jueves, 30 de abril de 2020

Obesidad y covid19










Lucian Freud

Benefits Supervisor Sleeping

(1995) 

Óleo sobre lienzo
Colección particular 



Lucian Freud fue un pintor encuadrado en la llamada Escuela de Londres. Contemporáneo de artistas como Michael Andrews, Francis Bacon —de quien fue amigo— y David Hockney, que tendían hacia el realismo figurativo. Freud fue uno de los pintores más influyentes en la segunda mitad del s. XX. Y también el más cotizado. Su pintura Benefits Supervisor Sleeping (1995) es una de las obras que ha alcanzado un precio más alto en una subasta pública: 33'6 millones de dólares (Christie's). 

En este cuadro aparece una mujer gruesa que dormita acostada sobre un destartalado sofá de flores que contiene a duras penas la carne desbordante de su vientre y de sus pechos. Con su brazo izquierdo se agarra al respaldo del sofá aumentando la sensación de inestabilidad, que produce una cierta intranquilidad en el espectador al temer la inminente caída de la durmiente. 


Lucian Freud's JobCentre clerk muse Sue Tilley: 'It's horrible, I ...
Sue Tilley, ante uno de los cuadros de Lucian Freud para los que sirvió de modelo. 



La modelo de este cuadro fue Sue Tilley, una supervisora de subsidios sociales de Londres. Cuando Lucian Freud la pintó, Sue Tilley alternaba sus jornadas de trabajo con la diversión y la música que le ofrecían las noches de "Taboo" la famosa discoteca de Leicester Square. Posó como modelo para Freud durante más de cuatro años en la década de los noventa quedando inmortalizada en varios retratos. Para este cuadro, Sue posó durante nueve meses en agotadoras sesiones diarias, varias veces a la semana. Freud pintaba lentamente, rascando lo pintado y volviendo a repintar, añadiendo carne a la carne en una especie de proceso progresivo de trasplantes realizados a base de golpe de espátula.

Esta obra es un paradigma de la obesidad. Un problema muy frecuente en las sociedades occidentales, y en especial en los EEUU, en donde una gran parte de la población  es obesa, constituyendo un grave problema sanitario y social. 

La musa que inspiró las obras más eróticas de Freud - Arte - Arte
Lucian Freud: Sleeping by the Lion Carpet (1996)
Ahora, a los problemas patológicos que puede plantear la obesidad se añade una mayor vulnerabilidad de las personas con sobrepeso de menos de 50 años que se contagian con el virus SARS-CoV2. En un reciente artículo se estudiaron los datos de más de 4.000 pacientes tratados por el centro médico NYU Langone Health, de la Universidad de Nueva York. Los autores llegaron a la conclusión que la obesidad y la edad, eran los dos factores más determinantes sobre la probabilidad de requerir ingreso hospitalario por COVID19. En este estudio la prevalencia de obesidad en el grupo de pacientes hospitalizados fue de un 39,8 % mientras que en el grupo de los no hospitalizados fue del 14,5 %. Datos que concuerdan con los del Centro Hospitalario Universitario de Lille (Francia) donde han observado que la obesidad entre los pacientes ingresados en la UCI por COVID19, alcanza el 47,6%. Y en otros estudios, los enfermos de COVID19 de menos de 50 años y obesos en las UCIs pueden llegar a un 75%. Y los de un IMC superior 

La auténtica razón de este fenómeno no se ha esclarecido plenamente, aunque se han apuntado diversas hipótesis desde la dificultad intrínseca de respirar por dificultad de movilizar bien el diafragma y los pulmones, a la mayor incidencia de enfermedades como la diabetes o la hipertensión. 

Jenny Saville – Concha Mayordomo
Jenny Saville: Branded (1990)
Otra hipótesis que gana terreno entre los investigadores es el fallo del sistema inmunitario en los obesos, lo que los haría más vulnerables a la acción del SARS-CoV2. El tejido adiposo, excesivo en el paciente con obesidad, expresa la proteína ACE2, que es la que el SARS-CoV2 usa para entrar en las células.  

Se ha podido constatar que cuando los adipocitos acumulan mucha grasa, atraen a las células del sistema inmunitario como los macrófagos proinflamatorios y linfocitos. Si bien la inflamación es una reacción útil al organismo, que nos permite defendernos ante una agresión, esta inflamación continuada de las personas obesas crea un estado de alerta constante en el organismo, una especie de sobreinflamación permanente. Se entraría entonces en un círculo vicioso: los pacientes con capacidad respiratoria ya débil, se destruirían con sus propios linfocitos.

