viernes, 5 de octubre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (VI): Por qué llevaba la mano en el chaleco






Jacques-Louis David

Napoleón en su despacho, 
en el palacio de las Tullerías
(1812)

Óleo sobre lienzo. 204 x125 cm.  
Galería Nacional de Arte. Washington.




A mí se me ocurre -como dermatólogo práctico que soy- que tal vez Napoléon era atópico. La extremada importancia que concedía a la piel (de la que según sus médicos derivaba todos los otros síntomas); la influencia de los cambios climáticos; el importante papel desencadenante de la ansiedad y del estrés son otros tantos argumentos sobre los que fundamentar esta teoría. Y además, los baños calientes continuos (a veces, varias veces al día). Es bien conocido su efecto calmante en algunas dermatitis atópicas. Como complemento a esta hipótesis está también el antecedente de neurodermitis de la nuca que sufrió en Viena y que suele verse con frecuencia en atópicos. 

Jean-Baptiste Isabey:
Napoleón en la Malmaison
Y otro aspecto, de cierta importancia. Es conocida la costumbre que tenía Napoleón de reposar su mano sobre el estómago, introduciéndola entre los botones de su uniforme. Una postura que se ha convertido casi en definitoria de su personalidad. La mano metida en la pechera de su uniforme y su bicornio bastan casi para definir la imagen del personaje. 

Es posible que ese gesto sea simplemente esto, un gesto, una pose, sin mayor trascendencia. Pero también hay quien ha intentado interpretarlo, buscando una explicación, una causa que justificara la característica postura del general corso: 

1. Napoleón se llevaba la mano al epigastrio en un intento de calmar su gastralgia. Como veremos más adelante, padeció serios transtornos gástricos (colelitiasis, esofagitis, probable cáncer gástrico).

La típica postura de Napoleón
2. La postura, tan habitual y continuada, no podía corresponder a un transtorno puntual. Por una parte, Napoleón no padeció del estómago hasta los últimos años de su vida, y en cambio aparece en esta posición  en casi todos sus retratos, desde muy joven. La respuesta a esta cuestión la buscan algunos autores en otra causa: Napoleón presentaba a este nivel alguna lesión cutánea antigua. En los momentos de nerviosismo había desarrollado el tic de rascar esta zona, hasta seguramente producirse una liquenificación local, una neurodermitis. Como la que tuvo en la nuca durante su estancia en Viena. Normalmente los pacientes que tienen tendencia a producirse neurodermitis se producen más de una. Y el epigastrio es una zona agradecida: se llega fácilmente con la mano y puede rascarse con disimulo y discreción. Así nadie puede deducir que este rascados está motivado por una situación de tensión psíquica. 


Jean-Auguste Dominique Ingres:
Retrato de Napoleón como primer cónsul.
Musée du Grand Curtius. Lieja. 


Las neurodermitis consisten en un engrosamiento localizado de la piel, por rascado repetido. En muchas ocasiones aparecen en una zona donde ha habido una lesión previa, frecuentemente pruriginosa. El rascado repetido, que se suele realizar casi de forma automática, como un movimiento para liberar el estrés o la tensión nerviosa, provoca el aumento de grosor de la piel e incremento notable del prurito. La creciente sensación de picor hace que difícilmente se interrumpa el rascado, entrando en un círculo vicioso sin fin. La posible neurodermitis de Napoleón es una hipótesis que personalmente encuentro bastante plausible.   

Paul Delaroche (1797-1859): Napoleón atravesando los Alpes (1850)
Walker Art Gallery, Liverpool.

Sin embargo esta teoría no deja de ser una hipótesis. Muchos sostienen que llevar la mano en el pecho sería una postura especialmente frecuente en la época y que podía ser simplemente una norma de educación. En el libro "Las reglas del decoro y de la urbanidad cristiana, para uso de las escuelas cristianas para niños" de San Juan Bautista de la Salle  (Ruán, 1797) encontramos el siguiente párrafo: 


Capítulo XI. De la espalda, de los hombros y del codo

(...) Es un defecto cruzar los brazos sobre el pecho, entrelazarlos detrás de la espalda, dejarlos pender con indolencia, balancearlos al caminar, so pretexto de alivio; el uso quiere que si uno se pasea sin un bastón en la mano, el brazo que está sin apoyo esté posado ligeramente junto al cuerpo, y que reciba un movimiento casi imperceptible, sin por ello dejarlo caer de lado; si no se tiene bastón, ni manguito (5), ni guantes, es bastante común posar el brazo derecho sobre el pecho o sobre el estómago, poniendo la mano en la abertura de la chaqueta, en ese lugar, y dejar caer la izquierda doblando el codo, para facilitar la posición de la mano, bajo el faldón de la chaqueta. En general, hay que mantener los brazos en una situación que sea honesta y decente.





jueves, 4 de octubre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (V): El Emperador






Jean-Dominique Ingres

Napoleón, 
en su trono imperial
(1806)

Óleo sobre lienzo. 260 x163 cm.  
Museo del Ejército. París.


