sábado, 28 de noviembre de 2015

La bailarina tatuada








Gustave Moreau

 Salomé bailando ante Herodes
(1876)

Óleo sobre lienzo. 92 x 60 cm
Musée Gustave Moreau. París. 




Gustave Moreau (1826-1898) fue un importante pintor y dibujante francés. Durante un viaje a Italia se acercó al arte de los llamados primitivos, especialmente a Mantegna, decantándose por un tipo de pintura que algunos asimilan con la de los prerrafaelitas. 

Su fase madura viene expresada por dos conceptos: 

  • la bella inercia 
  • la riqueza necesaria 


El artista intenta transportar estos dos conceptos a sus telas, que aparecen llenas de simbolismo, y con destellos de colores vivos que relucen como esmaltes. 

La obra de Moreau toma así un derrotero propio, apartándose de las corrientes realistas e impresionistas hegemónicas en aquel tiempo y convirtiéndose en un precursor del simbolismo, e incluso en determinados aspectos, del surrealismo. 


Detalle de los tatuajes sobre el cuerpo de Salomé
En el cuadro Salomé bailando ante Herodes, la protagonista aparece desnuda, con el cuerpo lleno de tatuajes, y cubierta solamente por un leve velo transparente. Moreau se vale de este recurso para concentrar la atención en el cuerpo de la doncella, ya que se crea un trampantojo, siendo difícil diferenciar plenamente algunos dibujos de lo que podría interpretarse como  encajes u otras ornamentaciones del velo. El resultado es una pintura que atrae la mirada, llena de erotismo, movimiento y colorido en un ambiente suntuario, aunque denso y oscuro, que tiene algo de catedralicio. Al fondo, el monarca Herodes, hierático en su trono, nos recuerda vagamente a una figura episcopal o papal. 

Por cierto, debemos recordar que los tatuajes estaban mal vistos por el judaísmo, ya que suponían una modificación del cuerpo hecho a imagen y semejanza del Creador. El cuerpo tatuado de la Salomé histórica (suponiendo que llevara tatuajes) en la corte de Herodes sería la expresión de una monarquía apartada de la religión oficial que intentaba congraciarse con las culturas cercanas de Oriente Medio, de influencia helenística. Una monarquía que por otra parte era un satélite político del Imperio romano, lo que provocaba iras en los judíos estrictos como los esenios o los zelotes, a los que probablemente estaba próximo el decapitado Juan Bautista.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Casanova: seducciones, aventuras y enfermedades venéreas





Atribuido a Francesco Narici


Presunto retrato de 
Giacomo Casanova
(1760)

Óleo sobre tela. 
Colección Giuseppe Bignami. Milán. 



Este cuadro barroco fue descubierto en Milán en 1952, y fue atribuído inicialmente a Anton Rafael Mengs (1728-1779), aunque recientemente se ha puesto en duda su autoría, y algunos críticos creen que podría ser una obra del pintor de Liguria Francesco Narici (1719-1783). 

Tampoco es del todo seguro que represente a Giacomo Casanova, el gentilhombre célebre por sus legendarios devaneos amorosos. De hecho, existen pocas representaciones fiables del famoso seductor. 

Giacomo Casanova (1725-1798) nació en Venecia en el seno de una familia modesta. Tuvo una vida polifacética: fue seminarista, ayudante del cardenal Acquaviva y de un senador veneciano, militar, financiero, violinista, viajero, aventurero, charlatán, espía y escritor. Jugador empedernido, estuvo encarcelado en diversas ocasiones, protagonizando sonadas fugas y teniendo que exiliarse repetidamente. Es conocido sobre todo por su comportamiento libertino y por haber dejado constancias de sus numerosas aventuras galantes en sus Memorias, publicadas después de su muerte (1826) y que constituyen un fidedigno testimonio de la sociedad ilustrada de finales del s. XVIII.  

Su amor por el juego, el desenfreno, el engaño y las conquistas amorosas fueron constantes en su vida. Su personalidad cínica, sin la menor sombra de escrúpulo moral, persiguió siempre el provecho personal y un hedonismo absoluto.  

Giacomo Casanova, a los 63 años (1788)
La agitada vida erótica de Casanova (que ha hecho de su nombre un sinónimo de mujeriego) fue la causa de que contrajera algunas enfermedades de transmisión sexual, como es fácil suponer. Al parecer sufrió cuatro episodios de blenorragia, cinco de chancro blando, un herpes genital y una sífilis tratada con mercurio que al parecer no dejó importantes secuelas. La última vez que sufrió gonorrea, los contagios en cadena ocasionaron una epidemia: más de cincuenta personas se infectaron, con gran júbilo del médico local, que hizo su agosto con tan dilatada e inesperada clientela. 

