viernes, 12 de febrero de 2021

Usar los guantes correctamente






Sacyl

No con guantes

(2021)

Papel impreso. 
Cartel de propaganda sanitaria
 Junta de Castilla y León



La actual pandemia de Covid-19 ha hecho imprescindible el uso de mascarillas y guantes entre el personal sanitario. Sin embargo hay que recordar que los guantes deben usarse correctamente. De no hacerlo así, pueden transmitir una falsa sensación de seguridad y de su supuesto papel protector pueden favorecer la transmisión de microorganismos. En otra entrada del blog ya nos referimos al correcto uso de los guantes. 

Esto es justamente lo que intentan transmitir los carteles que ha publicado Sacyl (Junta de Castilla y León) para prevenir los comportamientos inadecuados. Hace poco mi amigo y compañero de estudios el Dr. Fernando Barcenilla me hizo llegar estas imágenes vía Twitter. 

Una campaña muy conveniente. Porque no siempre los guantes se usan bien. Muchas veces hemos visto personal sanitario que con los guantes puestos tocan todo lo que está a su alcance. Es frecuente la tentación de contestar el teléfono sin quitarse los guantes, que quedan así inmediatamente contaminados. O de teclear en el ordenador. Recordemos que teléfono y ordenador son objetos en los que proliferan las bacterias. 



Al usar guantes para atender un paciente, se debe recordar lo que el Dr. Barcenilla resume en el adagio "un enfermo, un guante", es decir que los guantes deben desecharse tras atender un caso y cambiarse al salir del entorno de un paciente. 

Tampoco es adecuado, como muchos hacen, aplicar gel hidroalcohólico sobre los guantes, ya que podrían dañarlos. Los guantes son desechables y deben ser desechados o recambiado tras cada uso. 





Atención pues a como se usan los guantes. Y también a como se ponen y de que manera deben sacarse, para garantizar que efectivamente nos sirvan de protección. Siempre se deben colocar tras un cuidadoso lavado de manos y solamente debemos tocar la parte externa.  

miércoles, 10 de febrero de 2021

El artista enfermo






John Bellany  

Autorretrato en el hospital 


Carboncillo y tinta china sobre papel 
  




Hace pocos días una lectora habitual del blog y compañera de profesión, la Dra. Francisca Martínez, me hizo llegar vía Twitter unas imágenes interesantes, lo que le agradezco mucho. Se trata de algunos autorretratos del pintor escocés John Bellany que reflejan su aspecto durante la enfermedad que acabó con su vida. 

John Bellany (1942-2013) nació en una familia de pescadores en Port Seton, un pueblo cercano a Edimburgo. Tras estudiar en el Edinburgh College of Art y en el Royal College of Art de Londres, viajó por diversos países de Europa, especialmente por Italia, que cambió drásticamente su estilo, adquiriendo una paleta de colores vivos y brillantes. 


John Bellany: Mi padre 

Fiel a la tradición pesquera de su familia, su obra se inspira en las comunidades costeras donde transcurrió su infancia. Muchas de las pinturas de Bellany reflejan la vida de los pescadores: puertos, barcos y retratos de pescadores. 

Scottish Mother and Child | Art UK

John Bellany: Madre e hijo escoceses


The John Bellany Odyssey - paintings from Italy, China and the Tsunami

John Bellany: Premonición. 



Bellany ya era un artista consagrado a principios de los años 80, cuando su vida dio un giro inesperado. En 1984 le diagnosticaron una cirrosis hepática consecuencia de su alcoholismo. Pocos años después, en 1988, la enfermedad estaba ya muy avanzada y se tuvo que someter a un transplante hepático. La intervención fue realizada por Sir Roy Calne  en el hospital de Addenbrooke en Cambridge. La intervención fue un éxito y Bellany comenzó a pintar pocas horas después de la operación. Primero realizó un retrato de la enfermera que lo cuidaba y luego continuó con una serie de autorretratos en los que muestra su aspecto en el postoperatorio. El conjunto de estas imágenes de hospital, tan descriptivas, se conoce como la Serie de Addenbrooke. 



John Bellany: Autorretrato con máscara de oxígeno (1988).
Colección particular. 