En entradas anteriores consideramos las enfermedades que sufrió Napoleón Bonaparte (1769-1821) tanto en su juventud como durante las campañas militares y el Consulado. Hoy comentaremos su patología en uno de los períodos más importantes de su biografía: El Imperio. 

1804-1807. Napoleón se ha proclamado emperador. Tiene un buen aspecto físico. No encontramos nada en su correspondencia que trasluzca la más mínima molestia. Parece gozar de buena salud y su estado general es satisfactorio. Está en pleno apogeo físico y cada día realiza ejercicio físico. También suele efectuar varios baños de agua caliente, que le tranquilizan y relajan, especialmente cuando está nervioso (Boigey, 1930).  
Sin embargo, el 10 de setiembre de 1804, su doméstico Constant escribe en sus memorias: 
«L'Empereur dans la nuit précédente… avait eu un fort choc nerveux ou une crise épileptique, mal par lequel il était possédé.» (El Emperador, anoche... tuvo una fuerte crisis nerviosa o una crisis epiléptica, mal del que sufre)                             (Traducción XS)
En 1805, refiriéndose a la epilepsia de Napoleón, Talleyrand afirmaba: 
« Il gémissait et il bavait, il avait des espèces de convulsions qui cessèrent au bout d'un quart d'heure… » (Gemía y babeaba, tenía una especie de convulsiones que cesaban al cabo de un cuarto de hora)
(Trad. XS)
Una biografía de Bonaparte, escrita en 1838, señalaba:  
« Dès sa jeunesse, il avait des crises épileptiques. C'est ainsi que durant sa scolarité à Paris, il eut comme punition de manger agenouillé, mais une si forte crise le traversa qu'il fut mis fin à sa punition. » 
(Tenía crisis epilépticas desde su juventud. Tanto es así, que en su época escolar en París, lo castigaron a comer arrodillado, pero tuvo una crisis tan fuerte que pusieron fin al castigo) 
(Trad: X.S.)

Hay que señalar que tal vez Napoleón era epiléptico, pero que en caso de haber presentado crisis comiciales, eran tan raras y tan espaciadas en el tiempo que no impedían ni alteraban su normal actividad. Asimismo, debemos destacar que ninguno de los médicos que trataron al emperador nunca mencionaron las supuestas crisis epilépticas, ni ningún otro tipo de afecciones convulsivas, ni siquiera síntomas indirectos que permitan suponer este tipo de enfermedad.  (Deutsches Epilepsiemuseum, 2002). 

1808.  A finales de este año, el emperador presenta crisis gástricas intensas y repetidas. Al parecer, es la primera vez que se presentan y nunca las había tenido antes. También comienza a engordar. El médico Corvirsart está convencido de que Napoleón come demasiado deprisa. 

1809. Durante una estancia en Viena, en el castillo de Schönbrunn, presenta una erupción en la nuca, que cree que es una enfermedad grave. Alarmado, Napoleón acude a consultar a Jean-Pierre Franck, el antiguo médico del emperador Joseph II. El doctor le diagnostica "un vicio dartroso" que probablemente equivaldría al diagnóstico actual de neurodermitis, una forma de eccema provocada por rascado repetido. Franck tranquiliza a todos y le recomienda un simple vesicatorio que cura a Bonaparte en cuatro días, sin recidivas posteriores. (Las Cases, 1999; Ganière, 1951). Es interesante recordar  este episodio porque permite comprender mejor otras patologías de Napoleón.

1812. El 5 de septiembre de 1812 el doctor Mestivier fue llamado para asistir al emperador. Bonaparte tenía un gran edema de piernas y casi no podía orinar.  Al dia siguiente, según consignó el mismo doctor en su boletín de salud, su ilustre paciente tenía  


«...une toux continuelle et sèche, une respiration difficile et entrecoupée. L'urine ne sortant que goutte à goutte est bourbeuse et sédimenteuse. Le bas des jambes et les pieds extrêmement oedématiés. Le pouls serré, fébrile et irrégulier ».  
(...tos continua y seca, respiración difícil y entrecortada. La orina solamente salía gota a gota, fangosa y llena de sedimentos. La parte baja de las piernas y los pies estaban extremadamente edematosos. El pulso apretado, febril e irregular) 
(Trad. XS.)  