Sin embargo, las sucesivas infecciones de transmisión sexual no parece que preocuparan mucho a Casanova. No sólo eso, sino que estaba orgulloso de ellas, ya que declaraba: 

"el mal que llamamos francés no abrevia la vida, cuando uno sabe como curarse. Solamente deja algunas cicatrices, pero uno se consuela pensando que las ha conseguido con placer, como los militares que se complacen en contemplar las marcas de sus heridas de guerra, indicativas de su virtud y fuente de su gloria"

En los escritos de Casanova podemos encontrar múltiples referencias a las enfermedades de transmisión sexual.  Así, menciona a un polaco que presentaba estigmas de sífilis en todo su cuerpo y en el que su lengua malediciente era el único órgano que la enfermedad había respetado. O a un abate con la campanilla y el paladar corroídos por la sífilis. También comenta el caso de la célebre cortesana veneciana Ancilla, que siguió siendo la amante del embajador inglés en Venecia a pesar de padecer una laringitis sifilítica y tener la cara desfigurada por la enfermedad. 

También documenta las consecuencias de los peligrosos tratamientos con mercurio, que entonces se proponían para tratar la sífilis y que a veces resultaban casi peores que el propio mal. Así, los condes Vagensberg y Lamberg, murieron en el curso de un tratamiento mercurial en manos inexpertas. De este último decía: 

"murió por el error de sus médicos, que le trataron con mercurio cuando tenía una enfermedad con la que Venus no tenía nada que ver, y que sólo tuvo el efecto de desacreditarlo después de su muerte"

Casanova fue uno de los primeros usuarios de los preservativos, confeccionados en esta época con el intestino grueso de cordero. Probablemente los usaba con finalidad contraceptiva, más que profiláctica. Las "capotas inglesas" habían sido introducidas en Inglaterra a principios del s. XVIII. Aunque hay quien atribuyó su invención a un hipotético Dr. Condom, nada prueba la existencia de este personaje. El nombre  de condón por el que fueron conocidas deriva probablemente de la palabra latina condere, que significa proteger. En seguida fueron reprobadas por la Iglesia, debido a su uso como anticonceptivo. Por otra parte, tampoco causaron un gran entusiasmo entre sus potenciales usuarios, si consideramos lo que de ellos decía Mme de Staël

"son una coraza contra el placer y una tela de araña contra el peligro"





 Casanova (Fellini, 1976): 



martes, 24 de noviembre de 2015

Don Gregorio Marañón






Ignacio Zuloaga

Retrato del Dr. Gregorio Marañón 


Óleo sobre lienzo.




"El Humanismo se manifiesta en la comprensión, 
la generosidad y la tolerancia (...) que caracteriza
en todo tiempo a los hombres impulsores de la 
civilización"                      (Gregorio Marañón)



Lo recuerdo como si fuera hoy. Yo era un niño. En casa, mi padre escuchando la radio (entonces la televisión era casi inexistente). Los locutores leían biografías en tono grave.

- "Que ha pasado, papá?" , musité

- "Ha muerto un sabio", respondió mi padre, escuetamente. 

Reconozco que estas palabras me impresionaron. Tal vez por eso las recuerdo. Yo no sabía entonces quién era el Dr. Marañón, pero lo he sabido después, y he podido comprobar la exactitud y justicia de la lacónica respuesta de mi padre. 

Gregorio Marañón nació en Madrid en 1887 en una familia de alto nivel cultural. Su padre era un destacado abogado y político, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y diputado. Su madre murió cuando tenía solo tres años, por lo que Gregorio creció relacionándose con los amigos de su padre, como José Mª de Pereda, Marcelino Menéndez Pelayo y Benito Pérez Galdós.



En 1902 comenzó la carrera de Medicina en la Facultad de San Carlos. Entre sus maestros debemos destacar a Santiago Ramón y Cajal. En 1910, obtiene el Premio Extraordinario de Licenciatura y, gracias a  una beca del Ministerio de Instrucción Pública, se traslada a Frankfurt donde amplía sus estudios con Paul Ehrlich.



En 1918 Europa sufrió una gran epidemia de gripe, la llamada 'gripe española'. Marañón fue nombrado miembro de una comisión internacional dedicada a estudiar el origen y posible tratamiento de la mortal pandemia. De vuelta a España su fama creció tanto como investigador en campos, por entonces poco conocidos, como el sistema glandular o la enfermedad de la diabetes, como excelente diagnosticador en consulta y como organización de servicios médicos.


