viernes, 15 de febrero de 2019

Los anticonceptivos y el papa







Lello Scorzelli

Papa Pablo VI
(1965)

Escultura de Bronce dorado

Museo de Arte contemporáneo
Museos Vaticanos



Giovanni Battista Montini (1897-1978) gobernó la Iglesia Católica como papa con el nombre de Pablo VI (1963-1978). Sucedió en el trono pontificio a Juan XXIII y bajo su pontificado terminó el Concilio Vaticano II que éste había comenzado. Hombre de letras y de talante liberal, su pontificado fue aperturista en muchos aspectos sociales y de talante ecuménico, estableciendo puentes de diálogo con otras iglesias cristianas e incluso con otras religiones no cristianas. 


El papa Pablo VI
Sin embargo en los aspectos relacionados con la moral sexual y reproductiva fue mucho más conservador. Su encíclica Humanae vitae (1968) fue un jarro de agua fría para los que esperaban una posición más comprensiva sobre algunos aspectos de moral sexual. Aunque los sectores más progresistas confiaron hasta el último momento en que el papa tendría una posición más tolerante, lo cierto es que en la encíclica se condenaron los anticonceptivos y el control de natalidad artificial. Pero esta postura inmovilista de la Iglesia contrastaba con un mundo que estaba cambiando rápidamente y que por primera vez tenía en sus manos un método práctico y efectivo para controlar la natalidad. 

Sin embargo tampoco la historia de la píldora anticonceptiva fue un camino fácil. Los experimentos con animales a fines de la década de 1930 habían demostrado que la progesterona en dosis altas podría detener la ovulación. En 1950 en México, Carl Djerassi había sintetizado la progesterona. Pero en los Estados Unidos (EE. UU.), la Ley de Comstock consideraba la regulación de la natalidad como algo obsceno e impedía las investigaciones sobre anticoncepción. 


El fisiólogo Gregory G. Pincus, considerado el
padre de la píldora anticonceptiva
En 1951 tuvo lugar un encuentro crucial. Margaret Sanger, una veterana líder social, defensora de la salud de la mujer, que había acuñado la expresión "control de la natalidad" y luchaba por conseguirlo conoció al fisiólogo Gregory Pincus y le convenció de que investigara una píldora anticonceptiva.  

Un año después, Pincus inició sus experimentos con progesterona en ratas. Entró en contacto con el ginecólogo John Rock y con el farmacéutico Frank Colton, director de la compañía Searle, para desarrollar la síntesis de progesterona. 

Sin embargo, en los Estados Unidos (EE. UU.), La Ley de Comstock prohibió efectivamente las discusiones públicas y las investigaciones sobre anticoncepción. Tampoco había facilidades en Canadà donde hablar de anticoncepción se veía como una obscenidad. Por eso muchas investigaciones tuvieron que realizarse en otros lugares, como Puerto Rico. La primera prueba real a gran escala de la píldora (200 mujeres) se llevó a cabo en 1956 en la localidad puertorriqueña de Rio Piedras. 


La primera píldora anticonceptiva, Enovid,
en su envase inicial (1960).
 
La píldora se prescribió por primera vez exclusivamente para el control del ciclo, y solo para mujeres casadas. Las primeras iteraciones de la píldora tenían dosis drásticamente diferentes. La primera píldora comercializada, Enovid 10 ®, salió al mercado en agosto de 1960. Contenía 9,85 mg de norethynodrel de progestina y 150 μg de estrógeno mestranol. Las píldoras de hoy contienen dosis de hormonas dramáticamente más bajas: de 0.1 a 3.0 mg de progestinas modernas y de 20 a 50 μg de estrógenos. 

El ginecólogo John Rock era un católico devoto. La Iglesia no veía con buenos ojos los anovulatorios, aunque los toleraba si se indicaban para el control de las alteraciones del ciclo menstrual. Rock pensó que si la píldora se administraba con una interrupción de 7 días, respetando lo que se parecía a una menstruación, la Iglesia podría aceptarla mejor. Por eso se introdujo un descanso de 7 días al mes, aunque no es en absoluto necesario. En solo dos años, 1.200.000 mujeres tomaban la píldora anticonceptiva en los EEUU. En cinco años, la píldora se convertiría en la forma más popular de control de la natalidad en los Estados Unidos.