Con este cuadro clínico, el pronóstico del paciente era bastante preocupante. El comentario del cirujano Yvan por su parte, daba algunos detalles más sobre la situación: 

«L'Empereur était très accessible à l'influence atmosphérique. Il fallait chez lui pour que l'équilibre se conserve que la peau remplit toujours ses fonctions. Dès que son tissu était serré, par une cause morale ou atmosphérique, l'appareil d'irritation se manifestait avec une influence plus ou moins grave et de la toux, et l'ischurie se prononçait avec violence. Tous ces accidents cédaient au rétablissement des fonctions de la peau. Dans la journée du 5 au 6, il fut tourmenté par le vent de l'équinoxe, les brouillards, la pluie et le bivouac. Les accidents furent assez graves pour être obligé de les calmer à la faveur d'une potion qu'on alla chercher dans la nuit à une lieue du champ de bataille. Le trouble fut assez grand pour donner lieu à de la fièvre, et ce ne fut qu'après quelques jours de repos soit à Mojaïsk, soit à Moscou que la toux et l'ischurie cessèrent ». 
(El Emperador era muy sensible a la influencia atmosférica. Necesitaba estar en casa para que conservar el equilibrio y que la piel cargara suficiente energía. Cuando los tejidos cutáneos se veían atacados por una causa moral o atmosférica, la irritación se manifestaba de forma más o menos grave y con tos y se producía una violenta isquiuria. Todo estos síntomas desaparecían al restablecer las funciones de la piel. En la noche del 5 al 6 (de septiembre) le atormentó el viento del equinoccio, las brumas, la lluvia y la intemperie. Los accidentes fueron lo suficientemente graves  como para tener que calmarlos con una poción que tuvimos que ir a buscar en plena noche a una legua del campo de batalla. El transtorno fue lo suficientemente intenso para causarle fiebre, y no fue  tras algunos días de descanto en Mojaïsk y en Moscú, que desapareció la tos y la isquiuria" 
(Trad. X.S.) 


Por el tono empleado por Yvan, que resta importancia al episodio, parece deducirse que estos brotes se presentaban con cierta regularidad. En una segunda carta, Yvan confirma a Ségur, que le solicita más explicaciones:  
« La constitution de l'Empereur était éminemment nerveuse. Il était soumis aux influences morales et le spasme se partageait ordinairement entre l'estomac et la vessie. Il éprouvait, lorsque l'irritation se portait sur l'estomac, des toux nerveuses qui épuisaient ses forces morales et physiques au point que l'intelligence n'était plus la même chez lui. La vessie partageait ordinairement ce spasme, et alors il se trouvait sous l'influence d'une position fâcheuse et dégradante. Le déplacement à cheval augmentait les souffrances. Il éprouvait l'ensemble de cet accident au moment de la bataille de Mojaïsk au point qu'on fut obligé dans la nuit du 6 au 7 d'envoyer faire préparer une potion par son pharmacien qui était avec les gros bagages à une lieue de distance» 
(La constitución del Emperador es eminentemente nerviosa. Está sometido a influencias morales y el espasmo se reparte generalmente entre el estómago y la vejiga. Cuando la irritación afecta al estómago, se desencadena una tos nerviosa que agota sus fuerzas morales y hasta el punto que su inteligencia ya no es la misma. La mayoría de las veces este espasmo es compartido también por la vejiga, y entonces se encuentra en una situación molesta y degradante. Además, montar a caballo aumenta su sufrimiento. Le sobrevino el conjunto de esta situación en el momento de la batalla de Mojaïsk, hasta el punto que durante la noche del 6 al 7 tuvo que hacer preparar una poción a su farmacéutico, que se encontraba con los equipajes a una legua de distancia) 
(Trad. X.S.) 


En la vigilia de la batalla del río Moskowa, Napoleón presentó también una importante afonía que impedía que el Emperador pudiese hablar o dictar su correspondencia. De hecho, todos los testigos de la batalla de Borodino destacan la angustia y febril nerviosismo del Emperador, al no poder arengar a sus soldados para contagiarles su entusiasmo militar, y tener que limitarse a enviar a su ejército al asalto contra las tropas rusas (Boigey, 1930).

Por cierto que el formidable ejército de la campaña de Rusia, La Grande Armée fue diezmado por el frío y los piojos transmisores de enfermedades: de 691.500 soldados regresaron con vida 22.000. 


