sábado, 6 de abril de 2019

La artrosis de la vieja que freía huevos







Diego Velázquez

Vieja friendo huevos  
(1618)

Óleo sobre lienzo. 100,5 x 119,5 cm
National Gallery of Scotland. Edimburgo. 




En una anterior entrada del blog nos referíamos al cuadro El aguador de Sevilla de Velázquez y a la patología que en él se reflejaba. Hoy vamos a tratar de otro cuadro de la época de juventud del genial pintor, Vieja friendo huevos, que actualmente forma parte de la colección de la Galería Nacional de Escocia.

Se trata de un bodegón, tal como lo entendía Francisco Pacheco, el suegro de Velázquez, es decir, de una escena que se desarrolla en el interior de una cocina. La luz, dirigida desde la izquierda, ilumina por igual todo el primer plano, destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared, de la que cuelgan un cesto de mimbre y unas lámparas de aceite. El fondo del cuadro aparece oscuro, creando un fuerte contraste de luz y sombra.  

La protagonista indudable del cuadro es una anciana, que cocina en un pequeño horno un par de huevos. El punto de vista elevado de la composición permite ver los huevos en mitad del proceso de cocción flotando en aceite en el interior de una cazuela de barro. La vieja, que lleva una toca blanca, sostiene una cuchara de madera en la mano derecha y con la mano izquierda se dispone a cascar un huevo contra el borde de la cazuela. La imprevista llegada de un muchacho con un melón de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal en la mano provoca que se paralice la acción. La vieja interrumpe su actividad y alza la cabeza. Sin embargo no mira al mozalbete: sus miradas no se cruzan. Tampoco él mira a la anciana, sino que dirige su mirada al espectador. Ante la cocinera se disponen en primer término un conjunto de objetos, entre los que distinguimos una jarra de loza vidriada blanca, y otra vidriada verde, un almirez, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado en el hornillo brilla un caldero de metal. El heterogéneo conjunto da una cierta idea de desorden cotidiano, habitual cuando se está cocinando. 
Las texturas de los cacharros se realzan por el magistral tratamiento de la luz, absorbida parcialmente por los objetos cerámicos y se refleja en los utensilios metálicos. Destacan los huevos flotando en el líquido, que logra mostrar el proceso de opacificación de la clara del huevo al freír. 

Cristo en casa de Marta y María, de Velázquez. La anciana que aparece en el extremo izquierdo parece la misma de la que aparece en La vieja friendo huevos.

Aunque el claroscuro del cuadro recuerda algunas obras de Caravaggio, la extrema quietud que transmite el cuadro de Velázquez se contrapone a la agitación y el dinamismo habituales en los cuadros del pintor italiano.
Los personajes del cuadro parecen repetidos en otras obras de Velázquez. Así, la figura de la vieja recuerda a la que aparece en Cristo en casa de Marta y María. Algunos autores la identifican con la suegra del pintor. Por otro lado, la figura del muchacho parece la misma del chico que aparece en Tres músicos o en El aguador de Sevilla. 

Desde el punto de vista médico, hay que destacar la mano de la anciana, donde puede verse una tumoración en la base del pulgar izquierdo, que corresponde a una rizartrosis, consistente en la artrosis de la articulación carpo-metacarpiana, afección bastante frecuente en personas de edad avanzada con artrosis. El transtorno es bilateral, ya que también puede detectarse en la otra mano. 

Detalle de La vieja friendo huevos. Obsérvese la rizartrosis 
en la base del pulgar izquierdo (articulación trapeciometacarpiana)

La rizartrosis o artrosis del pulgar es una degeneración de la articulación que une el dedo pulgar a la muñeca. La particular disposición de los ligamentos de esta articulación permite realizar con la mano el movimiento de pinza, que consiste en unir el pulgar con los dedos largos, un gesto fundamental para llevar a cabo muchas de las actividades diarias.

La degeneración del cartílago que recubre esta articulación provoca dolor, rigidez y limitación del movimiento del dedo pulgar, dificultando la realización del gesto de pinza. Por este motivo tiene una importante repercusión en las actividades manuales habituales. La progresiva destrucción del hueso y las alteraciones de los ligamentos, los tendones y la cápsula articular produce primero dolor y más tarde, una deformidad visible con limitación de los movimientos y pérdida de fuerza.

El acendrado naturalismo de Velázquez y su costumbre de tomar como modelos a personajes populares permiten observar algunos procesos patológicos en muchos de sus cuadros.  