Por otra parte, otras células inmunitarias como células dendríticas y linfocitos "helper" que normalmente luchan contra los agentes patógenos, ven su actividad fuertemente reducida en casos de obesidad mórbida. Así tendríamos un doble mecanismo que explicaría que algunos obesos presentasen con frecuencia complicaciones graves:  un nivel de hiperinflamación ya aumentado previamente y y un debilitamiento de la capacidad de respuesta frente a los virus por otra parte. 

Recordemos por fin, que la diabetes, frecuentemente asociada con la obesidad es también un signo de mal pronóstico en los casos de COVID19.


Amor Arte Info: Fernando Botero: una gran exposicion por sus 80 años
Fernando Botero: Mujer Sentada (1997) Óleo sobre lienzo, 134 x 92 cm






miércoles, 29 de abril de 2020

La sarta de coral de Giovanna Tornabuoni.

Domenico Ghirlandaio - “Giovanna Tornabuoni” (1488, óleo sobre tabla, 77 x 49 cm, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)
Según las fuentes, Domenico Ghirlandaio fue uno de los retratistas más famosos de su época. Por desgracia, apenas se conservan...





Domenico Ghirlandaio

Retrato de Giovanna Tornabuoni 
(1489-1490)


Tempera sobre tabla. 77 x 49 cm 
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. 
Madrid. 





Esta excepcional obra de Domenico Ghirlandaio es uno de los mejores  ejemplos de la calidad que alcanzó el retrato en el Quattrocento florentino. Para algunos, es una de las obras más representativas del Renacimiento. En esta época los pintores, siguiendo los modelos de la Antigüedad Clásica, creaban cuerpos con proporciones idealizadas que intentaban reflejar los rasgos personales del individuo. 

La identificación de la mujer que aparece en la pintura del Museo Thyssen pudo  ser desvelada gracias a una medalla, en la que aparece su efigie y su nombre. Fue realizada por el grabador Niccolò Fiorentino, y en la actualidad forma parte de la colección de la National Gallery de Arte de Washington.



Niccolò Florentino. Medalla con inscripción que
permitió identificar a la dama del retrato de Ghirlandaio
(Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid) 



Al morir Giovanna, dos años después de su boda, su apenado esposo encargó a Ghirlandaio, que era el pintor más famoso del momento, un retrato de su esposa fallecida. 


El cuadro del Museo Thyssen es, pues, un retrato póstumo (realizado tras la muerte de la retratada). Giovanna Tornabuoni aparece con la tez muy pálida y rostro inexpresivo, si bien muestra un asomo de tímida sonrisa, apenas esbozadaProbablemente la palidez de su rostro (muestra de máxima belleza en aquel momento) también expresa que Giovanna ya había fallecido en el momento de ser pintada. La dama está representada de perfil, una postura que era habitual en los retratos de los nobles, ofreciendo un aspecto similar al de la medalla que permitió su identificación. Mantiene los brazos en reposo y las manos juntas, asiendo un pañuelo de seda, tal vez de especial significación sentimental para ella. Su vientre aparece algo abultado, una constatación de su segundo embarazo, al final del cual terminó su propia vida. 




Detalle de los ricos ropajes y joyas de Giovanna Tornabuoni. 

Tras ella aparece el cartel, con el poema de Marcial. 



Llama la atención su rica vestimenta, un atuendo propio de la alta burguesía, así como su cuidado y elegante peinado, que deja ver su largo y hermoso cuello. 