1813. A finales de año, Napoleón estaba en Dresde, donde preparaba la batalla de Leipzig, Napoleón sufrió cólicos hepáticos durante bastantes días. Ya en plena batalla de Leipzig, presenta nuevamente dolores gástricos y hepáticos extremadamente violentos, casi en el límite de lo que humanamente se puede soportar. Su salud no mejora durante la campaña de Francia.

1815. Durante los meses de marzo a mayo, Bonaparte está obligado a estar permanentemente sentado en su despacho para reorganizar su ejército y su gobierno, lo que le provoca empeoramiento de sus hemorroides. El emperador está sometido sometido a un intenso estrés y a un trabajo extenuante. Esto le provoca continuas crisis gástricas.

El 16-17 de junio de este año, en vísperas de la batalla de Waterloo, le asalta una intensa gastralgia como las que había sufrido en Leipzig en 1813. También presenta insomnio: no duerme nada en toda la noche. (Boigey, 1930). 

La mañana del 18 de junio, el día de la batalla de Waterloo, se hace tratar por una hemorragia hemorroidal, accidente frecuente en los jinetes. Este incidente lo hace llegar con retraso al campo de batalla. Aunque probablemente la derrota no se produjo por esta causa, y seguramente en otras circunstancias se hubiese producido un resultado parecido, lo cierto es que el incidente de la hemorragia hemorroidal de Napoleón Bonaparte no permitió la habitual arenga a las tropas y no ayudó en nada al ejército francés. (Masson, 2010).



Bibliografía

miércoles, 3 de octubre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (IV): Heridas y accidentes (después de 1804)




Jacques-Louis David

Retrato inacabado del 
general Bonaparte
(1798)

Óleo sobre lienzo.  81x65 cm
Museo del Louvre. París.



En una entrada anterior comentábamos las heridas que sufrió Napoleón antes de proclamarse Emperador. Comentaremos ahora algunas de las más destacadas a partir de 1804.


23 de abril de 1809

En el sitio de Ratisbona, Napoleón es herido en el campo de batalla por segunda vez. Constant nos ha dejado una completa descripción de este episodio: 


Gautherot: Napoleón herido en Ratisbona. 
« Le coup avait été frappé si fort que l'Empereur était assis ; il venait de recevoir la balle qui l'avait frappé au talon. (…) Un aide de camp vint me chercher, et lorsque j'arrivai, je trouvai M. Yvan occupé à couper la botte de Sa Majesté, dont je l'aidai à panser la blessure. Quoique la douleur fût encore très vive, l'Empereur ne voulut même pas donner le temps qu'on lui remit sa botte, et pour donner le change à l'ennemi, et rassurer l'armée sur son état, il monta à cheval, partit au galop avec tout son état-major » 
(El disparo le había impactado tan fuerte que el Emperador había quedado sentado (en el suelo); acababa de recibir el proyectil que le había herido el talón (...) Un ayudante de campo me vino a buscar, y cuando llegué, encontré a M. Yvan que estaba cortando la bota de Su Majestad, y le ayudé a vendar la herida. A pesar de que el dolor era todavía muy agudo, el Emperador ni siquiera nos dio tiempo a que le volviésemos a poner la bota, y para responder al enemigo, y tranquilizar a la tropa sobre su estado, montó a caballo y partió al galope con todo su Estado Mayor)
(Constant, 2000. Trad: XS). 

Proyectil que hirió a Napoleón en Ratisbona.
Musée de l'Armée. París. 
En sus memorias Constant vuelve a relatar este episodio y dice que él llegó cuando Yvan ya estaba vendando la herida, lo que es mucho más verosímil. Aubry (1977) atribuye a una bala de mosquete el disparo que le hirió en el talón derecho, afectando al nervio y produciendo un gran edema por lo que la bota no pudo sacarse hasta al cabo de tres días. De todos modos, coincide en el hecho de que fue el cirujano Yvan quien le vendó el pie. En su memorial, Las Cases refiere también que "una bala le habría herido el talón". La presunto proyectil está expuesto en el Museo del Ejército de París.  

Aunque para muchos autores la herida no pasaría de ser una contusa submaleolar, en el informe post-mortem de Antomarchi se destaca que había "una cicatriz en el maleolo externo (izquierdo)"

Septiembre de 1808

Mientras jugaba con Josefina y otros acompañantes, Napoleón sufrió una caída mientras corría (Constant, 2000) 

El emperador no destacaba en equitación. Todos los caballos que montaba tenían que ser comprobados antes por jinetes más expertos. Hay que reseñar varias caídas de Bonaparte montando a caballo, a consecuencia de las cuales tuvo que guardar reposo durante un cierto tiempo: 

  • Toulon
  • Campaña de Italia
  • San Juan de Acre
  • Boulogne
  • Arcis-sur-Aube
También hay que señalar que en Marengo estuvo a punto de ahogarse en el lodo de las zonas pantanosas. 