Bibliografía

Schüller Pérez A. La Patología en la pintura de Velázquez. 
https://www.ranm.es/2000/122-sesion-del-dia-17-de-octubre-del-2000.html?start=1


Schüller Pérez, A. La patología en la pintura de Velázquez. Tf editores. Alcobendas, 2002. 

jueves, 4 de abril de 2019

Jacob van Ruysdael, cirujano y pintor







Jacob van Ruysdael

Gran paisaje con castillo 
en ruinas y una iglesia  
(1665-1670)

Óleo sobre lienzo. 109-146 cm
National Gallery. Londres. 




Jacob van Ruysdael (1628-1682) fue un afamado pintor paisajista barroco holandés, del que se ha dicho que fue el inventor de la pintura de paisajes. Son típicos sus melancólicos paisajes, con cielos bajos y pesado sobre los que suele aparecer algún elemento arquitectónico como una iglesia, un castillo o los molinos de los alrededores de Haarlem, su ciudad natal, plasmados con un acendrado hiperrealismo, que ya preludia en cierto modo la pintura romántica.


Jacob van Ruysdael: Molinos cerca de Haarlem
Ruysdael había aprendido pintura con su padre Isaac y su tío Solomon, y posteriormente con Allart van Everdingen, siendo aceptado por el gremio de pintores de Haarlem, su ciudad natal, en 1648. Como suele suceder muchas veces su pintura no fue bien comprendida por sus contemporáneos, que apreciaban poco la visión de la Naturaleza y que no entendían que en sus paisajes fueran tan solitarios y que en ellos no aparecieran ni personajes ni animales de ningún tipo.

Jacob van Ruysdael: Vista de la costa de Noruega (o Mar encrespado junto a la costa)
circa 1660. Óleo sobre lienzo. Fundación Calouste Gulbenkian. Lisboa.



Jacob van Ruysdael: Cascada con paisaje rocoso.
National Gallery Londres. 
Probablemente fue un cuadro de Ruysdael una de las primeras obras de autor que fue exhibida en los Estados Unidos. Fue expuesta en Nueva York por el marchante Richard Abrams, que la había adquirido ilegalmente, por lo que Abrams terminó detenido, en una historia bastante rocambolesca.

Lo que es menos conocido es que Ruysdael, además de pintor, era un reputado cirujano en Amsterdam. Tal vez la fría objetividad de la observación clínica fue un factor determinante a la hora de reflejar los paisajes en un lienzo.

Este es uno de los ejemplos de médicos que también han alternado la profesión con el cultivo de las artes y que no son pocos.

Anton Chéjov, que aparte de dramaturgo era también médico, solía decir:

"la medicina es mi esposa legal, 
la literatura, solamente mi amante"
(Anton Chejov, carta a Alexei Suvorin, 1888) 

Jacob van Ruysdael: Paisaje fluvial con iglesia (circa 1665)
Óleo sobre lienzo. Fundación Calouste Gulbenkian. Lisboa.

Jacob van Ruysdael: Le paysage visionnaire:





Jacob IsaacKzs van Ruisdael: View of Naarden:





Jacob van Ruisdael, "Landscape with Bridge, Cattle, and Figures," c. 1660:









miércoles, 3 de abril de 2019

Los perros de los conquistadores








Taller de De Bry

Niños entregados a los perros 


Aguafuerte

En el Libro: Narratio regionum indicarum per hispanos quosdam deuastatarum verissima: prius quidem per Episcopum Bartholemaeum Casaum, natione Hispanum Hispanice conscripta 
Frankfurt am Main, 1598.




Recientemente ha levantado una cierta polémica la petición que ha realizado el presidente de México Andrés Manuel López Obrador al rey Felipe VI y al papa Francisco solicitando una declaración de perdón por los crímenes de los conquistadores y evangelizadores españoles en México, petición que no ha sido contestada por el monarca. No es este blog lugar para juzgar la procedencia o no de esta petición, que es evidentemente una cuestión política, aunque sí comentaremos algunos aspectos no siempre bien conocidos de la llamada "Conquista" de los territorios americanos por parte de las tropas de Castilla. 

La ilustración que encabeza estas líneas corresponde a la Lámina XII de la Narratio regionum indicarum per hispanos quosdam deuastatarum verissima: prius quidem per Episcopum Bartholemaeum Casaum, natione Hispanum Hispanice conscripta, Frankfurt am Main, 1598. Este libro es una versión latina de la obra del dominico Fray Bartolomé de las Casas Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, en donde se narran los desmanes y abusos a los que los indígenas fueron sometidos por la soldadesca castellana. La versión en latín está ilustrada por 18 aguafuertes que reflejan las torturas indicadas en el texto. 