Al fondo, en un sencillo anaquel o alféizar de una ventana, aparecen algunos de sus objetos personales, como un broche, idéntico al que lleva la propia retratada en el pecho. A la derecha, un cartellino con un fragmento en latín del epigrama XXXII de Marco Valerio Marcial que podríamos traducir así
«¡Ojalá pudiera el arte reproducir el carácter y el espíritu! En toda la tierra se encontraría un cuadro más hermoso». 
Esta laudatoria leyenda sobre el carácter de Giovanna, evidencia que la belleza de la mujer, casi eterna, no es solamente física, sino que emana sobre todo de su interior. Bajo la leyenda está escrita en números romanos una fecha, que en opinión del experto John Pope-Hennessy sería la fecha de su fallecimiento

Así pues, Giovanna debía ser una mujer muy hermosa, con un carácter excepcional. Tras su muerte, su esposo Lorenzo Tornabuoni, le dedicó este epitafio, lleno de nostalgia y amor: 
Aquella a la que las Gracias otorgaron belleza interior y Venus belleza externa 
Aquella a quien la diosa Diana concedió un casto corazón. 
Yace aquí Giovanna, honor de su tierra, descendiente de los Albizzi, 
Que se casó, siendo todavía joven doncella, con un Tornabuoni. 
Así como en vida fue muy amada por la gente 
Que sea ahora querida por el Altísimo Dios.

Bajo el cartel, aparece un libro de cantos dorados, probablemente un devocionario. Encima de él, una sarta de cuentas de coral que algunos identifican con un rosario. Tanto el supuesto rosario como el devocionario dan fe de la piedad y del sentimiento religioso de la retratada. Pero el rosario o collar de coral tiene en el cuadro otro significado simbólico, relacionado con la causa de la muerte de Giovanna. Se trata, como veremos, de un críptico mensaje al espectador. 

Pero, ¿qué sabemos de la biografía de esta elegante dama? Giovanna degli Albizzi había nacido el 18 de diciembre de 1468. Era la octava hija de Maso di Luca degli Albizzi y de Caterina Soderini, una familia de la alta sociedad florentina. A los 17 años contrajo matrimonio con Lorenzo Tornabuoni (15 de junio de 1486), emparentado con los poderosos Médicis. De esta unión nació un hijo llamado Giovannino. Poco después quedó embarazada de nuevo, y murió por complicaciones sobrevenidas en su segundo parto, a los 19 años (1489). La causa de su muerte es particularmente relevante y explica la especial importancia de la sarta de coral que debía haberla protegido y que Ghirlandaio hace aparecer simbólicamente en la pintura.  




Rama de coral en una escena de crucifixión,
que evidencia el papel sagrado que se le atribuía. 

Crucifixión de Juan de Flandes (Catedral de Palencia)




























En efecto, como hemos visto en otras entradas del blog, en la Antigüedad el coral era identificado con la sangre de la Medusa y más tarde el cristianismo lo identificó con la sangre de Cristo. En algunas escenas de crucifixión se puede observar alguna rama de coral al pie de la cruz


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Mantegna: Madonna della Vittoria. Una gran rama de coral rojo rodeada
por sartas de bolas de coral pende de la bóveda, sugiriendo la protección
de este amuleto sobre los personajes que aparecen en la escena.
Abajo, detalle de la rama de coral. 


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Esta identificación mítica y sagrada hacía que se atribuyera al coral como portador de una fuerza salvífica
Desde la Antigüedad, se le atribuyeron diversas propiedades, por ejemplo, como remedio de algunas enfermedades relacionadas con la sangre, debido a su color rojo. Esa tradición clásica pasó al ámbito islámico a través de la traducción de tratados médicos y, en época medieval, fue recogida por obras como el Lapidario de Alfonso X el Sabio

Distintos textos aluden a otras aplicaciones, como el tratamiento de problemas menstruales o su capacidad para mejorar la atracción amorosa. También era considerado un talismán que preservaba del mal de ojo y de las enfermedades infantiles. Por eso era colgado frecuentemente en el cuello de los niños, tanto en forma de collares como colgantes.  




Amuleto de coral hallado en el sepulcro de la reina Blanca de Anjou,
también muerta a consecuencia de un parto. Monasterio de Santes Creus.

Pero también se consideraba al coral un protector durante el parto, un momento especialmente difícil en la época, ya que tanto durante la Antigüedad como durante la Edad Media muchas mujeres morían por complicaciones del parto. Por eso, a veces se han encontrado amuletos de coral en las sepulturas de reinas o mujeres nobles muertas por esta causa, como fue el caso de la reina Blanca de Anjou. 

