jueves, 16 de febrero de 2017

Dalí y el ADN (V): Homenaje a Severo Ochoa







Salvador Dalí

Mensajeros polinucleotídicos (Homenaje a Severo Ochoa)
(1975) 

Dibujo para plancha de litografía 
Museo de Xixón, Asturias





Salvador Dalí (1904-1989) vivió parte de su vida entre Estados Unidos y Francia, pero en la década de los setenta destaca su relación con científicos españoles como Joan Oró, Santiago Grisolía y Severo Ochoa, amigo de Salvador desde que fueron compañeros en la Residencia de Estudiantes y que formó parte del Patronato de la Fundación Gala-Dalí, porque Dalí cuya afición por la ciencia era bien conocida quería que estuvieran representados los científicos en esta institución. A muchos de ellos les pidió modelos moleculares que después utilizaba como base de estas pinturas. 

A petición de Oró y Grisolía, diseñó carteles para congresos científicos organizados en esos años. Juan Oró recordaba un curioso episodio ocurrido en 1975. Este bioquímico, que por aquel entonces vivía a caballo entre Barcelona y Estados Unidos, porque trabajaba en la NASA, había encargado a Dalí que pintase un póster (que sería usado también en la cubierta del libro de resúmenes) para el Simposio Internacional que conmemoraba el 70 aniversario del investigador español Severo Ochoa, que tras el descubrimiento de la estructura molecular del ADN, había investigado la síntesis de los ácidos nucleicos. Dalí tituló la obra Mensajeros polinucleotídicos de Ochoa, haciendo referencia a la polinucleótido fosforilasa que le valió el Nobel de Medicina.

Oró fue a visitar a Dalí en Barcelona, al hotel donde se encontraba alojado, el Hotel Ritz, para pedirle una dedicatoria para el libro de este symposium. Dalí apareció ante él con su habitual traje de rayas y con un bastón en la mano. Tenía prisa, pero respondió a la petición de Oró: “Vaya apuntando lo que le digo”. Oró sacó papel y bolígrafo, y Dalí empezó a dictarle directamente, sin leer ninguna nota previa. Hablaba muy rápido y el científico tuvo que pedirle en diversas ocasiones que fuera más despacio. Cuando terminó, Oró levantó el bolígrafo boquiabierto. Más tarde comentó: 
“En cuestión de minutos, Dalí había creado una maravillosa reflexión en torno al avance científico de las ciencias del ADN que tan sólo podría pensar un genio, con un conocimiento científico y un sentimiento artístico muy profundo”
Este es el texto que tanto impresionó al bioquímico 
"Dios no juega a los dados, escribió Albert Einstein mucho antes del descubrimiento de la escala del ADN, cuyos peldaños recorren los ángeles en el sueño de Jacob que yo tuve la noche antes de pintar esta escalera para Severo Ochoa. Estos ángeles simbolizan los mensajeros del código genético, las moléculas de nucleótidos sintetizados por primera vez en el laboratorio de Severo Ochoa. 
Aunque yo no soy científico, debo confesar que los acontecimientos científicos son los únicos que guían mi imaginación, al mismo tiempo que ilustran las intuiciones poéticas de los filósofos tradicionales hasta el punto de conseguir una belleza deslumbrante de determinadas estructuras matemáticas, especialmente las de los politopos  y sobre todo de aquellos momentos sublimes de abstracción que vistos a través de un microscopio electrónico aparecen como virus de forma poliédrica, confirmando lo que Platón dijo: “Dios siempre hace geometría”. 

Dalí: La escala de Jacob. La escalera helicoidal por donde suben los ángeles está inspirada en el ADN

Dalí expresa en el texto su admiración por la belleza matemática de la naturaleza, que entronca con su interés por la obra del matemático rumano Matila Ghyka, que asesoró a Dalí en el planteamiento compositivo de “Leda atómica”. De hecho, durante los años 50 Dalí se obsesiona por la presencia de estructuras matemáticas en la naturaleza. En 1954 lo encontramos en el museo del Louvre, inspeccionando con detalle el cuadro “La encajera”, de Vermeer. Dalí admira profundamente al pintor holandés y quiere confirmar empíricamente una hipótesis (en cierto modo, también en su trabajo artístico aplicaba el método científico): según Dalí, el cuadro de Vermeer es una composición a base de cuernos de rinoceronte, formados por espirales logarítmicas que, para el pintor, era la estructura más perfecta de la naturaleza. Después de este examen ocular, Dalí da por confirmada su teoría y pinta una versión de “La encajera” descompuesta en cuernos de rinoceronte. Como vemos, las espirales eran obsesionantes para Dalí (cuerno de rinoceronte, caracoles...) desde la época en que incorpora el ADN como su icono favorito. 


Severo Ochoa y Dalí (gentileza de Simón Blanch Mateu, Girona)

Severo Ochoa de Albornoz (1905-1993) fue un médico y bioquímico español, aunque a partir de 1956 también obtuvo la nacionalidad norteamericana, ya que vivía y trabajaba en los Estados Unidos. En 1959 obtuvo el Premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre la síntesis de los ácidos nucleicos. 

Severo Ochoa fue un investigador polifacético que realizó importantes contribuciones en diversos campos de la Bioquímica y de la Biología Molecular:

  • Trabajos de enzimología metabólica, cion el descubrimiento de dos enzimas, la citrato-sintetasa y la piruvato-deshidrogenasa, que permitieron concluir el conocimiento efectivo del ciclo de Krebs, un proceso biológico fundamental en el metabolismo de los seres vivos. 
  • Trabajos que conducen finalmente a la síntesis del ácido ribonucleico, ARN, tras el descubrimiento de la enzima polinucleótido-fosforilasa. Este hallazgo le valió, junto a su discípulo Arthur Kronberg, el premio Nobel de Medicina de 1959.
  • Trabajos en los que se desarrollan las ideas y los hallazgos anteriores y que se relacionan con el desciframiento del código genético, la biosíntesis intracelular de las proteínas y los aspectos fundamentales de la biología de los virus. 
  • Estudios sobre la fotosíntesis.
  • Investigaciones sobre los ácidos grasos. 



"Destino", una película de Walt Disney y Salvador Dalí: 




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