sábado, 21 de marzo de 2015

Durero. La sífilis y los astros


El sifilítico, bajo la conjunción de astros. 
Grabado atribuído a Durero.



  Atribuído a Albert Dürer
 (1471-1528

La sífilis y la conjunción 
de astros

Xilografía



La aparición de la sífilis en Europa, en los últimos años del s.XV causó un gran revuelo. La epidemia, que se propagó como la pólvora, era terrible y devastadora. Aunque el modo de transmisión quedó bastante claro desde un principio, no faltaron quienes - siguiendo las teorías en boga en aquel momento - intentaron buscar su causa en diversas conjunciones astrales. Los primeros tratadistas (Grümpeck, Leoniceno) así lo hicieron. Pero al poco tiempo, la idea de que la sífilis surgía de un contacto sexual se impuso (Gaspar Torrella, López de Villalobos) 

Esto es justamente lo que representa este grabado, atribuído a Durero. En primer plano, un sifilítico, con chambergo, capa y botas y con algunas alteraciones cutáneas que intentan representar las lesiones del secundarismo luético. Encima de él se representa una esfera con las constelaciones en donde confluyen diversos astros...

Las grandes conjunciones planetarias siempre han llamado poderosamente la atención, causando a veces un gran temor. En el año 1484 hubo una gran conjunción de planetas en el signo de Escorpio - considerado el regente de la sexualidad - a la cual el valenciano Gaspar Torrella, médico y astrólogo del papa Alejandro VI y de su hijo César Borgia asoció la aparición de la sífilis. Torrella gozaba de gran autoridad en su tiempo y escribió uno de los primeros tratados sobre la sífilis, el Tractatus de pudendagra (1497).



viernes, 20 de marzo de 2015

Wagner: dermatitis seborreica o dermatitis atópica?


Renoir: Retrato de Richard Wagner (1882) 




Auguste Renoir

Retrato de Richard Wagner 
(1882)

Óleo sobre lienzo 53 x 46 cm
Musée d'Orsay, Paris 



Pierre-Auguste Renoir (Limoges, 1841 - Cagnes-sur-Mer, 1919) fue un pintor francés impresionista, interesado por el retrato y por cuerpos femeninos y bañistas en entornos naturales. Se inspiraba frecuentemente en esquemas renacentistas y barrocos. En sus creaciones muestra la alegria de vivir, que expresa con una paleta luminosa y vibrante. 

Renoir conoció fugazmente a Wagner en Sicilia, durante algo menos de media hora. Tomó algunos apuntes y bocetos del compositor, aunque se sintió algo molesto por los comentarios que Wagner hizo sobre Offenbach, un músico que Renoir admiraba. Años más tarde, Renoir asistió en Bayreuth a una representación de Die Walküre, y no le gustó demasiado. Salió diciendo que la música de Wagner era aburrida. 

Richard Wagner (Leipzig, 1813 - Venecia, 1883) fue un compositor, dramaturgo, poeta y ensayista y teórico musical del Romanticismo Alemán. Compuso sobre todo óperas,  en las que intentaba efectuar una síntesis de todas las artes poéticas, visuales, musicales y escénicas (Arte total), para lo que se hizo construir un teatro de la ópera especial, el Festspielhaus de Bayreuth. Llevó a cabo esta síntesis de las artes sobre todo en su tetralogía El anillo del Nibelungo, Lohengrin y Parsifal basadas en viejas sagas nórdicas y que constituyen un compendio de la mitología germánica. 

Las obras de Wagner destacan por su textura contrapuntística, su riqueza cromática, armonía, orquestación y sobre todo, por el uso de los letmotivs, frecuentemente vinculados a un personaje o a una situación. Su obra Tristán e Isolda se considera el punto de inicio de la música académica contemporánea.  

Wagner tenía una personalidad agresiva y fama de mal carácter, lo que le granjeó no pocos problemas. Tal vez también algunos problemas de salud, ya que padeció diversas enfermedades causadas o agravadas por factores psicosomáticos.  