En Marañón coincidieron los rasgos que mejor identificaban el espíritu de la Generación del 14: preocupación por la ciencia como factor de modernidad, sentido humanista de la cultura y dedicación a la vida pública como servicio a la nación española desde ideales liberales y democráticos. Acaso se pueda decir que es en Marañón donde estos tres vértices que determinan el triángulo de la alta cultura española en el primer tercio del siglo XX, ciencia, artes y política, resulta más equilibrado, en comparación con otros compañeros de generación más inclinados hacia un aspecto (la política, en el caso de Azaña), u otros (la literatura pura en el caso de Juan Ramón Jiménez o Gómez de la Serna).



Dibujo en el que aparece el Dr. Marañon y otros intelectuales de la época: Ortega y Gasset, 
Valle-Inclán, Pío Baroja, Zuloaga...

Políticamente, combatió a la Dictadura de Primo de Rivera, por lo que fue condenado a un mes de cárcel. Se opuso al comunismo. En un primer momento apoyó a la II República española, aunque posteriormente se mostró alejó de sus planteamientos debido a su incapacidad de aglutinar a todos los españoles y a su progresiva inclinación hacia la extrema izquierda. Su actitud crítica con el Frente Popular puso en peligro su vida. Desde 1937 a 1942 vivió fuera de España, en un exilio voluntario. A su vuelta, el franquismo, aunque distante, respetó su figura. La España fascista estaba falta de intelectuales de cierta magnitud. Sin embargo, tras la primera revuelta estudiantil de 1956, Marañón denunció la situación política del país y reclamó el retorno de los exiliados, en los primeros manifiestos críticos contra el franquismo.  



Es importante destacar desde el principio la dimensión social y asistencial que Marañón quiso dar a su trabajo como médico, lo que le llevó, además de su prioritaria tarea de organizar servicios médicos, y del impulso que dió a la Endocrinología, a publicar obras de divulgación orientadas al gran público. Es aquí donde se encuentran por primera vez sus dos vocaciones, la científica y la humanista. Ejemplo de ello son sus trabajos publicados como Tres ensayos sobre la vida sexual, sobre los patrones sociales de conducta en ese delicado orden de las relaciones íntimas partiendo de sus descubrimientos científicos, no siempre bien valorados por una sociedad en donde la moral sexual de la Iglesia católica era preponderante.


Busto del Dr. Gregorio Marañón. Colegio de Médicos de Madrid. 



Marañón cultivó el ensayo histórico, al que él llamaba ensayo biológico, ya que daba a algunas biografías una visión médica. Analizó psicológicamente la timidez en Amiel, el resentimiento en Tiberio, el ansia de poder en el Conde Duque de Olivares, la intriga y la traición política en Antonio Pérez. Libros que, personalmente marcaron poderosamente mi juventud, e inocularon en mí el ansia de practicar una particular doble versión binocular, histórica y médica, como intentoponer en práctica por ejemplo, escribiendo el presente blog.

Muchas gracias, Dr. Marañón, por la ingente obra médica, histórica y ética. Y gracias, sobre todo, por indicarnos el irrenunciable camino del humanismo médico.  



Gregorio Marañón:  









lunes, 23 de noviembre de 2015

Escrófulas en la corte






Holbein el Joven


Retrato de Richard Southwell
(1536)

Temple sobre tabla de roble. 
Galleria degli Uffici. Florencia. 



Hans Holbein el Joven (1497-1543) fue uno de los mejores retratistas de su tiempo. Había nacido en Baviera, y muy joven se trasladó a Basilea y a Lucerna, pintando frescos y realizando dibujos para algunas vidrieras.  Más tarde recorrió Europa, trabajando también como ilustrador de libros para el editor Froben y entrando en contacto con el círculo de Erasmo de Rotterdam. 

Tras este periplo, se instaló definitivamente en Inglaterra, donde alcanzó gran fama por sus retatos, que destacaban por su gran nivel técnico y por captar muy bien las características psicológicas del personaje. 


Detalle del retrato de Richard Southwell. Obsérvese la lesión cicatricial submaxilar. 


En uno de estos retratos pintó a Sir Richard Southwell (1503-1564), un influyente personaje de la corte de Inglaterra, en la que llegó a ser consejero privado del rey (1547), aunque duró poco tiempo en el cargo.  Tanto en los dibujos preparatorios como en el retrato final pueden observarse en el cuello (zona submaxilar) unas cicatrices, que probablemente correspondan a una forma de tuberculosis cutáneo-ganglionar conocida como escrófulas o escrofuloderma. Actualmente es raro ver casos de este tipo, pero en el s. XVI debía ser bastante corriente. Incluso Shakespeare, en Macbeth, se refiere a esta patología, que también se conocía como "lamparones" (por el aspecto brillante de la piel tensa de las lesiones en actividad).