Códice Florentino. En el centro se puede ver una escena de un
indígena siendo aperreado (atacado por un perro).

Los conquistadores disponían de diversas armas para imponer su superioridad militar sobre los indígenas: ballestas, armas de fuego (arcabuces) y caballería. En otras entradas del blog ya nos hemos referido a la gran devastación de la población nativa al entrar en contacto con algunos agentes infecciosos: una buena parte de los habitantes murieron por enfermedades desconocidas para ellos hasta entonces, como la viruela o el sarampión. Pero además los castellanos disponían de una arma que frecuentemente se olvida: los perros. Las mordeduras y desgarros producidos por estos animales fueron un elemento bélico bastante importante. Su papel fue silenciado seguramente por no ser acorde con la doctrina militar de la época.   

Si bien en América los caballos eran totalmente desconocidos hasta la llegada de los conquistadores, los perros ya se conocían. Pero existían solamente tres tipos de estos: el perro de las tierras árticas o esquimal, el chihuahua y los gozques, de pequeño tamaño e inofensivos, que ni siquiera tenían la capacidad de ladrar. En su Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526), Gonzalo Fernández de Oviedo comenta: 
"Eran todos estos perros, aquí en esta e las otras islas, mudos, e aunque los apaleasen ni los matasen, no sabían ladrar; algunos gañen o gimen bajo cuando les hacen mal."
Debido a la falta de vituallas, los castellanos pronto se dedicaron a comerse los gozques, que progresivamente se extinguieron.  

Los perros llegados de la Península Ibérica eran totalmente diferentes. Fueron introducidos en América en el segundo viaje de Cristóbal Colón, en el año 1493. Fue el religioso Juan Rodríguez de Fonseca quien llevó a tierras americanas veinte perros. Solían ser bastante corpulentos: mastines, sabuesos y alanos (cruce de dogo y mastín) y ladraban muy fuerte. Los perros españoles fueron utilizados por primera vez contra los indígenas al año siguiente de su llegada a América, en la isla de la Española. Y fueron muy importantes en el primer gran enfrentamiento contra los indios Caribe, el 24 de marzo del año 1495, cuando Bartolomé Colón utilizó veinte perros para completar los doscientos hombres y veinte caballos que tenía para esa batalla. A partir de ese momento su uso fue generalizado en todas las conquistas que los españoles realizaron en el Nuevo Mundo. 

Los perros de los soldados estaban entrenados especialmente para el ataque, y se les enseñaba a morder sin soltar la presa. Fueron elegidos perros de estas razas debido a su fiereza, valentía y gran capacidad de agarre, ya que estaban acostumbrados en España a luchar contra jabalíes y ciervos y además eran utilizados en espectáculos en los que se enfrentaban a toros bravos. El peso medio de estos perros era de unos 40 Kg, poco menos de lo que pesaba un indígena, por lo que a los canes no les era difícil conseguir su objetivo. Además, a los perros se les protegía con tiras de cuero en ambos lomos y fieltro con piezas de coraza, de las que a veces sobresalían pinchos y estiletes para ayudarles en su labor destructiva. También llevaban grandes carlancas en el cuello (collares muy gruesos con grandes pinchos) para protegerles especialmente de las flechas empozoñadas. Los indígenas se aterrorizaban ante aquellos grandes animales, de ladrido atronador, que no dudaban en atacarles con potentes dentelladas. Según el testimonio de varios indígenas recogido por fray Bernardino de Sahagún, así veían a estos animales: 
“Perros enormes, con orejas cortadas, ojos de fiera de color amarillo inyectados en sangre, enormes bocas, lenguas colgantes y dientes en forma de cuchillos, salvajes como el demonio y manchados como los jaguares”  
Bernardo de Vargas Machuca comentaba: 
“Mucho teme el indio el caballo y el arcabuz, pero más teme al perro, que en oyendo el ladrido, no para indio”. 
Gonzalo Fernández de Oviedo comenta la ferocidad de estos perros:

 “que en viendo un indio lo hacían pedazos en un credo y mejor arremetían a él y lo comían como si fuera un puerco”. 