Al principio, la píldora se presentaba en un envase de vidrio, como cualquier otro medicamento oral. Pero eso pronto plantó problemas, al olvidarse de los días en los que no debía tomarse. 


Enovid 10 ® en el envase calendario
Una de las mujeres que se olvidaban continuamente era Doris Wagner. Su marido, David Wagner era ingeniero y estaba acostumbrado a resolver problemas mecánicos. Intentó idear una metódica para facilitar el proceso de toma de píldoras. Primero, las dispuso sobre un calendario de papel, encima de una mesa. Durante un tiempo, este sistema funcionó, hasta que un día se cayeron todas las pastillas al suelo. Entonces fue cuando diseñó un envase calendario, parecido a los que se usan en la actualidad. Se podía así distinguir fácilmente la semana de descanso. 

Actualmente se discute la necesidad de esta interrupción cíclica. Según unas recientes declaraciones al diario  The Telegraph, el Prof John Guillebaud, profesor especialista en planificación familiar y reproducción en el University College de Londres, esta pausa mensual habría sido concebida con la esperanza de que el papa aceptaría la píldora y la haría aceptable para los católicos. 


El ginecólogo Dr. John Rock 
En 1963 Rock publicó un libro en el que defendía que la píldora anticonceptiva era compatible con los valores de la Iglesia ya que respetaba el ciclo menstrual natural de las mujeres con la administración de hormonas que ya se producían de forma natural en el cuerpo femenino. Rock terminaba solicitando a las autoridades católicas la aprobación de la píldora, como ya habían hecho con el método Ogino, que preconizaba la abstinencia sexual durante los días fértiles. 


La respuesta de la Iglesia no se hizo esperar. En 1965 se reunió un comité de 51 miembros, con mayoría de laicos: 20 teólogos, 19 demógrafos, sociólogos y economistas, 12 médicos y 3 matrimonios (una pareja de franceses, una de americanos y otra de canadienses). La comisión se declaró favorable a aceptar la píldora. Un año después la cuestión fue sometida a la opinión exclusiva de un grupo de teólogos, que también se decantaron por una opinión favorable al método anticonceptivo "ya que corresponde a las parejas decidirlo conjuntamente". 

Tras dos años de silencio, dudas y controversias internas, parece ser que el papa tenía ya escrito el borrador de una encíclica, "De nascendae prolis", en la que aprobaría el uso de la píldora anticonceptiva para los fieles católicos (mayo 1968). El papa pidió la opinión a este respecto del Sínodo de obispos, pero muy pocos respondieron. Además recibió fuertes presiones de la Curia y de los sectores más conservadores, contrarios a la aprobación moral de la píldora anticonceptiva (entre ellos uno de los más activos detractores de la píldora fue Karol Wojtyla, que más tarde sería el papa Juan Pablo II). Finalmente, el pontífice, aislado y presionado, publicó su encíclica "Humanae vitae" en la que manifestaba explícitamente su desaprobación a los anticonceptivos orales (25 de julio 1968). 

A pesar de esta reprobación, la píldora se había ya implantado con fuerza y encontró en los movimientos feministas, en los hippies y en los jóvenes de la revolución del 68 sus más firmes defensores. Su consumo se extendió considerablemente. 

Lo que ahora se discute es si merece la pena seguir respetando una semana de descanso mensual como se ha venido haciendo durante 60 años. Muchos especialistas creen que no es necesario y que los anovulatorios podrían administrarse sin interrupciones. De hecho ya hay algunas marcas en el mercado con este sistema. 


