entrar en el hotel. 

Se dirigió a la recepción y pidió que le llevaran a Dalí una nota suya. El billete decía, simplemente: 
"El segundo hombre más inteligente del mundo quisiera ser recibido por el hombre más inteligente del planeta"
Dalí lo comprendió en seguida. Al cabo de poco, bajaba el pintor que tras saludar a Watson, lo invitó a una excéntrica cena que dejó en él un recuerdo imborrable. Durante la cena hablaron del ADN y de la existencia de Dios. Más tarde, Watson comentaba: 
“Era un hombre inteligente, ya sabe. Ahora bien, cuando decía que ‘la doble hélice prueba la existencia de Dios’, él interpretaba la doble hélice a su manera, mientras que para mí era justamente lo contrario: con la doble hélice no hace falta Dios”.
El encuentro sirvió para que Watson y Dalí trabaran una buena amistad, que perduró muchos años. Sin embargo, finalmente Watson no se atrevió a pedirle que ilustrara su libro. 

 

martes, 14 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (III): Watson, Crick... y una mujer en la sombra

   
       




Salvador Dalí

La estructura del ADN 

Trabajo estereoscópico
Teatro-Museo Dalí. Figueres. 




En una entrada anterior comentábamos lo impresionado que estaba Dalí con la estructura molecular del ADN y el homenaje que había dedicado a Watson y Crick por haber realizado tal hallazgo. Hoy veremos como fue la historia del descubrimiento y algunos de sus entresijos poco conocidos. 

En febrero de 1953, el joven investigador Francis Crick (1916-2004) acudió a una fiesta que se celebraba en el pub Eagle de Cambridge y allí soltó una de las frases de más impacto del siglo: 
"Hemos descubierto el secreto de la vida". 
Dos meses más tarde, el 25 de abril de 1953 la revista Nature publicaba un histórico artículo sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos, en la que proponía el modelo en doble hélix del ADN. Era un artículo realmente parco: una sola figura, un esquema de la estructura del ADN (que al parecer había sido dibujado por la hermana pequeña del entonces jovencísimo Watson) y 900 palabras escasas. Pero fue un artículo que supuso un importante hito en la historia de la ciencia. Aunque al principio, no tuvo una gran repercusión entre los científicos. Por eso es especialmente notorio que tan sólo cuatro años más tarde, Salvador Dalí le dedicara el cuadro Paisaje de mariposas (también conocido como El gran masturbador en un paisaje surrealista con ADN), que formaba parte de su serie El gran masturbador. Para Dalí el ADN era la molécula de la vida, de la herencia y de la inmortalidad. 


James Watson y Francis Crick en el Laboratorio Cavendish de Cambridge en 1953.
Crick está explicando con un puntero la estructura del ADN, mientras que Watson
sigue atento las explicaciones de su compañero (University of Cambridge)

Hacía algunos años que se perseguía dilucidar la estructura molecular de los ácidos nucleicos. Dos equipos competían para realizar el descubrimiento: el del Laboratorio Cavendish de Cambridge (James D. Watson y Francis Crick) y el del King's College de Londres (Maurice Wilkins y Rosalind Franklin) 


Modelo de la estructura molecular del ADN en metal, según el esquema
propuesto por Watson y Crick (1953). The Science Museum 
Wilkins y Franklin trabajaban en el mismo laboratorio pero no se llevaban bien. Rosalind Franklin era una mujer brillante y tenaz, que tuvo que luchar en un mundo de investigadores masculinos. Pero Wilkins, de acuerdo con la ideología machista imperante, despreciaba a Franklin por el solo hecho de ser una mujer. Hubiera querido que fuese solamente su ayudante, pero Franklin había organizado su propia sección en el laboratorio con su propio ayudante Gosling. Wilkins nunca pudo aceptar esta situación. 

En teoría los dos equipos habían acordado delimitar sus campos de acción: los londinenses se dedicarían a investigar sobre los ácidos nucleicos y los de Cambridge estudiarían el virus del mosaico del tabaco. Pero en biología los campos no siempre se delimitan de forma clara. 


