Santiago Ramón y Cajal
Autorretrato con microscopio |
Las selfies de Don Santiago
Muchas de las fotos que han llegado a nosotros de Santiago Ramón y Cajal son autorretratos. A Cajal, gran aficionado a la fotografía, le gustaba mucho fotografiarse a sí mismo en su gabinete, leyendo o trabajando con el microscopio.
En estos autorretratos generalmente aparece con el puño cerrado. La razón es que en aquel momento no había mandos a distancia que permitieran disparar las fotos, por lo que Cajal disponía un cable disimulado entre sus ropas y que accionaba con la mano cerrada, para disimular el dispositivo. En realidad, era un aficionado a hacerse selfies "avant la lettre".
En estos autorretratos generalmente aparece con el puño cerrado. La razón es que en aquel momento no había mandos a distancia que permitieran disparar las fotos, por lo que Cajal disponía un cable disimulado entre sus ropas y que accionaba con la mano cerrada, para disimular el dispositivo. En realidad, era un aficionado a hacerse selfies "avant la lettre".
Santiago Ramón y Cajal, con un grupo de alumnos, en el laboratorio de histología. Colegio de Médicos de Madrid. |
Un ojo de feto sifilítico en la calle
Es conocida la afición que tenía Cajal por la fotografía, y la fluida correspondencia que mantenía con el Dr. Jaume Ferran i Clúa (descubridor de la vacuna anticolérica) sobre este tema. Algunos reactivos y técnicas fotográficas le sirvieron para realizar las tinciones que le permitieron el descubrimiento de la neurona.
Microscopio Leitz, en el que investigaba Santiago Ramón y Cajal. Colegio de Médicos de Madrid |
El revuelo que se originó entre los viandantes al ver aquel ojo deforme y ennegrecido en medio de la calle fue mayúsculo. Incluso llegaron a avisar a la policía que acudió rápidamente a aclarar lo que había sucedido.
La maniobra de Cajal
En la última época de su vida, Cajal seguía investigando en su laboratorio, situado en el hospital Clínico de San Carlos (actual Museo Reina Sofía). Este edificio tiene larguísimos pasillos y el lavabo estaba bastante alejado del laboratorio, que quedaba en un ángulo.
Cajal, como todos los varones de cierta edad, tenía algunas urgencias urológicas, pero apasionado como estaba en la observación de lo que veía al microscopio, demoraba la necesaria micción más de lo que era prudente.
Cuando ya no podía más, le decía a su fiel colaborador, Don Pío del Río Hortega:
Esta práctica era conocida por todo el mundo, y era muy comentada entre los médicos del hospital. Algunos la llamaban socarronamente "la maniobra de Cajal".
La vida y la obra de Santiago Ramón y Cajal
Los largos pasillos del Hospital de San Carlos, de Madrid, actualmente Museo Reina Sofía, en los que los urinarios estaban muy lejanos. |
Cuando ya no podía más, le decía a su fiel colaborador, Don Pío del Río Hortega:
- Don Pío, vigile!Y el bueno de Don Pío se apostaba en la puerta del laboratorio, cuidando de que nadie entrara, mientras Don Santiago aliviaba su vejiga orinando en la pila de lavarse las manos, dejando luego correr el agua.
Esta práctica era conocida por todo el mundo, y era muy comentada entre los médicos del hospital. Algunos la llamaban socarronamente "la maniobra de Cajal".
La vida y la obra de Santiago Ramón y Cajal
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