Bibliografía


Gaubert C. Attendre 7 jours entre les plaquettes de pilule est finalement inutile : faut-il blâmer le Pape ? Science et Avenir, 25.01.19  
https://www.sciencesetavenir.fr/sante/sexualite/le-pape-la-pilule-et-l-inutile-pause-entre-les-plaquettes_131053
Finley H. Una píldora anticonceptiva temprana (1964) (The Pill): Enovid-E (en un paquete etiquetado como “muestra profesional del médico”), EE. UU. Washington, DC: Museo de la Menstruación y Salud de la Mujer; 2012.

Liao PV.  Half a century of the oral contraceptive pill. Historic review and view to the future. Can Fam Physician 2012 Dec; 58(12): e757–e760. 
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3520685/al 

Pablo VI. Encíclica Humanae vitae, Roma 25 de julio 1968.  https://www.camilos.es/wp-content/uploads/2018/03/Humanae_Vitae.pdf
Rock J, Pincus G, Garcia CR. Efectos de ciertos 19-ni esteroides en el ciclo menstrual humano normal. Ciencia. 1956; 124 (3227): 891-3. 
Seaman B. El mayor experimento jamás realizado en mujeres. Explosionando el mito del estrógeno. 2ª ed. Nueva York, NY: Hyperion Books; 2003.

jueves, 14 de febrero de 2019

Acrocordones y comedones en un cuadro de Velázquez


Resultat d'imatges de velazquez sant pau mnac




Diego Velázquez

San Pablo
(circa 1619) 

Óleo sobre lienzo. 99,5 x 80 cm
Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) Barcelona



Es esta una pintura de juventud de Diego Velázquez, realizada cuando el pintor todavía vivía en Sevilla, poco antes de entrar al servicio del rey Felipe IV y trasladarse a Madrid. En esta obra se observa una clara influencia de Caravaggio.  


Detalle de la cabeza
La pintura representa a San Pablo, sentado, con túnica y un amplio manto. Lleva un libro, tal vez como referencia a su dimensión intelectual o filosófica. La identidad de la figura queda explícita por la inscripción "S · PAVLVS ·" en el ángulo superior izquierdo. Su santidad queda también afirmada por una aureola luminosa que le rodea la cabeza.



Velázquez representa al santo como un personaje de cierta edad, con el cabello oscuro y la barba cana. El rostro aparece surcado de arrugas y son visibles los efectos del fotoenvejecimiento en el rostro. Uno de los detalles que me ha llamado la atención es la presencia de acrocordones en el párpado derecho   del santo, lo que revela que el pintor observó minuciosamente los rasgos del envejecimiento cutáneo y que seguramente, como en otras de sus obras posteriores tomó a un personaje popular como modelo, como también hacía Caravaggio. 

Un acrocordón es un pequeño tumor benigno de tejido fibroso, pediculado y péndulo, que se forma principalmente a partir de cierta edad en las zonas donde la piel forma pliegues, tales como el cuello, las axilas y la ingle. Pueden asentar también en la cara, principalmente en los párpados. Su nombre deriva del griego: “ακρος” (akros) que significa extremo y “χορδή” (chordē) que significa cuerda, filamento. De superficie lisa o algo arrugada, y de un tamaño medio como de un grano de arroz, los acrocordones son indoloros, típicamente inofensivos y no tienen tendencia a crecer. Se trata de una patología banal, aunque de consulta frecuente por motivos estéticos. Cuando se localizan en párpados son especialmente molestos porque pueden dificultar la visión. Debido a su pequeño tamaño los he encontrado representados pocas veces en pinturas, aunque recuerdo algunos dibujos de Ribera y en una obra de arte contemporáneo de Joan Colomer

En este detalle son visibles los acrocordones que penden del párpado superior. Algo más arriba se entrevé un posible xantelasma. A la izquierda, sobre el arco zigomático y zona malar, pueden observarse los comedones, como pequeños puntos negros. 