La aparición de la sarta de coral tras el retrato de Giovanna Tornabuoni es especialmente relevante: alude a su muerte durante el parto y se sitúa justamente a la espalda de la retratada (el espacio de su vida terrenal, ya terminada y que ella ya ha dejado atrás)


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Domenico Ghirlandaio: Escena de la Visitación. Capilla Tornabuoni de la iglesia 

de Santa Maria Novella (Florencia). En esta escena, Giovanna Tornabuoni 
aparece encabezando el grupo de la derecha (es la tercera por la derecha, 
como se puede apreciar en el detalle de la fotografía inferior)


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Ghirlandaio representó también a esta dama de cuerpo entero en el fresco de la Visitación de la capilla Tornabuoni de la basílica de Santa María Novella (Florencia). La familia Tornabuoni había encargado al pintor Ghirlandaio, entre los años 1489-90, la decoración mural de su capilla en Santa María Novella de Florencia. En la escena de la Visitación retrató a la joven, en la que aparece, a la derecha, de cuerpo entero pero con el mismo vestido, peinado y joyas que la podemos ver en el retrato del Museo Thyssen-Bornesmisza de Madrid.



Bibliografía

Borobia M. Domenico Ghirlandaio 
https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/ghirlandaio-domenico/retrato-giovanna-degli-albizzi-tornabuoni

Santi, Bruno (2001). «Ghirlandaio». I protagonisti dell'arte italiana. Florence: Scala.



Análisis del retrato de Giovanna Tornabuoni: 




Retrato de Giovanna Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio · El Auriga del Arte





martes, 28 de abril de 2020

Las epidemias cambian el curso de la historia

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Giorgio de Chirico

Enigma de un día
(1914)

Óleo sobre tela. 




Este cuadro desolado y solitario de Giorgio de Chirico, nos puede recordar en cierto modo el aspecto de nuestras calles durante el confinamiento al que ha obligado la pandemia de COVID19 en muchos países, incluído el nuestro. Una medida drástica para intentar frenar el impacto de una enfermedad, que sin duda cambiará el curso de la historia. Aunque no es la primera vez. Las grandes epidemias han supuesto hitos que han girado con frecuencia la historia.  

Las epidemias han afectado a la Humanidad desde hace muchos miles de años. Por lo menos desde el Neolítico, época en la que nace la ganadería y el contacto con diversas especies animales, ya que muchas de las epidemias han sido zoonosis, a partir de otras especies. Tenemos ejemplos de epidemias desde la Antigüedad. La peste de Atenas, o la peste antonina que afectó al Imperio romano en el s. II d. C son algunos ejemplos.
Hace pocas semanas apareció un interesante artículo de D. Jones en la revista New England Journal of Medicine, a propósito de la actual epidemia del CoVID19 y sus previsibles implicaciones en la sociedad y en la historia. 

Jones recuerda que ya Rosenberg argumentó que las epidemias presionan a las sociedades que atacan. Esta cepa hace visibles las estructuras latentes que de otra manera no serían evidentes. Es decir, pueden ser un evidente instrumento de análisis social, revelando que cosas son las que realmente le importa a una población y a quién realmente valoran.

Frecuentemente he comentado en artículos, en conferencias y en este mismo blog, que las enfermedades, y especialmente las epidemias, tienen un impacto importante en la sociedad y que modulan la historia de forma muy importante y que muchas veces han sido tanto o más decisivas como los factores económicos, políticos y bélicos.   



Representación ideal del asalto al call judío de Barcelona en 1391
Litografía de J. Segrelles (1910) 


Una constante en todas las epidemias es la búsqueda de supuestos culpables. Tras la peste negra del s. XIV se culpó primero a los leprosos, aumentando su ya terrible marginación y poco después a los judíos, desencadenando una ola de violento antisemitismo que culminó con los asaltos a los calls y juderías, con grandes matanzas de judíos. Cuando apareció la sífilis en Europa, cada país culpó al otro y esto originó las denominaciones de mal francés, mal de Nápoles, mal español, con la que se conocía la nueva enfermedad. En el cólera de 1835, se acusó a los jesuitas de ser los que envenenaban los pozos. En la gripe de 1918, las potencias beligerantes censuraron la información y acusaron a los españoles (país en donde no se impuso la censura). Ahora no ha faltado quien ha señalado a los vendedores de pescado en los mercados chinos. El caso es que siempre se ha buscado un chivo expiatorio. Este discurso de culpa agudiza las divisiones sociales existentes de religión, raza, etnia, clase o identidad de género. Las disposiciones de los gobiernos, que imponen su autoridad también pueden ser contestadas por otras facciones políticas, aumentando el conflicto social. 