Lorenz Gedon (Munich 1843-1883): Richard Wagner.
Altes Galerie, Berlin.
El propio compositor se definía como una persona de mala salud. En efecto se quejaba de transtornos intestinales, flatulencias, cólicos, distensión abdominal y episodios de constipación. Probablemente todos estos síntomas eran consecuencia de un síndrome del colon irritable, que le afectó durante décadas. Además, sufrió hemorroides y una gran hernia inguinal. 

Pero estas no eran las únicas molestias de Wagner. Sufría también estrabismo del ojo izquierdo que le ocasionaba importantes dolores de cabeza y contribuía a aumentar su  irritabilidad. 

Wagner tenía obsesión por vestir ropas de seda. Durante un tiempo esta costumbre fua atribuída a su esnobismo. Sin embargo parece ser que toleraba mal los otros tejidos, incluído el algodón. Desde los 19 años presentaba una enfermedad de la piel (que él llamaba erisipela) que le producía enrojecimiento y una leve hinchazón en la cara, especialmente a los lados de la nariz, progresando centrífugamente al resto del rostro. Alrededor de los 40 años, esta erupción se propagó a otras zonas del cuerpo. Algunos médicos, como el Dr. Adolfo Martínez Palomo creen que la enfermedad cutánea de Wagner debía ser una dermatitis seborreica, aunque creemos que no es descartable que se tratara de una dermatitis atópica con repetidos brotes de bastante intensidad, relacionados con su estrés, insomnio, y sus frecuentes altibajos anímicos.

Richard Wagner murió repentinamente durante una estancia en Venecia, por un infarto cardíaco con gran arteriosclerosis coronaria. 




jueves, 19 de marzo de 2015

Uzías, el rey herido por la lepra







 Rembrandt van Rijn
(1606-1669) 

El rey Uzías, 
herido por la lepra 
(1639) 

Óleo sobre lienzo 
Chatsworth House


"Y el sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes lo miraron, y he aquí, tenía lepra en la frente; y le hicieron salir de allí a toda prisa, y también él mismo se apresuró a salir, porque Jehová lo había herido.  
Y el rey Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa separada, ya que era leproso, porque fue excluido de la casa de Jehová. Y su hijo Jotam estaba al frente de la casa del rey gobernando al pueblo de la tierra." 
(Crónicas 26:20-21) 


Rembrandt representó escenas bíblicas en muchas ocasiones, especialmente en el último periodo de su vida. En estas escenas destaca la personalización que hace de las figuras históricas, en los que proyecta sus emociones individuales. 

En este cuadro, Rembrandt nos representa a Uzías,  rey de Judá, que llegó a ser muy poderoso y rico. La opulencia  que alcanzó lo llenó de soberbia e intentó ejercer funciones sagradas al quemar incienso sobre el altar del Templo de Jerusalén, privilegio que estaba reservado a los sacerdotes consagrados de la tribu de Leví. Según la Biblia (libro de las Crónicas) como castigo a su osadía, fue herido por Jehová con la lepra. La lepra era considerada una enfermedad impura, y los sacerdotes, tras examinar los casos sospechosos debían dar el veredicto y en su caso apartar a los leprosos de la comunidad. Así aparece estipulado en el Levítico (capítulos 13 y 14) y en otros pasajes de la Biblia. El rey pues, a pesar de su alta dignidad vivirá el resto de sus días marginado. 

"El Señor habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 
Cuando un hombre tenga en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción o mancha blanca lustrosa y se convierta en infección de lepra en la piel de su cuerpo, será traído al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. 
Y el sacerdote mirará la infección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la infección se ha vuelto blanco , y la infección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una infección de lepra; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará inmundo. 
Pero si la mancha lustrosa es blanca en la piel de su cuerpo, y no parece ser más profunda que la piel, y el pelo en ella no se ha vuelto blanco, entonces el sacerdote aislará por siete días al que tiene la infección.  
Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si en su parecer la infección no ha cambiado, y si la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo aislará por otros siete días.  
El sacerdote lo examinará de nuevo al séptimo día; y si la infección ha oscurecido, y la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una erupción. Y lavará sus vestidos y quedará limpio.
Pero si la erupción se extiende en la piel después que él se haya mostrado al sacerdote para su purificación. 
Y el sacerdote lo examinará, y si la erupción se ha extendido en la piel , entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es lepra"