La foto 51 de Rosalind Franklin,
mostrando la difracción del ADN

La clave para desvelar la estructura de las moléculas era conseguir cristalizarlas y a continuación irradiarlas con rayos X. A partir de la difracción producida se intentaban deducir sus patrones. Era una técnica muy compleja que Rosalind Franklin conocía mucho mejor que todos los demás. La investigadora ofreció algunos resultados preliminares en una conferencia en noviembre de 1951. A esta conferencia asistió Watson, que al parecer no sólo no se enteró mucho de lo que explicaba la doctora Franklin sino que se dedicó a fantasear sobre que aspecto tendría esta chica si se arreglara un poco más. Él mismo nos lo confiesa en su libro "La doble hélice": 
"Seis semanas de escuchar a Francis me habían hecho comprender que la cuestión fundamental era si las nuevas imágenes de rayos X de Rosy podían apoyar la idea de una estructura helicoidal para el ADN (…) Sin embargo, bastaron unos minutos de escuchar a Rosy para comprender que su mente obstinada había emprendido otro camino.
Habló ante unas quince personas con un estilo rápido y nervioso, que resultaba adecuado para la sala de conferencias, vieja y sin adornos, en la que nos encontrábamos. No había ni un atisbo de calidez ni frivolidad en sus palabras (…) Por un momento me pregunté qué aspecto tendría si se quitase las gafas e hiciese algo distinto con su pelo. (…) Sus años de fría y minuciosa formación como cristalógrafa habían dejado huella". 
Es curioso que Watson se refiera a Franklin como Rosy, ya que nadie la llamaba así. Tal vez viera en ella más a una chica para salir a bailar que a una científica que exponía el resultado de sus investigaciones. Definitivamente ni el feminismo ni el igualitarismo no habían llegado todavía al mundo de la ciencia. Watson era muy joven en aquel momento y aparte de investigar en el Laboratorio Cavendish, procuraba tener tiempo libre para jugar al tenis y para flirtear con las chicas, dos de sus más conocidas actividades. 


Rosalind Franklin (1920-1958)
Cuando Watson volvió a Cambridge, intentó reconstruir los datos que creía recordar de la conferencia de Franklin. Pero ni siquiera había tomado notas!. Con estos datos imprecisos Watson y Crick construyeron un posible modelo en triple hélice con las fosfodesoxirribosas hacia el interior. Cuando se lo mostraron a Franklin les rebatió su hipótesis, ya que era totalmente incompatible con sus resultados cristalográficos. Watson achacó este enfado como una reacción incomprensible de una mujer de carácter inestable:
"A Rosy le importaba un comino que la creación de la teoría helicoidal fuese prioritaria, y a medida que oía hablar a Francis, mostraba una irritación creciente".
Watson y Crick continuaron su búsqueda de la estructura trabajando, fundamentalmente, con modelos atómicos tridimensionales. Mientras tanto, Franklin y su “becario” Gosling consiguieron obtener en 1952 una imagen de excepcional calidad de la llamada “forma B” del ADN (sin que en ello participara Wilkins). La imagen, para un cristalógrafo contiene todos los datos de la estructura molecular del ADN. Pero Rosalind cometió el error de no publicar la imagen, ya que prefirió continuar investigando por su cuenta para resolver el rompecabezas, ya que quería llegar hasta el final. No era consciente de la carrera que se estaba librando en aquel momento en Cambridge.
La estructura en doble hélice del ADN

La parte vergonzosa viene cuando Crick tuvo acceso a la imagen de la forma B. Wilkins se la había mostrado sin el permiso de Franklin. Poco después Watson y Crick se hicieron con un informe gubernamental privado con la imagen. Watson y Crick incorporaron a su búsqueda los datos obtenidos por Franklin y terminaron de atar cabos. En febrero dieron con la clave: el ADN en su forma B (tal y como está en las células) era una doble hélice antiparalela con las fosfodesoxirribosas hacia el exterior y con apareamiento específico de bases. 
En el famoso artículo de  Nature  no figura nadie más que ellos como firmantes y no hay ninguna mención a Franklin a excepción del párrafo de agradecimientos donde afirman 
haber sido estimulados por un conocimiento de la naturaleza general de los resultados experimentales e ideas de los doctores M.H.F. Wilkins y R.E. Franklin y sus colaboradores”. 
En 1962, Watson, Crick ¡y Wilkins! recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la estructura del ADN. Franklin no estaba en la lista por varias razones, entre ellas la norma que tiene el Premio Nobel que impide  compartir uno de estos galardones a más de tres personas. Pero sobre todo Rosalind Franklin había fallecido cuatro años antes, y los Nobel nunca se otorgan a título póstumo. 