Fray Bartolomé de las Casas también nos dejó un testimonio escalofriante de algunos de los terribles crímenes de los conquistadores:


“cierto español con sus perros a caza de venados o de conejos, un día, no hallando que cazar, parecióle que tenían hambre los perros, y toma un muchacho chiquito a su madre, y, con un puñal córtale a tarazones los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte, y después de comidos aquellos tarazones, échales todo el cuerpecito en el suelo a todos juntos"

Algunos de estos canes llegaron a ser muy destacados. El más famoso de aquellos perros de combate fue Becerillo, un alano español  que pertenecía al conquistador de Puerto Rico Juan Ponce de León y Figueroa, aunque pasó los últimos años de su vida con el Capitán Sancho de Arango. Era un can muy feroz y que se entregaba plenamente en la lucha, hasta el punto que se decía que los indígenas preferían enfrentarse a diez soldados españoles que a él. Por los servicios que prestaba recibía doble ración de comida e incluso le concedieron un salario equivalente al de un ballestero. 

Becerrillo murió a causa de una flecha maya envenenada, aunque dejó a su hijo, un can llamado Leoncico, que acompañó a Vasco Núñez de Balboa en el Darién, en la campaña de Panamá. Sus ataques desenfrenados superaron a los que había llevado a cabo su padre, y también a él le otorgaron una paga como oficial. Cuando Balboa libró una batalla contra la tribu del caudillo Torecha, el jefe indígena murió en la batalla, pero su hermano y otros cabecillas fueron aperreados, es decir, arrojados a los perros y murieron descuartizados. El terror causado por esta ejecución fue de tal envergadura, que el resto de la tribu aceptó someterse a las órdenes del conquistador.

Otro perro de conquista que ha pasado a la historia fue Amadís, que combatió en Santa Marta y Bruto, propietario de Hernando de Soto, que luchó en La Florida.
El lebrel Amadís, viendo la caza,  
bien como lobo dentro de cabañas,  
unos derriban y otros despedaza  
echándoles de fuera las entrañas.  
Juan de Castellanos 
(Elegías de Varones Ilustres de Indias II, II, I) 

También Diego de Alvarado usó perros para la conquista de territorios de la América Central, en especial la zona de Guatemala. 

"Balboa echa a varios indios culpables del terrible pecado de la sodomía a los perros, para que éstos los lacerasen"Lámina XXII del libro Narratio regionum indicarum... 
Frankfurt am Main, 1598.

La homosexualidad fue también fuertemente reprimida por los invasores. El episodio de aperreamiento de 40 sodomitas lujuriosos ha sido también recogido por el Taller de Bry en la Lámina XXII de la versión latina del libro de Las Casas, que aportamos aquí.  

Cuando terminó la Conquista, los perros perdieron el protagonismo otorgado en las primeras décadas del s. XVI ya que el principal objetivo era entonces colonizar y no conquistar. Aquellos canes que habían sido entrenados para despedazar amerindios se convirtieron en un verdadero obstáculo para pacificar la nueva sociedad. Muchos de los perros que las tropas castellanas habían llevado a La Española estaban en libertad y causaban importantes daños sobre los animales de caza y el ganado. Los soldados habían dado algunos perros a los indígenas, pero éstos no sabían como cuidar de ellos: 
"En la isla de La Española, el cacique Enrique, en contacto con los españoles, conocía la funcionalidad de los perros y utilizó muchos durante su rebelión para "montear puercos que por allí había gran cantidad, de que mantenía toda la gente". Para evitar que fuese descubierto por los españoles, intentaba esconder en un lugar seguro los animales que llevaba consigo, entre ellos los perros. Para ello, en "cierto pueblo en lugar escondido", había dos o tres naturales encargados de cuidar los animales, e intentaban que los perros no ladrasen (...) eran más perjudiciales para el ganado menor que lobos en otras partes"
(Remesal, Fray Antonio de, Historia General de las Indias Occidentales y Particular de la Gobernación de Chiapa y Guatemala, t. I, libro III, cap. I)
Cuando andaban sueltos hacían muchos perjuicios sobre el ganado y se comían varias reses. En La Española llegaron a consumir hasta 
"el tercio del ganado que nace, y muchas partes la mitad, y en otras todo" 
Todo esto motivó que Carlos V sancionara una Real Cédula el siete de Octubre del año 1541, dirigida al Gobernador Francisco Pizarro y al licenciado Cristóbal Vaca de Castro, caballero de la Orden de Santiago y Consejero de Indias, para que prohibieran en el Perú la existencia de “perros carniceros”. Esto provocó que los españoles empezaran a aniquilar al mayor número de perros de conquista posible o bien los reconvirtieron a otros usos y funciones.