Matanza de jesuitas en Madrid. Circulaba el rumor de que estos religiosos envenenaban los pozos y eran los "culpables" de la epidemia de cólera 
Tras la epidemia de peste negra del s. XIV, la sociedad se transformó profundamente. Según la opinión de muchos historiadores, como Guy Blois, la peste puso fin al período feudal e incluso, en cierto modo, acabó con la Edad Media. Tal vez no fue el único factor, pero la enfermedad, que ocasionó una drástica reducción de la población, matando a más de un tercio de la población europea (y una proporción todavía mayor en ciertas zonas), propició cambios importantes en la economía, la política y la  organización social. 

La sociedad feudal se basaba en que los campesinos trabajaban la tierra que no podían abandonar y estaban sometidos a un señor. Unidos pues a unas tierras y a un señor. Eran familias muy numerosas, ya que se necesitaban muchos brazos para trabajar la tierra. Una tierra que producía poco y no llegaba para alimentar a todos. La gran mortalidad hizo que tras la peste hubiera poca mano de obra, con lo que se dio un gran impulso a la tecnología, que permitía realizar el trabajo con menos operarios. Por otra parte en el régimen feudal los intercambios de bienes eran la norma (se pagaban diezmos y primicias de las cosechas a los señores), pero ahora se comenzó a usar masivamente la moneda, con lo que se impulsó el comercio. También nació una nueva clase social, la burguesía. Por cierto que los médicos cobraron un nuevo protagonismo y pasaron a formar parte de los burgueses y pequeños propietarios. En conjunto, la sociedad del s. XV fue más próspera. Los progresos de la agricultura contribuyeron a incrementar las cosechas, y por otra parte, al ser la población menor, su alimentación fue  también mejor, dejando atrás las hambrunas de la primera mitad del s.XIV.  


También se aprendieron normas de higiene: se debían recoger las basuras, los cadáveres de animales debían alejarse de villas y caminos y sobre todo se debían desratizar las casas. En épocas anteriores, las ratas en las casas eran casi una mascota, con la que jugaban los niños sin ningún problema. La peste enseñó que las ratas podían ser animales peligrosos y llevar consigo la muerte. Otra cosa que sucedió es que se perdió el miedo a navegar y se inauguró una época de grandes navegaciones.

Atreverse a navegar llevó a los europeos a explorar nuevas tierras, como América. Y aquí se produjo un nuevo choque microbiológico entre dos poblaciones humanas hasta entonces separadas. Los europeos llevaron a América un gran número de enfermedades que hasta entonces eran desconocidas allí: sarampión, varicela, viruela, tifus, difteria o gripe, que hicieron estragos en una población desprotegida inmunológicamente. La mortalidad fue importantísima, cerca de un 90% de la población. Según el University College de Londres, el Imperio azteca debía tener unos 60 millones de habitantes, y en pocos años quedó reducido a 5 o 6 millones. Como si no, podría Hernán Cortés con un puñado de hombres y 16 caballos haber conquistado el Imperio de Moctezuma?

Carlos Esquivel y Rivas. Prisión de Guatimocín, último emperador de México. Museo del Prado. Madrid

Esto conllevó incluso un cambio climático en el planeta. El brusco descenso de la población implicó la reforestación de vastos territorios. Los bosques cubrieron unos 600.000 km2, una superficie similar a la que ahora ocupa Francia. Esto produjo una disminución del CO2 (que ha podido comprobarse por el estudio del hielo polar) y una disminución de las temperaturas en todo el mundo (la llamada pequeña edad glacial). Irónicamente una de las zonas más perjudicadas fue Europa que se enfrentó a una época de malas cosechas y a hambrunas.


La imponente selva del Petén, en el yacimiento maya de Tikal, atestigua la importante reforestación de América Central que ocasionó un cambio climático, con un enfriamiento global del planeta.  