Rosalind Elsie Franklin falleció de cáncer de ovario en 1958, a los 37 años de edad. Pasó los últimos años de su vida haciendo lo que más le gustaba: investigar. Nadie puede quitar a Watson y Crick el mérito de ser los primeros que descubrieron la doble hélice, pero el comportamiento que tuvieron con Franklin deja un cierto resquemor sobre el histórico descubrimiento. De las 98 referencias que Watson, Crick y Wilkins citan en su clase magistral con motivo del Nobel, ninguna es de Franklin. Únicamente Maurice Wilkins (por indicación de Crick) la nombró de pasada en sus agradecimientos

Desde aquí quiero contribuir a honrar la memoria de Rosalyn Franklin y su importante labor. Un trabajo callado y silencioso que no fue justamente reconocido, probablemente por el mero hecho de que la genial científica era una mujer. 

lunes, 13 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (II): Homenaje a Watson y Crick






Salvador Dalí

Galacidalacidesoxiribunucleicacid
Homenaje a Watson y Crick
(1963) 

Carpeta de litografías 
M. Knoedler & amp; Co.



Como hemos visto, el ácido desoxirribonucleico constituyó una obsesión para Dalí y lo representó repetidamente en muchas de sus obras. En 1963 realizó una carpeta de litografías en homenaje a Watson y Crick, los descubridores de la estructura molecular del ADN, que habían sido galardonados con el Premio Nobel poco antes. La tituló Galacidalacidesoxiribunucleicacid, en honor a su mujer Gala. 

El propio Dalí, en el interior de la carpeta justifica este larguísimo nombre: 
   "En un tiempo en el que los títulos de las pinturas son bastante cortos (P. ej: "Pintura numero 1" o "Blanco sobre blanco") yo he llamado a mi homenaje a Crick y Watson 
GALACIDALACIDESOXIRIBUNUCLEICACID 
Es mi título más largo en una sola palabra. Pero el tema es también muy largo. Tanto como lo es la persistencia genética en la memoria humana. Ya lo anunciaba el profeta Isaías: El Salvador está contenido en la cabeza de Dios, que lo ve por primera vez en la historia iconográfica. Sus brazos repiten la estructura molecular del modelo de Crick y Watson y levantan el cuerpo de Cristo muerto para resucitarlo en el cielo"
El mismo título se aplica a una pintura dedicada al ciclo de la vida, la muerte y la resurrección, actualmente en el museo Dalí de S. Petersburgo (Florida). En ella aparece Gala rodeada de iconos religiosos y estructuras que recuerdan al ADN, como una apología de la vida. Un paisaje inundado llena el centro del lienzo, una alusión a las terribles inundaciones que sufrió Barcelona y la vecina comarca del Vallés en 1963 y que causaron un millar de muertos. Dios, en posición horizontal por encima del terreno inundado, extiende su brazo hacia abajo para elevar a su Hijo hacia el Cielo. Según Dalí, los músculos del brazo de Dios se retuercen en la forma de una doble espiral (alusión al ADN, como fuente de vida y transmisión de la creación divina). El cuerpo de Cristo, apenas visible, está desmoronado alrededor de una Virgen María vestida de blanco (Gala, de espaldas), con su cabeza y su brazo cayendo hacia la derecha de ella.