Otro detalle que es visible en la zona malar del cuadro es la presencia de diminutos comedones, otro signo de fotoenvejecimiento cutáneo. En la piel senil es frecuente la presencia de comedones, que suelen observarse especialmente en las pieles de individuos que han estado repetidamente expuestos al sol y que se manifiesta además por una pérdida de elasticidad. Esta alteración cutánea se conoce como elastoidosis a quistes y comedones de Favre-Racouchot, y suele afectar especialmente las órbitas, zonas temporales, nariz y frente. Tampoco es frecuente ver esta alteración representada en la pintura, aunque la he encontrado algunas obras de Filippino LippiRembrandt, y Jordaens

Finalmente, aunque es mucho más discutible, algunas pinceladas claras periorbitarias podrían tal vez interpretarse como posibles xantelasmas, pequeños tumores benignos amarillentos que son frecuentes en la zona palpebral, Se trata de formaciones por acúmulo graso bastante frecuentes y que encontramos en pinturas y retratos de otros artistas (Sebastiano del Piombo, Frans Hals o incluso en la famosa Gioconda.

En definitiva, en este cuadro es patente la gran capacidad de observación de Velázquez que se manifestará en todo su esplendor en sus posteriores obras, así como un evidente testimonio de los signos de envejecimiento cutáneo del individuo que tomó como modelo. 






miércoles, 13 de febrero de 2019

Las buscadoras de piojos





Henriette Browne 

Hermanas de la Caridad
(1859)

Óleo sobre lienzo 24 x 31 cm
Museo de Arte Moderno (MoMa) Nueva York 




Gautier: Hijas de la Caridad
En esta pintura de Henriette Browne (1829-1901) se ve una escena que era frecuente en el s. XIX y primera mitad del s. XX. Unas monjas, con tocas de amplias alas cuidando a un niño enfermo. Esta orden religiosa femenina, las Hijas de la Caridad, fue fundada en 1633 por S. Vicente Paúl y Luisa de Marillac, con el fin de dedicarse al servicio corporal y espiritual de los pobres enfermos. Se encontraban pues en numerosos hospitales y hospicios. Era frecuente encontrarlas en estos establecimientos en los dos primeros tercios del s. XX. 

En los orfelinatos eran frecuentes las epidemias de enfermedades transmisibles. En otra entrada del blog hemos aludido a la frecuente presencia de tiñas en estas instituciones.  Otra enfermedad que era frecuente eran los piojos de la cabeza y tenemos múltiples representaciones pictóricas que son testimonio de ello. En ausencia de tratamientos efectivos, las monjas muchas veces tenían que recurrir a la desparasitación manual en los casos de los niños con pediculosis. 



Hoy vamos a aportar un testimonio literario de este tema. Una inolvidable poesía de Arthur Rimbaud (1854-1891) en la que se comenta esta práctica:  

Les chercheuses de poux

Quand le front de l'enfant, plein de rouges tourmentes,
Implore l'essaim blanc des rêves indistincts,
Il vient près de son lit deux grandes soeurs charmantes
Avec de frêles doigts aux ongles argentins.

Elles assoient l'enfant auprès d'une croisée
Grande ouverte où l'air bleu baigne un fouillis de fleurs,
Et dans ses lourds cheveux où tombe la rosée
Promènent leurs doigts fins, terribles et charmeurs.

Il écoute chanter leurs haleines craintives
Qui fleurent de longs miels végétaux et rosés
Et qu'interrompt parfois un sifflement, salives
Reprises sur la lèvre ou désirs de baisers.

Il entend leurs cils noirs battant sous les silences
Parfumés ; et leurs doigts électriques et doux
Font crépiter parmi ses grises indolences
Sous leurs ongles royaux la mort des petits poux.

Voilà que monte en lui le vin de la Paresse,
Soupirs d'harmonica qui pourrait délirer ;
L'enfant se sent, selon la lenteur des caresses,
Sourdre et mourir sans cesse un désir de pleurer.




LAS BUSCADORAS DE PIOJOS

Cuando en la frente del niño, las tormentas rojas
imploran el blanco enjambre de un sueño alado,
arriban hasta su lecho dos graciosas monjas 
uñas argénteas en largos dedos delicados.

Lo sientan delante de un gran ventanal frío
donde un aire azulado humedece las flores,
y por su pelo pesado donde cae el rocío
se pasean los terribles dedos encantadores.