Pero también los conquistadores trajeron enfermedades a Europa. Entre ellas probablemente la sífilis, que se expandió por todo el continente con una gran prevalencia. En ausencia de tratamiento, la sífilis fue un flagelo terrible. Según Alfred Fournier, el gran sifiliógrafo francés a finales del s. XIX afectaba a un 15 % de la población de París. Pero no solamente eso. Al contraerse por vía sexual, la sífilis cambió las costumbres sociales. Desaparecieron los baños públicos. Era una enfermedad vergonzante, unida de forma evidente con el pecado. Incluso había manuales de automedicación para evitar el oprobio de consultar al médico. De forma no siempre justificada, la sífilis se vinculó a la prostitución. Otro culpable. En 1905 se descubrió su agente causal, Treponema pallidum y poco después el primer tratamiento algo efectivo, Salvarsan. Aunque el remedio definitivo, la penicilina, no llegaría hasta 1945.


Librito de automedicación para tratarse la sífilis evitando una consulta médica (1835)



Antes, en el s. XIX, habían tenido lugar diversas pandemias de cólera, una infección por Vibrio cholerae, que se contagia por beber agua contaminada. El principal síntoma es una copiosa diarrea que puede llegar a ser de 30 l/d. En la península Ibérica se produjeron cuatro grandes epidemias:

              1833-1834 que causó 300.000 muertos
              1817-1823, 236.000 muertos
              1865, con 120.000 muertos
              1885, con otros 120.000 muertos

El médico catalán Jaume Ferran puso a punto una vacuna, a pesar de las cortapisas que le puso el gobierno español de la época. 

Las sucesivas epidemias de cólera también cambiaron a la sociedad. Los primeros estudios de epidemiología llevados a cabo en Londres por John Snow pusieron de manifiesto la necesidad de tomar medidas higiénicas para prevenir la enfermedad. Lconsecuencia fue que se aprendió que debían tratarse las aguas con cloro para potabilizarlas y realizar conducciones de aguas a las casas y promover un nuevo diseño de las aguas negras a la cloaca, desapareciendo progresivamente desde entonces los pozos negros que eran habituales hasta entonces.  Empezaron a aparecer los cuartos de baño en las casas. 

La sala de un hospital durante la epidemia de gripe de 1918



En el s. XX tuvo lugar la gran epidemia de gripe de 1918-1920, la mal llamada gripe española. En realidad se había originado en Kansas y fue traída a Europa por un combatiente de la I Guerra Mundial. Pero las potencias en guerra censuraban toda información de la pandemia. España era un país neutral y la prensa española informaba libremente. Por eso se le empezó a llamar gripe española. Pero afectó a toda Europa causando entre 50 y 100 millones de muertos. Mucho más que la Guerra Mundial con 18 millones de muertos. 

Las transformaciones de la gripe se solaparon con las de la contienda, y es difícil deslindar si se debieron a la pandemia o a la guerra. Lo cierto es que la sociedad cambió. El gran número de vacantes laborales favorecieron la incorporación al trabajo de la mujer, que a pesar de los esfuerzos de las sufragistas había encontrado hasta entonces muchas dificultades. Bajó considerablemente el porcentaje de población dedicado a la agricultura y se incrementó definitivamente el trabajo industrial.

Mujeres en el patio de una fábrica (Mnactec Terrassa)

En 1981 apareció el sida, enfermedad transmitida por vía sexual y a través de la sangre. La modificación de costumbres que conllevó están todavía frescos en el recuerdo de todos: La higiene de las transfusiones de sangre en los hospitales, la higiene del sexo ocasional, la modificación de las costumbres sexuales entre los jóvenes, la reducción y casi desaparición de las drogas parenterales.

Ahora, la pandemia de COVID19 volverá a cambiar el curso de la historia. Cuando la superemos nos enfrentaremos a una sociedad nueva, distinta, y como la peste cuando terminó con el feudalismo, tendremos que construir una nueva era. Esperemos que los que sea una época mejor menos frívola y decadente que la que la suerte nos deparó vivir hasta ahora.  

Bibliografía 

Bois G. La gran depresión medieval: siglos XIV-XV. El precedente de una crisis sistémica. Biblioteca nueva. Universitat de València, 2009. 

Cremades F. El regiment de preservació de pestilència (1348) de Jacme d'Agramont. Història del manuscrit guardat a Verdú, context i versió en català actual. Museu Comarcal de l'Urgell-Tàrrega, 2016. 

Le Goff J. La Edad Media y el dinero. Ensayo de antropología histórica. Akal. Madrid, 2012. 

Jones D. History in a crisis-Lessons for Covid-19 March 12, 2020 DOI: 10.1056 / NEJMp2004361  https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp2004361


Listado de autores.
Las epidemias cambian la Historia