Bibliografía

Bueno Jiménez A. Los perros en la conquista de América. Blog Ed. Streicher 

Córdoba Toro J. Los perros en la Conquista de américa. Iberoamérica Social. 

López de Velasco, Juan, Geografía y Descripción Universal de las Indias, Madrid, 1971, p. 11; 

Remesal, A de, Historia General de las Indias Occidentales y Particular de la Gobernación de Chiapa y Guatemala, t. I, libro III, cap. I. 




martes, 2 de abril de 2019

Sepsis







Alexander Ivaniov

Príamo suplicando a Aquiles por el cuerpo de Héctor 


Óleo sobre lienzo. 
Galería Estatal Tretiakov. Moscú. 




En este cuadro de Alexander Ivanov aparece Príamo, rey de Troya, postrado y lloroso, suplicando a Aquiles la autorización para recoger el cuerpo de Héctor, abandonado en medio del campo de batalla. La escena hace referencia a un pasaje del canto XXIV de la Ilíada. 

Cuando el preocupado Príamo pregunta a Argifontes por el cuerpo de su hijo, éste le responde: 
"Ni los sabuesos ni los buitres todavía lo han devorado; todavía está acostado en las tiendas junto al barco de Aquiles, y aunque ahora son doce días. que ha estado allí, su carne no se desperdicia ni los gusanos se lo han comido a pesar de que se alimentan de guerreros".
(La Ilíada, XXIV, 410) 

Homero usa el verbo sepo [σηπω] que significa "Me pudro". En opinión de Pep Campillo, profesor de lenguas clásicas y a quien agradezco su colaboración en este blog y sus interesantes enseñanzas etimológicas, probablemente sea en la Ilíada cuando encontramos este verbo por primera vez. De ahí deriva la palabra sepsis [σηψις], que ha sido luego ampliamente usada en Medicina.


En el lenguaje médico, la sepsis o septicemia es una afección médica grave, causada por una respuesta inmunitaria fulminante a una infección. El cuerpo libera sustancias químicas inmunitarias en la sangre para combatir la infección. Estas sustancias químicas desencadenan una inflamación generalizada, la cual produce coágulos de sangre y fugas en los vasos sanguíneos. Como resultado, se altera la circulación sanguínea lo que, a su vez, priva a los órganos de nutrientes y oxígeno, y causa daños en los órganos. La sepsis se presenta de forma súbita y puede avanzar rápidamente.

Desde el año 2017, la sepsis se define como la disfunción orgánica causada por una respuesta anómala del huésped a la infección, que supone una amenaza para la supervivenciaLos síntomas frecuentes de la sepsis son alteración de la temperatura (mayor de 38ºC o menor de 36ºC), escalofríos, frecuencia respiratoria rápida (superior a 20 resp/min), frecuencia cardiaca rápida (superior a 90 pulsaciones/minuto), erupciones cutáneas, confusión, y desorientación. 
En casos graves, se presenta insuficiencia de uno o varios órganos. En los peores casos, la presión sanguínea disminuye, el corazón se debilita y el paciente se precipita a un shock séptico. Una vez sucede esto, rápidamente varios órganos (los pulmones, los riñones, el hígado) pueden dejar de funcionar y el paciente puede morir. 
En los hospitales, la sepsis es una de las principales causas de muerte (más del 10%). También es uno de los principales motivos por los que las personas deben reingresar en el hospital. 
La sepsis puede provenir de un foco infeccioso presente en alguna parte del cuerpo, como los pulmones, las vías urinarias, la piel o el apéndice. Algunas prácticas, como la introducción de catéteres en los vasos sanguíneos pueden favorecer la llegada de gérmenes al torrente sanguíneo y en determinadas circunstancias, producir una septicemia. Los gérmenes causantes pueden ser muy variados, incluyendo virus, hongos y bacterias, aunque los más frecuentes son estas últimas. 
La creciente resistencia a los antibióticos así como la inmunosupresión a la que están sometidos los transplantados hace que la sepsis sea cada vez más frecuente.

Bibliografía 
Campillo P. Comunicación personal
Hershey TB, Kahn JM. State sepsis mandates—a new era for regulation of hospital quality. N Engl J Med [Internet]. 2017 May 21 [cited 2017 June 15]; 376:2311-2313. Disponible en: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp1611928 Link to external Web site doi: 10.1056/NEJMp1611928.