(Levítico 13: 1-8

En el cuadro aparece un personaje de medio cuerpo, ricamente ataviado a la manera oriental. En el pecho, destaca un rico broche de oro, signo de la riqueza y el poder que había alcanzado. Su rostro, enmarcado por el turbante y la barba, presenta áreas sugestivas de lesiones cutáneas, especialmente en las mejillas y en el dorso de la nariz, que aparece engrosada, con cierto aspecto de facies leonina. 

El monarca, con las manos entrelazadas mira al espectador con profunda tristeza, impotente de resolver su situación, segregado de su pueblo por su enfermedad que es interpretada como un castigo divino. Rembrandt lleva a cabo en este cuadro un impresionante retrato psicológico que nos transmite el apesadumbrado sentimiento del desgraciado rey. 











miércoles, 18 de marzo de 2015

IN MEMORIAM atentados del Museo del Bardo, Túnez





A las víctimas de los atentados del 
Museo del Bardo, de Túnez

IN MEMORIAM










El sentido del tacto






 P.P. Rubens y 
J. Brueghel el Viejo

El tacto 
(1617-1618)

Óleo sobre tabla 
Museo del Prado, Madrid


La piel es un órgano extenso y complejo. Efectúa muchas funciones vitales. Es a la vez nuestra tarjeta de presentación y nuestra frontera, aislándonos y defendiéndonos del exterior. Y también es la sede de uno de nuestros sentidos: el sentido del tacto, que nos sirve para cosas tan diversas como reconocer las cosas del mundo exterior, captar la temperatura, sentir dolor y darnos placer.  

La serie de los sentidos es una de las más importantes colaboraciones entre Rubens y Brueghel el Viejo. Se trata de una serie de grandes lienzos dedicados a los sentidos corporales. En esta serie, Brueghel se encargó de representar los ricos y exhuberantes escenarios de la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia (que eran los gobernadores de los Países Bajos) y Rubens realizó las figuras alegóricas de cada uno de los sentidos. 

En cada una de las tablas se representan objetos alusivos a  los cinco sentidos. En todos ellos, presidiendo, una  diosa, personificación alegórica del sentido correspondiente. El resto de la composición se basa en objetos que puedan evocarnos el sentido en cuestión. Así, en el sentido del olfato aparecen multitud de flores, evocando su aroma; en el del gusto, manjares apetitosos; en el del oído, pájaros canoros e instrumentos musicales. Muchos de los objetos, pinturas e instrumentos que aparecen en las tablas debían pertenecer a la colección del archiduque que era un gran coleccionista y un importante mecenas. Muchas de las pinturas representadas desaparecieron en un incendio, y la única que sabemos de forma segura que perteneció al archiduque es la Derrota de Senaquerib, representada precisamente en la dedicada al sentido del tacto. 

En la tabla El tacto aparecen múltiples armaduras y escenas de forja (insistiendo en la dureza y frialdad del tacto del acero) que contrasta con la suavidad de la piel del amorcillo a quien la diosa besa tiernamente (sensibilidad epicrítica). 


Estas obras, como otras de esta colección pasaron a ser propiedad del rey Felipe IV y a engrosar los fondos reales del Alcázar. Forman parte de la colección del Museo del Prado de Madrid desde mediados del s. XIX. 


Brueghel el Viejo: El gusto, el oído y el tacto (de la serie de los sentidos). Museo del Prado, Madrid. 

