martes, 24 de octubre de 2017

Baño y bañeras en la obra de Botero





Fernando Botero

El baño
(1993)

Óleo sobre lienzo. 197 x 125 cm
Colección de Arte del Banco de la República. Bogotá   




Fernando Botero Angulo (Medellín, Colombia 1932) es un pintor y escultor colombiano de los s. XX-XXI. Sus obras se caracterizan por unos personajes obesos, con un cierto aire naïf. Gran parte de su obra refleja escenas costumbristas, ingenuas  y tiernas, reflejadas con una mirada irónica y amable. Se inspira en las pinturas monumentales mexicanas y en algunos frescos del Renacimiento italiano. 

    


Aunque nunca ha abandonado la pintura costumbrista y cotidiana, que sigue cultivando, ha añadido en las últimas décadas algunas obras de clara denuncia política, como las de las torturas y vejaciones de las tropas estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib.  En el momento actual es uno de los artistas más reconocidos de América del Sur. 

Aportamos hoy una serie de pinturas de Botero sobre los cuartos de baño y las bañeras. El baño fue introducido en los domicilios burgueses a principios del s. XX. Era una pieza total o parcialmente alicatada, con azulejos blancos. Además del váter solía tener una pila para lavarse las manos y la cara (con un espejo delante) y una bañera. La ducha no fue introducida hasta bastante más tarde, al igual que el bidé. 

En general la higiene personal de la primera mitad del s. XX incluía lavarse las manos y la cara, afeitarse en el caso de los hombres, y peinarse. El baño de inmersión era practicado por lo general los sábados y con cierta precaución, ya que se temía mucho que se produjeran descensos de presión arterial, mareos y lipotimias. Por eso, muchas veces, al lado de la bañera pendía una cadenilla que al tirar, hacía sonar un timbre de alarma. 



















Hoy en día nos pueden parecer exageradas estos temores. Es cierto que una inmersión prolongada en agua muy caliente puede producir alguno de estos efectos en personas predispuestas, pero en principio, no son accidentes frecuentes. 

También nos puede llamar la atención la escasa frecuencia de lavado integral del cuerpo. Hoy en día estamos acostumbrados a duchas frecuentes y lo de bañarse una vez por semana (o a veces incluso menos) nos parece chocante. Pero era así. Eso sí, se usaba jabón de Marsella o de Alepo, mucho más detergente que los que usamos en la actividad, cosa que con la frecuencia actual de lavados tendría nefastas consecuencias para nuestra piel. 



En todo caso, la introducción de baños a domicilio constituyó un importante avance. En épocas anteriores todavía se lavaban menos!






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