Los autorretratos de Bellany son sobrecogedores. Además de plasmar la patología, con la piel ictérica, el aspecto de afectación grave, el entorno de hospital, los aparatos, las obras transmiten la propia vivencia, la propia percepción de enfermedad, de sufrimiento en primera persona. 

Las obras de Bellany pues, constituyen un documento inestimable de un paciente operado que deja plasmadas su sensaciones, su zozobra, su sufrimiento. Y los diversos estadios de su evolución tras la intervención. 



John Bellany: Autorretrato con sonda 

 

John Bellany: Autorretrato con cicatriz



John Bellany. Bonjour Professor Calne


martes, 9 de febrero de 2021

Santa Apolonia, patrona de los dentistas

 





Francisco de Zurbarán

Santa Apolonia
(ca. 1636)

Óleo sobre lienzo 116 x 66 cm
Procedente del convento de la Merced 
Descalza del Señor San José de Sevilla.  

Museo del Louvre. París.  



Francisco de  Zurbarán (1598-1664) fue un pintor barroco, célebre por sus pinturas de santos y santas, encargadas en general por diversas órdenes religiosas de Sevilla. En esta pintura, encargada por el convento de mercedarios descalzos de Sevilla, se representa a Santa Apolonia, representada como una joven, en probable referencia a la eterna juventud y lozanía de los mártires en el Paraíso. Va vestida a la moda barroca, con prendas de seda de hermosos colores, suaves y sorprendentemente armónicos, aunque en atrevida combinación cromática. Los atributos que la identifican son varios: la corona de flores frescas como virgen, la hoja de palma como mártir y las tenazas que sostienen el diente, alusión a su martirio. 

El 9 de febrero, la Iglesia Católica celebra el día de Santa Apolonia de Alejandría, que está considerada por los dentistas como patrona de su especialidad. 

El motivo de este patronazgo lo encontramos en la vida y martirio de esta santa, según la tradición.  Apolonia vivió en la ciudad mediterránea de Alejandría, en Egipto, en la primera mitad del s. III, cuando esta ciudad, como todo el norte de África formaba parte del Imperio Romano. El nombre de Apolonia etimológicamente procede del dios Apolo, divinidad pagana de la mitología romana. Curiosamente, Apolo era el padre de Asclepio o Esculapio el dios de la Medicina en el mundo clásico. Un caso similar a otros nombres, como Apolinar. 



Ercole di Roberti: Santa Apolonia (1475)


Como la mayoría de los primeros mártires cristianos, la biografía de Apolonia, tiene más de leyenda que de historia. Sea como fuere, nos ceñiremos a lo que acepta la tradición. Bajo la época del emperador romano Filipo el árabe, hubo una algarada contra los cristianos, que eran vistos con malos ojos por los romanos por negarse a rendir culto al emperador.

Aunque los romanos eran bastante tolerantes en cuestiones religiosas, el culto al emperador era una manera de mantener la unidad política del imperio. Algo sencillo para un politeísta, pero imposible para un monoteísta (como judíos y cristianos que solamente aceptaban la existencia de su dios, y se negaban a adorar al emperador). Si a esto añadimos el pacifismo de algunas corrientes ideológicas del cristianismo, que estaban bastante extendidas por el norte de África y que se oponían a servir al Imperio con las armas, entenderemos mejor la animadversión popular contra los cristianos, que eran vistos como traidores al emperador. 

En este contexto debemos entender el motín contra los cristianos en Alejandría. Según el cronista Dionisio, se saquearon numerosas viviendas de cristianos y fueron ejecutados algunos de ellos al negarse a adorar el emperador. Torturas, lapidaciones y asesinatos. 