6 de julio de 1809

En Wagram o en Esling una bala le produjo una rozadura de cierta importancia. El proyectil "le destrozó la bota, el bajo del pantalón y le levanta la piel de la pierna" (Las Cases, 1999).


15 de septiembre de 1812 

Durante el incendio de Moscú se le prendió fuego al cabello y se chamuscó parte de la cabeza. (Constant, 2000) 



Bibliografía

Antommarchi F., Mémoires du Docteur F. Antommarchi ou les derniers momens [sic] de Napoléon, Librairie Barrois L'Aîné, Paris, 1825.

Aubry O, La vie privée de Napoléon, Bibliothèque napoléonienne, Tallandier (éd.), Paris, 1977.


Constant, Mémoires intimes de Napoléon Ier, Mercure de France (éd.), Paris, 2000.


De Las Cases Emmanuel, Mémorial de Sainte-Hélène, Le Grand Livre du Mois (éd.), Tome IV, Paris, 1999, (réédition de la première version de 1823).

Riaud X. Les blessures de Napoléon. 
https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/articles/les-blessures-de-napoleon/




Serie de las enfermedades de Napoleón: 

I: Juventud 


II. Heridas (antes de 1804)

III: Las campañas de Italia y Egipto y el consulado


IV: Heridas y accidentes (después de 1804) 

V: El Emperador 

VI: ¿Por qué llevaba la mano en el chaleco?

VII: Colelitiasis, colitis y otras enfermedades

VIII: Cáncer gástrico

IX: ¿murió por un cáncer gástrico? 

X: La teoría del envenenamiento

martes, 2 de octubre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (III): las campañas de Italia y Egipto y el consulado.





Andrea Appiani

Bonaparte, primer cónsul, 
con el uniforme de general 
del ejército de Italia
(1801)

Óleo sobre lienzo  
Museum of Fine Arts. Montreal



En entradas anteriores consideramos los diversos procesos patológicos que aquejó Napoleón Bonaparte (1769-1821) y algunas de las heridas y traumatismos que sufrió en su juventud. En esta entrada continuamos comentando las enfermedades que padeció en otro tramo de su vida: los años de las campañas militares en Italia y Egipto, y el período del consulado.  


1796. 

En el momento de tomar el mando del ejército para partir a la campaña de Italia, Bonaparte presenta una salud muy precaria. Está muy delgado, casi caquéctico, tiene muy mal aspecto y tose continuamente. 


Antoine-Jean Gros: Bonaparte, primer cónsul.
Musée de la Legion d'Honneur, París.  

1797. 

Bonaparte regresa de Italia en septiembre. Nuevamente alega mala salud y la necesidad que tiene de reposo, por lo que presenta su dimisión al Directorio. No sabemos más de este confuso episodio, que bien podría haber sido un mero pretexto para dimitir. Poco después parece ser que ya se encuentra mejor, ya que acepta el mando del ejército en Egipto. 

Sin embargo, algunas descripciones de esta época señalan que estaba muy delgado; con piel pálida, casi amarillenta;  con los ojos hundidos en las órbitas y frecuentes episodios febriles. ¿Tal vez restos del paludismo del que se había contagiado algunos años antes?. Acudió a consultar al ilustre médico Jean Nicolas Corvirsart (1755-1821) que lo auscultó y le diagnosticó una infección pulmonar

Cuando volvió de la campaña de Egipto, ya como Primer Cónsul, seguía con aspecto enfermizo. También estaba muy delgado, lo que corroboraban todos los que le rodeaban. 


1803.

Durante una estancia en Bruselas, Napoleón se encuentra mal. La sintomatología que presenta nos sugiere que probablemente sufrió una enfermedad pulmonar. Está muy enfermo, y escupe sangre. 

En otra entrada comentaremos las enfermedades que aquejaron a Napoleón durante el tiempo que fue Emperador de los franceses y posteriormente, tras ser obligado a abdicar, en su exilio de la isla de Santa Elena. 


Serie de las enfermedades de Napoleón: 


I: Juventud 


II. Heridas (antes de 1804)

III: Las campañas de Italia y Egipto y el consulado


IV: Heridas y accidentes (después de 1804) 

V: El Emperador 

VI: ¿Por qué llevaba la mano en el chaleco?

VII: Colelitiasis, colitis y otras enfermedades

VIII: Cáncer gástrico

IX: ¿murió por un cáncer gástrico?

X: La teoría del envenenamiento