Oye el niño el suave canto de su temeroso aliento
de aroma de miel rosada, de hierba y cantueso
interrumpido a veces por un silbido, y un lento
resto de saliva en el labio como deseos de beso.

En silencio oye el batir de sus negras pestañas
perfumadas, y sus dedos eléctricos y flojos
hacen crepitar con indolencia grisácea
y con sus regias uñas van matando los piojos.

En su espíritu sube la pereza como un vino,
Suspiro de una armónica que podría delirar;
y con las lentas caricias le vienen al niño
muriendo y resurgiendo, las ganas de llorar.

(Traducción de Xavier Sierra)





martes, 12 de febrero de 2019

La etimología de la palabra quirófano.








Mariano de Cossío

El quirófano
(1935)


Óleo sobre lienzo 46 x 34 cm 
Colección particular. Valladolid



El vallisoletano Mariano de Cossío (1890-1960) fue un pintor realista, influído por el movimiento alemán de la Nueva Objetividad, en la línea del estilo de Josep Togores, Ponce de León, Ángeles Santos, Rosario de Velasco o Jorge Oramas. Se formó inicialmente en Madrid pero sobre todo su estilo deriva de la influencia del pintor inglés Cristóbal Hall que  llegó a Valladolid atraído por el museo de escultura y pronto su estudio se convirtió en un importante centreo de artistas e intelectuales. Cossío también se benefició de su amistad con algunos miembros de la generación del 27 que residían en la Residencia de Estudiantes de Madrid, grupo en el que se encontraban entre otros: Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca o Luis Cernuda. 

En su obra "El quirófano", transmite una notable frialdad, ofreciendo una perspectiva desde arriba de una sala de operaciones muy austera, con un escaso colorido. Destacan las monjas, en aquel momento habituales en los hospitales, con las enormes tocas que caracterizaban a las Hijas de la Caridad. Un reflejo de como eran los quirófanos en los años treinta. 


Reginald Brill: Una intervención quirúrgica (1934)
Wellcome Library. Londres.  
Traigo esta obra a colación de la curiosa etimología de la palabra quirófano. A pesar de estar formado por antiguos vocablos griegos (de kheír (χείρ) "mano" y phaínein (φαίνειν) ‘mostrar’, ‘hacer visible’) se trata de un neologismo del s. XIX. La palabra en cuestión fue propuesta por el médico, ginecólogo y cirujano Andrés del Busto y López en 1892, indicando el recinto donde se realizaban intervenciones quirúrgicas pero donde mediante una mampara de cristal podían acceder estudiantes y médicos en formación para aprender las técnicas quirúrgicas utilizadas. Del Busto, que escribió además diversos tratados médicos creó el neologismo a partir de palabras griegas, en la línea de otras expresiones como cirugía, derivado del griego kheirurgía (χειρουργία) ‘operación quirúrgica’, propiamente ‘trabajo manual’, ‘práctica de un oficio’; y también cirujano, de  kheirurgós (χειρουργικός), a su vez compuesto de kheír (χείρ) ‘mano’ y érgon (ἔργον) ‘obra’, ‘trabajo’. ‘que trabaja con las manos’, ‘cirujano’, compuesto de kheír (χείρ) ‘mano’ y érgon (ἔργον) ‘obra’, ‘trabajo’.


Charles Goldhamer: Escena de quirófano (1945)  Museo Canadiense de la Guerra

Curiosamente la palabra quirófano solo es usado en castellano, ya que en otros idiomas permanece el nombre de "sala de operaciones" (francés salle d'opération; inglés operating room; alemán Operationsaal; italiano sala operatoria; portugués sala de cirugia; catalàn sala d'operacions; euskergela eragileak...). Así pues es una peculiaridad lingüística del castellano. Aunque también en griego moderno, la sala de operaciones se llama το χειρουργείο, conservando la presencia de la raíz χέρι (mano) en el vocablo, como nos recuerda el Dr. J.M. Gil-Vernet, lector habitual de nuestro blog.