Guido Reni: Martirio de Santa Apolonia. Colección particular


Guido Reni: Martirio de Santa Apolonia. Museo del Prado

Dionisio nos refiere el caso de Apolonia, una diaconisa cristiana que predicaba y catequizaba: 

«En este tiempo Apolonia era considerada importante. Estos hombres la agarraron también y con repetidos golpes rompieron todos sus dientes. Entonces amontonaron palos y encendieron una hoguera afuera de las puertas de la ciudad, amenazando con quemarla viva si ella se negaba a repetir, después de ellos, palabras impías, como blasfemias contra Cristo o invocación a dioses paganos. Por su petición propia, fue entonces ligeramente liberada, saltando rápidamente en el fuego, quemándose hasta la muerte».
Esta forma de morir es la causa de que santa Apolonia no sea venerada en las iglesias orientales, a pesar de haber vivido y muerto en Alejandría, ya que se consideraba que al precipitarse a las llamas en cierto modo podía considerarse un suicidio. Su admisión en las iglesias occidentales se debe a la interpretación que San Agustín hizo de ese acto final. El santo obispo de Hipona explicó que el acto de Apolonia para acelerar su final fue inspirada por el Espíritu Santo para evitar el pecado de apostasía, con lo que dejaba zanjada la cuestión de su posible suicidio.

Otras versiones sostienen que Apolonia, se mantuvo viva entre las llamas, y que sus torturadores tuvieron que recurrir a un enorme alfanje para cortarle la cabeza. Así según esta versión, murió finalmente degollada.  


Relicario con un presunto diente de Santa Apolonia. 
Catedral de Oporto (Portugal)

Ante esta discrepancia sobre los momentos finales de su vida, el principal atributo de la santa se basó en su tormento previo: los dientes arrancados. Per eso era invocada por todos aquellos que sufrían dolores odontológicos y más tarde fue venerada por los propios dentistas. 

La comunidad cristiana quiso recordar la figura de la mártir virgen y recogieron las piezas dentales para repartirlas entre los creyentes. El resultado es que se han contabilizado más de 500 dientes repartidos entre diferentes iglesias de medio mundo. Con todas las reservas que el caso exige, parece ser que la relación de reliquias dentales de la santa lleva a ermitas, templos, capillas y catedrales. Un listado provisional de estos lugares en donde hay reliquias dentales de la santa incluye: Plasencia, Madrid, Oporto y Lisboa en la península ibérica (en la capital portuguesa su estación ferroviaria recibe también el nombre, de Santa Apolónia). También encontramos dientes de la santa en Brindisi, Roma y Nápoles (Italia), Kilstett y Toulouse (Francia) y Tournai (Bélgica). También hubo piezas dentarias atribuidas a la santa en Barcelona, en una iglesia que le estaba dedicada, pero que desapareció durante la guerra civil española y con ella se perdieron también los santos relicarios dentales. También se dice que la cabeza de Santa Apolonia se conserva como reliquia en el interior de un busto custodiado en la iglesia de Santa María de Trastevere de Roma.


Caspar de Crayer: Santa Apolonia. 
Iglesia de los agustinos. Bruselas. 

Aunque Dionisio se refiere a ella como una virgen de cierta edad (murió a los 49 años, lo que para la época era ya una edad relativamente avanzada), lo cierto es que siempre se la representa como una mujer joven. Como todas las imágenes de mártires lleva una palma en la mano, símbolo de su martirio, y en la otra suele sostener un diente con un instrumento odontológico. Esto es un detalle de gran interés ya que nos permite estudiar la evolución del instrumental odontológico a través del tiempo. 



Santa Apolonia.
Mosaico de baldosas valencianas (socarrats)


Con la introducción de la anestesia, los dolores dentales fueron menos intensos y aminorados por una clara acción farmacológica, con lo que la devoción y las invocaciones a la santa por parte de los aquejados por el dolor de muelas fueron menos frecuentes, y el culto de la santa decayó. Sin embargo sigue estando vivo su patronazgo entre los odontólogos y también encontramos referencias a esta santa en el callejero de algunas ciudades en donde encontramos algunas calles o plazas dedicadas a santa Apolonia. La estación de ferrocarril de Lisboa se llama de Santa Apolonia. Y en el Estado Español algunas poblaciones le han dedicado calles: Avilés (Asturias), Cariño (A Coruña), Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), Cáceres, Soria, Madrid e Higuera de Vargas (Badajoz). Y en estos dos últimos casos, aparece sorprendentemente, como Polonia, sin la A: Santa Polonia, sin duda una corrupción de su nombre original.