Otra obra, también de Brueghel el Viejo (1620 circa), representa a la vez el sentido del gusto el oído y el tacto. En ella aparece un banquete con varios comensales, personificación de estos sentidos. El músico y los niños cantores, encarnan el oído; la joven que se dispone a saborear las ostras, el gusto; y la que acaricia un visón, el tacto. En la esquina inferior izquierda aparece un mono tirando del cabello a un amorcillo, que igualmente representa el tacto (en su faceta más dolorosa). Los cuadros que aparecen representados son también alusivos: La Anunciación (en la tapa del clavicordio) y La visita de Minerva al Parnaso hacen referencia al oído; El sacamuelas al tacto; y el Castigo del rico Epulón y Las bodas de Caná, al gusto. 

A destacar el interés que despertaba en el barroco la representación de los sentidos y la dificultad de representarlos, muy especialmente el sentido del tacto, el que reside en nuestra piel. 








martes, 17 de marzo de 2015

La repulsiva dermatosis de Tiberio








 Autor desconocido
(s. I d.C.) 

Cabeza de Tiberio 

Escultura en mármol. 
Museo de Trípoli, Libia  



Tiberio (nacido Tiberio Claudio Nerón, 42 a.C - 37 d.C.) fue el segundo emperador del Imperio Romano  (14 d.C. - 37 d.C.). Perteneció a la dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y de Livia Drusilla. Su madre Livia se  divorció cuando él tenía nueve años y se casó con el emperador Augusto (39 a.C), por lo que Tiberio pasó a ser miembro de la familia imperial, y tras las continuas intrigas de Livia, fue nombrado heredero por Augusto y lo sucedió a su muerte. 

Tiberio realizó una brillante carrera militar, consolidando la frontera norte del Imperio. Sin embargo fue un gobernante oscuro, recluido y solitario (tristissimus hominum, el más triste de los hombres, como lo llamaba Plinio) que gobernó con crueldad y tiranía.


Escultura de Tiberio (detalle) 
Museo Arqueológico Nacional. Madrid. 


Tácito nos describe a Tiberio ya a avanzada edad, cuando  se disponía a abandonar Roma para instalarse en Capri (Tácito 107, IV, 57).  

Comenta que era calvo y que llevaba el rostro lleno de úlceras que intentaba disimular con emplastos. No es fácil conocer a ciencia cierta la naturaleza de esta enfermedad cutánea. Al parecer era el período final de unos tumores que le llenaban el rostro desde joven (Suetonio). Es posible que se tratara de una enfermedad contagiosa de la piel, que Plinio llamaba mentagra y que causó una epidemia entre la alta sociedad romana (Plinio, 80, XXVI, 3). El naturalista comenta que era una enfermedad no mortal, de evolución lenta y tan repugnante que los que la sufrían hubieran preferido la muerte.

Esta afección puede explicar el carácter retraído y agresivo del emperador, que rara vez se mostraba en público. En su vejez, su aspecto repulsivo le avergonzaba  (Tácito, 107, IV, 57).


Cabeza de Tiberio. Museo de Trípoli (Libia) 



Tiberio hizo venir a médicos de Egipto y de tierras lejanas a tratar su mal. Le practicaron muchas cauterizaciones, tan profundas que el hierro candente llegaba hasta el hueso, dejando úlceras, costras y cicatrices que empeoraban todavía más su aspecto. Estos tratamientos eran muy caros. Sabemos que uno de los patricios afectados de este mal, Manillo Cortuno, tuvo que pagar al médico egipcio que lo trató 200.000 sestercios (Plinio 80, XXIX, 5). 

No es fácil conocer a ciencia cierta la naturaleza de esta enfermedad cutánea. En síntesis sabemos que no era una enfermedad mortal, que era de curso tórpido y crónico, con formación de costras cenicientas y que podían transmitirse por el beso o el contacto directo. Estos datos nos podrían hacer pensar en una forma de impétigo o en una tiña, aunque no acaba de encajar plenamente en la clínica. Marañón llegó incluso a pensar en una sífilis (aceptando así el origen precolombino de esta enfermedad) o en una lepra  (Véase: Marañón G. Tiberio. Historia de un resentimiento).


Escultura de Tiberio, divinizado. 
Museo Arqueológico Nacional. Madrid. 