Galacidalacidesoxiribunucleicacid. Museo de S. Petersburgo (Florida)

Este tema cíclico se refuerza con las figuras que flanquean la obra a ambos lados. A la izquierda hay una molécula de ADN. A la derecha hay una serie de cubos compuestos de figuras que se cubren con armas unas a otras, las cuales según el autor “representan un tipo de destrucción, como minerales en el proceso de aniquilarse a sí mismos”. Así, entre la espiral que representa la vida y el cubo que representa la destrucción, que Dios resucite a Su Hijo ofrece esperanza a las víctimas catalanas de las inundaciones y a todos los que sufren.
Esta obra nos puede dar pie a comentar la historia del descubrimiento de la estructura molecular de los ácidos nucleicos, que tiene un cierto interés. 

Pero esto lo dejaremos para mañana. 




domingo, 12 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (I): La doble hélice de la vida.






Salvador Dalí

Paisaje de mariposas 
(El gran masturbador en un paisaje surrealista con ADN )
(1957) 

Óleo sobre lienzo 64 x 44 cm
Colección privada



Salvador Dalí (1904-1989) estaba muy interesado por diversos temas, entre los que destacaba la filosofía y la investigación científica. Entre sus amistades se encuentran los matemáticos Matila Ghyka, Thomas Banchoff y René Thom; los Nobel Dennis Gabor, Severo Ochoa, Ilya Prigogine y James Watson; los científicos españoles Juan Oró y Jorge Wagensberg, y muchos otros a quienes consultó puntualmente sobre temas que quería desarrollar en su obra. El artista participaba habitualmente en encuentros y debates de científicos, escritores e intelectuales. Para algunos de ellos cedió las instalaciones de su Museo-Teatro de Figueres. El artista decía de sí mismo que era mucho mejor escritor que pintor. Por los libros de Dalí que he podido leer, he de reconocer que es un destacado escritor. 

DNADali
Fragmento de "Paisaje de mariposas" o “El gran masturbador en paisaje 
surrealista con ADN”, de Salvador Dalí.
La fascinación de Dalí por la ciencia fue una constante desde su juventud. Leía ávidamente todo tipo de textos sobre las más recientes investigaciones. Leía continuamente revistas como Scientific American o Science and Invention. Cuando murió, en su mesita de noche estaba el libro What is life?, del físico Erwin Schrödinger. La ciencia era su musa - según él mismo afirmaba - y así se puede observar en toda su obra, donde las estructuras atómicas, los ácidos nucleicos y otros muchos avances del s. XX están presentes con frecuencia. No se puede entender plenamente la obra de Salvador Dalí sin la tener en cuenta la influencia de la ciencia. El ADN fue uno de sus principales iconos, al que le rindió un culto casi religioso. De hecho, la doble hélice del ADN estaba bordada en la túnica con la que le enterraron en el Museo-Teatro Dalí, de Figueres, por disposición expresa del pintor.

Cuando los científicos James Watson (1928) y Francis Crick (1916-2004) revelaron la estructura del ácido desoxirribonucleico (abreviado como ADN, o en su grafía inglesa DNA) y su capital importancia para la transmisión genética, Dalí quedó fuertemente impactado. Además estaba empeñado por representar la tridimensionalidad en sus pinturas y la estructura en doble hélice aumentaba todavía más su interés. 

Modelo de la cadena de ADN
Tan solo cuatro años después del descubrimiento de Watson y Crick, Dalí pintó esta obra, titulada Paisaje de mariposas (también conocida por El gran masturbador en un paisaje surrealista con DNA). La pintura representa al Gran masturbador (un personaje onírico, en el que se reconoce un autorretrato más o menos deformado del pintor) en un paisaje llano y yermo, con el mar que se atisba al fondo, en una franja costera fértil. El primer término de la obra está ocupada por una gran estructura de ADN rodeado por una turba de mariposas de diversas especies. La mayoría de estas especies de lepidópteros son comunes en el Empordà, comarca en la que nació y vivió buena parte de su vida Dalí. Podemos reconocer entre ellas a la mariposa de los nabos (Pieris napi), la de los cardos (Vanessa cardui), o la mariposa pavo real (Aglais io).

La representación del ADN será a partir de entonces un leit-motiv repetido con frecuencia en la obra de Dalí. Aparece en multitud de pinturas, dibujos, grabados y litografías, como veremos en entradas sucesivas. Para Dalí, el ADN representa la molécula de la vida, de la transmisión biológica, y en cierto modo, de la inmortalidad.