La Ilíada. Canto XXIV wikisource 

https://es.wikisource.org/wiki/La_Il%C3%ADada_-_Canto_24
Mayr FB, Talisa VB, Balakumar V, Chang C-C H, Fine M, Yende S. Proportion and cost of unplanned 30-day readmissions after sepsis compared with other medical conditions. JAMA [Internet]. 2017 Jan 22 [cited 2017 Jan. 25]; 317(5):530-31. Disponible en: https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2598785Link to external Web site doi:10.1001/jama.2016.20468.  
National Institute of General Medical Sciences. Hoja informativa sobre la sepsis. https://www.nigms.nih.gov/education/Pages/la-sepsis.aspx
Singer, Mervyn; Deutschman, Clifford S.; Seymour, Christopher Warren; Shankar-Hari, Manu; Annane, Djillali; Bauer, Michael; Bellomo, Rinaldo; Bernard, Gordon R. et al. The third international Consensus  Definitions for Sepsis and Septic shock. JAMA 315 (8), 2016








lunes, 1 de abril de 2019

Retrato de hombre con gola, atribuído a Velázquez







Atribuído a Diego Velázquez

Retrato de hombre con gola
(Francisco Pacheco?)
(1620)

Óleo sobre lienzo. 41 x 36 cm
Museo del Prado. Madrid. 




Como hemos visto en otras entradas de este blog, en los cuadros de Velázquez se suelen encontrar variadas enfermedades (queratosis seborreica, eccema ortoérgico, rosácea, artrosis, quistes, alopecia sifilítica, acrocordones, xantelasmas...). Como ya había hecho Caravaggio, el pintor tomaba personajes del pueblo como modelo para sus cuadros y su acendrado realismo permite encontrar en ellos todo tipo de procesos patológicos.

Este cuadro representa a un caballero vestido de oscuro con gola o gorguera (cuello grande de encaje), según la moda de la época. Precisamente por este detalle, podemos establecer que el cuadro se pintó con anterioridad a 1623, año en el que Felipe IV proscribió este atuendo, dentro de las disposiciones para regular el exceso de lujo. El cuadro suele atribuírse a Velázquez, aunque algunos autores ponen en duda su autoría.

El planteamiento del cuadro corresponde a un retrato convencional, en el que aparece el busto de un varón mirando de frente sobre un fondo neutro. Algunos toques de luz, con los que repasa el retrato una vez acabado, por ejemplo en la punta de la nariz, es un rasgo característico del estilo de Velázquez, que se repite en diversas obras. 

Es una creencia bastante extendida que el personaje retratado era Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez. En 1611 Velázquez entró como aprendiz en el taller de Pacheco y en 1618 se casó con su hija Juana.


Detalle del cuadro donde se entrevé la
presencia de un xantelasma palpebral
En todo caso, en este retrato se pueden distinguir algunos rasgos patológicos, como el xantelasma que ocupa la parte interior del párpado superior derecho, o la lesión cónica que puede verse en la parte superior del pabellón auricular derecho, que en nuestra opinión puede corresponder a un cuerno cutáneo.

Los xantelasmas son placas amarillentas, levemente prominentes, que suelen localizarse en los párpados. Con frecuencia se pueden ver en personas con cierta predisposición familiar y en ocasiones se asocian con trastornos del metabolismo de los lípidos y del colesterol.


Sobre el pabellón auricular, puede observarse el cuerno cutáneo.
En el arco zigomático, la placa de comedones que insinúa una
elastoidosis a quistes y comedones de Favre y Racouchaut. 
Conocemos como cuerno cutáneo a una lesión queratósica de forma puntiaguda (de ahí su nombre) que puede verse en las zonas habitualmente descubiertas que están expuestas con frecuencia a la irradiación solar. Es frecuente su aparición en pabellones auriculares. En la mayoría de casos se trata de una lesión precancerosa, que es recomendable extirpar.

En este sentido, hay que señalar que en el retrato aparece una placa oscura, constituída por multitud de puntos negros en la parte inferior externa de la zona periorbitaria, ya en la zona malar. Esto pudiera representar la presencia de una zona de elastoidosis a quistes y comedones de Favre y Racouchaut, otro transtorno de fotoenvejecimiento, lo que corroboraría la alta exposición solar a la que fue sometida la piel del personaje.


Bibliografía


Schüller Pérez, A. La patología en la pintura de Velázquez. Tf editores. Alcobendas, 2002. 

Castillo Ojugas, A. Una visita médica al Museo del Prado. Madrid, 1998