El cuadro fue probablemente realizado por Holbein poco después de que Southwell fuera sheriff de Norfolk y Suffolk y había regresado a Londres. Justamente el pintor de la corte era Hans Holbein, aunque el empleo le duró poco tiempo.  En el cuadro se adjunta una leyenda, en la que se especifica la edad del retratado (33 años) y algunos datos que nos permiten saber el año en el que se pintó. 10 de julio del 28 año de reinado de Enrique VIII (1536): 

X° IVLII ANNO H[ENRICI] VIII XXVIII° / ETATIS SUAE ANNO XXXIII 

A la muerte del rey Enrique VIII, Southwell, señor de Suffolk fue uno de los encargados de hacer cumplir su testamento.


En los dibujos preparatorios al retrato se observan idénticas lesiones.
En este se puede ver la leyenda Southwell Knight

domingo, 22 de noviembre de 2015

La descarga eléctrica del torpedo






Mosaico de los peces
(s. I d.C.)

Mosaico (opus vermicellata) 
Procede de la casa del Fauno de Pompeya
Museo Nazionale di Archeologia. Nápoles.  




El pez torpedo es un género de elasmobranquios de la familia Torpedinidae conocidos popularmente como rayas torpedo o tembladeras. Para defenderse de sus predadores pueden producir descargas eléctricas que a veces llegan a los 45 voltios. Aunque este tipo de peces comprende 22 especies, en el Mar Mediterráneo, se dan solamente dos: la tremielga o tembladera (Torpedo torpedo) que presenta cinco características manchas azules ribeteadas de amarillo en el dorso y Torpedo nobiliana, que puede alcanzar los 180 cm y es de color uniforme. 

Los romanos conocían bien estos peces y los representaron en algunos de sus mosaicos. Así lo podemos ver en el mosaico de los peces del Museo Archeologico Nazionale de Nápoles, donde aparece en la parte superior central, entre una  gamba y los retorcidos tentáculos de un pulpo. 


Uno de los mosaicos de peces que se exhiben en el Museo del Hospital de la Santa Cruz de Toledo. Arriba, a la izquierda (a las 11 aproximadamente) se representa un pez torpedo, con las cinco manchas características. 

Scribonius Largus, médico oficial del emperador Claudio, propuso en su libro Compositiones medicae que las descargas eléctricas de este pez fueran usadas con finalidad terapéutica: 

"El dolor de cabeza, incluso si es crónico e insoportable, puede ser eliminado y remediado para siempre colocando un torpedo negro vivo sobre el punto donde está el dolor, hasta que el dolor cese".

"Para cualquier tipo de gota, cuando el dolor comienza, se deberá colocar un torpedo negro vivo bajo los pies. El paciente deberá pararse en una playa húmeda bañada por el mar y permanecer de este modo hasta que todo el pie y la pierna hasta la rodilla estén adormecidos". 


Los peces torpedo eran
Pez torpedo representado en el 
"Mosaico de los peces"
Museu Arqueològic. Tarragona
también consumidos como alimentos en la Antigüedad. La primera referencia que encontramos de un pez torpedo se encuentra en los tratados de Hipócrates (Regimen), donde es comparado con otros alimentos animales y vegetales. En el texto hipocrático el pez es llamado por su nombre griego arcaico narkē, que hace referencia al efecto de adormecimiento o parálisis (y del que deriva las actuales voces narcosis y narcótico 

El poder adormecedor del torpedo era bien conocido por los antiguos griegos, como lo indica un pasaje del Menón, de Platón, en el cual, la bien conocida capacidad de Sócrates de "electrizar" a su audiencia es comparada con el torpedo marino.



Mosaico con escena de pesca (Museo del Bardo, Túnez) 


También se conocía el poder de transmitir la corriente eléctrica por los arpones o bastones metálicos (Teofrasto), e incluso a través de la red (Plotino). También se conocía la posibilidad de transmisión eléctrica por el agua:

"[…] aquellos que derraman agua sobre el pez muy pronto percibirán un adormecimiento sobre sus manos y el entorpecimiento de sus sensaciones, por medio del agua afectada por la cualidad del pez […]". (Plutarco, Moralia)


Los efectos cutáneos de contactar con una tembladera no son persistentes. Puede notarse, como decían los clásicos un calambre o incluso un cierto adormecimiento de la zona, pero no quedan lesiones visibles sobre la piel. Tampoco la sensación subjetiva es duradera. 
  

Tembladera (arriba, a la derecha) en un mosaico procedente de Pompeya. 



Fotografías submarinas de pez torpedo en las que puede apreciarse su facilidad para mimetizarse con el fondo arenoso: 

(Autoría de las fotos: Rubén Castrillo.
Facilitadas por gentileza de la dermatóloga
 y submarinista Rosa Taberner.
Palma de Mallorca)