El mal de Tiberio fue una enfermedad legendaria, que sería evocada por muchos de quienes se refirieron a él con posterioridad, como Juliano el Apóstata. 

Una poética leyenda cristiana medieval sostenía que el César fue curado de sus repugnantes pústulas por el contacto con el velo de la Verónica, que habría ido a Capri con el paño con el que secó el rostro de Jesús (que había sido crucificado seis años antes de la muerte del emperador), obrando así el milagro que no habían conseguido los tratamientos médicos. 





lunes, 16 de marzo de 2015

Van Gogh. Tenía lupus Mme. Roulin?




 Vincent van Gogh 
(1853-1890)

Augustine Roulin 
y su niña Marcelle 
(1888) 

Óleo sobre lienzo 92 x 73'5 cm
Philadelphia Museum of Art. Philadelphia (Pensylvania)  



Me escriben desde Norteamérica el Dr. Jonathan Hausmann, y otros reumatólogos y miembros del  American College of Reumatology, y también Laura Raquel Mari, seguidores habituales de este blog. Aprovecho para decir que más del 20% de los lectores de "Un dermatólogo en el museo" lo hacen desde los Estados Unidos, que es el segundo país en número de seguidores. Desde aquí mi agradecimiento y un saludo muy cordial para todos ellos. 

Laura R. Mari y Jonathan Hausmann llaman mi atención sobre unas pinturas de Van Gogh que presentan algunas curiosidades interesantes. Les doy las gracias por su colaboración, que me estimula a seguir investigando sobre aspectos médicos y dermatológicos en el arte.  


Vincent van Gogh: La madre Roulin con su niña (1888) 

The Metropolitan Museum of Art. New York. 


Las pinturas en cuestión son unos cuadros que Van Gogh pintó en su época de Arles. 

Cuando Van Gogh llegó a Arles en 1888, hizo buenas migas con el cartero local, Joseph Roulin. El cartero y su mujer, Augustine, acababan de tener un bebé, una niña llamada Marcelle. Vincent pintó diversos retratos de los miembros de esta familia, en una época en que estaba muy influenciado por el japonesismo, y en los que usa colores vivos y fondos florales. Uno de estos cuadros, La Berceuse, representa a Augustine en un balancín, sosteniendo una cuerda entre sus manos para mecer la cuna del bebé. En otros, aparece con la pequeña Marcelle en brazos. 

Es justamente sobre las manos de Augustine que los reumatólogos americanos me han llamado la atención. Los dedos aparecen deformados, en una postura muy poco habitual.


Vincent van Gogh. La Berceuse


Esta posición es compatible con una artropatía de Jaccoud, una deformidad articular benigna, con deformidades en manos y pies e inflamación intermitente de los ligamentos y tejidos blandos periarticulares.  Pueden encontrarse flexiones y subluxaciones metacarpo-falángicas, desviación cubital de los dedos 2º a 5º, dedos en cuello de cisne y pulgar en Z. Aunque muchas veces se trata de un fenómeno reversible, en un 5-10% de los casos se asocia a lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Reynolds o esclerodermia sistémica. Los dedos de Mme. Roulin, de hecho aparecen largos y afilados, y dan una cierta sensación de esclerodactilia. 

La pintura postimpresionista de Van Gogh no permite sacar muchas conclusiones más. La niña, Marcelle, aparece regordeta y poco expresiva. Los tintes rojizos de su cara (en el cuadro del Metropolitan Museum) podrían hacernos sospechar una dermatitis atópica (eritema de Tachau), aunque como hemos señalado, no es un tipo de estilo que nos permita sacar muchas conclusiones y podría tratarse de un mero recurso cromático. El diagnóstico es, por lo tanto, arriesgado. 

¿Estaba afecta de lupus Mme. Roulin? ¿o su alteración articular fue meramente benigna? He aquí una pregunta que queda en el aire y que precisaría de mayores investigaciones. Por el momento, solo cabe agradecer de nuevo la colaboración de los reumatólogos norteamericanos como el Dr. Hausmann y a Laura R. Mari su amabilidad al seguirnos y participar activamente en este blog.